El rival del Real Madrid en los cuartos de la Champions cae en Stamford Bridge frente al Brighton y suma tres derrotas consecutivas desde el regreso de Lampard
El Chelsea no tiene remedio. Tercer partido de Frank Lampard en el banquillo y tercera derrota consecutiva. El Brighton no sólo logró su primera victoria en Stamford Bridge sino que ejecutó a la perfección lo que dijo sobre ellos Pep Guardiola en la previa: “No hay otro equipo que haga mejor el proceso de llevar la pelota hasta el último cuarto de campo, no hay un equipo mejor en el fútbol moderno ahora mismo”.
Lampard, a pesar de haber perdido en su regreso contra el Wolverhampton (1-0) y el Real Madrid (2-0), y sin marcar ni un solo gol, fue recibido con un Welcome home super Frank por la grada de Stamford Brigde.
Dejó a Kanté y Havertz fuera de la convocatoria, e hizo seis cambios respecto al once del Bernabéu, aún no se sabe si por reservar jugadores para tratar de lograr la remontada, o si por intentar otra cosa. Y no le salió mal, porque a los 13 minutos ya ganaba 1-0 con gol de Gallager. El Chelsea hasta ese momento sumaba 390 minutos sin marcar un gol. Más de un mes. Lampard hasta se giró hacia su grada y levantó los puños.
Sin embargo, no era la consecuencia de lo que se estaba viendo en el terreno de juego, porque el Brighton atacaba más y tenía casi el 70% de posesión. De ahí que antes del descanso Wellbeck pusiera las tablas de cabeza.
Nada más arrancar la segunda parte Lampard cambió por completo sus propios planes. Quitó a Fernández, Sterling, Pulisic y Fofana, y metió en su lugar a Ziyech, Kovacic, James y Joan Félix, a los que pensaba dar la tarde libre pensando en el Madrid. Diez minutos después el paraguayo de 19 años Julio Enciso hacía el segundo con un tiro desde 30 metros, tras una pérdida en la salida de balón de Joao Félix, que además no era la primera que esta temporada que le costaba un gol a su equipo.
No mejoraron los blues en lo que quedaba de partido, y viendo las estadísticas pueden darse por satisfechos, ya que el Brighton sumó 26 tiros a puerta frente a tan sólo ocho de los de Lampard.
Con esta derrota los blues siguen en mitad de la tabla pero a 17 puntos de la Champions. El público despidió a los suyos entre abucheos. Y será el mismo que el martes regresará a Stamford Bridge para tratar de espolear a los suyos y remontar el 2-0 del Bernabéu.
La autodestrucción de Xavi, a patadas con la publicidad en la banda, fue la autodestrucción del Barça, como un Saturno que devora a sus hijos, a una obra inconclusa. Esta eliminación tras un 1-4 en su casa no augura que pueda acabarla, que reconsidere su decisión de marcharse. Cuando lo hizo del banquillo de Montjuïc, expulsado, era como si lo hiciera del Barcelona. [Narración y estadísticas (1-4)]
Lamine Yamal mostró un camino que el propio entrenador cercenó cuando sintió el miedo de una expulsión, la de Araújo, pese a los dos goles de ventaja en ese instante. El pavor llevó entonces al campo a los fantasmas de Liverpool, Roma o Lisboa, como sombras chinescas frente a un PSG que no necesitó a un gran Mbappé, pese a sus dos tantos. Bastó con su versión más terrenal para citarse con el Borussia Dortmund y cerrar las puertas de las semifinales de Champions a un club que vuelve a la casilla de salida, con su ADN, su deuda y sus miedos.
LA DECISIÓN DE YAMAL
Ese Yamal había sido Mbappé un solo instante fugaz, como la carrera de un guepardo, fugaz pero mortal. Hay algo felino en este futbolista que corre sin pisar la hierba. Se desliza. Hay algo también de depredador que aguarda su momento, ausente de lo que sucede durante muchos minutos, porque su minuto es el minuto de oro, el que justifica su presencia en el campo. Al recibir de Araújo, orientó con la cabeza y dejó atrás a Nuno Gomes como se dejan las puertas de esquí en un slalom. El centro del gol fue para Raphinha, que sumaba su hat trick en la eliminatoria después de sus dos goles en París.
Si había un jugador diferencial sobre el campo, acabábamos de verlo en Montjuïc. Si hubo un futbolista al que Xavi eligió para dejar el campo cuando Araújo fue expulsado, fue precisamente Yamal. La mirada baja del futbolista al retirarse era la de la resignación de un joven que todavía no siente como propia la jerarquía que ya tiene en el campo. Había dado al Barcelona la cobertura con la que protegerse, un gol más de ventaja, añadido al que ya trajo en el equipaje de regreso de París. Xavi pensaba en la muralla y por eso llamó a una torre, Íñigo Martínez. En su decisión había cálculo y poco ADN Barça. En su decisión perdía al futbolista que mejor podía correr a la espalda de un PSG desesperado y volcado. Lo lamentaría.
Había todavía partidos por jugar dentro del mismo partido, pero Luis Enrique era quien más claro tenía el suyo. Lo había empezado con el mando en el juego y los cambios que más le habían dado en el Parque de los Príncipes, como Barcola y Vitinha. El primero se situó en la izquierda, con Dembélé en la derecha, por lo que el lugar del 9 era para Mbappé. Centrado, buscaba saltar de la línea del vértigo, mientras Araújo iba en su busca a todas partes. Era el central del riesgo y era el central por el que empezaron los problemas para el Barcelona cuando había hecho lo más difícil y podía jugar realmente el partido que quisiera. En la ida lo consiguió; en la vuelta, no.
EXPULSIÓN FATAL
Barcola ganó en la carrera un balón al espacio y Araújo lo derribó al borde del área. La falta fue fuera del rectángulo, pero el colegiado le mostró la roja por tratarse Barcola del último hombre. El VAR no corrigió su decisión pese a las protestas azulgrana y al no estar el francés exactamente en perpendicular a Ter Stegen. Restaba una hora de partido, la hora de la autodestrucción.
El gol del PSG no llegó en la jugada inmediata, una falta mal lanzada por Nuno Gomes, pero el gol estaba ya en la dinámica del partido. Un centro de Barcola, en otra de sus llegadas por la izquierda, no fue interceptado por Cubarsí ni por Cancelo y Dembélé marcó a placer. Lo mejor para el Barça fue el descanso; lo peor, el regreso.
Lo hizo el equipo azulgrana con las mismas dudas con las que se había ido a la caseta, con el mismo miedo. El acoso metió en su área a un equipo que no está para levantar murallas, y menos un Íñigo Martínez fuera de la dinámica del equipo. En pocos minutos, había visto una amarilla en una disputa con Mbappé. También el francés, pero las amonestaciones pesan menos en un delantero.
UN TÉCNICO HISTÉRICO
Fabián pudo adelantar al PSG a los pocos minutos, pero lo hizo a continuación Vitinha en un paseo por la frontal en el que nadie salió a su encuentro, blando De Jong y en un papel que no es el suyo Lewandowski. El hábitat del polaco es el área contraria, no la suya. Mal asunto. La igualada en inferioridad enmudeció a un Montjuïc convencido de lo contrario y sacó de sus casillas a Xavi. Por una falta sin trascendencia, le dijo de todo al árbitro y pateó una valla de publicidad. Su expulsión era su fracaso, que no pudo corregir su hermano Óscar con las entradas de Ferran Torres, Fermín o Joao Félix, al que siguió el de un Barça desnortado y desamparado.
Cancelo cometió un penalti sin sentido sobre Dembélé cuando el francés iba hacia fuera del área. Ter Stegen se movió como un muñeco de feria y entonces Mbappé, un Mbappé de blanco, no falló para firmar con otro gol más una sentencia en la que poco tuvo que ver. Casi todo, lo bueno y lo malo, fue cosa de Xavi.
Mientras 'ardía' la avenida de Arcentales, una madre vestida con la camiseta de Griezmann disfrutaba con su hijo de la maravillosa puesta del sol que se ve desde el parque del estadio Metropolitano. Es la perfecta metáfora del contraste que vive hoy este Atlético de Madrid. La llama y la calma. Era día de llama. De remontada y de intensidad... De rugidos. Rugió el león, rugió el Metropolitano y rugió Oblak. [Narración y Estadísticas, 2-1]
El esloveno volvió por sus fueros con una gran actuación durante el encuentro y con una parada decisiva en la tanda de penaltis. Su performance merecía los cuartos de final de la Champions, lugar que n oocupaba el Atlético desde la 2021/22. El equipo necesitaba fuego, sí, pero también calma. Sólo había que remontar un 1-0.
Así, desde un bloque medio con las líneas muy juntas, cerrarían todos los pasillos interiores que tan bien ataca el equipo de Inzaghi, con esa movilidad tan característica que le mantiene ya con 16 partidos seguidos sin perder. El plan funcionó de inicio con un robo de Molina que generó el primer 'uy' en la grada y una salida de Lino, como un cohete por la banda izquierda, cuya finalización exigió una buena parada de Sommer.
Como dos rivales que se miran al espejo, Dumfries quiso responder al brasileño apenas dos minutos después. Oblak, el Oblak que necesita el Atlético, apareció para negar el gol al neerlandés. Lautaro se desesperaba porque estaba solo al palo largo. Minuto 14 y el partido era un vaivén de emociones, juego y ocasiones. Era todo lo que se puede esperar de una noche de Champions en un duelo de estrellas.
Barella y Lautaro eran dos de las que estaban en el césped. El primero era la batuta de los neroazzurri, el segundo, el vértice sobre el que se montaba la ofensiva. Aunque el argentino apenas levante 174 centímetros del suelo, es increíble su juego de espaldas y la manera de aguantar las embestidas de Savic y Witsel. Aunque al final de la noche la suerte le fuera esquiva, el partido del Inter fue suyo.
Su homólogo, Morata, debía responder al desafío del 9. Escribíamos en este periódico que ambos estaban en el mejor año de sus carreras, así que el duelo estaba servido. Las contras del Inter eran cosa de Lautaro, pero el primer remate a puerta fue un cabezazo del madrileño, blando, pero bien dirigido. 1-1 en el duelo particular.
Resultado que se puso en el marcador tras dos minutos de locura disputada la primera media hora de partido. El primero que golpeó fue el Inter. Lo hizo aupado a una pared de sus dos estrellas y a una llegada fulgurante de Dimarco, quien remachó la descarga de Barella en el punto de penalti.
Y respondió a quien más esperaba el partido. Griezmann comenzó el partido en cuerpo, pero no en espíritu. Fallón, cabizbajo y sobre todo sin sonreír y, si él no sonríe, al Atlético le cuesta más hacerlo. El equipo sabe luchar, presionar, morder, pero le falta algo de creatividad y esa es la característica fundamental del juego del Principito.
Y, aunque la creatividad tardó en llegar, apareció la efectividad. Un fallo estrepitoso de Pavard le valió, al borde del fuera de juego, para remachar ante Sommer al borde del área pequeña. Casi hace el segundo cinco minutos después, pero la defensa interista repelió otro disparo suyo dentro del área. Bienvenido Principito.
Terminó el francés la primera mitad como comenzó la segunda, percutiendo. Lástima que le cayó a la derecha un pase atrás de Llorente y disparó blando a las manos de Sommer. Tuvo otra 10 minutos después, pero Morata no le vio y remató mal arriba. Si la deja pasar se quedaba solo el francés. Se hubiera caído el estadio si culmina la remontada de la eliminatoria en la portería del fondo sur del Metropolitano.
El partido avanzaba y el cronómetro apretaba en la cabeza del Cholo. El argentino, que en varias fases del partido pedía calma, en el 70 declaró fuego. De Paul y Lino al banquillo, Riquelme a la izquierda y Correa en punta con Morata. Griezmann al medio campo a intentar recuperar la creatividad perdida. Necesitaba una sacudida el encuentro que había perdido lustre con el paso de los minutos.
La sacudida casi se la da Lautaro al Atlético de Madrid tras conducir dos contras con maestría y dejar solos a Thuram y a Barella. Afortunadamente, el francés no tiene el temple del argentino y el italiano llegó fundido a los últimos metros. Ambos definieron mal.
Los últimos diez minutos de partido eran un toma y daca donde el gol podía encontrarse en cualquiera de los lados. Memphis pudo empatar en dos ocasiones. La primera tras una gran jugada de Correa, esta noche sí, el gran agitador que necesitaba Simeone en los metros finales. Y la segunda tras un gran disparo al poste.
El león
Y tanto insistió el león que terminó por encontrar a su presa. Lo haría tras un gran pase de Koke. El neerlandés se revolvió bien y remató fuerte y al palo. Eliminatoria empatada a cinco minutos del final. El Inter, plagado de defensas, grogui. El Metropolitano en ebullición. Y Riquelme pudo evitar la prórroga en sus botas cuando la creatividad de Griezmann había vuelto. Una pena.
El Inter, lejos de afectar el golpe en el tiempo añadido, mostró una versión más parecida al partido de ida. Mas agresivo y más intenso. Thuram amagó con un cabezazo que silenció a la grada. Y era el Atlético el que esperaba cazar una contra. En cuestiones de caza, lógicamente, hay que llamar al león. Esta vez, Memphis no pudo encontrar el gol tras una gran jugada de Riquelme. El partido se iba a decidir por los pequeños detalles.
Un córner por ejemplo, como el que remató Lautaro, pero no encontró portería. Un 'valderrama' de Thuram a Savic, que el VAR pudo interpretar de otra manera. O la sustitución de Griezmann... los caminos del Cholo son inescrutables. Nada pasó y el partido se decidió en los penaltis. La suerte más injusta en el fútbol. Lo fue con Lautaro, el mejor del Inter y el que falló el penalti definitivo. Pero no con el Atlético que creyó y rugió como nunca.
LUIS NÚÑEZ-VILLAVEIRÁN
@LNvillaveiran
Actualizado Miércoles,
13
diciembre
2023
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23:55Sin Morata y Koke, con Griezmann jugando solo una parte y Witsel de...