Chris Mullin: “Ahora encajaría mejor en la NBA que en mi época”

Chris Mullin: "Ahora encajaría mejor en la NBA que en mi época"

Entrevista

Era un tirador en la época en la que el triple no estaba de moda y la estrella de los Warriors cuando no ganaban anillos. Miembro del Hall of Fame, cinco veces All Star y dos oros olímpicos, entre ellos el de Barcelona 92 con el Dream Team, el alero repasa su carrera y analiza las evoluciones del baloncesto moderno

Chris Mullin, durante un partido con los Warriors.NBAE

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«Recuerdo perfectamente a aquel equipo español, dirigido por Antonio Miguel Díaz [sic], que era un gran amigo nuestro. Él y José Luis [Cortés] solían venir a Saint John’s cuando yo estaba en la Universidad. Venían cada pretemporada y estaban como un mes con nosotros, viendo los entrenamientos y estudiando nuestro juego. Eran amigos muy cercanos del entrenador Carnesecca». En mitad de la entrevista, el asombro. Chris Mullin (Brooklyn, EEUU, 1963), aquel alero de aspecto castrense y muñeca de seda, rememora al detalle la final olímpica de Los Ángeles 84, el primero de sus dos oros -el otro, con el Dream Team en Barcelona 92; ambos, junto a Michael Jordan y Patrick Ewing-, deteniéndose en el elogio del técnico rival, el de aquella España de Epi, Fernando Martín y compañía, pleno boom.

En el arcano de los grandes y más perfectos tiradores de la historia del baloncesto, Mullin aguanta la discusión con cualquiera. ¿Qué hubiera sido de su carrera en los tiempos actuales del triple compulsivo? Nombre propio de la era en que la NBA se transformó para siempre, tan neoyorquino era que cuando fue elegido en el draft por los Warriors y se tuvo que mudar a la lejana Oakland cayó en la depresión y el alcohol. Superado el bache, fue cinco veces All Star y miembro del mejor equipo de todos los tiempos. Desde su residencia en San Francisco, donde no pierde ojo de los éxitos de los Warriors actuales, recuerda vía zoom para EL MUNDO alguna de las peripecias de su carrera.

¿Cómo es su vida ahora?
Mi vida es bastante buena para un hombre viejo [ríe]. Ya sabes, voy a ver cada partido de los Warriors y hago análisis para la televisión. Es divertido ver a Steph Curry, a Draymond [Green], a Klay [Thompson]. Es una gran vida y luego tengo mis días libres. Y tengo que tomar las decisiones difíciles. ¿Voy a nadar unos largos o a jugar al golf? Cuando terminemos la entrevista, tendré que decidir y pensar lo que voy a hacer el resto del día.
Se le considera uno de los mejores especialistas en el lanzamiento de la historia, pero la temporada que más triples intentó (la 97/98, ya con los Pacers), fueron 243. Ahora, Curry, Harden y compañía pasan fácilmente de los 800…
Ese es el mayor cambio en el baloncesto NBA, la cantidad de triples que se intentan y se convierten. Hay una enorme diferencia con mi época, obviamente. Pero, lo que realmente importa sigue siendo lo mismo, la calidad de esos lanzamientos. Vimos a Houston hace unos años, rompieron récords de intentos y de triples convertidos. Pero después, en el séptimo partido [final de la Conferencia Oeste contra los Warriors], en casa, cuando iban ganando no pudieron realizar esos lanzamientos con calidad [aquella noche, entre Harden y Ariza fallaron 20 triples]. Así que sí, muchas cosas han cambiado con los años alrededor del juego, pero otras se mantienen, las fundamentales. Para que haya buenos lanzamientos tiene que haber un buen movimiento del balón, buenas pantallas, buenos cortes, hacer buenas defensas, salir en transición…
Y en todo eso los Warriors han sido los mejores últimamente.
Es que se trata de hacer buenos tiros, no sólo de hacer muchos. En la dinastía de los Warriors se ha pasado por alto que, además de tener dos de los mejores triplistas de la historia como son Curry y Klay, ellos también hicieron mucho daño con las canastas de dos. Han sido capaces de hacer un gran movimiento sin balón, de encontrar a sus compañeros, de hacer grandes defensas para salir en transición. Eso es mucho más que los triples, que se han convertido en una parte fundamental del juego, pero las otras áreas todavía importan.

¿Se imagina a sí mismo en este baloncesto moderno?
Oh, claro. Probablemente encajaría mejor en la NBA actual que en la de entonces. Y mi carrera habría sido más productiva durante más tiempo. Pero, ¿sabes? No me arrepiento del momento en que jugué y con y contra los jugadores que jugué. Disfruté. Y ahora disfruto de la evolución del juego. Disfruto viendo los partidos, criticando y analizando. Como la mayoría de las cosas en la vida, sabes que todo evoluciona. Y para mí creo que todo fue positivo en la NBA.
Fue protagonista de los años 80 y los 90, una de las épocas más increíbles del baloncesto, cuando todo cambió para siempre. ¿Cómo fue jugar contra Magic, Larry Bird, Jordan…?
Sí, jugar contra esos tremendos jugadores fue increíble. Fue una época de una gran transición para la NBA, desde finales de los 70 y principios de los 80. De Kareem [Abdul Jabbar] y el Doctor J [Julius Earving] se pasó a Magic [Jonhson] y Larry y después a Michael. Yo estuve un poco en medio de todo eso. Tenía que salir a competir contra alguno de los mejores jugadores de todos los tiempos. Sí, no tengo más que tremendos recuerdos, relaciones y amistades. Y al final, se trata de esto. Ellos competían duro y tú haces todo lo que puedes y eres responsable ante tus compañeros de equipo. Así es como me gane el respeto, jugando duro y consistente.
Creció en Brooklyn y se convirtió en leyenda de St. John’s para Lou Carnesecca. Pero su primera experencia profesional tuvo que irse lejos, a los Warriors. Reconoció que no fue fácil. ¿Cómo lo recuerda?
Sí, como tú has dicho, crecí en Nueva York, fui a la Universidad en Nueva York y realmente nunca había salido mucho de Nueva York. Sólo unas pocas veces para jugar algún torneo aquí y allá. Provengo de una gran familia (de origen irlandés) y ya sabes, tenía en ellos todo mi apoyo y la protección. Fue un gran desafío hacer esa transición de la Costa Este a la Oeste. Hubo algunos momentos de soledad. Además, el equipo, al principio, no era tan bueno. Fue un cúmulo de diferentes circunstancias. Pero lo más importante es que logré hacer cambios en mi vida para afrontar mis problemas con la bebida. Y no por casualidad, la mayoría de las cosas mejoraron. Primero, profesionalmente. Pero lo más importante, estaba mucho más calmado y gané la serenidad sobre mí mismo que, hasta el día de hoy, estoy agradecido.

Aquel episodio ocurrió en su tercera temporada en Golden State. Gastaba 600 dólares al mes en llamadas a su familia y el alcohol se había convertido en su refugio. Empezó a faltar a entrenamientos y su rendimiento poco tenía que ver con la promesa que le hizo ser elegido en el número 7 del draft de 1985. Todo cambió después de ingresar en un programa de rehabilitación durante varias semanas, a instancias de Don Nelson, su entrenador. Aquellas sesiones de terapia, se convirtieron, según reconoció, en «lo mejor» que le había pasado en su vida. No ha vuelto a beber jamás.

¿Cuál es la lección de aquello?
Que a veces pasamos por momentos de adversidad y cuando crees que te está pasando lo peor en el mundo, realmente puede ser lo mejor. Así que sí, miro hacia atrás en mi carrera y supe lidiar con diferentes cosas fuera de la cancha. Y estoy agradecido de tener una familia tremenda. Amigos, entrenadores y compañeros que me apoyaron. Ahora, en este momento de mi vida, soy yo el que puede ayudar a los demás y eso es un gran regalo de Dios.
Ganó dos oros olímpicos. El primero, contra España en 1984. ¿A qué le llevan su recuerdos?
Los Juegos de 1984 fueron una tremenda experiencia. Era junior en la Universidad e iba a jugar junto a Michael Jordan y Patrick Ewing, un equipo tremendo dirigido por Bobby Knight. Y jugando en Los Ángeles, que lo hacía mucho más divertido. Conocía a los entrenadores de España y conocía a sus jugadores muy bien. Jugamos dos veces durante esos Juegos contra ellos (en la primera fase, 68-101 para el USA Team). Eran más veteranos que nosotros, eran ya profesionales en España y nosotros estábamos en la Universidad. Por eso siempre era un desafío para nosotros jugar contra equipos internacionales. Tengo divertidos recuerdos de esos partidos, me hacen volver a mis días de universidad. Y, obviamente, los Juegos de Barcelona después fueron un sueño hecho realidad.
¿El Dream Team fue lo mejor que le pasó en su carrera?
Sí, aquello fue el highlight de mi carrera. Un momento afortunado. Estaba jugando al más alto nivel en el momento justo. Después de los Juegos de 1984, todos pensábamos que había sido nuestra última oportunidad olímpica, porque los jugadores NBA no eran elegibles. Pero en 1992 cambió. Y fue un verano mágico, rematado con un torneo increíble. Fue un sueño. Pasar dos semanas en Barcelona… no podía haber un lugar más agradable para jugar. La gente era increíble, los aficionados… ¿Sabes? Cuando haces algo por primera vez, no sabes muy bien lo que esperar. Pero esas dos semanas en Barcelona, cada día fue mejor y mejor. Es algo que incluso algunos de esos jugadores legendarios que tuvieron carreras increíbles fuera de los Juegos Olímpicos, lo recuerdan como algo totalmente único. Es algo que nunca podremos olvidar.

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