Davide Bais, novato de Contador, vence en los Apeninos

Davide Bais, novato de Contador, vence en los Apeninos

Giro de Italia

Actualizado

El italiano del equipo Eolo Kometa del ex ciclista español triunfa en la séptima etapa del Giro de Italia tras una larga escapada de más de 200 kilómetros junto al checo Vacek (segundo) y su compatriota Petilli (tercero).

El italiano Davide Bais del Eolo-Kometa de Contador celebra su victoria en el Gran Sasso.LUCA ZENNAROEFE

El Gran Sasso, una estación de esquí en los Apeninos, en la zona de los Abruzzos, goza de más fama bélica que ciclista, aunque ahí hayan ganado Pantani y algunas otras grandes firmas. Por orden del propio Hitler, el 12 de septiembre de 1943, una audaz operación alemana de comandos liberó a Benito Mussolini, destituido por el Gran Consejo Fascista y recluido en el Hotel Imperatore. Y hasta allí trepó la etapa por anchos, abiertos, valles verdes bajo cielos grises hasta la cumbre blanca: hasta Campo Imperatore.

Remco Evenepoel, emperador con túnica rosa desde el primer día, la cedió voluntariamente al cuarto. ¿La recuperaría al séptimo, en la primera llegada de montaña de este Giro? La respuesta es: no. Ni Remco la recuperó, con la misma voluntariedad del abandono anterior, ni Roglic se propuso para el relevo. Ni nadie entre los demás ilustres se movió. Así que Andreas Leknessund se quedó otro día con la rosada prenda y, probablemente, la guardará hasta la contrarreloj del domingo, cuando se la devolverá, más que probablemente aún, a Evenepoel.

“Niente”. No ocurrió “niente”. Tres hombres oscuros y esforzados, después de perder rápidamente a un cuarto (Henok Mulubrham), se dieron una paliza de 212 kilómetros en la segunda etapa más larga del Giro (218), que llevó al triunfo a Davide Bais (Eolo Kometa) por delante de Karel Vacek y Simone Petrilli, que llegó a ser líder virtual. Pero, por atrás, al pelotón, que perdería 3:10 al final después de haber estado a más de 11 minutos, no se le alteraba el pulso. Evenepoel y Roglic, abrigaditos por la zona alta, escenificaban un pacto mutuo de no agresión. No por caballerosidad, que no viene a cuento, sino por prudencia y zorrería.

Ni siquiera en los tres últimos kilómetros de la interminable pero tendidísima subida. Ni siquiera, decimos, entonces, cuando en los últimos 4.000 metros las rampas iban empinándose para ir pasando paulatinamente del 6,6% al 13%, se movió una hoja en la nutrida tropa. En los 20 (o así) metros finales, el belga y el esloveno hicieron un pequeño paripé, una chiquillada fanfarronesca, que no les reportó ni una décima de segundo con relación a ellos mismos y a los demás. Se enseñaron blandamente unos colmillos todavía enfundados.

Tampoco fue tan rara la pasividad. Ha sucedido muchas otras veces en similares circunstancias. A la espera de la cronometrada del domingo, en la que los aspirantes no tendrán más remedio que poner toda la carne en el asador, ninguno de ellos quiso arriesgar lo más mínimo. El domingo se cierra la primera semana de la carrera con el primer gran balance, aún cauteloso pero significativo, por parte de todos.

Duelo en la General

Todo sigue igual. Aunque la carretera, como la vida, puede dar muchas vueltas, lo cierto es que permanece enfocada al duelo EvenepoelRoglic. Una pugna, a expensas de percances que, ya se ha visto, siempre pueden tener su odioso protagonismo, entre un corredor de probadas certezas en los más exigentes escenarios (Roglic) y otro al que aún, si bien se apuntó la Vuelta a España, hay que certificarlo en los puertos de más de 2.000 metros de altitud.

El Gran Sasso (2.130) ha sido el primero. Pero por más largo que alto y por iniciático, posee un valor relativo como referencia. Así las cosas, Evenepoel está segundo en la general, a 28″. Paret-Peintre, tercero, a 30″. Almeida, cuarto, a 1:00. Roglic, quinto, a 1:12.

kpd