Rory McIlroy sobrevive al dramático desenlace del Masters para ser leyenda del golf

Rory McIlroy sobrevive al dramático desenlace del Masters para ser leyenda del golf

Euforia, gritos, maldiciones, risa nerviosa, llantos, congoja. La última jornada del Masters podría resumirse con una sucesión de sentimientos, un recorrido de onomatopeyas que fueron del "ohhh" al "ahhh", pasando por el aplauso a la decepción o de la tristeza a la euforia. Un cóctel de emociones que haría más justicia a la hora de describir lo sucedido durante algo más de cuatro horas del domingo en Augusta. Ni los periodistas más veteranos de la sala de prensa recuerdan un desenlace así: "Quizás el de 1986", apuraban de memoria en un corrillo, o más cercano en el tiempo, el de 2011, de aciago recuerdo para Rory McIlroy, héroe de esta edición, pese a haber coqueteado con la tragedia durante varios momentos de la jornada. Ya deberían estar haciendo la edición especial del gnomo para el Masters 2026 con la cara de Rory.

El Augusta National, el campo más correcto del planeta, se desquició por completo en lo que ya debería ser un domingo que ocupe un lugar en la cúspide de la historia del golf, a la altura del duelo al sol, el milagro de Medinah o las gestas más heroicas de Tiger Woods.

Muy pronto empezaron las emociones. Ya en el hoyo 1, Rory, que salía con dos golpes de ventaja a los últimos 18 hoyos, falló su salida al bunker y encadenó una serie de errores que lo llevaron al doble bogey. Bryson DeChambeau, solvente, sacó adelante un par que igualaba el torneo. Lo habíamos venido como algo más que un duelo, Europa contra Estados Unidos, LIV Golf frente al PGA Tour, las dos principales personalidades del golf se medían en el último partido del Masters. Rory cargaba con una mochila repleta de fantasmas del pasado. "Voy a dejar el teléfono a un lado y quizás vea el segundo capítulo de la tercera temporada de los Bridgerton, me quedé dormido anoche", apuntillaba el aspirante al Grand Slam.

recuperación imposible

El birdie en el hoyo 2 de Bryson le puso por primera vez por delante en el torneo, aunque reaccionó rápido el norirlandés para restar un golpe en el 3, mientras el norteamericano cometía el primer error del día. McIlroy recuperaba la iniciativa en el marcador. Volvía a afianzar el irlandés su liderato con un doble hoyo (birdie-bogey) en el 4, tres de ventaja para Rory. El primer hoyo donde ambos salvaron el par fue el 5. En el 7, el irlandés falló a los árboles de la izquierda e inventó una recuperación imposible por arriba, aunque no culminó con birdie.

Sin embargo, sí remató en los hoyos 9 y 10 con dos birdies más, especialmente importante fue de este hoyo 10, donde en 2011, siendo líder, cometió un triple bogey que fraguó una de las debacles más crueles de la carrera del norirlandés. No sería la última. Aunque hace 14 años, Rory terminaría perdiendo el Masters con una ronda final de 80 golpes.

Para entonces, DeChambeau ya se había condenado con un doble bogey en el hoyo 11 a ser una pieza decorativa en el desenlace, y el inglés Justin Rose se había reivindicado con seis birdies en los últimos ocho hoyos. El inglés, que ya perdió el playoff del torneo con Sergio García en 2017, había recuperado siete golpes de desventaja. A estas alturas, el torneo parecía cosa de dos jugadores, más bien de McIlroy y sus fantasmas. Lo intentó Patrick Reed, que terminó con -9 después de embocar un eagle desde la calle en el hoyo 17.

El festejo de McIlroy tras imponerse a Rose en el 'playoff'.

El festejo de McIlroy tras imponerse a Rose en el 'playoff'.AP

Scottie Scheffler, número uno, terminó la semana cuarto con -8, y una ronda de 69 golpes, que confirma la mejoría lenta del defensor de la chaqueta verde. El sueco Ludvig Åberg, segundo el año pasado en su primera participación, iba camino de algo más, pero terminó con bogey en el 17 y triple bogey en el 18, para confirmarse con una séptima plaza en -6.

Rose encendía el hoyo 18 con un birdie final desde casi siete metros para firmar con 66 golpes la mejor ronda dominical y presionar a su compañero de Ryder Cup con un -11.

El drama ya se estaba cebando entonces con McIlroy, que inexplicablemente tiró su bola al agua de tercer golpe en el hoyo 13 con un sandwedge. Había pasado de 14 bajo par y un cómodo colchón de cuatro golpes de ventaja a perder tres golpes en tres hoyos y afrontar el Amen Corner en -11. Un nuevo bogey en el 14 le dejaba contra las cuerdas en -10. El murmullo del campo parecía ir fabricando un nuevo relato de la enésima debacle de Rory en los majors, la última tan reciente como el US Open del año pasado en Pinehurst, donde Rory se dejó dos putts de un metro para perder el torneo.

Gesto de incredulidad

Pero el norirlandés se tenía guardado un soberano hierro en el 15 para una oportunidad de eagle de poco más de metros que no pudo convertir. Hizo birdie en el 15 con dos putts y falló otro clamoroso en el 16. Otra vez las manos en la cabeza de incredulidad por otra oportunidad perdida, pero una nueva reacción en el 17, dejando la bola dada de dos con otro explosivo golpe desde la calle. El birdie le daba un golpe de ventaja sobre Rose con el 18 a jugar. La salida fue perfecta en el golpe más complicado del hoyo final, pero de nuevo el drama. Rory tiró su bola al bunker con el wedge en las manos, y otro putt de dos metros para par que se iba al limbo de los fracasos. La sala de prensa, el campo, todos enmudecieron, con un silencio condescendiente que hacía temerse un nuevo y cruel final. Rose le esperaba para un desempate.

Pero tocó la versión del Rory bueno en la continuación y mejoró un buen golpe de Rose. El putt no llegaría a los dos metros, y sí, esta vez terminaría dentro. Un final feliz para un cuento donde las hadas y los monstruos se daban de garrotazos. Rory, caía de rodillas en el green del 18, lloraba como un niño. La victoria más especial y la que lo lleva a la categoría de leyenda. Ya tiene su colección de los cuatro grandes y entra en el olimpo restringido donde solo Gene Sarazen, Ben Hogan, Jack Nicklaus, Gary Player y Tiger Woods han entrado. El último fue el Tigre en el año 2000.

Por su parte, Jon Rahm logró maquillar el torneo con un buen fin de semana que lo deja en el puesto decimocuarto. Cerró el español con 69 golpes a las puertas del top-10. "Me daría un seis y medio", se puntuaba el de Barrika, que ya espera ansioso al PGA Championship en pocas semanas.

Una remontada sin premio

Una remontada sin premio

Actualizado Domingo, 21 julio 2024 - 20:42

Jon Rahm fue el primer encargado de revolucionar la última jornada del Open Championship. El de Barrika tuvo una salida fulgurante y agitó el tablero haciendo que Royal Troon hablara español, por lo menos durante casi dos horas. El sueño de ser campeón del Open Británico se desbarató con el bogey en el hoyo 11, el primero y único del día para el español, que terminó con -1, empatado en la séptima plaza junto al número uno del mundo Scottie Scheffler.

"Me he dado la oportunidad. Si juego bien entre el 9 y el 12, igual hubiera tenido una opción, pero tal y como estaba el viento, bajando, era complicado", afirmaba satisfecho por la semana. "He jugado muy bien, porque el campo está duro. Estoy muy contento, he hecho un gran trabajo tras no desesperarme demasiado. El juego corto ha sido muy bueno". dijo Rahm, que cierra su temporada en los majors con el mejor resultado del año.

A puñetazo limpio se batieron por la jarra de clarete hasta ocho jugadores. La naturaleza quiso que el desenlace del Open Championship fuera la ronda más apacible de la semana y los ocho primeros hoyos el maná que aprovechar antes de afrontar los complicados nueve segundos, donde resultaba casi inevitable perder golpes. Pero el viendo amainó, lo que dejó a Royal Troon totalmente desprotegido ante el paso de los últimos partidos. Xander Schauffele, que terminó los primeros nueve hoyos con -2, encadenó aciertos en los hoyos 11, 13, 14 y 16 para poner el torneo con -9 y pasar por encima de Juston Rose (-7), segundo clasificado gracias al birdie en el 18, la mayor ovación que se ha escuchado en toda la semana en Royal Troon. El acierto en el ultimo agujero también le sirvió a Billy Horschel (-7) para empatar en la segunda posición.

"Quizás me haya faltado algo de suerte"

Cuarto en solitario fue la revelación del torneo, el sudafricano Thriston Lawrence (-6). Y cerraron el top-ten y los guarismos bajo el par Russel Henley (-5), Shane Lowry (-4), además del propio Rahm, Scheffler y Sungjae Im, todos con -1. Los 65 golpes hicieron a Schauffele justo campeón y golfista del año.

"Quizás me haya faltado algo de suerte para luchar por la victoria". No le faltaba razón a Rahm, que cada día de juego de los cuatro de este Open estuvo en el turno más perjudicado por la meteorología. Pese a todo, lo peleó el de Barrika con cuatro birdiesen los siete primeros hoyos y arrancó la locura del gentío con tres consecutivos para empezar. Todo lo que no entró los primeros tres días, vio hoyo en los dos primeros, donde embocó desde cinco y seis metros, respectivamente. El público español se hacia notar ante los aciertos, pero Rahmbo, hierático, no producía ni una muesca ante tanta muestra de cariño. El español entra en trance desde que llega al campo a calentar y solo sale del mismo cuando estrecha la mano de sus oponentes al terminar cada ronda.

Fue una pena el putt del 8 para birdie desde tres metros que hubiera redondeado el explosivo comienzo. A esas alturas los últimos partidos ya habían empezado y coleccionaban birdies en el primer tramo. A dos golpes llegó estar Rahm, fue solo un espejismo y con la desaparición del viento llegaron los birdies por detrás y la victoria del norteamericano.

Shauffele, medallista olímpico

Xander tiene 30 años, 11 triunfos profesionales y entre ellas su primer major conseguido este mismo año en el PGA Championship. Además tiene el honor de haber logrado la medalla de oro en los últimos Juegos Olímpicos disputados en Tokio. Se da la circunstancia que este año, los cuatro ganadores de majors son americanos, algo que no pasaba desde 1982.

Con respecto al resto de españoles que pasaron el corte, Jorge Campillo terminó con el par en la ultima jornada empatado en el puesto 43 con +8, mientras que el amateur Luis Masaveu concluyó en el puesto 78 con +18.

Scottie Schleffer, número uno del golf, detenido por conducción temeraria antes de disputar la segunda ronda del PGA

Scottie Schleffer, número uno del golf, detenido por conducción temeraria antes de disputar la segunda ronda del PGA

Actualizado Viernes, 17 mayo 2024 - 15:47

La segunda jornada del PGA Championship se ha visto salpicada desde primera hora de la mañana por un auténtico caos. Un autobús de la organización ha atropellado mortalmente a una persona mientras cruzaba por un carril reservado para miembros del torneo. Esto ha provocado atascos kilométricos y retenciones en los accesos al campo de Valhalla, que hacían imposible que jugadores, público o trabajadores pudieran llegar hasta el club.

En medio de esta locura, el número uno del mundo, Scottie Scheffler en su afán de llegar en hora para su salida, ha decidido, según testigos presenciales, circular por el arcén a gran velocidad. El agente allí presente le ordenó que se detuviera y se agarró al coche hasta que el golfista se detuvo.

Las imágenes muestran al número uno del golf retenido contra su coche y como dos oficiales de la policía le esposaban para trasladarse a dependencias policiales debido a asalto en segundo grado a un oficial, por conducción temeraria y por hacer caso omiso a las señales de tráfico indicadas por la policía. Según cuenta el periodista Jeff Darlington de ESPN, en ese momento el golfista se dirigió a él y dijo: "por favor, ayúdenme".

EN LIBERTAD

A estas horas ya circula la imagen de la ficha policial del jugador tejano, ganador este año del Masters de Augusta y del The Players Championship. Schleffer ya se encuentra en libertad y podrá disputar la segunda ronda del torneo que ha comenzado con más de una hora de retraso.

Rahm y el PGA Championship o cómo romper el único maleficio del golf español

Rahm y el PGA Championship o cómo romper el único maleficio del golf español

Actualizado Miércoles, 15 mayo 2024 - 17:58

Valhalla evoca a historias épicas, a batallas mitológicas con vikingos y dioses. Esta semana, un campo de golf en el corazón de la América profunda que presume del mismo nombre acoge el segundo major del año: el PGA Championship. Los mejores del mundo, compitan donde compitan, vuelven a juntarse.

Hablamos del mejor plantel de jugadores: 156 golfistas, donde solo faltan tres top 100 del ránking mundial, incluidos 16 pertenecientes al LIV Golf. Del circuito saudí, de hecho, saldrán dos de los tres españoles, Jon Rahm y David Puig, a los que une Adrián Otaegui, brillantemente clasificado tras su victoria en China.

Rahm quiere dejar atrás polémicas, centrarse en competir y quitarse el mal sabor de boca de su defensa del Masters de Augusta, donde terminó en el puesto 45º. El año de su fichaje por el LIV Golf está siendo extraño: ni una sola victoria, aunque en el Top 10 de los siete eventos de la gira saudí. Ahora quiere romper el maleficio del golf español, que nunca en la historia ha ganado un PGA Championship, el único Grand Slam que el país no tiene en sus vitrinas.

"El PGA me ha dado muchísimo"

"Ojalá podamos cambiar esa dinámica, no hay un razón especial que explique porque los españoles no hemos jugado bien en este torneo", comenta el propio Rahmbo antes de la cita. Pese a su compromiso con el LIV Golf, quiso aclarar de una vez por todas su postura y su agradecimiento al PGA Tour. "Sigo siendo miembro del PGA Tour, independientemente de que esté suspendido o no. El PGA me ha dado muchísimo y la oportunidad de ser quien soy", enfatizó en al portal Ten Golf, donde dejó claras sus intenciones de mantener la membresía del DP World Tour.

Para ello tendrá que pagar las multas de cada torneo del LIV que coincida con uno del antiguo circuito europeo y comprometerse a jugar un mínimo de cuatro torneos en su gira. En su órbita siempre ha estado el Open de España, aunque el nacimiento de su tercer hijo, previsto para esas fechas podría hacerle cambiar de planes.

En la década de los años 80 un soñador multimillonario apasionado de la mitología contrató a Jack Nicklaus para construir un campo diferente y capaz de albergar grandes eventos. En total, siete grandes citas han visitado Valhalla a lo largo de estos años, destacando tres ediciones del PGA Championship (esta semana se disputará la cuarta), con ganadores tan emblemáticos como Tiger Woods en 2000 o Rory McIIroy en 2014. Además la Ryder Cup de 2008 que conquistó Estados Unidos también se disputó en esta sede.

Un dato contra Scheffler

En la nómina de favoritos precisamente destaca McIIroy, cuyo destino ofrece una curiosa cábala. El norirlandés ganó hace sólo unos días el Wells Fargo, un torneo del PGA Tour que supone haber logrado dos victorias consecutivas en la antelasa del PGA Championship. El último en lograrlo fue precisamente él en 2014, precisamente en Valhalla, cuando conquistó The Open y el Campeonato del Mundo Bridgestone Invitational antes de triunfar en el PGA. Aquél fue su cuarto y último major hasta la fecha, por lo que ahora espera romper esa sequía de 10 años.

El otro gran aspirante es Scottie Scheffler, que espera llegar al PGA con ese pan debajo del brazo que la sabiduría popular siempre atribuye al nacimiento de un hijo. Hace pocos días el indiscutible número uno del mundo fue padre por primera vez. Cuatro victorias este año, entre ellas The Players Championship y The Masters, acreditan que la versión actual de Scheffler es la más parecida a la del mejor Tiger Woods. En contra de él, un dato tan real como absurdo: todas la victorias de Scheffler se han producido entre febrero y abril. Jamás ha ganado un torneo más allá de mayo.

Woods ha desaparecido de la lista de favoritos para entrar en la lista de alicientes. Su llegada al torneo es otra gigantesca incógnita, pasar el corte ya sería un éxito, aunque el estadounidense, con 15 majors a sus espaldas, no se resigna y sigue pregonando aquello de que está en el PGA para ganar.