Otra historia
Con 22 practicantes. España se planta en el Mundial femenino de Australia. “Lo más difícil es acostumbrarse al tubo, genera rechazo”, explica la capitana de la selección, Clara Martínez Basse-Korf, que juega en la liga francesa, una suerte de NBA
«He presenciado dos síncopes. Puede pasar, sí, sí. Ves que una rival va hacia tu portería, que tus compañeras han subido a la superficie y aguantas hasta que no puedes más. Puede pasar, pero es raro. Es más normal que sufras algún mareo después de los partidos», admite Clara Martínez Basse-Korf, la capitana de la selección española de hockey subacuático. ¿De hockey subacuático? Sí, sí.
En España quienes practican esgrima, fútbol americano, halterofilia, lucha, polo o pentatlón moderno pueden considerarse pocas, parte de un grupo exclusivo, pero en realidad son centenares e incluso miles. Esto sí es minoritario. La liga española de hockey subacuático tiene tres equipos femeninos, de Madrid, Barcelona y Sevilla -por este orden el último año-, y cada equipo cuenta con siete u ocho jugadoras. En todo el país, hay 22 practicantes. Chimpún.
- ¿Cómo se llega a un deporte tan pequeñito?
- Cada una tiene su historia. Algunas venimos de la natación y otras de la pesca submarina o el snorkel. Yo competía en la piscina, pero los entrenamientos por la mañana, antes de ir al colegio, me costaban muchísimo. Me faltaba motivación. Al final lo dejé. Y mi entrenador, que conocía el hockey subacuático, me animó a que lo probara. De eso hace ya casi 20 años.
En el mundo hay muchas modalidades de hockey y todas se basan en lo mismo. En las tres más populares, hockey hielo, hockey hierba y hockey patines, pero también en las más extrañas, el hockey sala, el floorball, el hockey playa o el propio hockey subacuático, el objetivo es golpear la pelota o el disco con un palo para marcar en la portería contraria. En el caso del hockey subacuático, las rarezas son que el stick es cortísimo, que el punk es de plomo para que no flote y ¡que se juega bajo el agua!
«Al principio lo que más cuesta no es bucear, es acostumbrarte al tubo. Jugamos con unas aletas duras y con un tubo de snorkel para no sacar la cabeza del agua nunca y así poder ver siempre el disco. Cuando empiezas eso genera rechazo porque antes de respirar tienes que expulsar el agua, pero después te acostumbras», anota Martinez Basse-Korf, que no es profesional del hockey subacuático, pero que viaja como si lo fuera.
Fisioterapeuta con clínica propia en Madrid, Hende Fisioterapia, este julio se marchará con España al Mundial que se celebra en Gold Coast, en Australia -con ahorros y una ayuda de 20.000 euros de Iberdrola-, y varios fines de semana al año se va a París para disputar la Liga francesa, una suerte de NBA de esta modalidad. En 2015 el Hope París le contactó para que fuera una de las dos extranjeras permitidas por la competición y desde hace varias temporadas comparte equipo allí con su hermana, Elena, que vive en Reino Unido.
- ¿Cuánto tiempo aguanta sin respirar, en apnea, bajo el agua?
- Es lo que siempre me preguntan cuando hablo del hockey subacuático. Y la respuesta es que no lo sé, la verdad. Hace mucho tiempo que no entreno apnea estática porque no sirve de mucho. Llegué a estar más de tres minutos, pero ahora no sé cuánto tiempo aguantaría. En realidad sólo entrenamos en apneas dinámicas, que son muy distintas. También depende de la posición. Las delanteras necesitan aguantar menos, pero deben tener un buceo muy explosivo, y las defensas tienen que aguantar más.
El hockey subacuático se inventó en Reino Unido en los años 50 como entrenamiento para pescadores y llegó a España en los años 90 de la mano de un biólogo francés que creó un equipo allí donde trabajaba, la Universidad de Barcelona. Desde entonces mantiene su actividad, reducida, pero constante, aunque en los últimos años ha sufrido un problema: el ‘boom’ del triatlón. Con tantos nuevos practicantes en la piscina, se han reducido las horas disponibles para entrenar y los equipos se han tenido que mudar al extrarradio. En Madrid se practica en el Colegio MiraMadrid de Paracuellos; en Barcelona, en el CEM Besós; y en Sevilla, en Hytasa. «Un deporte así es como una familia. Voy a cualquier parte del mundo, contacto con el equipo de hockey subacuático si hay, y me enseñan la ciudad, me quedo en su casa…», finaliza Martínez Basse-Korf que un día empezó a jugar a hockey y, ya puestos, ¿por qué no hacerlo bajo el agua?