Cuando Darwin Blanch vino al mundo, Rafael Nadal ya había ganado 23 títulos, entre ellos tres de sus 14 Roland Garros. El jugador que se enfrentará este jueves (16.00 h., Teledeporte y Movistar) en la pista Manolo Santana con el pentacampeón del Masters de Madrid en la primera ronda, tiene 16 años y en 2023 fue semifinalista júnior en Roland Garros y Wimbledon en categoría júnior. Disputa su segundo encuentro en un torneo ATP tras jugar hace pocas semanas en el Masters 1000 de Miami, donde cayó ante Tomas Machac.
«Tiene gran proyección, posee un buen saque y una buena derecha, pero es un tenista aún por formar. Lleva con nosotros desde los 14», comenta a este periódico Antonio Martínez Cascales, fundador de la Academia Equelite Juan Carlos Ferrero y entrenador del ahora técnico de Carlos Alcaraz a lo largo de toda su carrera.
Zurdo, con 1,90 de estatura y un notable parecido con el emergente Ben Shelton, Blanch, hijo de Eduardo, un alto directivo oscenses de Coca Cola, nació en Deerfield (Florida) en 2007 y vivió parte de su infancia en Tailandia, para trasladarse a Buenos Aires y pasar después un año en Taiwan, antes de recalar en el centro de Villena tras un fugaz paso por la academia de Rafael Nadal. Su madre biológica es puertorriqueña, pero quien le ha criado y a quien considera su progenitora es china. Habla inglés, español, chino y tailandés.
«Es el prototipo del tenista norteamericano, muy agresivo que busca el punto desde la primera bola», comenta su entrenador, Fran Penalva, después del segundo entrenamiento de este martes, que realizó junto al español Roberto Carballés. Darwin, amante de los grandes escenarios, aún asimila la gran experiencia que se le presenta. «No se deja intimidar con facilidad. En Miami también jugó en la central. Es con poco público cuando puede bajar su rendimiento», apunta Penalva. «Si tuviera que buscar alguna analogía con un tenista del circuito, sería Jack Draper, en quien suele fijarse bastante».
Las redes sociales
Hijo de su tiempo, tiene en el móvil y las redes sociales una de sus principales distracciones. «Procuro apartarle de él durante determinadas horas. Es disciplinado, pero se trata de una lucha continua, que a veces se convierte en una batalla perdida», asume su entrenador.
Sus dos hermanos mayores, Ulises y Dali, también entrenan en la academia, por donde pasó su hermana Cristal antes de sufrir una lesión. Blanc es el segundo jugador más joven en obtener su primer punto ATP, y se afana en lograr el estatus que, a modo de simpático estímulo, le han pedido para poder compartir comedor con los jugadores más destacados de la academia. De momento, aún almuerza con la clase de tropa.
Acostumbrado a hacer guantes con Carlos Alcaraz, estudia online cuando concluyen las exigentes jornadas de entrenamiento. «Fuera de la pista es simpático, abierto, y hace amigos con facilidad. Le gustan, los animales, aunque no puede jugar cuanto desearía con Lima, la perrita de la academia, porque tiene alergia», cuenta Iñaki Etxegia, gerente de la Equelite Juan Carlos Ferrero.
Los 37 años de Nadal frente a los 16 de Blanc representan la mayor diferencia de la historia en un partido de rango Masters 1000, la quinta en cualquier encuentro del circuito. Les separan 21 años y 17 días.