Cinco años después, Maradona no descansa en paz: acusaciones de asesinato, un entorno que hace negocio y un juicio por repetir

Cinco años después, Maradona no descansa en paz: acusaciones de asesinato, un entorno que hace negocio y un juicio por repetir

Una gigantesca imagen de Diego Maradona en blanco y negro, con ribetes celestes y blanco, se apoderó de la noche el pasado martes en el estadio Monumental de River. En el escenario, los hermanos Liam y Noel Gallagher tocaban Live forever, tema de aquel histórico álbum de Oasis, Definitely Maybe.

«¡Olé, olé, olé… Diego, Diego!», cantaron 85.000 gargantas muy de acuerdo con ese «vivir por siempre». Mientras eso sucedía, de espaldas al público, Liam Gallagher miraba hacia la abrumadora imagen de Maradona, alzaba los brazos y le gritaba cosas que nadie entendía.

El público vibró, se emocionó y lloró en el mayor estadio de fútbol de Sudamérica, cuando se cumplen, hoy, cinco años de la muerte del máximo ídolo deportivo en la historia del país. ¿O del máximo ídolo a secas? Un ídolo que no encuentra la paz.

«Para mí fue un asesinato», dijo a EL MUNDO Mariano Israelit, uno de los mejores amigos de Maradona, fallecido el 25 de noviembre de 2020, días después de cumplir 60 años.

El papel de los médicos

Si fue un asesinato, los asesinos fueron sus médicos y el entorno que rodeó a Maradona en el tramo final de su vida. Y eso es lo que intenta dilucidar un proceso penal que comenzó bien, pero que en un giro asombroso fue anulado: una de las juezas integrantes del tribunal organizó la grabación de un documental.

El nombre del documental dice todo acerca de las intenciones de la jueza Julieta Makintach: Justicia divina. Makintach es hija de un reconocido juez, y ella misma estaba desarrollando una gran carrera, pero tiró todo por la borda en busca de fama y dinero. Nada que en el fondo desentone en un universo maradoniano que fagocita y enloquece a muchos de los que se acercan a él.

«Para mí fue un asesinato», insiste Israelit, que publicó recientemente un libro, El amigo de Dios. Un amigo que señala a Leopoldo Luque, el médico a cargo de la salud de Maradona, a Agustina Cosachov, la psiquiatra, y al variopinto y a todas luces poco recomendable entorno del ídolo argentino.

Uno de los homenajes a Maradona, en Buenos Aires, en 2020.Marcos Brindicci

Israelit lanza una palabra, «Cuba», y la conversación pone reversa hasta llegar a la isla caribeña en el año 2001, un momento clave en la vida de Maradona. Estaba ingresado en la clínica La Pradera para recuperarse de la adicción a la cocaína. Salió de aquello y se rearmó económica y moralmente antes de, muchos años más tarde, volver a tropezar.

Eran las 3.30 de la madrugada en aquella noche de 2001, y en las afueras de La Habana una palmera doblada por la fuerza del huracán Michelle amenaza la integridad de una casa. Maradona marcó el número privado de Fidel Castro y le dijo que su habitación está a punto de ser destruida. «A los diez minutos llegaron cuatro operarios a cortar la palmera», recuerda hoy Israelit. «¿Y sabéis cómo reaccionó Diego? Nos miró a los tres amigos que lo acompañamos y nos dijo: “¿Vieron que era cierto que Fidel es mi amigo?”».

La pastilla del corazón

En aquellos días compartidos en Cuba, Israelit confirmó que entre los muchos medicamentos que tomaba, había uno que Maradona no debía nunca olvidar: «La pastilla para el corazón, su médico, el doctor Alfredo Cahe, nos decía que no debía dejar nunca de tomarla. Tomaba de 10 a 12 pastillas al día, para la retención de líquidos, la memoria, etcétera. Pero lo fundamental era la pastilla para el corazón». Luque no le recetó esa pastilla, dice Israelit: «La autopsia nunca reveló que se estuviera medicando para el corazón».

En 2020, poco antes de morir, el campeón de México’86 tomó de los hombros a Israelit, que recuerda el susurro junto al oído: «No me abandonen, no me dejen solo». Es lo que intenta dilucidar el juicio penal, si a Maradona lo dejaron solo y si eso precipitó su muerte. Un juicio que volverá a comenzar, desde cero, el 17 de marzo.

Israelit, que denunció en la televisión argentina haber recibido amenazas de muerte, añade que es un misterio el destino de supuestos millones de dólares esfumados, dinero originado en buena parte en México, durante el año que Maradona pasó como entrenador de Dorados de Culiacán, pero también en negocios con el régimen venezolano de Nicolás Maduro y en los Emiratos Árabes Unidos. Ese dinero era pagado a Maradona en «negro».

«Cuando Diego vuelve de México, de Dorados, viene a comer un asado y cuenta que tiene más de 100 millones de dólares. Nos pusimos contentos, pensando en cómo vivíamos en Cuba», explicó Israelit.

Tifo en honor a Maradona, el pasado domingo en La Bombonera.AFP

El aniversario de la muerte de Maradona encuentra a los argentinos enfrascados en otros asuntos, pero sobre todo con un cambio fundamental en el universo futbolístico: hace un lustro, Maradona era el ídolo indiscutible y Lionel Messi lo seguía a distancia, discutido y despreciado por muchos de sus compatriotas. Hoy, tras el título mundial en Qatar 2022, el indiscutible es Messi, que «opacó un poco la carrera de Diego, aunque no su historia», dice Israelit.

Es indiscutible que el jugador del Inter de Miami hizo, con 45 títulos, una carrera más extensa, regular y exitosa que la de Maradona, cuyo paso por la selección como entrenador vuelve de tanto en tanto a la conversación. Es el caso de Pablo Zabaleta, al que Maradona borró de su lista para Sudáfrica 2010 al no aceptar que el jugador buscara un equilibrio entre su club, el Manchester City, y la selección. «Fue una de las desilusiones más grandes de mi carrera», dijo en estos días. «Maradona no lo entendió».

Más allá del sueño del cuarto título mundial, la familia de Maradona se mueve. Dalma, una de las hijas, produjo un documental, La hija de dios, en tanto que Claudia, su histórica pareja, organizó este año un viaje por Italia para fanáticos de Maradona: «Vamos a recorrer Roma, Milán y Nápoles con una mezcla rara de devoción, alegría, nostalgia y locura. Vamos a brindar con vino y con lágrimas. Vamos a gritar goles que ya pasaron como si estuvieran pasando. Y vamos a volver distintos, porque este viaje no es para mirar, es para sentir» .

La figura de Maradona será explotada hasta el infinito. Frente a la Casa Rosada, en el corazón de Buenos Aires, una construcción lo espera: el M10 Memorial, donde deberían descansar sus restos una vez que lo autorice el juez y puedan ser exhumados del cementerio de Bella Vista, en las afueras de Buenos Aires.

“No quería vivir”

Cinco de los hijos de Maradona (Dalma, Giannina, Diego jr., Diego Fernando y Jana) impulsan el proyecto desde la Fundación Maradona. Los mil metros cuadrados incluirán un Muro del Legado al que los donantes podrán sumar su foto. «Será un lugar de peregrinación, devoción y emoción para todos los que sentimos que el fuego sagrado de Diego es eterno», dice la promoción del proyecto, paralizado ante el enrevesado estado de la causa judicial y de las relaciones internas de la familia del ídolo.

Rocío Oliva, la última pareja de Maradona, reveló en estos días la última conversación que mantuvieron: «Él me dijo: “Deseo que formes una familia linda, que te puedas casar, tener hijos, tu marido y que seas muy feliz. Sós una gran persona y te lo merecés. Que te dé todo lo que yo no te di”».

¿A Diego lo asesinaron?, le preguntaron a Oliva. Y la respuesta es diferente a la de Israelit: «La verdad, no lo sé. Yo lo que puedo llegar a pensar es que se dejó, se abandonó muchísimo. Seguramente no quería vivir».

kpd