Corría el año 1996 cuando el juez Gregory Weeks condenó a cadena perpetua a Daniel Green por la muerte de James Jordan, padre del mito de la NBA, Michael Jordan. Han pasado casi 30 años y el magistrado, ya retirado, ha pedido a la Comisión de Libertad Condicional de Carolina del Norte que libere al preso por supuestas irregularidades en el juicio, según informa ‘ABC News’.
El asesinato de James Jordan tuvo lugar cuando el hombre se paró a descansar dentro de su vehículo en mitad de un largo viaje. En ese mismo lugar, Larry Demery y Daniel Green se disponían a robar en un motel pero al ver el Lexus del padre de Jordan decidieron cambiar de objetivo.
Al parecer, los dos jóvenes de 18 años dispararon a James, que estaba dormido, para sustraerle el coche. Cuando registraron el cuerpo sin vida y vieron su documentación se llevaron una buena sorpresa. “Creo que hemos matado al padre de Michael Jordan”, le dijo Demery a Green.
Daniel Green durante el juicio.EM
En el juicio que tuvo lugar en 1996, presidido por el juez Weeks, ambos hombres, amigos de la infancia, se acusaron mutuamente del crimen. No hubo perdón para ellos, el magistrado les condenó a cadena perpetua.
Pero ahora el caso ha dado un giro inesperado ya que un informe publicado por ‘ABC News’ que afirma que un experto forense en sangre no reveló durante el juicio hallazgos clave, que no eran concluyentes contra los acusados.
Por ello, el juez considera que es posible que Green lleve casi 30 años cumpliendo condena en Southern Correctional Institute de Troy (Carolina del Norte) por un crimen que no cometió.
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FRANCISCO CABEZAS
@FCabezas78
Barcelona
Actualizado Miércoles,
26
abril
2023
-
17:37El Barcelona, el equipo que menos goles encaja en Europa, acecha el...
Dice el entrenador Koen Pelgrim que Remco Evenepoel no es un robot que se pueda acomodar a cualquier momento o lugar. El belga no es una máquina, pero lo parece. Es fiable como pocos en la lucha contra el reloj. Este domingo revalidó, en Zúrich, su título de campeón tras imponerse en un emocionante final al italiano Filippo Ganna. El belga marcó un registro de 53.01minutos, sólo seis segundos menos que el rodador del Ineos. La tercera plaza fue para el también italiano Edoardo Affini, que este mes se proclamó campeón europeo de la especialidad.
Evenepoel administró los esfuerzos con inteligencia y se acopló a su bicicleta en un ejercicio magistral de aerodinámica. Pedaleó con un desarrollo acompasado y avanzó con potencia sin descomponer su fornida figura. Es un modelo a seguir en las escuelas de ciclismo. Con su bicicleta bañada con el oro de París, voló en un contrarreloj de 46.1 kilómetros con salida y llegada en Zúrich, con sólo un pequeño repecho de 2,4 kilómetros en el ecuador de la prueba. Aunque no le funcionó el potenciómetro, marcó los mejores tiempos en los tres zonas intermedias (con seis segundos, nueve segundos y 19 segundos sobre Ganna). Sólo sufrió apuros en los cinco últimos kilómetros, en los que Ganna le restó 10 segundos.
El belga supo dosificar con acierto un tremendo desgaste físico, sin llegar al umbral del esfuerzo. También templó muy bien los nervios, con un fallo en la cadena en la misma rampa de salida. ''Todo ha sido una locura, posiblemente haya sido la contrarreloj más complicada de mi carrera. Se me cayó la cadena un minuto antes de la salida y el potenciómetro no funcionaba. Tuve que confiar en las sensaciones. Era difícil mantener el ritmo porque me movía un poco a ciegas"', dijo Evenepoel.
Primer triunfo consecutivo del fenómeno belga en el Mundial de ciclismo, tras imponerse en Glasgow, en 2023. Un doblete que sólo han conseguido el australiano Michael Rogers, el suizo Fabian Cancellara, el alemán Tony Martin, el australiano Rohan Dennis y el italiano Filippo Ganna.
Evenepoel, con 24 años, atesora una hoja de servicios magnífica, con registros formidables. Este verano acaparó protagonismo absoluto en los Juegos Olímpicos de París, con sendas medallas de oro en las pruebas de ruta y contrarreloj. Dos oros olímpicos como preámbulo de un título Mundial. Lo nunca visto en menos de dos meses. Y todavía le espera prueba de fondo del próximo domingo.
Remco Evenepoel es un especialista en pruebas de un día y en grandes rondas. En 2023 se proclamó campeón del mundo de contrarreloj en Glasgow y en 2022 conquistó el maillot arcoíris de ruta en el circuito de Wollongong (Australia). En ese mismo año se impuso en la general de la Vuelta a España (más dos etapas y la clasificación de los jóvenes). En la última edición del Tour de Francia terminó tercero. El esloveno Tadej Pogacar le elogia por su valencia y ambición.
Los españoles David de la Cruz y Raúl García Pierna firmaron una actuación discreta en Zúrich, al ocupar, respectivamente, los puestos 25º y 26º. De la Cruz invirtió 3.26 más que Evenepoel, y García Pierna, 3.36.
Evenepoel acaparó todos los focos en la jornada de apertura de un Mundial Zúrich que finalizará el próximo domingo. Un campeonato en el que la expedición española espera atrapar alguna medalla. Las principales apuestas están situadas en la carrera de fondo del domingo 29, con la presencia de Juan Ayuso, que llega en excelente estado de forma tras destacar en el Tour de Luxemburgo (ganó la crono del sábado), Pello Bilbao y Pablo Castrillo. La júnior Paula Ostiz (oro en la contrarreloj del Europeo) parte como una de las favoritas en la contrarreloj (mañana) y la ruta (jueves). Mavi García es la referencia de la ruta élite (sábado). El júnior Héctor Álvarez (plata en el Europeo) espera sobresalir en la ruta (viernes). Iván Romeo peleará por entrar en el podio de la crono sub 23 (hoy, 14.45 horas) y de la ruta (viernes), junto a Markel Beloki, Igor Arrieta y Pablo Torres.
Quince años tiene mi amor, cantaba el Dúo Dinámico en 1960, año en el que el Madrid ganaba su quinta Copa de Europa, la última levantada por Alfredo di Stéfano, el jugador fundacional de esta pasión eterna. Quince Champions tiene mi amor, podrían cantar los aficionados que se dejan sentir desde Trafalgar a Cibeles, plazas que evocan a imperios del pasado tomadas, hoy, por el imperio de las emociones. Esos hinchas se preguntan por qué quieren al Madrid de esta manera irracional, como irracional fue su forma de sobreponerse en Wembley a las ocasiones de un Borussia Dortmund mejor durante una hora en un frenético final, en el clímax más deseado. No hay respuesta para ello, porque es como querer a los 15 años, como querer después de 15 Champions. Es puro Madrid. [0-2: Narración y estadísticas]
La relación que tiene el Madrid con esta competición es como la que se tiene con un amor juvenil al que jamás se ha dejado de querer, y en el que cada encuentro despierta las sensaciones que dan sentido a una vida. Es imperfecto, como lo fue su juego en Wembley, pero merece la pena, vaya si lo merece. Todo lo demás importa, claro, la Liga, la Copa o las mil Supercopas que se alargan como los culebrones, pero nada despierta la misma erótica, lo hace sentirse poderoso e invoca la grandeza.
Se apreciaba en la mirada de sus jugadores cuando saltaron a calentar en Wembley, no sólo en la de los más veteranos, también en la de Bellingham, como si hubiera interiorizado una condición distinta. Cuando eso sucede en un equipo o en un ejército, el adversario o el enemigo saben que están ante algo diferente. Lo sabía el Dortmund, emergente y optimista, hiriente en el ataque, con las ocasiones de su parte en el primer tiempo, pero no lo suficiente cuando se viene encima un muro emocional en el que los pequeños se hacen gigantes, como Carvajal, con su pierna de hierro y su barba de templario. El salto del primer gol fue el salto del renacer que los demás no comprenden, pero temen. Edin Terzic había visto a los suyos tan cerca del gol que empezaba a mirar al césped porque los veía ya tan lejos del título.
Los tuvo en sus botas inicialmente el equipo alemán, porque conocía mejor su plan de partido: no dejar correr al Madrid y correr todo lo posible en las transiciones. El conjunto de Ancelotti no podía sentirse sorprendido. Le ha ocurrido muchas veces. Mitad suficiencia, mitad sorpresa, apareció en el césped como si ya hubiera ganado la 15 y únicamente esperara el pasar del tiempo para levantar la 'Orejona'. Mal asunto. La superioridad existe, pero su vida es de un minuto, el tiempo que tardas en perderla.
Estático, sin velocidad de balón, el Madrid buscó a Vinicius en el espacio y poco más, un Vinicius motivado, pero empeñado en habitar en el desfiladero del riesgo. Una entrada al portero Kobel le costó la primera amarilla, y las palabras de más una mirada del colegiado Vincic que pudo acabar en catástrofe. Los buenos árbitros cuentan hasta diez. A Vini le iría bien hacerlo. Se lo debieron repetir en el vestuario, porque regresó determinado, arabesco y goleador, finalmente. Está en el camino que desea, ahora que llega Mbappé, después de otro gol en una final de Champions. Es un camino de oro.
Courtois, ante Adeyemi, en una de las primeras oportunidades de la final.INA FASSBENDERAFP
La presión alta era tan tibia y las pérdidas de balón tan constantes por parte de los de Ancelotti que los alemanes decidieron dar un paso adelante que no habían imaginado tan fácil. El mando y las anticipaciones del veterano Hummels habían sido suficiente al principio frente a los intentos del brasileño. El otro, Rodrygo, no existía. Tampoco Bellingham, al trote.
Adeyemi, un diablo por la izquierda, aprovechó uno de los pocos errores de Carvajal para buscar un uno a uno que le hizo dudar, y eso permitió corregir al defensa a tiempo. Füllkrug recibió en el área y giró sobre sí mismo para enviar la pelota al palo bajo la mirada batida de Courtois. El belga tuvo que poner poco después sus mejores manos ante Adeyemi y Sabitzer. En el Madrid se miraban y se preguntaban qué pasaba. De esa forma se fueron al vestuario, con un único consuelo: estaban vivos. La respuesta era sencilla: alguien había preparado muy bien la final.
Carvajal celebra su gol al Borussia Dortmund.Kiko HuescaEFE
Las correcciones del descanso devolvieron el equilibrio al juego y contrariaron al Dortmund, al adelantar Ancelotti la posición de Bellingham, en un 4-3-3. Kroos provocó con una falta la primera parada de su portero y el ímpetu de Carvajal puso algo que el Madrid necesitaba, pero de nuevo fue el Dortmund quien más cerca estuvo del gol gracias a Füllkrug. Courtois seguía de guardia.
Era necesario aumentar la intensidad, aunque pocos parecían capaces, con algunos superados por la altura de la temporada, caso del propio Bellingham, pese a que estuvo cerca del gol. Vinicius buscó la profundidad y dejó una maniobra de tapete de billar sobre la línea, pero fue Carvajal quien atacó el balón parado con decisión, al elevarse y anticiparse a las torres del Dortmund. El centro había sido de Kroos. Mucho mejor que cualquier carta de despedida. Salió del campo entre aplausos para ceder su lugar a Modric. Han sido la pareja de baile, el Fred Astaire y Ginger Rogers de un Madrid de época.
Carvajal remata ante Füllkrug, en la acción del gol del Madrid.INA FASSBENDERAFP
El Dortmund no fue ya capaz de sobreponerse al estallido que desató el gol de Carvajal, una implosión de los blancos, con llegadas del defensa, poseído, Camavinga y, finalmente, Vinicius hasta el gol. Era el 'momento Madrid', el momento de la 15, el momento de jugar como cuando se tienen 15 años, pero con toda una vida por detrás y toda una larga vida por delante. La 16 espera.