Un mensaje en la red social X (antes, en mejores tiempos, Twitter) desató el sábado las polémicas. Rezaba así: “Confirmado: en el partido Baskonia-UCAM de la Liga ACB, prórroga incluida, ha actuado un solo jugador nacido en España, Dani García, del UCAM. Ha jugado un total de 9 segundos”.
Las opiniones son para todos los gustos: si el baloncesto es bueno, no importan las nacionalidades, por un lado; por otro, la situación ha degenerado tanto, que
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El mismo equipo que hacía sólo 12 días le había proporcionado una noche de éxtasis como las de antaño, una fiesta de 209 puntos entre ambos, fue ahora un puñal que le frenó en 73, que le sacó los colores y le devolvió a una realidad que empezaba a olvidar. El Real Madrid dubitativo, gris y endeble del comienzo de la temporada cayó ante el París Basketball, de fiesta en el Palacio, y se la jugará sin red ante el Bayern de Múnich, que no es un cualquiera.
Será el Viernes Santo (20.45 h.), de nuevo en el Movistar Arena, en busca de un ardor, tanto en las tribunas como en la cancha, que no tuvo en una primera bola de partido marcada por "la ansiedad". Esa fue la palabra más utilizada por Chus Mateo en la reflexión posterior, asumida con elegancia la superioridad del rival que ha sido y es el mejor animador de la presente Euroliga. En las travesuras de TJ Shorts se esconde la magia del París.
Fue una vuelta a las andadas, porque hacía mucho que Tavares no conseguía no dominar una partida. Su zancada hacia adelante de las últimas semanas había sido la del propio Madrid. Y que el gigante se viera persiguiendo ratones toda la noche, marcado por las faltas y la desesperación, fue el peor de los síntomas. "Hemos sentido mucho ciertos minutos la ausencia de Edy, que es un referente ahora mismo para nosotros en la zona interior. Le hemos echado de menos por momentos. Si bien es cierto que Serge (Ibaka) y Usman (Garuba) han sido capaces de suplir los minutos que ha estado fuera a buen nivel, creo que ahora mismo a Edy lo necesitamos", confeso el técnico blanco.
Tavares quedó marcado por su segunda falta temprana, por los cambios en el juego 2x2 con TJ Shorts (esos alley oops con Kevarrius Hayes) y por los triples de Jantunen jugando de falso cinco. Fue como si Tiago Splitter, que algo sabe de pívots, se hubiera empeñado en torturar al único jugador del Madrid contra el que no tenía par. Pero, además del caboverdiano, hubo dos tipos que otra vez fallaron en el momento más inoportuno. La noche de los Brates fue de esas de tirar a la basura.
Hezonja, errático y ansioso, y Musa, desaparecido (justo la semana que se disparan los rumores sobre su no renovación). Llull estuvo fallón, pero puso todo su corazón en intentar al menos la heroica. La buena noticia fue el paso adelante de Campazzo y la buena labor de Ibaka en la pintura y de un Andrés Feliz que tuvo problemas musculares.
El Bayern, que sufrió hasta la prórroga (97-93) en casa contra el Estrella Roja y que ha ido desinflando su pujanza en las últimas semanas, será un rival sin margen al despiste el viernes. Carsen Edwards es su referente, pero cuenta con jugadores contrastadísimos como Devin Booker, Weiler-Babb o Lucic.
Todo lo que ocurrió ese 2 de noviembre de 2024 es una página en blanco en la vida de Ángela Jiménez. El día que a punto estuvo de morir o el que volvió a nacer. Un partido cualquiera, una jugada más, un mal golpe y el fundido a negro. El drama en el banquillo del Hierros Díaz Miralvalle, el aroma de tragedia en 'la Bombonera' de Plasencia, la ambulancia, la suspensión del encuentro, el hospital... «Sigo sin acordarme de nada, ni de lo que desayuné ese día», cuenta ella cinco meses después, ya de vuelta a las pistas.
La joven dominicana posteaba contra una rival del Alcorcón durante el segundo cuarto del partido de la Liga Femenina 2. 28-25 en el marcador. Recibió un impacto de tantos, sin apariencia de gravedad, se llevó las manos a la cabeza y continuó jugando. «Yo no he querido ver el vídeo. Según me han contado, seguí corriendo normal, porque no pitaron falta. Después me volví a llevar las manos a la cabeza y me desvanecí...», explica a EL MUNDO. Fue operada de urgencia en el Hospital de Cáceres, sufría un seroma intracraneal, su estado era «crítico».
"El momento fue bastante traumático. Nadie sabía qué hacer, cómo reaccionar...", explica Dave Serrano, entrenador del equipo extremeño, que tuvo que lidar con la "situación de incertidumbre posterior" en una plantilla que quedó completamente en shock.
Para una chica de 21 años que salió de Santo Domingo con 17 en busca de un sueño entre canastas (su primer equipo en España fue el Melilla), a la que la pandemia había arrebatado una beca en una Universidad americana, el partido de su vida estaba ahora en la cama de un hospital. Fue más de una semana en coma. «Temimos por todo. Cuando me desperté, yo no era consciente de lo que había pasado. Decía, 'el próximo finde juego'. Cuando me miré al espejo y me vi toda vendada, lo empecé a asumir», relata antes de un entrenamiento. Porque el milagro es ese. Ángela ha vuelto a jugar.
Ángela Jiménez, en acción durante un partido reciente del Hierros Díaz de Plasencia.Jesús Vallejo
Ni en las mejores previsiones. Salió del hospital un mes después del accidente, en silla de ruedas. «Empecé con las muletas, la rehabilitación, después a caminar despacito, carreritas...», rememora el asombro de todos. «No tengo explicación, ni los doctores ni nadie. Es gracias a Dios, sobre todo. No tengo dolores ni nada, aunque me falta trabajar algo el físico, me está costando recuperar el tono». Para ello, junto a Dave Serrano, realiza dobles sesiones cada día.
El pasado 1 de marzo, contra el Náutico de Tenerife, es la otra fecha que jamás olvidará, «un momento único, de nervios, de ansiedad, de miedo, de alegría... Todo a la vez». El pabellón puesto en pie con su retorno. No sólo fue volver al baloncesto, fue reencontrarse con sus compañeras, las que le iban a visitar al hospital, las que tanto sufrieron. «Que no me acuerde de nada es un punto a favor, porque no he tenido miedo, ni de volver a recibir golpes ni de nada».
Ángela mira ahora en el espejo su «cicatriz grandota», su pelo que vuelve a crecer -«me lo cortaron como a un chico»-. «Todo eso será un recuerdo del día que volví a nacer. Una de las lecciones que me ha dejado todo esto es que todo puede cambiar en un segundo. Quién diría que yo, haciendo el deporte que me gusta, me iba a pasar una cosa así que casi no la cuento...», pronuncia, ya de lleno en el sueño del ascenso del Miralvalle, que en breve afrontará las eliminatorias hacia la Liga Challenge (la segunda del baloncesto femenino español).
Y superada también la otra lesión, la que no duele físicamente ni deja cicatriz visible. Ángela, que este verano volverá con su selección, pronuncia en voz alta el sufrimiento emocional, los «pensamientos malos» que le ha dejado el proceso y del que aún no se ha recuperado. «No lo he pasado bien. Sé que quiero vivir del baloncesto, ser profesional, jugar por todo el mundo. Pero cuando tengo bajones, pienso si merece la pena. Ha sido un proceso duro», concluye.