El serbio vence en 98 minutos a un rival que no estuvo a la altura del gran juego exhibido a lo largo de la semana (6-4, 6-3).
La única ocasión en la que Grigor Dimitrov había derrotado a Novak Djokovic en sus 12 enfrentamientos previos fue en la primera ronda del Masters de Madrid, hace una década. El búlgaro tenía 22 años, venía de ser número 1 del mundo júnior y portaba la vitola de sus analogías con Roger Federer. Un jugador exquisito, buen sacador, con revés a una mano y unas maneras ya entonces fuera de horma en el circuito. Reducidas sensiblemente las expectativas, no sin ocho títulos, entre ellos las ATP Finals de 2017 y el Masters 1000 de Cincinnati ese mismo año, dos semifinales del Grand Slam (Wimbledon 2014 y Australia 2017) y un paso por el tercer puesto del ránking, el búlgaro se presentó en la final de Paris-Bercy después de lucir a lo largo de la semana el tenis tanto tiempo insinuado de modo intermitente.
El partido le exigía mantener al menos la frescura exhibida para superar a hombres como Daniil Medvedev, tercer favorito, y Stefanos Tsitsipas, sexto, el juego alegre y desprejuiciado del que viene haciendo gala en los últimos torneos, el que le permitió también superar a Carlos Alcaraz en Shanghai. Tenía ante sí a un Djokovic poco convincente, que había necesitado los tres sets y una cuota imprevista de sufrimiento para vencer sucesivamente a Taylor Griekspoor, Holger Rune y Andrey Rublev.
Difuminado el búlgaro
Sin necesidad de elevar en exceso su rendimiento, el serbio, inteligencia y oficio, encontró en su inesperado adversario un bocado apetitoso y se impuso por 6-4 y 6-3, en una hora y 38 minutos. No fue Dimitrov el tenista propositivo de fechas recientes y, tras sostenerse hasta el séptimo juego, una vez que cedió el servicio inclinó la pista hacia su adversario, que esta vez evitó el derroche energético de las citas recientes. Una nueva rotura en el quinto juego del segundo evidenció la fragilidad del búlgaro, que asumió demasiado pronto su destino.
En su regreso a las pistas después de la Copa Davis, Djokovic, ganador en Australia, Roland Garros y el Abierto de Estados Unidos, además de Cincinnati y Adelaida, poseedor ya de 40 Masters 1000, tres más que Rafael Nadal, venció sin apenas problemas, se hizo con su séptimo título en Paris-Bercy, ganó su decimoctavo encuentro consecutivo y aparecerá la próxima semana en las ATP Finals de Turín como favorito para consagrarse por séptima vez como maestro. Afinó en tres de sus cuatro pelotas de rotura y pudo recrearse de nuevo ante el público parisino, al que volvió a censurar con ironía cualquier atisbo de apoyo al aspirante.