El desorden y la ilógica se hacen con el PGA Championship: Jon Rahm, único español bajo el par

El desorden y la ilógica se hacen con el PGA Championship: Jon Rahm, único español bajo el par

Actualizado Viernes, 16 mayo 2025 - 08:12

Si el golf resulta impredecible, dentro de las grandes citas, es el PGA Championship el major más propenso a los desvaríos y la primera jornada en Quail Hollow ha sido una muestra de ello. Los primeros 18 hoyos del segundo major del año han dado como resultado un top-10 repleto de nombres fuera del radar del gran público y un liderato sólido del venezolano Jhonattan Vegas, que logró imponerse con cinco birdies en los últimos siete hoyos. De toda la maraña de nombres, sorprende ver a tres latinos (Vegas, el puertorriqueño Rafa Campos y el colombiano Nico Echeverría), al capitán americano Keegan Bradley, pero sobre todo a Luke Donald, capitán del equipo europeo, y primer gran protagonista. A sus 47 años, tomaba más esta semana como parte de su trabajo de capitán que de competición, pero 18 hoyos más tarde se encuentra como el único jugador del torneo que no ha cometido ni un solo error en 18 hoyos. Los 67 golpes del inglés son su ronda inicial más baja en un major en 21 años, han pasado 10 años desde que Donald terminaba sin bogeys en 18 hoyos de un evento del Grand Slam. Ni siquiera él podría sospechar un inicio así. "Estoy sorprendido", aseguraba a la prensa británica.

Dentro de las sorpresas y vaivenes golfísticos de la primera jornada del PGA Championship, el golf español no ha salido especialmente bien parado, aunque tampoco es un comienzo que invite a la debacle, sobre todo si lo comparamos con algunos de los sorprendentes resultados que nos ha traído la primera jornada: Rory McIlroy, cuatro veces ganador en este campo, vigente campeón del Masters de Augusta y The Players, además del torneo de Pebble Beach, arrancó con +3, más allá del puesto 100. Otros notables sobre par son Brooks Koepka (+4), Patrick Cantlay (+3), Justin Thomas (+2), Xander Schauffele (+1), Jordan Spieth (+5), Cameron Smith (+7), Justin Rose (+5), Joaquin Niemann (+3).

Jon Rahm sigue viendo brotes verdes y hoy los ha recogido con una ronda de 70 golpes (-1), con muchas más luces que sombras: "Muy contento, cosas muy buenas y muy positivas, aunque aún ha habido algunos fallos", afirmaba. Especialmente por sus segundos nueve hoyos, los primeros de Quail Hollow, donde Rahm cometió cuatro bogeys. Terminó la jornada en el puesto 29 a seis golpes del venezolano Vegas (-7) y a cuatro de la segunda posición compartida por el australiano Cam Davis y el norteamericano Ryan Gerard con 66 golpes. Gerard juega su quinto major y debuta en un PGA Championship. Dos sorprendentes nombres que suponen un desafío al orden establecido del golf mundial, veremos si la revolución es transitoria o va más allá de los primeros 18 hoyos.

Otra sorpresa mayúscula y positiva fue ver a David Puig en el campo de golf, con una ronda del par del campo, y un significado casi heroico detrás. Hace poco más de 24 horas, el golfista de La Garriga contemplaba la retirada del torneo. Puig llevaba casi 10 días con grandes molestias en su espalda, se ha hecho pruebas de todo tipo, pero los médicos no daban con la raíz que provocaba el dolor. Las sesiones de fisioterapia parecían incluso empeorar su zona lumbar. Pese a la preocupante situación, el español decidió viajar el domingo, con pocas opciones de ser parte del torneo, el dolor continuó: lunes, martes, miércoles... El comienzo del torneo se acercaba y la espalda no mejoraba.

Ya a la desesperada y tras nueve días sin dar un golpe de golf, ayer miércoles, Puig se animó a jugar nueve hoyos, por pisar el campo de golf y las molestias fueron tan soportables, que incluso experimentó una ligera mejoría. Con esas buenas noticias salió hoy a jugar en su horario de salida a las siete y once de la mañana, hora local. "No ha sido la mejor noche, me costó dormirme, he dormido cuatro horas, a las 4 sonó la alarma, todo el cuerpo estaba muy frío", pero un par de horas más tarde llegaba, con un parcial de -3, a coliderar el torneo durante una buena parte de la primera jornada. Historias que se escapan a la lógica. "Es difícil describir la vuelta de hoy, siento más que nada orgullo, han sido días muy duros, con muchas dudas en mi cabeza, sin saber lo que tenía, ni si iba a poder jugar. Estaba totalmente fuera del torneo hace un día", aclaraba al finalizar.

Es como un pequeño milagro, aunque con un final cruel en forma de doble bogey en el hoyo 18 después del peor swing del día. "Los dos últimos hoyos han sido swings bastante malos, supongo que se junta un poco con el tema de la espalda y el cansancio. Además, no haber jugado el campo antes me generaba un poco más de presión."

Eugenio López-Chacarra, el español más en forma del momento, pagó los nervios del comienzo y el barro de un campo con mucha agua acumulada. A pesar de las lluvias que cayeron en los días previos, la PGA de América decidió que los jugadores no pudieran colocar la bola en calle, pese a que algunas bolas sufrieran acumulación de barro, una decisión que no convenció a todos. Scottie Scheffler, el número uno del mundo, fue uno de los más críticos, aunque terminara con -69 golpes (-2) en una de las mejores actuaciones de los jugadores a priori favoritos.

"El arranque no ha sido bueno, he comenzado nervioso, +3 en los primeros 4 hoyos, con un poco de mala suerte, la bola se me ha quedado con barro... La decisión de no colocar bola la entiendo, es un major, pero para mí que pego la bola muy alta, se me han quedado muchas bolas con barro en el centro de la calle y el putt no ha ayudado", Chacarra se quejaba de no haber aprovechado los tres pares cinco y dos pares cuatro cortos de Quail Hollow. "He jugado bastante mejor de lo que dice el resultado".

Mucho peor fueron las cosas para Sergio García, quien concluyó con 75 golpes y un resultado de +4, sus sensaciones fueron casi peores que el resultado.

El fin de la maldición de Rory, el abrazo a su hija, Poppy, y las lágrimas sobre Augusta: "Fueron 14 años de gestación"

El fin de la maldición de Rory, el abrazo a su hija, Poppy, y las lágrimas sobre Augusta: “Fueron 14 años de gestación”

Actualizado Lunes, 14 abril 2025 - 16:08

Gene Sarazen, en 1935, fue el primero que completó el Grand Slam tras vencer en el Masters. Ben Hogan, con 40 años, fue el más veterano en lograrlo tras su victoria en el Open Championship de 1953. Gary Player tenía 29 años cuando, en el US Open de 1965, se convirtió en el tercer jugador en conseguir esta gesta. Un año después, Jack Nicklaus lo logró en el Open Championship de 1966 con solo 26 años y Tiger Woods entró en la historia del golf en el año 2000 con su victoria en el Open Championship con apenas 24 años, el más joven en la historia.

La épica de lograr, en un deporte individual, triunfar en los eventos referenciales y más importantes esta reservado a un puñado de privilegiados. Hasta el domingo, en golf solo cinco jugadores en la historia de este deporte lo habían logrado, ninguno de ellos lo hizo en una misma temporada.

Rory cerró el domingo un capítulo más de la historia de este deporte, lo hizo con 35 años, aunque el norirlandés nunca hubiera pensado que el camino iba a ser tan complicado. Un total de 11 tentativas ha tenido desde julio de 2014, cuando logró su tercera victoria en un major. Hasta entonces, todo había ido a velocidad supersónica.

En 2011, gana su primer major, el US Open de Congressional, con 8 golpes de ventaja. Un año después, conquista el PGA Championship con otra cómoda renta de ocho impactos y, dos años más tarde, en 2014, gana el Open por delante de Sergio García y Ricky Fowler. Estas victorias le posicionan, con solo 24 años, como candidato a sumar su nombre a la exclusiva nómina de jugadores que han triunfado en los cuatro majors al menos una vez. Ese mismo año, además, volvería a ganar el PGA Championship, sumando su cuarta gran victoria.

Desde entonces, para Rory solo existía una obsesión: el Masters de Augusta. "Voy a ir a Augusta el año próximo con 25 años y la posibilidad de ganar el Grand Slam, ni siquiera yo pensé que fuera posible", dijo hace algo más de una década en la sala de prensa del Open en Royal Liverpool.

Lo que tampoco podría sospechar entonces Rory es que el camino iba a ser tan largo y tortuoso, y que terminaría obteniendo el objetivo en la undécima tentativa. "Empezaba a preguntarme si alguna vez llegaría mi momento. Creo que llevo los últimos diez años viniendo aquí con la presión del Grand Slam sobre mis hombros y tratando de lograrlo... Sí, ahora me pregunto de qué vamos a hablar todos de cara al Masters del próximo año. Pero me siento absolutamente honrado, emocionado y muy orgulloso de poder llamarme campeón del Masters", eran las palabras del nuevo y emocionado triunfador.

McIlroy junto a su familia con el trofeo.

McIlroy junto a su familia con el trofeo.Getty

Todo parecía perfecto hace 14 años para que Rory, con solo 21 años, desbancara a Woods de la historia como el más rápido en lograrlo. Durante los tres primeros días de Masters, impuso su ley y llegó al domingo con una sólida renta de cuatro golpes de ventaja. Nadie dudaba de que aquel iba a ser un día histórico en Augusta. Su compañero de ronda entonces fue Ángel Cabrera, el mismo que tras pasar casi tres años en prisión, volvía al Masters este año y quiso acordarse de Rory. "Me encontré una nota en mi taquilla de Ángel Cabrera deseándome suerte antes de la ronda", desveló el domingo.

Cabrera fue testigo de excepción del sufrimiento aquel domingo de 2011, un calvario que comenzó con un triple bogey en el 10, bogey en el 11 y un doble más en el 12. Rory terminó su primera tentativa con 80 golpes y la más cruel lección de toda su carrera. El analista de la CBS, Peter Kostis, tuvo el mal trago de hacerle la primera entrevista tras la debacle. "Necesito un abrazo", recordó que Rory le dijo al oído antes de empezar. No era más que un chico de 21 años que admitía tener decorada las paredes de su habitación familiar en Hollywood (Irlanda) con pósters de Tiger Woods en el Masters de 1997.

Redención

Aquella fue la oportunidad más clara que a Rory se le presentó hasta el pasado domingo de ganar el Grand Slam. Desde entonces, desde el PGA Championship, su currículum de frustraciones ha ido creciendo. Se escapó el Open de 2022 en St. Andrews, fue segundo en el US Open de 2023 por detrás de Wyndham Clark, y el desenlace más dramático llegó en el US Open de Pinehurst en 2024, donde falló en los últimos tres hoyos dos putts de poco más de un metro para dejar escapar una nueva victoria.

"Sí, creo... yo diría que fueron catorce años en gestación, desde aquella vez en 2011 que salí con cuatro golpes de ventaja y sentía que podía lograrlo. Sí, había muchas emociones acumuladas que simplemente salieron en ese green del 18", ha explicado McIlroy. Emociones que se desbordaron con el abrazo a su hija Poppy después de haberse derrumbado sobre el green del 18 en el Augusta Nacional. "Un momento así hace que todos los años y todas las ocasiones en las que estuve cerca hayan valido la pena", sentenciaba Rory.

Rory McIlroy sobrevive al dramático desenlace del Masters para ser leyenda del golf

Rory McIlroy sobrevive al dramático desenlace del Masters para ser leyenda del golf

Euforia, gritos, maldiciones, risa nerviosa, llantos, congoja. La última jornada del Masters podría resumirse con una sucesión de sentimientos, un recorrido de onomatopeyas que fueron del "ohhh" al "ahhh", pasando por el aplauso a la decepción o de la tristeza a la euforia. Un cóctel de emociones que haría más justicia a la hora de describir lo sucedido durante algo más de cuatro horas del domingo en Augusta. Ni los periodistas más veteranos de la sala de prensa recuerdan un desenlace así: "Quizás el de 1986", apuraban de memoria en un corrillo, o más cercano en el tiempo, el de 2011, de aciago recuerdo para Rory McIlroy, héroe de esta edición, pese a haber coqueteado con la tragedia durante varios momentos de la jornada. Ya deberían estar haciendo la edición especial del gnomo para el Masters 2026 con la cara de Rory.

El Augusta National, el campo más correcto del planeta, se desquició por completo en lo que ya debería ser un domingo que ocupe un lugar en la cúspide de la historia del golf, a la altura del duelo al sol, el milagro de Medinah o las gestas más heroicas de Tiger Woods.

Muy pronto empezaron las emociones. Ya en el hoyo 1, Rory, que salía con dos golpes de ventaja a los últimos 18 hoyos, falló su salida al bunker y encadenó una serie de errores que lo llevaron al doble bogey. Bryson DeChambeau, solvente, sacó adelante un par que igualaba el torneo. Lo habíamos venido como algo más que un duelo, Europa contra Estados Unidos, LIV Golf frente al PGA Tour, las dos principales personalidades del golf se medían en el último partido del Masters. Rory cargaba con una mochila repleta de fantasmas del pasado. "Voy a dejar el teléfono a un lado y quizás vea el segundo capítulo de la tercera temporada de los Bridgerton, me quedé dormido anoche", apuntillaba el aspirante al Grand Slam.

recuperación imposible

El birdie en el hoyo 2 de Bryson le puso por primera vez por delante en el torneo, aunque reaccionó rápido el norirlandés para restar un golpe en el 3, mientras el norteamericano cometía el primer error del día. McIlroy recuperaba la iniciativa en el marcador. Volvía a afianzar el irlandés su liderato con un doble hoyo (birdie-bogey) en el 4, tres de ventaja para Rory. El primer hoyo donde ambos salvaron el par fue el 5. En el 7, el irlandés falló a los árboles de la izquierda e inventó una recuperación imposible por arriba, aunque no culminó con birdie.

Sin embargo, sí remató en los hoyos 9 y 10 con dos birdies más, especialmente importante fue de este hoyo 10, donde en 2011, siendo líder, cometió un triple bogey que fraguó una de las debacles más crueles de la carrera del norirlandés. No sería la última. Aunque hace 14 años, Rory terminaría perdiendo el Masters con una ronda final de 80 golpes.

Para entonces, DeChambeau ya se había condenado con un doble bogey en el hoyo 11 a ser una pieza decorativa en el desenlace, y el inglés Justin Rose se había reivindicado con seis birdies en los últimos ocho hoyos. El inglés, que ya perdió el playoff del torneo con Sergio García en 2017, había recuperado siete golpes de desventaja. A estas alturas, el torneo parecía cosa de dos jugadores, más bien de McIlroy y sus fantasmas. Lo intentó Patrick Reed, que terminó con -9 después de embocar un eagle desde la calle en el hoyo 17.

El festejo de McIlroy tras imponerse a Rose en el 'playoff'.

El festejo de McIlroy tras imponerse a Rose en el 'playoff'.AP

Scottie Scheffler, número uno, terminó la semana cuarto con -8, y una ronda de 69 golpes, que confirma la mejoría lenta del defensor de la chaqueta verde. El sueco Ludvig Åberg, segundo el año pasado en su primera participación, iba camino de algo más, pero terminó con bogey en el 17 y triple bogey en el 18, para confirmarse con una séptima plaza en -6.

Rose encendía el hoyo 18 con un birdie final desde casi siete metros para firmar con 66 golpes la mejor ronda dominical y presionar a su compañero de Ryder Cup con un -11.

El drama ya se estaba cebando entonces con McIlroy, que inexplicablemente tiró su bola al agua de tercer golpe en el hoyo 13 con un sandwedge. Había pasado de 14 bajo par y un cómodo colchón de cuatro golpes de ventaja a perder tres golpes en tres hoyos y afrontar el Amen Corner en -11. Un nuevo bogey en el 14 le dejaba contra las cuerdas en -10. El murmullo del campo parecía ir fabricando un nuevo relato de la enésima debacle de Rory en los majors, la última tan reciente como el US Open del año pasado en Pinehurst, donde Rory se dejó dos putts de un metro para perder el torneo.

Gesto de incredulidad

Pero el norirlandés se tenía guardado un soberano hierro en el 15 para una oportunidad de eagle de poco más de metros que no pudo convertir. Hizo birdie en el 15 con dos putts y falló otro clamoroso en el 16. Otra vez las manos en la cabeza de incredulidad por otra oportunidad perdida, pero una nueva reacción en el 17, dejando la bola dada de dos con otro explosivo golpe desde la calle. El birdie le daba un golpe de ventaja sobre Rose con el 18 a jugar. La salida fue perfecta en el golpe más complicado del hoyo final, pero de nuevo el drama. Rory tiró su bola al bunker con el wedge en las manos, y otro putt de dos metros para par que se iba al limbo de los fracasos. La sala de prensa, el campo, todos enmudecieron, con un silencio condescendiente que hacía temerse un nuevo y cruel final. Rose le esperaba para un desempate.

Pero tocó la versión del Rory bueno en la continuación y mejoró un buen golpe de Rose. El putt no llegaría a los dos metros, y sí, esta vez terminaría dentro. Un final feliz para un cuento donde las hadas y los monstruos se daban de garrotazos. Rory, caía de rodillas en el green del 18, lloraba como un niño. La victoria más especial y la que lo lleva a la categoría de leyenda. Ya tiene su colección de los cuatro grandes y entra en el olimpo restringido donde solo Gene Sarazen, Ben Hogan, Jack Nicklaus, Gary Player y Tiger Woods han entrado. El último fue el Tigre en el año 2000.

Por su parte, Jon Rahm logró maquillar el torneo con un buen fin de semana que lo deja en el puesto decimocuarto. Cerró el español con 69 golpes a las puertas del top-10. "Me daría un seis y medio", se puntuaba el de Barrika, que ya espera ansioso al PGA Championship en pocas semanas.

El 'acelerón' del golf hacia sus propios límites: desde 2011 se han visto los seis mejores resultados de la historia

El ‘acelerón’ del golf hacia sus propios límites: desde 2011 se han visto los seis mejores resultados de la historia

Actualizado Lunes, 20 mayo 2024 - 22:20

Desde 1860 hasta la semana pasada se han disputado 468 majors de golf con 233 ganadores diferentes. Ninguno de ellos había sido capaz de traspasar la barrera de los 20 golpes bajo el par hasta que Xander Schauffele dio este domingo, con su victoria en el PGA Championship de Valhalla, un gigantesco salto a la historia estableciendo el registro de -21. Nunca antes un jugador de golf había dominado de tal manera a un campo de golf en un torneo del Grand Slam. Y no es una cuestión de una preparación más benévola del escenario ni de unas condiciones húmedas durante la semana que motivaron unos greenes más receptivos.

Todo condiciona, pero el análisis es mucho más amplio y global. En los últimos meses, las alarmas del golf han sonado, el deporte ha evolucionado hasta un nivel en el que la mejoría en los resultados de los profesionales se ha descontrolado. En el Open Championship de 2016 Stenson ganó su duelo al sol con Mickelson haciendo -20, Dustin Johnson conquistó el atípico Masters de Augusta en noviembre de 2020 también con -20 y Cam Smith dominó en 2022 la mítica 150 edición del Open en St. Andrews con idéntico resultado. Los tres establecieron el récord tras superar la anterior cifra de -16 que Rory McIIroy y Brooks Koepka lograron, respectivamente, en las ediciones de 2011 y 2107 del US Open.

Quiere esto decir que en los últimos 12 años se han firmado los mejores seis resultados más bajos de la historia de los majors. Si nos referimos a las miles de rondas individuales que se han disputado a lo largo de la historia en los grandes las cuatro más bajas (62 golpes) se han suscrito todas desde 2017.

La conclusión parece bastante clara: el nivel del golf profesional ha mejorado escandalosamente en los últimos años, los campos se están quedando cortos, y los jugadores cada vez afinan más en todos los aspectos del golf. En el siglo pasado, solo cinco lograron la extraordinaria gesta de bajar de los 60 golpes en los principales circuitos profesionales, un hito que hasta entonces parecía una quimera. Hoy, la épica de firmar 18 hoyos por debajo de los 60 golpes se extiende a 20 rondas más. Solo en el último año y medio, hubo una tarjeta de 57 golpes, otra de 58, y cinco de 59.

Atletas con avances en todos los frentes

Son varios los factores que propician esta mejoría. Por un lado la mayor preparación de los competidores. Tanto física como mentalmente, el jugador de golf es un atleta. Exceptuando algunos ejemplos, están casi desterradas las imágenes de jugadores barrigudos o fuera de forma, estampa habitual de muchos de los campeones del pasado. Ahora se estudia la biomecánica, la nutrición, todos los detalles se cuidan para que el cuerpo humano saque su mayor rendimiento físico y cada músculo que interviene en el complejo swing de golf vaya al límite.

Aunque sin duda es la tecnología aplicada al material del golf lo que verdaderamente ha revolucionado este deporte. Hasta tal punto que los dos principales organismos que lo rigen, la USGA y el Royal and Ancient se han puesto de acuerdo para decir basta. En los últimos años se han ido imponiendo limitaciones en las longitudes de las varillas de los palos, o en el coeficiente de restitución de las cabezas del los drivers (el efecto palanca que pueden llegar a producir), pero no es suficiente. Los profesionales siguen alcanzando distancias estratosféricas, golpeando a la bola con materiales con mayor indulgencia hacia los errores humanos, la bola cada vez obedece más a exigencias de los jugadores y en consecuencia cada vez se juega mejor al golf.

El siguiente paso llegará en 2026, cuando USGA y R&A pretenden imponer el control sobre la bola de golf. A estas horas continúan las pruebas para lograr limitar la tecnología de la bolas y evitar que en ningún caso se pueda rebasar la distancia de 317 yardas.

En los experimentos se calcula que se reducirá la distancia de los profesionales entre 15-20 yardas, con lo cual se conseguirán mayores complicaciones para darle efectos a la bola. De momento la medida entraría en vigor de forma voluntaria, a través de una regla local que los organizadores podrían utilizar o no en sus torneos, aunque sin duda es el primer paso de lo que viene y el inicio de la lucha real contra los resultados.

Rahm y el PGA Championship o cómo romper el único maleficio del golf español

Rahm y el PGA Championship o cómo romper el único maleficio del golf español

Actualizado Miércoles, 15 mayo 2024 - 17:58

Valhalla evoca a historias épicas, a batallas mitológicas con vikingos y dioses. Esta semana, un campo de golf en el corazón de la América profunda que presume del mismo nombre acoge el segundo major del año: el PGA Championship. Los mejores del mundo, compitan donde compitan, vuelven a juntarse.

Hablamos del mejor plantel de jugadores: 156 golfistas, donde solo faltan tres top 100 del ránking mundial, incluidos 16 pertenecientes al LIV Golf. Del circuito saudí, de hecho, saldrán dos de los tres españoles, Jon Rahm y David Puig, a los que une Adrián Otaegui, brillantemente clasificado tras su victoria en China.

Rahm quiere dejar atrás polémicas, centrarse en competir y quitarse el mal sabor de boca de su defensa del Masters de Augusta, donde terminó en el puesto 45º. El año de su fichaje por el LIV Golf está siendo extraño: ni una sola victoria, aunque en el Top 10 de los siete eventos de la gira saudí. Ahora quiere romper el maleficio del golf español, que nunca en la historia ha ganado un PGA Championship, el único Grand Slam que el país no tiene en sus vitrinas.

"El PGA me ha dado muchísimo"

"Ojalá podamos cambiar esa dinámica, no hay un razón especial que explique porque los españoles no hemos jugado bien en este torneo", comenta el propio Rahmbo antes de la cita. Pese a su compromiso con el LIV Golf, quiso aclarar de una vez por todas su postura y su agradecimiento al PGA Tour. "Sigo siendo miembro del PGA Tour, independientemente de que esté suspendido o no. El PGA me ha dado muchísimo y la oportunidad de ser quien soy", enfatizó en al portal Ten Golf, donde dejó claras sus intenciones de mantener la membresía del DP World Tour.

Para ello tendrá que pagar las multas de cada torneo del LIV que coincida con uno del antiguo circuito europeo y comprometerse a jugar un mínimo de cuatro torneos en su gira. En su órbita siempre ha estado el Open de España, aunque el nacimiento de su tercer hijo, previsto para esas fechas podría hacerle cambiar de planes.

En la década de los años 80 un soñador multimillonario apasionado de la mitología contrató a Jack Nicklaus para construir un campo diferente y capaz de albergar grandes eventos. En total, siete grandes citas han visitado Valhalla a lo largo de estos años, destacando tres ediciones del PGA Championship (esta semana se disputará la cuarta), con ganadores tan emblemáticos como Tiger Woods en 2000 o Rory McIIroy en 2014. Además la Ryder Cup de 2008 que conquistó Estados Unidos también se disputó en esta sede.

Un dato contra Scheffler

En la nómina de favoritos precisamente destaca McIIroy, cuyo destino ofrece una curiosa cábala. El norirlandés ganó hace sólo unos días el Wells Fargo, un torneo del PGA Tour que supone haber logrado dos victorias consecutivas en la antelasa del PGA Championship. El último en lograrlo fue precisamente él en 2014, precisamente en Valhalla, cuando conquistó The Open y el Campeonato del Mundo Bridgestone Invitational antes de triunfar en el PGA. Aquél fue su cuarto y último major hasta la fecha, por lo que ahora espera romper esa sequía de 10 años.

El otro gran aspirante es Scottie Scheffler, que espera llegar al PGA con ese pan debajo del brazo que la sabiduría popular siempre atribuye al nacimiento de un hijo. Hace pocos días el indiscutible número uno del mundo fue padre por primera vez. Cuatro victorias este año, entre ellas The Players Championship y The Masters, acreditan que la versión actual de Scheffler es la más parecida a la del mejor Tiger Woods. En contra de él, un dato tan real como absurdo: todas la victorias de Scheffler se han producido entre febrero y abril. Jamás ha ganado un torneo más allá de mayo.

Woods ha desaparecido de la lista de favoritos para entrar en la lista de alicientes. Su llegada al torneo es otra gigantesca incógnita, pasar el corte ya sería un éxito, aunque el estadounidense, con 15 majors a sus espaldas, no se resigna y sigue pregonando aquello de que está en el PGA para ganar.