La historia única del 'Torero' Tarvet, el rival de Alcaraz: 733 del mundo, un título en Kenia y 115.000 euros que no podrá gastar

La historia única del ‘Torero’ Tarvet, el rival de Alcaraz: 733 del mundo, un título en Kenia y 115.000 euros que no podrá gastar

Bajo un calor insólito, 34ºC en Londres, la mayor temperatura registrada en la ciudad en un mes de junio, decenas de ingleses se amontonaban en las gradas de la pequeña pista 4 de Wimbledon para observar la hazaña de un compatriota suyo, un vecino, un aficionado como ellos. Oliver Tarvet vencía al suizo Leandro Riedi por un triple 6-4 y se clasificaba para la segunda ronda del Grand Slam, donde este miércoles se enfrentará al vigente campeón, Carlos Alcaraz. Un sueño de infancia, el partido de su vida.

Muchos tenistas locales reciben cada año una invitación para el torneo y algunos avanzan rondas, pero la gesta de Tarvet es única. A sus 21 años, no sólo debuta en Wimbledon, no sólo descubre un grande, no sólo se estrena ante un Top 10 del ranking mundial; es que está jugando su primera competición profesional. Después de ganar el torneo previo, su primer partido ATP fue el lunes ante Riedi y ante Alcaraz este miércoles disputará el segundo. De momento, su casillero marca un 1-0 en el circuito, donde aparece como el número 733 del mundo.

"¡Gareth!", gritaba para celebrar su triunfo, igual que hizo en los tres partidos clasificatorios, en una broma interna con sus amigos de la estadounidense Universidad de San Diego que supuestamente tiene alguna relación con Gareth Bale. "Cuando era niño solía venir aquí todos los años con mis padres y mi hermana. Estos días estoy sintiendo muchas emociones, pero la principal es felicidad. Estoy viviendo un sueño", pronunciaba Tarvet, nacido en Saint Albens, un pueblo a 30 kilómetros de Londres y formado en la Batchwood Tennis Academy.

Un premio que no gastará

De pequeño estuvo entre los mejores de Reino Unido, invitado al circuito Nike Junior International para sub-14, pero su progresión adolescente fue modesta. En 2021 fue invitado al Wimbledon junior y cayó en primera ronda y en esa categoría sólo celebró un título, el remoto J5 de Nairobi, en Kenia. Por eso cuando tuvo la oportunidad de aceptar una beca en Estados Unidos no lo dudó y se marchó a estudiar una carrera científica en San Diego y a competir en la NCAA con los Toreros, el equipo de la universidad.

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"Estoy muy agradecido a la universidad y quiero acabar mi carrera, me queda todavía un año", comentaba este lunes sobre la posibilidad de convertirse de inmediato en profesional. Porque su gesta estos días en Wimbledon le puede cambiar la vida, pero no le hará rico, ni mucho menos. Aunque los tenistas que alcanzan la segunda ronda reciben unos 115.000 euros, Tarvet no se podrá quedar ni un euro. Las normas de la NCAA estadounidense sólo le permiten utilizar 8.500 euros para gastos y debe presentar los tickets.

"Es un poco raro porque en la mayoría de torneos a los que voy normalmente el premio no me da para cubrir los gastos y ahora me sobra. Quizá le alquile un avión privado a mi entrenador para la vuelta", asumía un tenista que hasta esta semana sólo había ingresado en toda su carrera 13.000 euros en premios. De hecho su experiencia hasta ahora se limitaba a la competición universitaria y a algunos torneos Futures durante el verano, en las vacaciones entre curso y curso. El año pasado llegó a ganar uno en Túnez y eso le elevó hasta el 624 del mundo; este julio cuando acabe Wimbledon entrará como mínimo entre los 400 mejores.

Su virtud, el saque

Por lo visto en primera ronda ante Leandro Riedi, para Alcaraz la principal amenaza de Tarvet será su saque, tan potente como efectivo. En su debut como profesional, el inglés no tuvo que encarar ninguna bola de break y ganó el 91% de los puntos que empezó con su primer saque. Mientras su rival cayó en muchos errores, a Tarvet le valió con mantener su servicio y jugar con consistencia. Ante el español necesitará mucho más si quiere vencer, aunque haga lo que haga saldrá de la pista central de Wimbledon con una ovación.

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"Me encantaría dejar mi huella aquí, voy a intentar disfrutar del partidos", que comparte con el campeón de cinco Grand Slam un hecho: ambos idolatraron a Rafa Nadal cuando eran niños. Luego los caminos de los dos se separaron hasta encontrarse este miércoles en un partido más para Alcaraz, en el partido de su vida para Tarvet.

Alcaraz sufre un sofoco para ganar a Fognini en su debut en Wimbledon

Alcaraz sufre un sofoco para ganar a Fognini en su debut en Wimbledon

En las horas previas, Fabio Fognini reconocía que le había tocado la lotería. A sus 38 años, en su última temporada como profesional, se despediría de Wimbledon en su pista central y ante el vigente campeón, Carlos Alcaraz. Una suerte para el tenista veterano, siempre tan artista y tan polémico. Un regalo para su hijo, Federico, de ocho años. "No iba a venir a verme aquí a Londres, pero al final ha viajado conmigo porque me tocó debutar contra Carlos. Es su ídolo, pero le he dicho que no se lo diga", admitía un Fognini ya de vuelta de todo.

Noveno del ranking mundial en 2019, campeón en Montecarlo aquel año después de derrotar a Rafa Nadal, el huracán de Jannik Sinner había hecho que su adiós pasase desapercibido incluso en la prensa italiana, pero el azar le dio el gusto. Este lunes lo iba a disfrutar, vaya si lo iba a disfrutar. En uno de sus últimos bailes, le amargó el debut a Alcaraz, que tuvo que sudar para derrotarle en cuatro horas y 37 minutos de juego (7-5, 6-7 [5], 7-5, 2-6, 6-1).

Bajo un calor agobiante, con más de 30 grados en Londres, Fognini sorprendió con su arma de siempre, una muñeca prodigiosa, y la tranquilidad de quien ya ha ganado todo lo que tenía que ganar. Desde el primer punto Alcaraz estuvo incómodo, inexacto con su saque e incluso agobiado, pero finalmente sacó el triunfo. En el quinto y último set, después de un paso por los vestuarios, templó sus ánimos para dominar por fin a su rival.

Un serio aviso

En lo que queda de torneo, que es mucho, el actual número dos del mundo ya no pecará de confianza. De hecho en el próximo escalón, en segunda ronda, se medirá a otro rival extraño, el local Oliver Tarvet, el 733 del mundo, en su debut como profesional, y ya está avisado. Pese a su reciente éxito en Roland Garros, pese a su genial adaptación a la hierba en Queen's, tenga a quien tenga delante esto es un Grand Slam y no hay victoria sencilla.

"Con este nivel que no se retire, que juegue hasta los 50 años", se quejaba Alcaraz a su equipo en pleno partido. Los geniales golpes de Fognini le desesperaron porque no los esperaba. A ratos se entretenía con los intercambios, incluso divirtiéndose. Pero la mayor parte del tiempo lamentaba tener que emplearse al máximo y más allá en una fase tan temprana del Grand Slam. Hasta que en el último set se encontró, se motivó y se concentró, hubo fases extrañas del partido.

TOLGA AKMENEFE

Y eso que hasta la segunda hora, el encuentro transcurría por los raíles habituales Después de resolver el primer set con apuros, en el segundo Alcaraz ya contaba con un break de ventaja y el camino se despejaba. Por físico e incluso motivación, Fognini podría haber desconectado entonces. Ya había ofrecido espectáculo al público y recuerdos de sobras para su hijo. Pero no lo hizo, más bien todo lo contrario.

"no sé por qué se retira"

En lugar de ceder el encuentro, siguió insistiendo con su juego pausado, sacando con maestría, dominando intercambios, luciéndose en la red y remontó. Una y otra vez, Alcaraz recurría a la dejada para agotarle, pero no le dominaba de ninguna otra manera. En el tie-break de ese segundo set, raro en él, el español apareció nervioso y cometió una serie de errores que le costaron el periodo. Iba a ser un triunfo sencillo y ya no lo era. Entonces llegó el agobio.

En el tercer set, Alcaraz portaba otra gestualidad y en el cuarto set, asfixiado por la situación y por la temperatura, se sumergió en un mar de errores. También era mérito de Fognini, que seguía siempre a lo suyo, jugón y fresco. De alguna forma, con las cuatro horas marcadas en las pantallas, se abrió el abismo de la eliminación ante el número dos del mundo. Pero en el quinto set ya no hubo color. Pese a una interminable interrupción porque un aficionado sufrió un golpe de calor, Alcaraz sumó su primera victoria en Wimbledon, un triunfo mucho más sudado de lo esperado. En su gira de despedida, Fognini y su show lo llevaron hasta el límite.

Al acabar, el italiano pidió a Alcaraz la camiseta para su hijo, Federico, y se marchó lanzando besos al público de la pista central. "Para ser sincero, no sé por qué se retira. Podría seguir jugando durante tres o cuatro años. Le tengo que dar todo el mérito de este gran partido. Fabio es un jugador maravilloso, tiene un talento enorme. Estoy triste porque es su último Wimbledon", comentó el español, agotado, de camino a los vestuarios.

Alcaraz, un campeón sobre hierba de un país sin pistas de hierba: "Me reuní con el encargado de Wimbledon y me dijo que aquí era imposible que aguantase nada"

Alcaraz, un campeón sobre hierba de un país sin pistas de hierba: “Me reuní con el encargado de Wimbledon y me dijo que aquí era imposible que aguantase nada”

En el verano de 2023, justo antes de ganar su primer Wimbledon, Carlos Alcaraz se entrenó en las pistas de atletismo Monte Romero, en el campus de la Universidad de Murcia. ¿Quería mejorar sus sprints sobre el tartán? ¿Quería fortalecer sus golpes lanzando jabalinas? Nada de eso. Alcaraz sólo buscaba pisar hierba natural, correr sobre hierba natural, saltar sobre hierba natural y el campo central del recinto era el lugar más cercano a su casa para hacerlo. Su éxito en Roland Garros en los dos últimos años ha reducido su calendario y su preparación sobre el verde se ha centrado en el ATP 500 de Queen’s, pero aquellas sesiones en Murcia subrayan la rareza: en Wimbledon domina un tenista de un país donde apenas hay pistas de hierba natural.

Si avanza a partir de su debut hoy ante Fabio Fognini (14.30 horas, Movistar) y el próximo 13 de julio Alcaraz logra su tercer título consecutivo, se convertirá en el español más laureado en el Grand Slam inglés y creará una tradición prácticamente de la nada. "La hierba es para las vacas", proclamaba Manolo Santana, campeón en 1966. Y empieza a no ser así. Aunque tampoco parece que se vaya a convertir en la superficie favorita para los españoles.

El milagro de Mallorca

"En España el mantenimiento de las pistas de hierba es especialmente difícil. Se necesita más agua, más cuidados, es un proceso costoso. Para nuestras pistas viene un experto de Wimbledon, que lo supervisa todo", cuenta Benito Pérez Barbadillo, responsable de comunicación del ATP 250 de Mallorca finalizado este sábado -con Tallon Griekspoor campeón-, un oasis de hierba en el desierto de tierra batida y cemento que es España. Gracias al torneo, en el Mallorca Country Club sobreviven las únicas seis pistas de hierba natural que hay en todo el país.

Hace una década el circuito ATP decidió separar una semana más Roland Garros de Wimbledon y eso abrió la opción de crear nuevos torneos. El grupo alemán E|motion, que ya había alquilado el antes llamado Tennis Country Club Santa Ponça para una competición WTA, creyó que era una buena oportunidad y de ahí el milagro de que actualmente haya algo de tenis sobre hierba en España. "Muchos jugadores prefieren quedarse entrenando en Wimbledon, pero los que necesitan ritmo de partidos aprecian mucho poder venir a Mallorca. En Inglaterra la lluvia es impredecible y puede afectar a tu preparación; aquí eso no pasa. El problema es que nos cuesta atraer a empresas españolas. Es nuestro reto. Casi todos los patrocinadores son alemanes o del circuito ATP", expresa Pérez Barbadillo, que ha visto en las distintas ediciones del torneo mallorquín a Novak Djokovic -en dobles-, Daniil Medvedev o Stefanos Tsitsipas.

Dos experimentos fallidos

Antes de que se creara el Mallorca Championships, España había estado muchos años sin una sola pista de hierba natural y varios experimentos habían fracasado. En 1994, por ejemplo, el Real Club de Tenis López-Maeso de Madrid inauguró sus pistas verdes con un evento de veteranos donde estuvieron Björn Borg, Ilie Nastase, Guillermo Vilas, José Luis Clerc o el propio Santana. La idea era atractiva: había una pista de DecoTurf, la superficie dura del US Open, y otra de hierba Wimbledon. Pero el coste superó al beneficio. La construcción costó 10 millones de pesetas, se necesitaron tres intentos para que la hierba se asentase y un par de años más tarde se abandonó la apuesta.

Las pistas del Villanueva Golf.

Las pistas del Villanueva Golf.E.M.

En 2014, otro caso, el Villanueva Golf de El Puerto de Santa María inauguró tres pistas de hierba natural y la propuesta duró todavía menos. El ambiente de Wimbledon que se creó alrededor -sólo se podía jugar de blanco, se vendían fresas...- no logró atraer a los clientes necesarios para asumir el mantenimiento.

Antes que Alcaraz

"Fui a Wimbledon, me reuní con Neil Stubley, el head groundskeeper del Grand Slam, el encargado de la hierba del torneo, y me dijo que en Cádiz no aguantaría el césped, que era muy árido, que era imposible. Hicimos una mezcla distinta del raigrás, el césped inglés, y lo teníamos impecable. Necesitaba su agua, su cóctel, su mantenimiento, pero atraía a mucha gente, especialmente turistas. Por desgracia, la dirección de las instalaciones decidió cerrar las pistas", rememora Oliver Günther, impulsor del proyecto gaditano que incluso planeaba la creación de un torneo Challenger en el lugar. Tanto el Real Club de Tenis López-Maeso de Madrid como el Villanueva Golf se ofrecieron a los tenistas españoles para sus entrenamientos, pero pocos se interesaron.

Antes de Alcaraz, sólo Santana, Conchita Martínez (1994), Nadal (2008 y 2010) y Garbiñe Muguruza (2017) habían vencido en Wimbledon y, de hecho, apenas cinco más habían levantado otros trofeos. En Eastbourne vencieron Andrés Gimeno y Feliciano López -también doble campeón en Queen's-, en Newport celebró Arantxa Sánchez Vicario y en Hertogenbosch, David Ferrer y Roberto Bautista. Nada más. En Wimbledon domina un tenista de un país donde apenas hay pistas de hierba natural. Menuda rareza.

Tres títulos y 18 victorias consecutivas: ¿Alguien puede detener a Carlos Alcaraz?

Tres títulos y 18 victorias consecutivas: ¿Alguien puede detener a Carlos Alcaraz?

Si los números son arrolladores, la impresión que transmite en pista, es, si cabe, aún más intimidatoria. Da la impresión de que Carlos Alcaraz en ocasiones gana incluso sin proponérselo. «No venía aquí con demasiadas expectativas», dijo a pie de pista, en el Andy Murray Arena, tras imponerse al checo Jiri Lehecka por 7-5, 6-7 (5) y 6-2, para vencer nuevamente en Queen's, como ya hizo en 2023, y hacerse con su tercer título consecutivo, quinto del año, vigésimoprimero en su carrera.

Lejos de quedarse en una plataforma de lanzamiento de cara a Wimbledon, donde a partir del 30 de junio buscará su tercera corona consecutiva, el coqueto ATP 500 de la capital británica sirvió para constatar la suficiencia con la que el número dos del mundo (las jerarquías, de momento, mienten, o al menos engañan) se maneja sea cual sea el escenario y el oponente.

Desde que perdiera ante Holger Rune el 20 de abril en la final del Conde de Godó, limitado por los problemas físicos sufridos en el último set, por los que decidió después no jugar el Masters de Madrid, Alcaraz ha encadenado 18 victorias consecutivas. Fue campeón en Roma y en Roland Garros, en ambos casos con Jannik Sinner como víctima, y ha vuelto a demostrar en Queen's una asombrosa naturalidad en la adaptación al cambio de superficie. No se trata sólo de la destreza con la que se mueve y de la eficacia con uno de los golpes con los que presenta mayor margen de mejora, como es el servicio, sino también de una mentalidad prestamente ajustada a las nuevas demandas.

Sin lagunas mentales

Si en París, antes de hacer cumbre en una final que agotó los mejores calificativos, pasó por algún trance incómodo por no refrendar las roturas de servicio, como le sucedió ante Lorenzo Musetti en semifinales y frente al propio Sinner, en Londres ha sido muy consciente a la hora de poner en valor el peso de hurtar el saque a sus adversarios y la delgada línea en la que pueden decidirse los partidos en un terreno tan resbaladizo.

Si algo se le puede aún discutir a este tenista de 22 años que ya cuenta con cinco títulos del Grand Slam es, ocasionalmente, la falta de constancia en su juego, ocasionada en gran medida por un legítimo sentimiento de superioridad sobre sus adversarios. Aunque pudiera sorprender, todavía se encuentra en un proceso de aprendizaje, y la hierba le ayuda a ser mejor tenista, a limar esas pequeñas lagunas mentales.

Alcaraz festeja su título en Queen's con los recogepelotas del torneo.

Alcaraz festeja su título en Queen's con los recogepelotas del torneo.AFP

Ante Lehecka, en una final que tal vez hubiera resuelto en dos sets de no mediar la doble falta que acabó por costarle el desempate del segundo, exhibió más aces que nunca en su carrera, 18, y ganó 21 de los 29 puntos jugados con su segundo saque, el 72%. Nunca perdió el hilo de un partido en el que eligió con mimo y acierto entre su inmenso repertorio, sacrificando la brillantez mostrada en semifinales ante Roberto Bautista.

Frente a la relativa insignificancia de los triunfos de Taylor Fritz en Stuttgart, Gabriel Diallo en Hertogenbosch y Alexander Bublik en Halle, y a la espera de lo que suceda esta semana en Mallorca y Eastbourne, la autoridad mostrada por Alcaraz en Queen's le pone algunos cuerpos por encima del resto para Wimbledon. Doble cuartofinalista, Fritz es entre los citados quien más lejos llegó con anterioridad en el All England Club. A la espera de un improbable renacer de Djokovic, que descansa desde las semifinales de París, y con Sinner, superado por Bublik en octavos de Halle y aún convaleciente de los tres match points que se le escaparon en la final de Roland Garros, resulta difícil vislumbrar quién pueda detenerle.

Alcaraz replica la crecida de Lehecka, gana en Queen's su quinto título del año y fortalece su candidatura para Wimbledon

Alcaraz replica la crecida de Lehecka, gana en Queen’s su quinto título del año y fortalece su candidatura para Wimbledon

Llegará un día, seguramente aún lejano, en el que torneos como Queen's serán solo un pequeño trampolín para Carlos Alcaraz, un lugar donde ponerse a punto, con la posibilidad de dejarse ir y guardar fuerzas para aquello que realmente importa. Con 22 años recién cumplidos y una energía rebosante, el español lo quiere todo. Y lo quiere ahora. Este año ha ganado cinco de los 10 torneos disputados, perdió la final del Conde de Godó ante Holger Rune, hizo semifinales de Indian Wells ante Jack Draper, cuartos frente a Novak Djokovic en Australia y Jiri Lehecka en Doha y derrota en el estreno frente a David Goffin en Miami.

Su victoria por 7-5, 6-7 (5) y 6-2, en dos horas y 18 minutos, frente a Lehecka (uno de los cinco jugadores que había osado derrotarle en 2025) este domingo en Queen's, le da el vigésimoprimer título de su carrera, además de fortalecer su candidatura para ganar Wimbledon por tercer año consecutivo. También campeón en Queen's en 2023, cuenta sus finales en hierba por victorias: cuatro de cuatro. En un duelo de considerable exigencia, se mostró de nuevo solvente a la hora de manejar el vocabulario de la superficie. Incluso ganó un juego en blanco, el cuarto del segundo parcial, con cuatro saques directos. Completó 18, su récord personal tras los 15 establecidos en la semifinal frente a Roberto Bautista.

Lehecka es un buen tenista que, condicionado por las lesiones, demora su ingreso en el lugar jerárquico que le correspondería. Es también un jugador algo robótico, al que le falta alma. Saca bien, golpea duro y plano de ambos lados, tiene un swing corto y suele mirar hacia delante, características que le favorecen en superficies rápidas, donde ha ganado sus dos únicos títulos, ambos ATP 250, en Adelaida, en 2024, y en Brisbane, en el inicio del curso.

Paciente

Tras contar con una pelota de break en el quinto juego, solventada por el checo con un saque directo, Alcaraz supo esperar su momento. Gritó "¡Vamos!" cuando apareció la segunda, con el primer parcial igualado a cinco. Ésta sí, jugada y convertida, merced a una derecha a la red de Lehecka. Refrendó con el servicio y puso el 7-5. Su amplia gama de recursos convierte al español en un tenista imprevisible. Siempre parece contar con un arma escondida, de la que hará uso cuando sea necesario.

A diferencia de la tierra batida, la hierba no consiente distracciones. Lo sabe Alcaraz, cuyo grado de implicación es constante. Pese a ello no pudo evitar una doble falta con 5-5 en el desempate del segundo, que le costó el set, en plena crecida del checo. No se lo acabó de creer Lehecka, quien concedió pronto su saque, en el cuarto juego del tercer parcial y ya no encontraría billete de vuelta.

También campeón en Roland Garros, Roma, Montecarlo y Rotterdam, Alcaraz se presentará en Wimbledon con 18 victorias consecutivas y una readaptación inmediata a una superficie donde se mueve como los ángeles. ¿Habrá alguien capaz de detenerle?

Un 'herbívoro' Alcaraz se exhibe ante Bautista y jugará contra Lehecka en Queen's su quinta final consecutiva

Un ‘herbívoro’ Alcaraz se exhibe ante Bautista y jugará contra Lehecka en Queen’s su quinta final consecutiva

Carlos Alcaraz perdió su último partido ante Holger Rune el pasado 20 de abril, en la final del Conde de Godó. Desde entonces, suma 17 victorias consecutivas, las que corresponden a su primer título en el Masters 1000 de Roma, donde venció en la final a Jannik Sinner, a la revalidación de su corona en Roland Garros, donde volvió a derrotar al italiano en la final de las finales, y a sus cuatro triunfos hasta plantarse también en la final del ATP 500 de Queen's, donde este domingo (15.00 h., Movistar) buscará ante Jiri Lehecka su segundo título, tras imponerse en semifinales a Roberto Bautista por 6-4 y 6-4, en una hora y 29 minutos.

En 2023, en su debut en el torneo londinense, estuvo a punto de irse a la calle de entrada ante Arthur Rinderknech, el mismo a quien derrotó cómodamente en cuartos en esta edición. Entonces, algún consumado especialista televisivo comentó que le costaría años aprender a desenvolverse con éxito sobre hierba. Pocos días después de llevarse el trofeo en Queen's, derribó el imperio de Novak Djokovic y ganó el primero de sus dos títulos de Wimbledon. El 30 de junio abrirá el torneo en la Central del All England Club en busca del tercero. Nadie es más favorito que él para alzar la copa.

Una rotura en el tercer juego fue suficiente renta para que el murciano se llevara el primer set ante Bautista en un partido que gobernó desde el inicio, apoyado en la eficacia de su servicio (15 saques directos), en el resto y en su destreza en la red (12 de 15 en sus aproximaciones). El lenguaje de Alcaraz es universal. Una de sus recetas clásicas, ya exhibida de nuevo en Roland Garros, va aún más cargada de pimienta en la hierba. Se trata del servicio angulado que le permite abrir pista después con su derecha o, si fuera preciso, como lo fue en la última pelota del parcial, sellar con una volea baja cruzada de revés sin nada que envidiar al mejor de los especialistas.

Un adversario ejemplar

A sus 37 años, Bautista ha perdido jerarquía, pero no pasión. Pocos jugadores en los últimos tiempos han demostrado semejante cariño y dedicación por lo que hacen. En primera ronda salvó un punto de partido ante Nuno Borges y ha transitado por el torneo superando complicaciones. Siempre fue un tenista contracultural en el modelo español, alguien más capaz en superficies veloces que sobre arcilla. Semifinalista de Wimbledon en 2019, ganó en la hierba de Hertogenbosch en 2014 y disputó la final en Mallorca en 2022, también sobre pasto. Cuenta con 12 títulos ATP, el más reciente en Amberes, bajo techo, dos años atrás.

Los tres lustros de diferencia entre ambos y el mayor castigo con el que llegó Bautista, tras un duro partido frente a Rune, influyeron en el desarrollo de su tercer duelo, que tuvo el mismo vencedor que los dos precedentes. Alcaraz caminó con más holgura que la que dictaba el marcador. El break en el quinto juego del segundo set, tras encadenar una secuencia diabólica de derechas, le proyectó definitivamente hacia el partido definitivo, aunque hubo de salvar una bola de rotura en el octavo juego.

Campeón también en Rotterdam y Montecarlo, buscará su quinto título de 2025, vigésimoprimero de su carrera, ante Lehecka, 30º, que sorprendió a Jack Draper, segundo favorito, por 6-4, 4-6 y 7-5, para desconsuelo de la afición británica. Están 1-1 en el cara a cara, con triunfo del checo en el cruce más reciente, este año, en cuartos de Doha.

¿Y ahora qué, Alcaraz? Tres días en Ibiza y vuelta al trabajo en Londres: "Que se divierta, pero que recuerde que es tenista"

¿Y ahora qué, Alcaraz? Tres días en Ibiza y vuelta al trabajo en Londres: “Que se divierta, pero que recuerde que es tenista”

Una gesta como la remontada ante Jannik Sinner en la reciente final de Roland Garros debería suponer para Carlos Alcaraz unas semanas de vacaciones, quizá un mes, incluso dos meses, pero nada más lejos de la realidad. Ahora goza de cierto tiempo libre, sí, está disfrutando de la noche de Ibiza, sí, pero el viernes, sólo cinco días después de levantar su quinto Grand Slam, ya volverá a trabajar. Fiesta escasa; el calendario no da para más.

Antes del fin de semana se instalará en Londres y a principios de la semana próxima, el martes o el miércoles, debutará en el ATP 500 de Queen's, donde será difícil exigirle. Dos años atrás se proclamó campeón y continuó su racha exitosa hasta su primer Wimbledon. El año pasado cayó en segunda ronda ante Jack Draper e igualmente triunfó con su segundo Wimbledon. ¿Qué pasará esta vez? Seguramente es el torneo más incierto de Alcaraz, siempre lo es, pues será el tercer año de esa transición: del reservado del club Ushuaia a las pistas de hierba del oeste de Londres.

La fiesta en Ibiza

«Ahora ya está desconectando. Le dije que se divirtiera, porque se lo merecía, pero que recordara que es tenista. Lo conocemos, estos días estará bien y volverá fresco y dispuesto. Lo importante no es tanto hacer fiesta como desconectar, dejar de pensar en tenis y pasar tiempo con sus amigos como cualquier joven de 22 años. Volverá a trabajar con entusiasmo», proclamaba Juan Carlos Ferrero, que otras veces discutió la ya típica escapada ibicenca de su pupilo.

Como se puede ver en el documental de Netflix A mi manera, el primer año, en 2023, cuando Alcaraz se marchó a la isla justo al perder en semifinales de Roland Garros ante Novak Djokovic hubo diversidad de opiniones en su equipo. Ahora, después de su histórica victoria ante Sinner y con los recientes precedentes en Wimbledon, es imposible negar a Alcaraz la conveniencia de esas minivacaciones. «Para mí Ibiza, no te voy a engañar, es fiesta y salir. Voy allí básicamente a reventarme, no sé si está bien decirlo de esa manera, pero sí, a salir. Cuando tengo algo así lo aprovecho al máximo», reconocía Alcaraz en ese documental de tres capítulos. Que lo aproveche.

La vida en Londres

Después en Londres ya volverá a su rutina de entrenamientos y entretenimiento en el Royal Wimbledon Golf Club. En Londres, en realidad, sus días suelen ser más relajados que en París. En la capital francesa duerme en un hotel del centro, el Villa Marquis que está pegado al puente del Alma, y cena en restaurantes selectos como el Siena, donde celebró su título con comida italiana, champán Laurent-Perrier y bengalas. En la capital británica, en cambio, reserva durante un mes una casa en los alrededores del All England Club y, sin ocio alrededor -el centro queda a una hora en coche-, se dedica a mejorar su hándicap.

En esos días su residencia suele servir tanto para su equipo como para su familia y por eso esta edición hará un pequeño cambio. En 2023 y 2024 alquiló una casa no muy grande de dos plantas con un pequeño jardín y una canasta de baloncesto y este 2025 cambiará por una casa de mayor tamaño. Los precios en la zona las semanas de Wimbledon son altos -entre 1.800 euros y 17.500 euros por semana, según 'Tennis London-, pero el dos veces campeón merece más espacio.

El final de temporada

Su objetivo será levantar su tercer Wimbledon consecutivo, un hito que multiplicaría su leyenda. Sólo dos jugadores ganaron más de una vez el llamado Channel Slam, la combinación de Roland Garros y Wimbledon, y sólo uno lo hizo dos años seguidos. Rafa Nadal lo logró en 2008 y 2010, pero Bjorn Borg lo consiguió en 1978, 1979 y 1980. Eso sí, poco después se retiró con sólo 26 años, un desenlace del que Alcaraz debe huir. Por eso la importancia de sus salidas y posiblemente de una mejor programación de su agenda.

Después del verano siempre llegan sus peores meses y su equipo ya trabaja para que esta vez eso no ocurre. Su angustia en la última gira estadounidense de cemento, con una raqueta rota en el Masters 1000 de Cincinnati y un tropiezo temprano en el US Open, fue una señal. Pase lo que pase en Wimbledon, a Alcaraz le esperan esta vez más días de descanso y desconexión -ayuda que no haya Juegos Olímpicos-. Con esa estrategia quizá pueda plantearse uno de los retos más difíciles que le quedan: recuperar el número uno del ranking antes de que termine la temporada.

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del 'Big Three'

Otras finales inolvidables del Grand Slam: desde la época de Borg y McEnroe hasta Wimbledon 2008 y las batallas del ‘Big Three’

La Central del All England Club se había desprovisto de su halo místico. Era una atmósfera propia de un partido importante de los pross. Los gritos de «Let's go, Roger, let's gol!» adquirieron decibelios atronadores. Casi nadie podía permanecer indiferente. Tampoco algunos de los periodistas que resistimos en pista conmovidos hasta la última pelota. Roger Federer dispuso de dos puntos para ganar el partido al servicio, cuando dominaba por 8-7 y 40-15 en el quinto set. Las disputó bajo el mismo patrón que le había permitido derrotar a Andy Murray en la final de 2012. Pero Novak Djokovic sofocó sus aproximaciones a la red, la segunda de ellas con un passing shot cruzado de derecha.

Sucedió el 14 de julio de 2019. Djokovic se impuso en cinco sets después de cuatro horas y 57 minutos y frustró la última posibilidad del suizo de ganar un título del Grand Slam.

Federer jamás se recuperó de aquel golpe. Iba camino de los 38 años, había superado a Rafael Nadal en semifinales y aún reunía argumentos para opositar por el que hubiera sido su vigesimoprimer grande. A partir de ahí, su figura declinó sin remedio, marchitada por el tiempo y por el recuerdo del desenlace más triste de su vida tenística. La final más larga del torneo y sin duda una de las más hermosas marcaría el inicio de la cuenta atrás para su retiro, que se produjo tres veranos después.

WIMBLEDON 1980

Esta rememoración de otras grandes finales de los majors en la era profesional no se ciñe a la cronología y parte, evidentemente, de apreciaciones personales. Ateniéndonos a la calidad y perfección del juego exhibido, al derribo de límites que podían considerarse inabordables, a la progresión constante hasta una inimaginable culminación y al juicio de consumados especialistas, la que suscribieron este domingo Carlos Alcaraz y Jannik Sinner en Roland Garros es la mejor de cuantas ha habido.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.

Borg, tras ganar Wimbledon en 1980.ROBERT DEARAP

Hace 45 años, en la prehistoria, Bjorn Borg superó a John McEnroe en cinco sets pese a perder el desempate del cuarto, que se fue hasta el 18-16. Cualquiera de las cuatro finales del Grand Slam en las que contrastaron estilos, temperamentos y hasta formas de interpretar la vida merecería ser glosada. Esta también reunió todos los atractivos que entonces sólo concitaban ellos dos. Un año después, en el mismo escenario, vencería en cuatro parciales el zurdo de Douglaston, cuyo triunfo en la final del US Open de esa misma temporada derivaría en el acelerado adiós de Borg, quien tomó la puerta de salida en 1982, con tan sólo 26 años.

AUSTRALIA 2012

Las mejores expresiones tenísticas suelen nacer de una rivalidad, un contraste y un contexto. Sucede entre Alcaraz y Sinner, sucedió entre Borg y McEnroe y en la larga secuencia cruzada de enfrentamientos entre el Big Three: Djokovic, Nadal y Federer. La final de Melbourne 2012 señaló el ecuador en los 60 duelos que alumbraron el serbio y el español. Venció Nole por 5-7, 6-4, 6-2, 6-7 (5) y 7-5. Cinco horas y 53 minutos: no ha habido final más larga de un grande en la era profesional. El semblante extenuado de ambos en la entrega de premios, las dificultades para sostenerse en pie, eran la imagen elocuente del carácter salvaje de la confrontación, en la que el español contó con 4-2 y servicio en el último parcial. Fue su séptima final consecutiva perdida frente a Djokovic, tendencia que revertiría esa misma temporada al abrigo de la tierra batida.

WIMBLEDON 2008

Inevitable traer aquí el partido reconocido entonces por la prestigiosa revista Sports Illustrated como el mejor de la historia del tenis. Nadal, que había perdido dos finales consecutivas ante Federer sobre su hierba sagrada londinense, tuvo en la mano el éxito por el camino más corto, pero se vio llevado hasta un desenlace a cinco sets cargado de misterio. El encuentro fue interrumpido en dos ocasiones debido a la lluvia. Pedro J. Ramírez, presente en el partido y entonces director de este periódico, tituló su tradicional carta semanal «Nadal contra Voltaire». «Siete horas y cuarto después de la señalada para comenzar, Aquiles había derrotado a Héctor por un margen más estrecho que una capa de mantequilla. El uno había ganado 209 puntos, el otro 204», escribió.

US OPEN 2009

Juan Martín del Potro tan sólo tenía 20 años. Acudía cada noche a cenar acompañado por su equipo, con Franco Davin, entrenador, y Martiniano Orazi, fisioterapeuta, a la cabeza, en un restaurante español situado en Lexington Avenue, Manhattan, Tercera Avenida. Aún estaba lejos de ser una celebridad. Departían como el resto de los comensales, sin demandar un reservado. El poderoso fajador argentino se plantó en la final ante Federer sin demasiadas opciones aparentes. El suizo llevaba un lustro inmaculado en Flushing Meadows. Delpo ganó por 3-6, 7-6 (5), 4-6, 7-6 (4) y 6-2.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.

Djokovic, tras ganar Wimbledon en 2019.TIM IRELANDAP

ROLAND GARROS 1984

Los dos primeros sets de John McEnroe en la final ante Ivan Lendl fueron pura artesanía. La derrota más dura en la carrera del estadounidense está recogida en Buscando la perfección, película documental escrita y dirigida por Julian Faraut. Lendl, entonces aún ciudadano checoslovaco, venció por 3-6, 2-6, 6-4, 7-5 y 7-5, para desconsuelo de quienes contemplábamos el tenis sin patria ni bandera, sólo condicionados por la fascinación que provocaban genios como McEnroe.

Gracias por todo, Rafa. Gracias por tanto

Gracias por todo, Rafa. Gracias por tanto

Actualizado Domingo, 25 mayo 2025 - 19:46

El hombre que este domingo fue homenajeado en Roland Garros hace tiempo que se convirtió en un modelo inmejorable, en la referencia, no sólo para muchísimos aficionados al tenis sino también para quienes trabajamos desde los márgenes de la cancha. Si algún jugador encarna la palabra resiliencia, ése es Rafael Nadal, quien fue capaz de perseverar en su patrón de juego y en su actitud sin perder nunca la esencia hasta ganar en 14 ocasiones el torneo. El tenista español se las ingenió siempre para resolver los distintos problemas que le surgieron en su triunfal travesía por el templo de la arcilla.

Todo lo hizo simple, aunque ni mucho menos lo fuese. Un desfile de rivales con distintas cualidades y características, pelotas que cambiaron cada cierto tiempo, como las condiciones climatológicas y su propio estado físico, que en bastantes ocasiones se convirtió en un nuevo desafío al que hacer frente. Sus formidables cualidades técnicas podían verse superadas por algunos (pocos), oponentes, pero no así su capacidad de adaptación y una actitud donde nunca cupo la queja sino que prevaleció la inteligencia para poner los medios que le ayudasen a salir ganador.

Nadal fue el competidor por naturaleza, un tenista único. Su carácter insaciable le animó a seguir hasta que ya no le acompañaron las fuerzas. Él nunca se detuvo. Ganó, ganó y ganó con la dedicación diaria de un artesano, de quien no piensa en la cosecha ya lograda ni en la que pueda estar por llegar sino en el puro deleite de esmerarse en ser mejor cada día y con ello poder optar a nuevos logros a través del humilde perfeccionamiento de sí mismo.

Constante aprendizaje

Él transformaba las excusas a menudo esgrimidas por algunos de sus colegas en motivos constantes para la superación. No caía en lamentos sobre asuntos que estaban fuera de su alcance sino que se afanaba en vigilar aquellos que podían estar bajo su control. No perdía tiempo en enfadarse. Tuve la fortuna de conocerle cuando era un muchacho. Ya entonces sin perder detalle, en un afán de aprendizaje constante que figura entre sus principales virtudes. Seguía aprendiendo cuando daba la impresión de que ya nos lo había enseñado todo.

París, donde ya habían dejado su rúbrica grandes jugadores españoles, le miró con cierto recelo cuando empezó. Para el público local, anhelante del triunfo de uno de los suyos, resultaba duro asumir que el relevo de los SergiBruguera, CarlosMoyà, Albert Costa o Juan CarlosFerrero lo iba a tomar otro tenista del país vecino. Con el paso de los años, y de los reiterados triunfos, incluso los más renuentes a aceptar la rotunda evidencia acabaron por dispensarle el reconocimiento y la admiración que se ganó como ningún otro. Antes del emocionante tributo que se le rindió en su Philippe-Chatrier, ya fue uno de los elegidos para llevar la antorcha olímpica en los Juegos de París del pasado año. Desde un territorio que se adaptaba como anillo al dedo a su forma de jugar se proyectó sin las habituales reservas de los tenistas españoles a una superficie más hostil, como es la hierba. También en Wimbledon, lejos de su hábitat natural, protagonizó gestas inolvidables, como lo hizo en Melbourne y Nueva York, logros sólo al alcance de quienes crean su particular y exclusiva estirpe.

Gracias por todo, Rafa. Gracias por tanto.

Boris Becker: “La cárcel me hizo un hombre mucho mejor de lo que era. Fue el despertador que necesitaba para cambiar”

Actualizado Miércoles, 30 abril 2025 - 15:52

Saludar a Boris Becker (Leimen, 1967) impresiona. Pese a que los años y las dificultades de los últimos tiempos han dejado huella física, sigue siendo un gigante y temes que, como Obélix a los legionarios romanos, te sacuda en el aire de arriba a abajo al estrecharte la mano en el hotel Palace de Madrid, donde se aloja como parte de la Academia de los Premios Laureus. El fuerte carácter del joven rebelde que revolucionó el tenis en 1985, cuando ganó Wimbledon con sólo 17 años, asoma al intentar indagar en su vida personal, que incluye diversos escándalos y un paso por la cárcel en 2022. Pero cuando se relaja el ogro no es tal.

El alemán, ganador de seis Grand Slam y ex número 1 del mundo, ha rehecho su vida y ha recuperado el amor por su deporte, con el que mantuvo una relación complicada. "Estoy muy ocupado, que es justo lo que necesitaba. Tengo varios proyectos alrededor del tenis y estoy muy involucrado en la televisión, tanto como comentarista como en la comedia. En cuanto al resto del tiempo, he aprendido a ser más discreto y proteger mi privacidad, que es algo que no siempre supe hacer", explica ante mi sorpresa.

¿Comedia? ¿Está haciendo monólogos?
No, no [risas]. Pero tengo un buen sentido del humor, puedo ser bastante gracioso y ahora me invitan a bastantes programas cómicos y concursos. Disfruto de poder ser yo de un modo más libre.
¿Se ha reconciliado entonces con el tenis? Triunfó tan joven que dio la sensación de que se hartó de él antes de cumplir los 30.
Al final me retiré con 32, pero es cierto que los últimos años ya no disfrutaba como antes. Tras dejarlo, durante un par de años no quise saber nada del tenis, me aparté lo más lejos posible porque ya había tenido bastante. Necesitaba una ruptura radical durante un tiempo. Luego, con 35 o 36, descubrí el lado televisivo del tenis, mucho más relajado, y me reconcilié con él poco a poco. Ahora vuelvo a quererlo.

Para saber más

En realidad, su plan de vida no era dedicarse al tenis, era sólo un hobby antes de ir a la universidad.
Así es. Por fortuna, provengo de una familia con una tradición intelectual y académica y mis padres no querían que me convirtiera en deportista. Preferían que fuera abogado, médico o arquitecto, como mi padre, pero a veces la vida decide por ti. Desde niño era muy bueno jugando al tenis y esa es la verdadera razón por la que acabé dedicándome a ello. No porque lo deseara o lo persiguiera, sino porque mi talento me guió hacia allí y yo me dejé llevar.
Ganó su primer Wimbledon con 17 años, sigue siendo el campeón masculino más joven de la historia, y ya no hubo vuelta atrás.
Nada, ya fue imposible. Afortunadamente, entonces no existían las redes sociales. Imagina un joven alemán casi desconocido ganando dos Wimbledon seguidos con 17 y 18 años… Fue un shock para mí. Mi vida y mi mundo ya fueron una locura así, pero ahora hubieran sido absolutamente insoportables.
Su juventud, su imagen y su estilo de juego le convirtieron de inmediato en una estrella del rock
Era un tenista muy espectacular. Jugaba con una potencia que nadie más tenía entonces, fue el primer power player. Obviamente, ahora ese tipo de tenis es normal, pero en mi generación el estilo era otro, más de toque y finura. Fui el primero que servía, restaba y metía la derecha con esa violencia. Además era muy fuerte físicamente. Todo eso era nuevo y me hizo llamar aún más la atención.
En Alemania no había tradición, nunca antes un tenista alemán había ganado un Grand Slam, y de golpe aparecieron a la vez Steffi Graf y usted y lo convirtieron en una potencia.
Es una historia fantástica. Steffi y yo éramos del mismo barrio. La conocí cuando ella tenía siete años y yo nueve. Teníamos el mismo entrenador y nos hicimos amigos, fuimos creciendo juntos sin pensar que podía pasar lo que pasó después y en 1989 nos encontramos ganando los dos Wimbledon a la vez. Fue increíble. De golpe en Alemania sólo se hablaba de un deporte al que cinco años antes nadie hacía caso. Fue un cambio tremendo. Es muy difícil hablar de tu propio éxito, eso se lo dejo a los demás, pero es evidente que fuimos muy influyentes. Cuando pienso en cómo era en aquellos años veo a un chico muy potente, muy joven, inocente incluso, que intentaba seguir siendo auténtico en una situación muy poco normal. Creo que esas son las características que la gente asigna a Boris Becker.
Fueron unos años fabulosos en los que coincidieron su generación (Edberg, Wilander), la anterior (McEnroe, Lendl) y la siguiente (Agassi, Sampras). ¿Fue la Edad de Oro del tenis?
Yo no diría eso por respeto a los demás, pero desde luego fue una de las mejores. Supongo que la otra etapa que viene a la cabeza es la de Federer, Djokovic y Nadal. Esa fue la mejor generación de la historia porque tiene a los tres GOAT (greatest of all time, los mejores de la historia), lo que pasa es que la distancia entre ellos tres y el siguiente era muy grande, sólo perdían entre ellos. Nosotros éramos diez del máximo nivel. También habrá quien diga que lo que pasaba es que estos tres eran tan buenos que hacían parecer peores al resto de lo que eran [risas]. De todos modos, ganar un partido de tenis siempre es difícil. Extremadamente difícil.
Es un deporte extremadamente exigente a nivel mental, quizás el que más.
Es muy demandante, un trabajo muy duro. En el tenis no hay pretemporada, jugamos en serio durante todo el año y es el único deporte en el que no tienes ni un momento para esconderte. Tienes que jugar el primer punto y el último. En baloncesto puedes pedir el cambio, en fútbol dices que te duele la rodilla y ahorras esfuerzo un par de jugadas o vas ganando 3-0 y el partido está acabado aunque quede media hora. En el tenis, no. Si te desconectas lo más mínimo, un 5-1 se convierte en un 5-5 en un instante. Tienes que acabar siempre el último punto. Mentalmente es durísimo. El único que se le parece es el golf porque son los dos únicos deportes que no se juegan contra el tiempo sino contra el marcador. Rory McIlroy es el mejor, ha tardado 14 años en ganar el Masters y casi se le escapa cuando ya lo tenía. En eso golf y tenis son similares. Un golpe al agua o una doble falta lo cambian todo
Fue entrenador de Novak Djokovic de 2014 a 2016. ¿Es posible elegir entre él, Federer y Nadal?
Les llamo los tres GOAT por algo, cada uno ha sido el más grande a su manera. Si tuviera que explicar su importancia histórica diría que Djokovic es el más exitoso, Federer el más popular y Nadal el más temido. Si te tocaba Rafa en Roland Garros sabías que no había nada que hacer. Vencerle allí ha sido el único imposible de un deporte donde todo es posible.
Carlos Alcaraz tiene ahora el papelón de ser el sucesor de Nadal.
Esa es una presión muy difícil de llevar porque Rafa sólo hay uno y sólo lo habrá. Dicho esto, Carlos está dejando su propia huella a su manera. Aún es muy joven y lo mejor está por llegar, pero es imposible adivinar cuánto tiempo se va a mantener en la élite un tenista. Deseo que Carlos juegue 10 o 15 años más porque para mí es el tenista más excitante del mundo ahora mismo, pero los españoles, sobre todo los periodistas, tenéis que ser cuidadosos y no juzgarle tan duramente cada vez que pierda un partido porque es un jugador muy diferente al que era Nadal. Carlos tiene más talento natural, pero el corazón de Rafa no lo ha tenido ni lo va a tener ningún otro deportista de la historia. Carlos es fantástico, Novak [Djokovic] y Roger [Federer] son leyendas, pero Rafa estaba a un nivel diferente de competitividad. Si en un torneo veías que te cruzabas con Nadal… Buena suerte, amigo.
Becker posa en el hotel Palace de Madrid como embajador de los Premios Laureus.

Becker posa en el hotel Palace de Madrid como embajador de los Premios Laureus.

¿Piensa a menudo en sus días de gloria?
No. Yo no vivo en el pasado. No creo que mis victorias y mis derrotas tengan ninguna importancia a día de hoy. Vivimos en 2025, no pierdo el tiempo viendo un viejo partido de tenis. Es más, a veces los fans o los periodistas me preguntan por finales y ni las recuerdo. Me ha costado encontrar mi sitio en mi vida después del tenis, he cometido errores, lo he pasado mal y ahora estoy feliz. Quiero pensar y hablar sólo del hoy y del futuro.
Le pregunto algo que es parte de su pasado, pero sigue vigente. Su primer matrimonio, con Barbara Feltus, les convirtió en un símbolo como una de las parejas interraciales más famosas del mundo. Sufrieron ataques de todo tipo.
Sí, fue así. Soy muy cuidadoso con no hablar de mi vida privada y un matrimonio es vida privada, así que a ver cómo te respondo. He tomado decisiones familiares que han tenido repercusión pública, pero que a mí me parecen absolutamente normales porque soy ciego al color de la piel. Tengo hijos de raza mixta y veo que sufren las mismas cosas que sufría su madre. Creía que habíamos aprendido del pasado, pero por desgracia no es así. Como sociedad cometemos los mismos errores que hace 20, 40 o 60 años. Es muy decepcionante. La pregunta es por qué.
Vale, ¿por qué?
Sin ponerme muy político, creo que la calidad de los políticos actuales no está a la altura de los que teníamos hace 40 años cuando se creó una gran Europa. En Alemania, por ejemplo, había una gran conciencia de que lo que había sucedido en nuestro pasado no podía repetirse y, sin embargo, aquí estamos con un partido de extrema derecha [AfD] sacando millones de votos. Y no es sólo en Alemania, son muchos los países occidentales que no han aprendido de los errores del pasado y vivimos un momento peligroso en ese sentido. Sinceramente, crecí teniendo la esperanza de que haríamos un mundo mejor que el de nuestros abuelos y acabaríamos con todo este tipo de movimientos, pero me equivoqué. Estamos de nuevo en el mismo punto.
En 2022 pasó ocho meses en la cárcel por alzamiento de bienes. ¿Aprendió algo en prisión o eso es un tópico y, sencillamente, fue una experiencia terrible?
Es una etapa de la que prefiero no hablar en detalle, pasé miedo a veces y pagué mis errores, pero siempre he aprendido mucho más de mis derrotas que de mis victorias. Me pasó en el tenis y me ha pasado en la vida. También con la cárcel. Cuando tienes tanto éxito tan joven como tuve yo, das por hecho que siempre te va a ir bien, que eres invulnerable. Y no lo fui. Tuve que aprender que la mayoría de la gente no gana, que la vida es difícil. Así que tener una derrota tan dura como ir a prisión fue el despertador que necesitaba para cambiar. Me hizo un hombre mucho mejor del que era antes de entrar.
Durante esos años anteriores, su vida privada y sus problemas económicos fueron carnaza para los tabloides. ¿Cómo navegó aquellos tiempos?
Mal. Tuve una pérdida total de privacidad que no le desearía ni a mi peor enemigo. Fueron años muy difíciles para mí, vivir así es insoportable. Fue una pesadilla, pero al final es parte del proceso y ahora estoy en paz con la vida. Todo lo que me sucedió no deja de ser consecuencia de mis éxitos. Si no hubiera ganado Wimbledon a los 17 años, si no hubiera sido número 1 del mundo, si simplemente hubiera sido un tenista promedio no habría sufrido todos esos problemas. Son las dos caras de una misma moneda y ahora lo asumo, pero he pasado momentos en los que sólo quería desaparecer.
¿Volvería a pagar ese precio?
Sí, porque yo jugaba para ganar y gané mucho. No siento resentimiento hacia mi pasado, al contrario. Miro mi vida con mucho orgullo. Ha sido intensa, no sabía que se podían vivir tantas cosas en 57 años. Tras un tiempo, el tenis se convirtió en algo aburrido porque sabía exactamente lo que tenía que hacer para ganar. Una vez que lo has hecho una y otra y otra vez, ya no hay misterio, me aburrió y quería probar cosas nuevas. Y eso hice. En unas acerté y en otras me equivoqué gravemente, pero tuve experiencias que nunca pensé que podría tener y todavía estoy por aquí para enseñar a mis cuatro hijos sin que tengan que aprender de los libros de texto. Pueden preguntar a su padre cómo es la vida y se lo puedo explicar todo. Lo bueno y lo malo. Ha merecido la pena.