Marcel Granollers y su número uno del mundo en dobles: “De niño no soñaba con esto”

Actualizado Martes, 28 mayo 2024 - 23:48

De entrenamiento en entrenamiento un número uno del mundo español camino estos días entre las pistas de Roland Garros y pocos, apenas dos o tres aficionados, le paran para pedirle una foto. Muchos más le animaban, «¡Allez, allez!», pero es posible que algunos no sepan el título que ostenta actualmente. «Claro que sé quién es, es Marcel Granollers, un tenista muy educado», contesta uno de esos seguidores cuando el periodista le cuestiona si sabe quién es. Y en efecto, es Marcel Granollers, un tenista muy educado, pero también es el actual dominador del ranking ATP de dobles junto a su compañero, el argentino Horacio Zeballos.

De 38 años, después de toda una vida jugando en individuales, de ganar un torneo ATP 500 y tres ATP 250 y de alcanzar el número 19 de la lista mundial, en la pandemia decidió ya jugar solo en pareja y le va muy bien: este año han celebrado en el Masters 1000 de Roma y han sido finalistas del Masters 1000 de Indian Wells. Este miércoles debuta en Roland Garros, pero lo hará en una pista exterior, lejos de la Philippe Chatrier donde Carlos Alcaraz disputará la segunda ronda ante el holandés Jesper de Jong, un rival procedente del torneo clasificatorio (14.00 horas, Eurosport).

En atención y expectación el dobles parece el hermano pequeño del tenis. ¿Cómo lo vive?
Lo entiendo perfectamente. Lo que más satisfacción me ha dado ha sido mi carrera individual. No cambio ninguno de los títulos que logré solo por lo que he conseguido en dobles. Cuando era pequeño no soñaba con ser número uno en dobles, la verdad. Estar en esta posición es una satisfacción muy grande, es la recompensa a mucho trabajo, me siento realizado. Pero no era mi sueño, es una manera de alargar mi carrera.
¿Qué es más difícil: jugar solo o coordinarse con otro tenista?
Jugar solo, sin lugar a dudas. Ahora cuando voy a ver partidos de individuales siento una gran admiración por los tenistas, por todos, de verdad. Es muy duro estar solo en la pista y enfrentarte a todo. En el dobles, si hay buena compenetración, te sientes acompañado, apoyado, reforzado.
El dobles, además, reparte excelentes premios. Ya ha sumado más -7 millones de dólares- que en su carrera individual -6,7 millones-.
Es cierto, pero también hay menos plazas en los torneos. Un tenista en el número 80 del ranking individual se gana muy, muy bien la vida. Un tenista en el número 80 del ranking de dobles sólo cubre gastos. A mi me está compensando, está claro, porque en los grandes torneos hay muy buenos premios.

Nadal y su camino hacia el dobles

De Barcelona y criado en el Real Club de Tenis Barcelona, es decir, asiduo al Trofeo Conde de Godó con sus padres, Granollers formó parte de la generación de tenistas españoles que creció a la sombra de Rafa Nadal. De hecho, ambos solían entrenar juntos de pequeños en las instalaciones de Sarrià y fueron pareja de dobles en infantiles y cadetes hasta ganar la Davis junior de 2002. Especialista en la red, si hubiera sido británico quizá toda su vida se hubiera dedicado al dobles, pero como español, sin tradición en la especialidad, lo intentó en individuales hasta una excelente racha entre 2011 y 2013, donde se proclamó campeón en Gstaad, Valencia y Kitzbuhel. Llegó entonces al Top 20 de la ATP.

Pero aparecieron dolores y dudas, numerosas dudas, y a partir de 2014 ya no volvió a una final él solo. En 2017, cuando dejó de ser uno de los 100 mejores tenistas del mundo ya amagó con la retirada, pero no abandonó hasta 2020. Le rescató entonces el dobles que le había dado gloria en las Copa Davis de 2008, 2011 y 2019, aunque suele puntualizar que «en 2008 fui reserva y en 2011 y 2019 sólo jugué los cuartos de final».

¿Le costó renunciar a jugar solo después de tantos años?
Sí, sí, no fue fácil. Pero pasé por años complicados, no encontraba la ilusión de nuevo, y vi en el dobles una manera de seguir. Además, ya había compaginado ambos circuitos y con Horacio hubo conexión desde el primer torneo. Ahora somos los número uno del ranking, pero ya había tenido otras rachas a un nivel parecido.
¿Cómo empezó a jugar con Zeballos?
De casualidad. Yo había jugado muchos años con Marc [López, ahora parte del equipo técnico de Rafa Nadal], había cambiado varias veces de compañero y en el verano de 2019 Horacio me llamó porque su pareja se había lesionado durante la gira americana. Antes casi no nos conocíamos, sólo habíamos coincidido en el circuito, nos saludábamos y ya está. Pero empezamos a jugar juntos y todo fluyó. De hecho nos llevamos el primer torneo, el Masters 1000 de Montreal.
¿Ha jugado cinco finales de Grand Slam, dos con López y tres con Zeballos, y aún no ha levantado ningún grande. ¿Le preocupa?
No, no. No he podido conseguir un Grand Slam, pero no me obsesiona. Ojalá lo pueda hacer aquí o el mes que viene en Wimbledon. Estoy orgulloso de haber jugado cinco finales de Grand Slam, para mí es lo más importante.
Este verano, en los Juegos Olímpicos, parece que Rafa Nadal hará pareja con Carlos Alcaraz. Queda una plaza para otra pareja española. ¿Con quién le gustaría jugar?
Me gustaría jugar los Juegos, sea con quien sea. Rafa y Carlos van a jugar juntos y, en la otra pareja, veremos qué pasa con los restantes, qué opina el capitán [David Ferrer]. Después de Roland Garros se acabará de concretar. Creo que mi experiencia en dobles podría servir porque los Juegos Olímpicos son raros. Hay pocas parejas del mismo país en el circuito o, por lo tanto, no hay muchos especialistas. Vaya que vaya, España tendrá opciones, seguro.

Badosa le gana a su propia mente para sobrevivir en Roland Garros

Actualizado Martes, 28 mayo 2024 - 23:39

La menuda 9 de Roland Garros pudo sentir lo que sentía Paula Badosa, tan a flor de piel que lo tenía: desde las gradas se podía sufrir su angustia, desde las gradas se podía vibrar con su euforia. Después de otro durísimo periodo de derrotas por culpa de su maldita lesión de espalda, la española salió del pozo más hondo para vencer en primera ronda a la británica Katie Boulter por 4-6, 7-5 y 6-4 en dos horas y 20 minutos. No fue una victoria normal, ni mucho menos. Fue una victoria contra sí misma, contra su mente, contra sus demonios.

Porque Badosa llegó a Roland Garros hundida. "No debería estar aquí", le soltaba a su entrenador, Jordi Verdaguer, en el primer set mientras hiperventilaba, con los ojos cerrados, de espalda a la pista. La española, ahora 139 del ranking mundial, no quería jugar, no estaba en disposición de jugar, no podía jugar. En los primeros puntos, pese a un break a favor, lamentaba su lentitud de piernas y se lamentaba, se lamentaba. "No puedo", aseguraba después de un día tenso. Por culpa de la lluvia su partido pasó del mediodía a la noche, de una pista mediana a la pequeña 9, y esos cambios también le condicionaron.

A mediados del segundo set parecía que tiraba la toalla e incluso reclamaba a su equipo la opción de marcharse. Pero de repente, ¡pum! A una de sus quejas, Verdaguer contestó tajante: "Ya no tienes nada que perder, ya sólo te queda luchar". Y Badosa cambió de actitud. Al principio, con dudas. Luego, enfurecida, segura, salvaje. De la nada cambió su tenis, empezó a entrar en la pista, a conectar con su revés y poco a poco fue amedrentando a Boulder hasta hacerla caer. La británica, con poca experiencia en arcilla, en el primer partido de su vida en Roland Garros, no esperaba la transformación de Badosa y le afectó. Hasta el desenlace hubo vaivenes, pero la remontada de la española ya era imparable.

La victoria debería impulsar a Badosa a los cielos y permitir ganarle confianza de una vez por todas. En segunda ronda se enfrentará a Yulia Putintseva, una rival que ha derrotado dos veces en tres duelos, y el camino le dibuja un enfrentamiento en tercera ronda con Aryna Sabalenka, segunda del ranking y amiga íntima suya, que debería tomarse como un disfrute. Después de su buena actuación en el Masters 1000 de Roma y de su victoria con remontada de este martes, Badosa ya puede ver un horizonte más limpio, un horizonte en el que no tenga que luchar tanto contra sí misma.

Los planes de Nadal: “muy difícil” jugar Wimbledon, algún torneo por Europa y los Juegos Olímpicos como posible final

Actualizado Martes, 28 mayo 2024 - 01:37

Rafa Nadal podría acabar, a principios de julio, jugando en Hamburgo, Gstaad o Bastad, o la semana siguiente, en Umag o Kitzbuhel. Construir un calendario con rivales de nivel ahora mismo es complicado, pero después de su derrota este lunes ante Alexander Zverev, el ganador de 22 Grand Slam lo tiene claro. «Quiero jugar los Juegos Olímpicos aquí y después ya veré si sigo», aseguró y así contestó a la pregunta: ¿Y ahora qué?

Una percepción ambicio

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Así fue el (pen)último día de Nadal en París: las fotos con la abuela Bel, una ducha exprés y el respeto de Zverev

Así fue el (pen)último día de Nadal en París: las fotos con la abuela Bel, una ducha exprés y el respeto de Zverev

Unos 15 minutos después de que Rafa Nadal abandonara la Philippe Chatrier, cuando los aficionados ya desfilaban y abarrotaban el village de Roland Garros, toda la familia del 14 veces campeón seguía en las gradas de la pista central haciéndose fotos, guardando el momento en sus teléfonos. Estaban los habituales, la mujer del tenista, Mery Perelló, su graciosísimo hijo, Rafa, sus padres, Sebastián y Ana María, o su hermana, Maribel, pero también estaban todos sus tíos, incluidos el ex futbolista Miguel Ángel, o su abuela materna, Bel, de 93 años.

La 'àvia', muy unida a Nadal, había acudido de su mano a algunos actos en Mallorca, pero nunca antes se le había visto en un partido, ni tan siquiera décadas atrás, en los inicios del tenista. Tanta era la importancia del día. Tanta fue la emoción vivida. Llegados de Mallorca el mismo día por la mañana -cosas de la huelga de controladores aéreos franceses-, todos acabaron retratándose con los ojos rojos por culpa de las lágrimas, orgullosos, emocionados. ¿Todos? «Nadal press conference now».

El mensaje de la Federación Internacional de Tenis (ITF) llegaba de repente a los periodistas que todavía cerraban sus crónicas en la tribuna de prensa. Mientras los suyos seguían con los sentimientos a flor de piel, Nadal pasaba rápido por la ducha, se cambiaba y llegaba a la sala de prensa antes de dirigirse a su hotel, el Intercontinental de la Plaza de la Ópera. Después de caer ante Alexander Zverev por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 en primera ronda de Roland Garros, el español mostraba una actitud muy distinta a la que tuvo tras sus eliminaciones en Barcelona, Madrid o Roma. Entonces, sensible y sentido, hablaba de emociones, de la vida, de lo que vendrá. Este lunes, en cambio, Nadal estaba en «modo competición», como él mismo admitía, con la mente puesta al 100% en el tenis.

"Me gusta el tenis"

«Cuando estás en competición vives el día a día, no puedes pararte a pensar. Cuando pasé el tiempo valoraré un poco más lo que ha pasado aquí», comentaba y se reconocía, más que nada, «decepcionado por perder». «He ofrecido un buen nivel de tenis, me he sentido bien, estoy feliz por eso. Si es la última vez estaré en paz conmigo mismo», añadió.

Nadal, este lunes en rueda de prensa.

Nadal, este lunes en rueda de prensa.YOAN VALATEFE

Llegados a este punto, ¿Qué es lo que te empuja a seguir?
En el futuro quiero saber que hice todo lo que estaba en mi mano. Haberlo dado todo es lo que siempre me ha hecho sentir mejor cuando estoy en casa, más incluso que los títulos. No quiero que pase un año, encontrarme bien físicamente y empezar a pensar: '¿Por qué no intenté seguir?'. Estoy aquí, lo estoy intentando y lo intentaré hasta que esté motivado. Me gusta el tenis, me gusta la competición y estoy disfrutando de esta época, viajando a los torneos con mi familia.

En los días previos a su estreno, Nadal ya había rechazado un homenaje oficial de Roland Garros y por eso, al acabar el mismo, sólo hubo una rareza: la directora del torneo, Amelie Mauresmo, bajó a la pista en persona y le pidió unas palabras. El español aceptó el requirimiento, habló unos minutos, agradeció su cercanía al público, se llevó una ovación atronadora y ya encaró los vestuarios. «Soy feliz sintiendo tanto amor en un sitio que he querido tanto», comentó.

El respeto de Zverev

En los últimos años, la afición parisina ya había cambiado su actitud hacia Nadal, no había ni rastro de los abucheos que tuvo que escuchar en sus primeras victorias, pero nada parecido a lo vivido estos últimos días. En los entrenamientos previos a su duelo ante Zverev se desató una especie de locura. La organización decidió colocar una de sus sesiones en la Suzanne Lenglen, la segunda pista, con capacidad para 6.000 personas, y se llenó, pero además cualquier movimiento suyo fue seguido de cerca por centenares de fans. Este lunes, por la mañana, de hecho, en su calentamiento en la pista 4, generó una cola de más de 150 metros para intentar acceder a las gradas. Muy pocos lo consiguieron.

Rafa Nadal en los Roland Garros 2024

Luego, durante el partido, escuchó algún «¡Allez, Rafa!» y muchos, muchísimos «¡Vamos, Rafa!» con marcado acento francés. Con Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o Iga Swiatek entre los espectadores, Nadal negó cualquier ejercicio de melancolía con un juego intenso, tan intenso que durante muchos minutos fue Nadal. Si delante hubiera habido cualquier otro rival, incluso más de un Top 10 del ranking ATP, hubiera sufrido más para derrotarle, si lo lograba.

Más allá de un arranque nervioso y de una conclusión fatigada, el español ofreció un segundo set de altura. Zverev, que en cada intercambio le cedía primero el paso a Nadal en señal de respeto, pudo haberse enredado ahí. Algún rastro de inseguridad por su parte habría abierto la puerta al español y su instinto competitivo, pero negó toda opción. «No tengo mucho que hablar. Hoy no soy el protagonista, el protagonista es Rafa», dijo el alemán tras el partido en la habitual entrevista al ganador para echarse a un lado y dejar que ocurriera todo: un público entregado, una familia emocionada y un Nadal disgustado. Todos querían llorar cuando él sólo quería ganar.

De la semifinal ante Federer en 2005 al arrollador triunfo contra Ruud para su 14º título: diez momentos de Nadal en su tierra infinita

De la semifinal ante Federer en 2005 al arrollador triunfo contra Ruud para su 14º título: diez momentos de Nadal en su tierra infinita

A la hora de recapitular, no resulta fácil escoger los instantes señeros del largo y triunfal paso de Rafael Nadal por Roland Garros, pues han sido 116 partidos los que ha protagonizado en la que será siempre su tierra infinita. Hasta este lunes, hasta esta digna derrota frente a Alexander Zverev, sólo Novak Djokovic, en dos ocasiones, y Robin Soderling habían sido capaces de vencerle. Ahí van algunos de sus encuentros más significativos en sus 19 presencias en el torneo.

3/6/2005. Roger Federer

Llegaba avalado por un formidable curso sobre arcilla. Campeón en Montecarlo, en el Conde de Godó y en Roma, tenía ante sí a Federer, número 1 del mundo, en los albores de la que iba a ser una de las rivalidades más hermosas del deporte. El partido se prologó en Roland Garros como si se tratase de la lucha directa por el título, con el olfato promocional de confrontar a dos personalidades distintas y complementarias, dotadas de un enorme glamour. En el día de su 19º cumpleaños, Nadal venció al suizo por 6-3, 4-6, 6-4 y 6-3, antes de imponerse dos días más tarde a Mariano Puerta, para ganar el primero de sus 14 títulos.

31/5/2009. Robin Soderling

Fue su primera derrota en el torneo. Se despidió en octavos de final. Robin Soderling le superó por 6-2, 7-6 (2), 4-6 y 7-6 (2). Condicionado por una lesión crónica en el tendón rotulianode la rodilla izquierda, no podría defender el título conquistado un año antes en Wimbledon.

24/5/2011. John Isner

Ya pentacampeón, recuperado plenamente el pulso tras el accidente ante Soderling, Nadal hubo de salvar una primera ronda de alto riesgo. Ahí estaba John Isner, dispuesto a hacer valer sus 2,08 metros, para amenazar con la voladura de todos los barruntos en uno de los encuentros más delicados que el español ha encarado en su torneo. Necesitó cuatro horas y un minuto para acabar imponiéndose por 6-4, 6-7 (2), 6-7 (2), 6-2 y 6-4 y poner rumbo al sexto título.

7/6/2013. Novak Djokovic

Superado en cuatro sets por Nadal en la final de 2012, Djokovic envidó de nuevo en las semifinales de la siguiente edición. Ese partido se recordará, entre otras muchas razones, por el punto en el que el serbio tocó la red tras conectar una sencilla volea antes de que la pelota diera el segundo bote. Lo perdió, tal como dicta el reglamento. Mandaba 4-3 y saque en el quinto. Estaban 40-40. Nadal, presto a la reclamación en cuanto observó el desenlace de la jugada, venció por 6-4, 3-6, 6-1, 6-7 (3) y 9-7, después de cuatro horas y 37 minutos.

3/5/2015. Novak Djokovic

El annus horribilis. En un momento crítico, que le hizo meditar incluso con la posibilidad de su retirada, Nadal varó en cuartos de final ante el serbio: 5-7, 3-6 y 1-6. Era la consecuencia lógica de un tránsito decepcionante en la gira previa sobre arcilla, una inquietante secuencia a la que sabría poner remedio.

11/6/2017. Stan Wawrinka

A la derrota ante Djokovic le siguió el año siguiente una lesión que le impediría disputar la tercera ronda ante Marcel Granollers. Es por ello que el título de 2017, 6-2, 6-3, 6-1 a Wawrinka, en una edición en la que no concedió un solo parcial, posee un extraordinario valor.

Nadal abandona la Philippe Chatrier, este lunes.

Nadal abandona la Philippe Chatrier, este lunes.Jean-Francois BadiasAP

9/6/2019. Dominic Thiem

La segunda de las finales ante Dominic Thiem, quien se había vislumbrado como su heredero, supuso la cerfificación de que a Nadal aún le quedaban algunas vidas en París. El español venció por 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1. Thiem se llevó un set, a diferencia del año anterior, pero su revés a una mano volvió a sangrar demasiado ante el drive de plomo del zurdo.

11/10/2020. Novak Djokovic

Fue el Roland Garros de la pandemia. Mes de octubre. Frío casi invernal en París. El cambio a pelotas Wilson tras una década con Babolat generó beligerantes protestas del español: «Las bolas son una piedra, peligrosas para la salud», llegó a decir, incómodo desde el primer día por las circunstancias excepcionales en las que se desarrolló el torneo. Otra vez sin entregar un solo set en toda la competición, asestó a Djokovic una de las derrotas más crueles en su cara a cara: 6-0, 6-2 y 7-5.

29/5/2022. Felix Auger-Aliassime

Sólo tres hombres, Djokovic, Isner y el canadiense, pudieron llevarle a los cinco sets en Roland Garros. A Auger-Aliassime no le bastó con completar uno de los mejores partidos de su vida en aquellos octavos. Nadal ganó 6-3, 3-6, 2-6, 3-6 y 6-3.

5/6/2022. Casper Ruud

El noruego, puro ADN de tierra, bola pesada, tenista loado por los técnicos, algo aburrido para el público de a pie, había tomado el relevo de Thiem, con la nominación para hacerse grande en Roland Garros. Nadal le avasalló, 6-3, 6-3 y 6-0, para conquistar su decimocuarto título, el último de una cadena irrepetible.

Esa lógica sensación de vacío

Actualizado Lunes, 27 mayo 2024 - 22:00

Posiblemente haya sido la primera ronda más vista de la historia del tenis. La atmósfera en la Philippe Chatrier era más propia de una final del torneo que de un encuentro del segundo día de la competición. Fue una tarde especial, de las que no se olvidan. Nadal se apaga, y todavía no somos muy conscientes de lo que hemos presenciado durante todos estos años, de tantas y tantas victorias en una competición donde se ganó la vitola de indestructibl

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Nadal todavía le discute al tiempo: cae en tres horas de lucha ante Zverev y se marcha ovacionado de Roland Garros

Nadal todavía le discute al tiempo: cae en tres horas de lucha ante Zverev y se marcha ovacionado de Roland Garros

Ni una sola de las 15.000 personas que abarrotaron la Philippe Chatrier este lunes se atrevió a moverse de su silla antes de que Rafa Nadal entrara en el túnel de vestuarios y abandonara la pista central de Roland Garros quién sabe si para siempre. Un pleno de manos rompiendo en ruido para despedir al tenista más grande que ha visto el lugar. Casi ajeno a ello, sereno ante tantísima emoción, el 14 veces campeón se acercó al centro de la pista, saludó a todos y se marchó sin más. Unos pocos minutos antes, la directora del torneo, Amelie Mauresmo, le había pedido que se quedara a responder unas preguntas, un hecho fuera del protocolo, la única rareza en la jornada.

Unos pocos minutos antes más, Nadal había caído en primera ronda ante Alexander Zverev por 6-3, 7-6(5) y 6-3 en tres horas y cinco minutos de lucha. "No sé si será mi última vez, pero si lo es, he disfrutado. Hay un gran porcentaje de opciones de que no vuelva, pero no puedo decir que es un 100% porque me estoy divirtiendo", comentó con la intención de normalizar los sentimientos a su alrededor, la piel de gallina, las lágrimas de la gente, incluso de su gente. Seguramente Nadal se calmaba con la certeza de que habrá más días así, de que no es el final. Como había pedido, no hubo una despedida oficial, ni mucho menos un homenaje; hubo un partido de tenis, un muy buen partido de tenis, y eso ya es mucho.

Después de más lesiones de las que ha sufrido cualquier otro tenista, de dolores en decenas de músculos y más ligamentos, Nadal quiso ganar de nuevo y podría haberlo hecho. En otras condiciones y, sobre todo, ante otro rival, seguiría ante la posibilidad de levantar su decimoquinto título en París. Seguramente Alexander Zverev era el peor a quien enfrentarse en este momento y seguramente el día, muy frío, pesado, lluvioso, tampoco era el mejor.

EMMANUEL DUNANDAFP

Pero Nadal convirtió una ceremonia nostálgica en un duelo disputado, es decir, consiguió lo que buscaba. Como habían hecho antes los aficionados de Barcelona, Madrid y Roma, el público francés fue a verle para agradecer y recordar, pero acabó aplaudiéndole por su juego, ya está. El primer punto del español en el partido, un error no forzado de Zverev, fue celebrado por la Philippe Chatrier con la melancolía de los regresos a los escenarios de los grupos de música divorciados. Pero poco a poco volvieron los intercambios vencidos, los puños al aire, las celebraciones de verdad.

Especialmente apoteósico fue el segundo set, el mejor momento de Nadal. Con 2-1 en contra en el marcador y dos bolas de break para Zverev, el español desplegó los golpes prohibidos, un revés cruzado, un ace, una derecha paralela y se lanzó con todo a por el periodo. Llegó a romperle el servicio al alemán, pero éste se revolvió y llevó la resolución al tie-break.

La dureza de Zverev

En las semanas previas, dejó dicho Nadal que si tenía que morir lo haría aquí, en la pista central de Roland Garros, en los instantes decisivos, y entonces lo hizo. Con dos horas de meneos en las piernas seguía con respuestas para el bombardeo continuo de Zverev, sólo falló la estrategia. Para contrarrestar la potencia que le llegaba del otro lado de la pista, decidió probar con un par de dejadas y ambas fueron fallidas.

EMMANUEL DUNANDAFP

Luego, en el tercer set, empezó con un break a favor y tuvo opción de otro más, pero el saque de Zverev era incuestionable. Un argumento demasiado grande a favor de su victoria. Igualmente después, hasta el final, Nadal dejó toda gota de esfuerzo y momentos de antología, entre ellos passing shots muy propios que hicieron saltar al público francés. El que es, no el que fue. Porque nada tiene que ver cómo se marchó el español este lunes de la Philippe Chatrier a cómo llegó, casi dos décadas atrás.

El público francés, entregado

Los abucheos, por ejemplo, en su derrota ante Robin Soderling en 2009 se convirtieron en una exaltación de su figura, desde su enorme escultura que luce en la entrada del recinto a la expectación ante cualquiera de sus pasos. Ante Zverev quedó claro que, Roland Garros ha entendido que Nadal no es sólo el campeón de 14 ediciones, si no que es su imagen, su emblema, su mito. Que no sea francés ya no importa o importa poco: Roland Garros es Nadal, Nadal es Roland Garros.

En el boulevard d'Auteuil, entre el Parc des Princes y la Philippe-Chatrier, este lunes se agolpaban los reventas para hacer su primer agosto, pues luego vendrán los Juegos Olímpicos. "¿Cuánto?", preguntaba el periodista. "3.000", contestaba el más joven de ellos, aunque luego era capaz de bajar hasta los 2.000 euros. En todo caso, un precio que probablemente no alcanzará la final del torneo del próximo 9 de junio, la juegue quien la juegue.

EMMANUEL DUNANDAFP

"¡Allez, Rafa!", se escuchaba como nunca en la Philippe Chatrier, entre muchos '¡Vamos, Rafa!" con marcado acento galo y una banda de música con banderas tricolor que adaptaba todos sus cánticos al español. En la parte superior, lejos de los palcos donde estuvieron Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o Iga Swiatek, se llegaron a lanzar olas de apoyo al ganador de 22 Grand Slam: "Raaaaaaafaaaaaa".

En ese ambiente, con tamaño palmarés, Nadal podía haber entendido de una vez que lo ha logrado todo y nadie le exige más, pero su manera de ver el deporte nada tiene que ver con la percepción de otros. Para poder dormir tranquilo en el futuro, cuando vengan los años, necesita saber que lo dejó todo sobre la pista, lo que tenía y lo que no. Ahora está más cerca de alcanzar esa paz. Este domingo, quiso ganar de nuevo y podría haberlo hecho. El tiempo casi cae derrotado por primera vez.

La margarita de Nadal, ¿Es o no es su último Roland Garros? “Un día ve el sol y al día siguiente, nubes”

Actualizado Domingo, 26 mayo 2024 - 23:35

En Barcelona, en Madrid, en Roma y en sus entrenamientos en Roland Garros antes de su debut este lunes ante Alexander Zverev (sobre las 16.00 horas, Eurosport), multitud de aficionados se agolpaban allí por donde pasaba Rafa Nadal para despedirlo. Desde su comunicado en la primavera del año pasado, la mayoría del público había aceptado que se retiraba, que este 2024 abandonaría para siempre el Grand Slam francés y que disputaría sus últimos partidos en los Juegos Olímpicos de París, pero no estaban en lo cierto. ¿Quién lo desmintió? El propio Nadal.

Primero, las semanas anteriores, con timidez y finalmente, este sábado, con rotundidad el vencedor de 22 Grand Slam lo negó todo. «No quiero obligarme a decir que este es mi último Roland Garros. No quiero cerrarme puertas. Estoy disfrutando del tenis, viajando con mi familia y no sé cómo responderé si juego con menos limitaciones», comentó en la sala de prensa de la Philippe-Chatrier, su casa. Una alegría para su público. O no. Porque Nadal sueña con jugar otra temporada, pero también reconoce que cualquier contratiempo, cualquier 'crec', cualquier dolor, le devolvería al abismo de la retirada. El equilibrio es incierto. El español deshoja y deshoja la margarita de su futuro, pero la flor todavía no le responde. No es el momento.

YOAN VALATEFE

«Le entiendo. Se sigue notando motivado, en los entrenamientos se encuentra bien y piensa que no hace falta retirarse, pero luego en los partidos su físico le lastra y cambia de parecer. Un día ve el sol y el otro, las nubes y así es difícil tomar una decisión firme. Hay que pensar que Rafa no se retira porque quiere, se retira porque su cuerpo le obliga. Eso es muy importante», analiza en París, Alex Corretja, dos veces finalista aquí, ahora comentarista del segundo Grand Slam de la temporada para Max y Eurosport, que lo emitirán al completo.

Fuerte en los entrenamientos

Quien fuera número dos del mundo recoge así las percepciones del entorno del propio Nadal que asegura que su nivel físico está por encima de lo mostrado en los últimos partidos. La cruda derrota ante Hubert Hurkacz en segunda ronda del Masters 1000 de Roma fue muy desconcertante. Pero ya lo había sido la dificultad para vencer a Zizou Bergs en el estreno del torneo. Nadal entonces venía de una semana de entrenamientos a altísima intensidad, con un set de práctica ganado a Stefanos Tsitsipas, y se entendía capaz de más.

Ahora, antes de Roland Garros, también llega después de derrotar en entrenamientos a rivales de la talla de Sebastian Korda, Stan Wawrinka, Daniil Medvedev y Holger Rune, por lo que ni él mismo deduce qué pasará. El trabajo de los últimos meses podría florecer, vencer a Zverev y abalanzarse sobre el torneo como hizo tantas veces. O podría caer pronto, hacerse daño y entender que sí, que ahora ya, que toca decir adiós.

Sin homenajes en París

En ese funambulismo se mantiene desde hace más de un año. Un continuo sí, pero no. «Mi intención es que 2024 sea mi último año», dijo en marzo de 2023 cuando se apartó de las pistas, pero unos meses después, en septiembre, ya recuperado de su operación de cadera, se retractó: «No puedo asegurar que 2024 será mi último año». Ausente del Masters 1000 de Montecarlo, este curso tampoco se despidió del todo del Trofeo Conde de Godó y el Masters 1000 de Roma y sólo fue tajante sobre su última participación en el Mutua Madrid Open, un torneo hacia el que siente amor y odio. Nadal nunca ha dicho que éste será su último año en Roma.

ALESANDRO DI MEOEFE

«Creo que en 2025 jugará en Montecarlo y en Roma, pero dependerá de cómo le vaya en los próximos torneos», aseguraba esta semana Paolo Lorenzi, ex jugador y director del torneo italiano, que recordaba también que al español le queda calendario esta misma temporada. Porque Nadal se ha inscrito en Wimbledon -aunque es improbable que juegue- y ha confirmado que estará en la Rod Laver Cup de septiembre.

Su indecisión ha impedido que Nadal reciba homenajes oficiales más allá del que vivió en Madrid y tampoco habrá actos parecidos en Roland Garros. Pese a la escultura que luce esplendorosa a la entrada de la Philippe-Chatrier, el español podría abandonar el torneo parisino sin más, pues así lo ha pedido él. «Teníamos algo planeado, pero quiere dejar la puerta abierta, así que no le presionaremos. Puedo confirmar que no habrá homenaje este año», comentaba ayer la directora de la competición, Amelie Mauresmo, que confía en que, llegado el momento, la afición parisina improvise una despedida a Nadal a su altura.

Alcaraz calienta ante Wolf y ya está en segunda ronda de Roland Garros

Alcaraz calienta ante Wolf y ya está en segunda ronda de Roland Garros

Cualquier opción de Carlos Alcaraz al título en Roland Garros este año exigía un inicio así: un aterrizaje suave, un simple punto de partida, la gloria aún queda lejos. En su cuarta presencia en París, se estrenó este domingo con una victoria amable, muy amable, contra el estadounidense J.J. Wolf por 6-1, 6-2 y 6-1, que sólo le sirvió para romper a sudar. El rival de su adversario apenas permitió probarse al español, pero tampoco necesitaba más. Ya está en segunda ronda del Grand Slam francés donde el miércoles, después de dos días de descanso, se enfrentará al vencedor del duelo entre el británico Jack Draper y el holandés Jesper de Jong.

Antes de que apareciera en la Philippe-Chatrier había dudas sobre su físico, sobre cómo golpearía con su derecha, sobre si sería capaz de dominar con su drive y cuando se marchó de la pista central las dudas seguían ahí. Alcaraz calentó, mandó y venció, pero lo hizo prácticamente sin oposición. Pese a la grandilocuencia del escenario y de las perspectivas abiertas para los próximos días, el hoy número tres del mundo, no necesitó su mejor tenis, exigirse en exceso. Muy fresco de piernas, empujó al fondo de la pista a un Wolf que falló en exceso, especialmente inexperto con su revés: el estadounidense acabó el partido con 35 errores no forzados y sólo 10 golpes ganadores.

Alcaraz fue de menos a más, aunque el marcador no lo refleje. En el primer juego del partido, de hecho, envió fuera tres golpes de derecha y se dejó romper el servicio. Justo después seis juegos seguidos y se hizo con el set, pero igualmente fue creciendo durante el encuentro. En cada juego, más peso a su derecha, más dureza en el saque, más subidas a la red. En cada juego, un poquito más. No requirió más. Su victoria, es más, su victoria en tres sets nunca estuvo en duda. Al cerrar el partido, un puño hacia su palco -donde estaba David Ferrer- y a seguir.

Wolf, ante Alcaraz, este domingo.

Wolf, ante Alcaraz, este domingo.ALAIN JOCARDAFP

Su rival, Wolf, era realmente un rival raro. De familia deportista -su abuelo Charles entrenó a los Detroit Pistons y su padre Jeff ya fue tenista-, pese a sus 25 años debutó como profesional en 2019 y sólo dos años después, en 2021, sufrió dos hernias que casi le arrebatan la carrera. No fue así. El año pasado volvió para conseguir su gran hito, una cuarta ronda en el Open de Australia y un ascenso en el ranking hasta el número 39, y para seguir aumentando sus ingresos de challenger en challenger. Con un peinado peculiar, melena rala estilo Agassi, este domingo se rapó para enfrentarse a Alcaraz, pero el cambio no le sirvió mucho. El español disfruto de una victoria amable, muy amable.

"Esta victoria me ayuda mucho. Siento que mi nivel de tenis ha sido alto, que he sabido moverme, que he jugado un tenis inteligente. He pegado algunas derechas al 100%, otras no, pero el tenis también va así", analizaba Alcaraz después del partido que al mismo tiempo también admitía que se sigue sintiendo "raro, con miedo" respecto a su brazo. "Honestamente antes del partido tenía pocas expectativas y ahora ha aumentado. La semana de entrenamientos que he vivido aquí me ha dado confianza y me he dado cuenta que puedo ofrecer un buen nivel", finalizaba tras su triunfo.

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