En pleno esfuerzo por la remontada ante el Baskonia este domingo, ya en el tercer cuarto, Nico Laprovittola se disponía a culminar una contra cuando su rodilla sufrió un mal giro. Ni siquiera pudo lanzar los tiros libres tras la falta de Luwawu-Cabarrot. Abandonó en volandas el Palau, sin apoyar su pierna derecha y con gestos de alarma. Este lunes se han confirmado los peores presagios.
Según ha informado el Barça (aunque en principio aseguró que se trataba de un esguince), el argentino pasará por el quirófano ya que tiene roto el ligamento cruzado anterior y además sufre una lesión en el menisco externo de su rodilla derecha. El equipo de Joan Peñarroya pierde a uno de sus referentes durante los próximos meses.
A pesar de la derrota ante el Baskonia de Pablo Laso, la primera de los azulgrana en la Liga Endesa, el Barça estaba firmando un esperanzador arranque de curso. Aunque no pudo con el Real Madrid en la semifinal de la Supercopa, el comienzo de la era Peñarroya había sumado tres victorias en ACB y otras tres en Euroliga (sólo perdió en Kaunas), donde el pasado viernes logró un estupendo triunfo en la prórroga en la pista del Estrella Roja, uno de los equipos más en forma de la competición.
Laprovittola, que venía combinando en los puestos de base y escolta, deja un enorme hueco en la rotación azulgrana. Con Tomas Satoransky y Juan Núñez en el puesto de director, y Kevin Punter, Darío Brizulea y el joven Dame Sarr (debutó ante el Baskonia), no se descarta que el club acuda al mercado.
Estrella Roja 58 Real Madrid 72
LUCAS SÁEZ-BRAVO
@LucasSaezBravo
Actualizado Martes,
19
diciembre
2023
-
20:58Los de Chus Mateo, en un excelente ejercicio...
Todo mal. No hay mejor resumen ni tampoco resquicio para atemperar la crítica. El Real Madrid deshonró su propia leyenda europea con un desastroso partido en el Pireo, barrido por Olympiacos en el primer acto de una eliminatoria que, salvo giro radical, tiene una pinta de punto final para los blancos en Europa. [84-72: Narración y estadísticas]
La realidad fue un sopapo para un Madrid que pretendía piel de oveja para medirse al que de verdad era lobo. Todas las buenas intenciones mostradas tras la final perdida de Copa quedaron esparcidas por el suelo de Atenas como un puñado de folios. Frustración y sensación de inferioridad permanente ante el Olympiacos del infalible Vezenkov (23 puntos y siete rebotes), al que debe ganar ahora tres partidos de cuatro -el siguiente, el viernes- para no caerse de la Final Four.
La forma en la que el Real Madrid se plantó en el momento más decisivo de la temporada resultó incomprensible. Mezcla de apatía, cansancio, desconcentración y, evidentemente, un plan de partido nefasto. Fue triturado por el colmillo del mejor equipo de la temporada, que tras la canasta de Tavares que abrió el duelo se encontró una cuesta abajo por la que tomar velocidad.
Volaba Olympiacos, con Evan Fournier abusando de un Musa que cada vez está más claro que sólo piensa en sí mismo. Chus Mateo tuvo a bien colocarle de inicio, borrar a Abalde y el agujero fue obvio. Por supuesto, Vezenkov pasó por encima también de Garuba y Tavares, en esa frustración que tanto le cuesta controlar, hizo la segunda falta (otra vez), bien temprano. La diferencia se disparó alarmantemente (25-8 fue la máxima entonces), con Bruno Fernando como primer relevo del caboverdiano. Un tipo que lleva semanas con problemas físicos por delante del Ibaka más pleno desde que llegó.
Chus Mateo, durante el partido contra Olympiacos.PETE ANDREOUEFE
La cosa no iba a mejorar, porque como admitió Hezonja al descanso, todo era "terrible". Bartzokas movía su banquillo, todo era jolgorio en el Pireo. Apareció Milutinov y se hizo dueño de la pintura. Campazzo estuvo irreconocible toda la noche y el Madrid perdía balones con una fragilidad impropia. Un triple final de Peters coronó la tortura antes de pasar por vestuarios (47-29).
La cosa podía ir a peor, cómo no. A la vuelta, por unos pasos de Tavares, Chus Mateo vio su segunda técnica y fue expulsado. No habían pasado ni 45 segundos y otro triple de Vezenkov alargó la distancia a 21. Parecía ya un colectivo a la deriva, intentando buscar un tablón al que agarrarse en medio del océano. Fue en ese aroma de partido sentenciado cuando llegó algo de relajación por los locales. Andrés Feliz, el más inconformista del Madrid, quién lo diría, tiró del resto para al menos apagar el incendio.
Le tomó el relevo Llull, con la bandera del orgullo. El balear acudió a la rabia y al amor propio, y con un puñado de triples al menos maquilló el marcador. De paso, lanzó también un mensaje al rival, el de que no habrá rendición, aunque mucho tiene que contagiar al resto el capitán para que la eliminatoria no torne en pesadilla.