El Puy de Dôme confirma la tendencia: Pogacar, más cerca del amarillo

El Puy de Dôme confirma la tendencia: Pogacar, más cerca del amarillo

Tour de Francia


Etapa 9: Saint Léonard – Puy de Dôme

Actualizado

El esloveno arañó ocho segundos a Vingegaard en el volcán tras atacar a falta de 1,5 kilómetros. Woods se llevó la etapa y Carlos Rodríguez, sólido, se acarca al podio

Woods, ganador en el Puy de Dôme.THOMAS SAMSONAFP

Hombro con hombro entonces, hace casi 50 años, una imagen para siempre la de Jacques Anquetil y Raymond Poulidor en las rampas agónicas del Puy de Dome. En el volcán convertido en infierno, superando los 30 grados sin una sombra que les cobije, Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar emulan a los dioses, se inspiran en sus gestas, conscientes de que ellos escriben ahora las que dentro de otros 50 serán recordadas. Fue esta vez un mano a mano breve, un ataque del esloveno que, de nuevo, el líder no pudo responder. Diferencias mínimas (ocho segundos), pero una tendencia que se mantiene. Michael Woods se impuso por delante, dejando al Movistar Jorgenson con la miel en los labios, y Carlos Rodríguez volvió a mostrar solvencia y recortó 14 segundos por el podio con Jay Hindley. [Narración y clasificaciones]

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35 años pasaron desde que el Tour no ascendía el volcán de la Avernia, esa carretera sin curvas que rodea en espiral el cono, esos más de 13 kilómetros de sufrimiento con los últimos cuatro por encima del 12%. Esas rampas proclives a las gestas, ahora ya sin público en las cunetas, a los momentos para el recuerdo como el puñetazo en el estómago a Merckx o los triunfos españoles, Bahamontes, Jiménez, Ocaña, Arroyo… No hubo esta vez ni siquiera un nacional cerca de la gloria y el mano a mano entre Pogacar y Vingegaard se redujo al kilómetro y medio final. Pero no decepciona este Tour que cumple una semana y ya dejó momentos imperecederos a puñados.

Después de los fuegos artificiales de los Pirineos, acude el respeto a los dos colosos. Un round cada uno y ya se temen, conscientes de que ni un rato malo se pueden permitir de aquí a París. Y el calor es mal aliado para los alardes. Con la escapada consentida por delante desde bien pronto, las primeras cuestas de ese Puy de Dôme donde siempre pasan cosas fue un mano a mano entre Jumbo y UAE. Pronto los neerlandeses se hicieron con el control y de nuevo Kuss hizo una selección de la que rápido se borró Hindley.

Pero esta vez las intenciones eran menos fieras. Cuando el bravo gregario estadounidense dejó paso, no hubo latigazo. Todos se miraron. Lo inédito hasta el momento. Bien pudo haber un hombro con hombro ahí, a falta de más de dos kilómetros, pero por medio andaban los Yates, Pidcock y también el bravo Carlitos, confirmando su excelencia.

Pogacar y Vingegaard.CHRISTOPHE PETIT TESSONEFE

A falta de 1.500 metros Pogacar atacó como quien no puede esperar más. Ni siquiera pareció una estocada de muerte, más bien un demarraje por lo que pudiera pasar en el organismo de su rival, el danés que prefiere el calor. Cuando miró atrás, casi atónico, el del UAE comprobó que había dos metros de distancia y se vació hasta la cima del volcán. Todo para un pequeño bocado que le acerca más al amarillo (a 17 segundos ahora), que por segunda vez consecutiva le hace vencer ante su Némesis y que sigue prometiendo una batalla estupenda, con el próximo episodio quizá el viernes en el Grand Colombier.

Porque las diferencias fueron cortas. Ocho segundos. 10 sacaron Pidcock y Adam Yates a Carlos Rodríguez. Y 14 el español a Hindley por el podio.

Hubo dos películas en el Puy de Dôme y la primera tuvo como triunfador a Rusty Woods, su estreno en el Tour a sus 36 años tras una asombrosa ascesión cuando todo parecía dispuesto para la victoria del Movistar cuatro años después. A Mateo Jorgenson, que le había picado una avispa en la cabeza en plena escapada, cuando el grupo de 14 que se formó desde la misma salida gozaba de más de 16 minutos con el pelotón, se le vino el mundo abajo en los últimos dos kilómetros.

El pelirrojo estadounidense tenía claro que hoy era su día. A falta de 48 kilómetros, tras la última cota antes del Puy de Dôme, la fuga de la fuga. Con Gorka Izagirre cubriéndole las espaldas, se fue decidido en busca de la gesta, con su 190 centímetros y su poderoso pedaleo. A pie del volcán aventajó en un minuto a un trío del que se había caído por avería mecánica David de la Cruz. Lejos de reducir, Mohoric, Powless y Burgaudeau vieron cómo el del Movistar aumentaba en 25 segundos más antes de los últimos cuatro y diabólicos kilómetros. Que los afrontó con la agonía del que tiene ante sí un lugar en la historia.

Pero desde el grupo de atrás acudió como un ciclón Woods, que fue engullendo rivales hasta alcanzar a Jorgenson a falta de 500 metros. Ahí se juntaron la euforia de uno y la desilusión del otro, completamente roto ya el gigante del Movistar.

kpd