¡Por fin un récord del mundo! El agua hervía al paso de los finalistas en los 100 metros libre. Y más que en las otras calles en la ocupada por Pan Zhanle. El chino, 19 relampagueantes años, hecho de materia estelar supersónica, volaba dejando un rastro de espuma ardiente. Era el plusmarquista mundial (46.80). Y lo sigue siendo, ahora con 46.40. Dejó a más de un segundo a Kyle Chalmers y a David Popovici. Los aplastó, los ahogó en la prueba reina
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Cuando Léon Marchand emergió del agua en el último 50 de la mariposa, la futurista Defénse creyó ser presa de un maremoto. Era como la mariposa de la teoría del caos, cuyo aleteo puede provocar un movimiento sísmico, pero en carne y hueso. La fuerza de ese aleteo es la fuerza del oro que viene para encontrarse en el podio con el oro que resiste. Un cruce de caminos en la victoria entre miembros de dos generaciones a los que separan cinco años, pero es que un año de un campeón olímpico son cinco en un mortal. Marchand, de 22, es el oro que viene; Katie Ledecky, de 27, es el oro que resiste.
Los desafíos que se habían impuesto para estos Juegos tienen similitudes, al afrontar cada uno de ellos cuatro pruebas. Marchand, los 200 y 400 estilos, los 200 mariposa y los 200 braza. Por ahora ha nadado los tres últimos con el pleno: tres oros. Ledecky, los 400, 800 y 1.500 libre, y el relevo de 4x200 libre. Después de afrontar las dos primeras, suma un oro y un bronce. Podría decirse, pues, que se trata de un desafío incompleto para la estadounidense, pero sería injusto con una nadadora de época. La que viene es de Marchand, más rápido ya que Michael Phelps. La que vivimos pertenece también, al menos en el fondo, todavía a Ledecky. París los venera. Los Ángeles los espera.
El reto de Marchand no era únicamente el de nadar pruebas que parecen antagónicas, como los 200 mariposa y los 200 braza, sino hacerlo con apenas dos horas de diferencia, después de haber afrontado las semifinales, por la mañana, con menos margen. La mariposa muestra su extraordinaria velocidad. La braza, el mejor nado subacuático, gracias a su cuerpo longilíneo, casi púber, que opone menos resistencia al agua. La combinación arroja como resultado el mejor nadador de estilos del momento y, si vamos a los tiempos, quizás podamos hablar pronto del de la historia. El récord del mundo de los 400 estilos ya le pertenece (4.02.50). Se lo arrebató a Phelps.
La oposición de Milak
El orden de las finales era el mejor para el francés, ya que las semifinales habían demostrado que iba a encontrar más oposición en la mariposa que en la braza, debido a la presencia de Kristof Milak. El húngaro es un cíclope del agua. En la semifinal que también dominó, fue más rápido que Marchand. También había ocurrido en las series. De ese modo se inició la final, con el húngaro primero en los tres virajes. Al salir del tercero, Marchand apuró su nado subacuático y emergió como una orca. Algo se había dejado dentro contra lo que Milak nada pudo hacer. Tampoco contra la grada enfebrecida. El francés ganó el 200 mariposa más rápido de la historia olímpica (1.51.21) después de haber hecho lo propio en los 400 estilos. La braza, en cambio, devolvió a un Marchand dominador de principio a fin.
Para Ledecky fue más sencillo. El padecimiento que experimentó en el 400 libre desapareció cuando aumentó la distancia. La estadounidense es una fondista, pero una fondista muy rápida, como prueba el hecho de que ganara el 200 libre en los trials de su país. En la actual escena olímpica, sin embargo, no es suficiente, frente al potente equipo femenino australiano. No es únicamente Ariarne Titmus, que ya derrotó a Ledecky en Tokio. Volver a intentarlo dice mucho en favor de la norteamericana, que podría haberse refugiado en la larga distancia, del 800 al 1.500. En cambio, quiso aceptar el reto. La comodidad no va con los campeones, no con los campeones de verdad.
En el 1.500, la estadounidense impone una velocidad de crucero insostenible para el resto y acabar en 15.30.02. París asistió a su dominio y lo hizo con agrado, pese a animar a la francesa Anastasia Kirpichinkova, aunque La Défense no se emocionara como con Marchand, líder de un equipo francés que escala en el medallero. La natación gala, de profunda tradición olímpica, encuentra un nuevo referente desde Laure Manadou, con tres medallas (oro, plata y bronce) en Atenas'2004, con tan sólo 18 años. El nadador de Toulouse ya lo ha mejorado en París.
El liderazgo de EE.UU.
Ledecky encarna, asimismo, el liderazgo de una natación estadounidense venida a menos en París. La sombra de Phelps es alargada, muy alargada. Los 100 libre, que se disputaron ayer, dejaron campeones ajenos a las barras y estrellas. Caeleb Dressel, encumbrado en Tokio con cinco oros, ni siquiera pudo clasificarse para la prueba en los 'trials' en su regreso tras sufrir una depresión.
El oro de Ledecky es el octavo de su carrera y su medalla olímpica número 12. Si domina el 800 libre, algo previsible, y el 4x200 libre, menos a su alcance debido a la oposición de las australianas, superaría a Larissa Latynina, con nueve oros, como la mujer más laureada en la historia de los Juegos, algo que podría haber alcanzado ya Simone Biles si su mente no hubiera dicho basta en Tokio. La de Ledecky nunca para, continúa y continúa, como sus brazadas.
Emmanuel Macron hizo todo lo posible para que Kylian Mbappé estuviera en París. Los Juegos son sus héroes, sus personajes, son Jesse Owens, Mark Spitz, Nadia Comaneci, Carl Lewis o Michael Phelps... París necesita los suyos. Francia, también. Por ello, después del no de Florentino Pérez, el presidente de la República no dudó en llamar a Léon Marchand tras su victoria en los 400 estilos. Cuando respondió al móvil que le pasaron tras salir de la piscina, no podía creerlo. Es el Mbappé del agua, un león en el cuerpo de un niño.
Dos días después, Marchand volvió a lanzarse a la piscina de La Défense como si escuchara La Marsellesa: Allons enfant de la patrie... Suena el himno, lo corean los 17.000 espectadores mientras mueven las banderas, cuando empieza la prueba, acompañan con un grito cada una de sus brazadas, en una atmósfera poco común en los Juegos y en la natación. Marchand es un prodigio, un campeón, pero también es patria, es chovinismo.
El siguiente desafío, que hoy debe completar, es el de nadar las finales de 200 mariposa y 200 braza, con dos horas y cinco minutos de diferencia. Para clasificarse, ayer se lanzó a la piscina cuatro veces. Contemplativo en las series de la mañana, dominó con autoridad sus semifinales, con 1.53.50 en la de mariposa, donde el español Arbidel González fue octavo, y 2.08.11 en la de braza. En las primeras, sin embargo, fue más rápido en la suya Kristof Milak (1.52.72). Aguarda, hoy, un duelo tremendo.
Mayor adaptabilidad
Los nadadores no suelen compatibilizar la mariposa y la braza, salvo en las pruebas de estilos. Es más común que los mariposistas naden también las pruebas del libre. La morfología de Marchand, longilínea, de 1,87 y 76 kilos, le permite mayor adaptabilidad, con un nado subacuático clave, como demostró en la final de 400 estilos, que ganó en solitario durante buena parte en parciales de récord del mundo. Le pertenece (4.02.50) desde que se lo arrebató a Phelps. El primer título olímpico se suma, a los 22 años que acaba de cumplir, a los cinco oros mundiales, dos en Budapest 2022 y tres en Fukuoka 2023, siempre en las dos pruebas de estilos y la mariposa. En París, añade la braza.
La crianza del campeón de Toulouse empezó muy pronto, cuando su padre y tío le propusieron, a los seis años, que nadara contra otros niños en la piscina de un restaurante. Lo cierto es que podría haber sido mucho antes, porque Marchand es hijo y sobrino de nadadores de élite. Céline Bonnet, su madre, fue olímpica en Barcelona'92. Xavier Marchand, el padre, fue finalista olímpico en 1996 y 2000, y subcampeón del mundo en las mismas especialidades que nada su hijo, 200 y 400 estilos, en 1998. El hermano de Xavier, Christophe, y tío del nadador, tomó parte, asimismo, en los Juegos de 1988 y 1992. Dedicaron la vida a la natación, aunque sin obtener un gran beneficio, por lo que eran reacios, inicialmente, a que su hijo siguiera su camino. Poco se puede hacer contra la pasión y la genética.
Después de aquella prueba que asombró a su padre y tío, ya no se detuvo. Obtuvo la primera licencia a los seis años, adscrito al mismo club que había defendido su progenitor, el TOEC de Toulouse, de donde procedía el primer campeón olímpico de la historia de la natación francesa, Jean Bolteux, en Helsinki'52. La natación es una seña de identidad de la ciudad, que posee la piscina más larga de Europa, de 150 metros. En sus aguas empezó Fabien Barthez, antes de que el fútbol lo reclamara para defender la portería de la campeona del mundo de fútbol en1998.
A los 16 años, Marchand se convierte en el campeón absoluto más joven de Francia, en 200 mariposa, y la escalada es ya imparable. Los padres, pese a sus reticencias iniciales, saben que el salto a Estados Unidos llegará tarde o temprano, un paso necesario para su progresión, con la condición, eso sí, de que no abandone sus estudios de informática. Se produce en 2021, cuando Marchand se pone en manos de Bob Bowman, entrenador y Pigmalión de Phelps. El talento entra en una nueva dimensión. En Tokio, ese mismo, confirma lo que todos intuyen. Con 19 años, logra una interesante sexta plaza en los 400 estilos.
"Las cosas de las personas normales"
Marchand empieza a enfrentarse a la élite norteamericana en las competiciones universitarias, pero la pandemia le obliga a parar y regresar a Toulouse. En lugar de suponer un freno, el nadador ha recordado ese periodo como algo positivo: "Me fue muy bien volver a hacer las cosas que hacen las personas normales, como levantarme tarde o jugar a videojuegos con mi hermano". Durante la temporada, se levanta a las cinco y media de la mañana, seis días a la semana, para realizar entrenamientos en los que recorre entre cinco y siete kilómetros.
París observa el resultado de ese trabajo, con Bowman siempre cerca, además de los técnicos de la Federación Francesa de Natación, que posee unos apartamentos junto a la Défense Arena para que sus nadadores descansen mejor los días previos a las pruebas. Es la razón por la que los encargados de un control por sorpresa no localizaron a Marchand en la Villa Olímpica, donde acudieron a primera hora de la mañana del lunes. El staff de la federación verificó que la notificación de había producido y los controladores admitieron el error. Un contratiempo que podría haber complicado su 'jour de gloire'.
Después de tres jornadas sin récords del mundo, la primera final de la cuarta, los 100 espalda femeninos, suponía una especie de prueba de fuego para medir la calidad de una piscina envuelta en la polémica acerca de la idoneidad de su calado, poco profundo. En estas circunstancias, todas las pruebas están pasando un examen suplementario.
Pero, en especial, en este cuarto acto, lo experimentaban los 100 espalda femeninos. Hace un mes, en los trials estadounidenses, Regan Smith establecía un nuevo primado universal. Sus 57.13 borraban los 57.33 de la australiana Kaylee McKeown, plusmarquista, por otra parte, de los 200, distancia en la que destronó a la propia Smith. Desde 2019 se han ido alternando una y otra en el predominio de la espalda. Ahí tenemos una de las grandes rivalidades de la natación actual, representantes y continuadoras ambas mujeres de las dos grandes potencias históricas de su deporte.
A lo que íbamos. Un récord del mundo tan reciente debía por fuerza ser refrendado por mejoría o aproximación en la pileta olímpica. Y así fue. Por aproximación. No ganó Smith, sino McKeown. Campeona en Tokio con 57.47, refrendó su título y, además, con un nuevo récord olímpico: 57.33. Smith realizó 57.66. La otra estadounidense, Katharine Berkoff, 57.98. A tenor de esas marcas, no pareció lenta la piscina.
Tampoco lo fue para saludar, en los 800, los 7:38.19 del irlandés Daniel Wiffen, récord olímpico y europeo. Ni para lucirse, en las semifinales masculina y femenina de los 100 libre. Todos los chicos, con Pan Zhanle y David Popovici en la pomada, quedaron comprimidos en menos de 48 segundos. Y siete de las ocho chicas, en menos de 53. También se adornó, en los relevos masculinos 4x200 libre, con Gran Bretaña (6:59.43) cerca del tope universal de Estados Unidos (6:58.55).
Fin de la cuarta jornada. Siguen faltando los récords mundiales. Pero no la emoción ni la importancia de las medallas. Nada empaña el resplandor del oro, el brillo de la plata y el lustre del bronce.
Aunque no escasean los registros formidables, acaso tengan razón quienes, dado el supremo nivel de la competición, motejan de lenta la piscina. Unos 200 libre masculinos electrizantes con protagonistas sonoros desembocaron, sin embargo, en marcas nada cegadoras. A remolque durante toda la prueba, ganó David Popovici en la última, agónica brazada. Cuarto en Tokio cuando era un chavalín -ahora tiene 19 años-, el rumano (1:44.72) sólo adelantó por l
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En el mismo lugar que en Tokio, sexto. Tres años después, la sensación es frustrante para Hugo González. Tampoco el tiempo le consuela: apenas cinco centésimas más rápido (52.73 frente a los 52.78 de entonces). Lento para un podio olímpico, que exige lo mejor que cada nadador en el momento decisivo. Le sucedió a quienes subieron al cajón pretendido por el español. Se impuso el italiano Thomas Ceccon, que fue cuarto en la capital nipona, con unos excelentes 52.00, y en segundo lugar concluyó el chino Xu Jiayu, cuarto entonces. Si Hugo les hubiera seguido en la progresión, hoy tendría al menos el bronce. "Si estuviera contento, no sería deportista", dijo el español. Eran las palabras de la frustración.
Sabe Hugo que los 100 espalda no son su mejor prueba, aunque su resultado en Tokio fuera mejor que el de los 200, donde no alcanzó la final y se marchó entre quejas por las pocas ayudas que recibían los nadadores, a su entender. A partir del miércoles, cuando nadará las series y semifinales, si se clasifica, tiene su segunda gran oportunidad. Desde Tokio, el español ha trabajado tanto la salida como la velocidad, más determinantes cuanto menor lo es la distancia, en sus entrenamientos en California, aunque con la asesoría compartida de su entrenador de siempre en el Canoe, José Ignacio González, 'Taja'. "En menos de 48 horas tenemos la oportunidad de demostrar que hemos llegado mejor", insistió.
Mala salida
En París no ha podido, por ahora, mostrar los teóricos resultados. Mala fue su salida y mala su progresión, con un giro en 25,52 que empeoraba incluso en una centésima el de las semifinales. Entonces su tiempo fue de 52.95, por lo que en la final nadó más rápido el segundo 50, pero fue insuficiente.
La decisión de irse a Estados Unidos, crucial para el salto competitivo necesario, al entrar en el ecosistema universitario, donde se enfrenta en las ligas a los que serán sus rivales en los Juegos, ha sido un ir y venir, en Auburn, Virginia y finalmente California, hasta que se asentó en el grupo de Dave Durden, en Berkeley, nombrado, además, jefe del equipo estadounidense de natación. No es un viaje indispensable, como demostró el caso de Mireia Belmonte, pero se repite en los grandes nadadores olímpicos españoles, desde Martín López Zubero, afincado en Estados Unidos, a Sergi López o ahora Hugo. Al mallorquín le falta el podio que ellos consiguieron.
Más lento que en Doha
A pesar de que partía con grandes esperanzas también en el 100, donde fue plata en el pasado Mundial, hace unos meses en Doha, Hugo debe reponerse rápido mentalmente. En la capital qatarí fue capaz de nadar 52.70, registro que no pudo igualar en la piscina de La Defénse, donde fue tres centésimas más lento. Las referencias de un Mundial en año olímpico, apretado el calendario todavía por los efectos de la pandemia, no son las más interesantes, ya que muchos nadadores priorizan la preparación para alcanzar el pico de máximo rendimiento en los Juegos.
Si tiene algo que ver o no la profundidad de la piscina, de la que se quejó el mallorquín tras las series, la realidad es que es la misma para todos, también para el italiano Ceccon o el chino Jiayu. En 200, en cambio, fue campeón en Doha, además de lograr, justo dos meses antes de los Juegos, el récord de España (1.54.51) en los Campeonatos de España. El de 100 sigue lejos (52.38), en posesión de Aschwin Wildeboer desde 2009, un año prolífico para los récords, impulsados por los bañadores mágicos que más tarde fueron prohibidos por la FINA, aunque sin anular las plusmarcas. Algunos resisten a nivel mundial.
Los 100 espalda podrían haber tenido más representación española en una final, en categoría femenina, pero Carmen Weiler Sastre se quedó a un puesto. Fue quinta en su semifinal, como le había ocurrido a Hugo, pero su tiempo (59.72) fue el noveno en lugar del octavo. Para Carmen, el diploma habría sido un premio con sabor a medalla. Para Hugo, el papel no sabe a nada.
Acostumbrados a que la natación nos regale récords del mundo con pasmosa frecuencia, casi sorprendió que, ya en el primer día de competición, no se batiera ninguno. Mejor. Los récords tienen que hacerse esperar y darse a valer. Deben responder a lo excepcional y no a lo rutinario para mantener su prestigio. Ninguna máxima competición carece de interés porque no registre récord alguno. Al contrario. Plantea un desafío y un aliciente futuros cercan
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Antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, los que iban a ser sus Juegos Olímpicos, Hugo González (Palma de Mallorca, 1999) pensaba en retirarse. Con sólo 22 añitos, el nuevo líder de la natación española no se sentía apoyado por la Federación Española (RFEN), más bien todo lo contrario, y se veía fuera de la piscina. Querían que fuera a entrenar al CAR de Sant Cugat y él deseaba seguir en Estados Unidos, en la universidad donde estudiaba, Berkeley, en California. El desencuentro duró y duró. Hasta que el año pasado, después de mucho lío, hubo acuerdo entre las partes, González recuperó las ayudas, encontró varios patrocinadores y su futuro se aclaró. Desde entonces alterna meses en Berkeley con estancias en Madrid con un sistema único en el que lleva su propio plan, siempre acompañado de un técnico de su confianza. Desde entonces, brilla, vaya que si brilla.
Este año, en febrero, en el Mundial de Doha, se colgó dos medallas, un oro en los 200 espalda y una plata en los 100 espalda. Ahora sí estos Juegos Olímpicos de París tienen que ser sus Juegos Olímpicos. También nadará en los 100 espalda y los 200 estilos, pero apunten la fecha y la hora de su final, la final de los 200 espalda: 1 de agosto, 20.37 horas. Desde el ocaso de Mireia Belmonte, España no tenía una opción de medalla tan clara en el agua.
¿Ya puede entrenar y competir sin dudas sobre su futuro?
Depende cómo se mire. Ahora tengo más sponsors que nunca, como Iberia o YoPro y tengo más facilidades para poder viajar a las competiciones y para seguir mis entrenamientos. Todavía creo que hay cosas que mejorar, pero no me puedo quejar, me encuentro más cómodo que antes, sí.
Entonces, a sus 25 años... ¿Después de estos Juegos Olímpicos de París puede afirmar que seguirá nadando?
Diría que sí, porque estoy más arropado. Es más fácil seguir mi plan, prepararme en Estados Unidos y, al mismo tiempo, ha sido muy ilusionante poder volver a España. Ha sido un cambio importante en mi vida, he encontrado un equilibrio tanto en lo deportivo como en lo personal.
¿Cómo divide su vida ahora entre España y Estados Unidos?
Con muchos viajes. Esta temporada he estado algunos meses en Madrid y otros en Berkeley. En Madrid tengo el apoyo de mi familia y de Taja [el técnico del Real Canoe José Ignacio González], que ya era mi entrenador cuando tenía 16 años. Y en California, con Dave [Durden], soy parte de a un grupo de más de 40 nadadores de élite, muchos de ellos medallistas [como el campeón mundial de los 100 espalda, Hunter Armstrong, o el cuatro veces campeón olímpico Ryan Murphy]. Por el nivel que hay en la piscina, los entrenamientos allí son imposibles de replicar aquí, pero también es importante para mí poder volver a casa.
Los viajeros dicen que uno vive donde deja el cepillo de dientes.
Bueno, yo tengo dos cepillos, tengo mi vida en los dos sitios. En Berkeley tengo una habitación, comparto piso con un excompañero de universidad y en Madrid estoy en mi casa, con mis padres. Cuando estoy en uno u otro sitio me adapto a lo que hay, incluso a los entrenamientos, no impongo lo mío. Con el tiempo y la experiencia me he hecho muy flexible. Estoy muy a gusto en los dos sitios, la verdad.
¿En Berkeley acabó sus estudios de Ingeniería Informática?
No pude, no pude. En mi primer año en Estados Unidos, además del aprendizaje del idioma, cambié dos veces de universidad y cuando llegué a Berkeley ya iba muy retrasado. Intenté ponerme al día, pero me costó muchísimo y al final me cambié de carrera. Como mi madre es de Brasil, me pasé a Lingüística Portuguesa y me gradué. Tenía ventaja, la verdad. Este año no estoy haciendo nada, estoy completamente centrado en los Juegos, pero no me gusta estar así. No sé lo que haré después, pero necesito algo más que entrenar y competir, quiero aprender.
¿Ha habido otros cambios en su preparación que expliquen su éxito en el Mundial?
Creo que no. Ha cambiado más mi vida, pero a nivel técnico, físico o incluso mental hago lo que ya hacía. Si acaso he hecho más hincapié en los entrenamientos de velocidad, que era mi punto débil. Con Dave y Taja hemos entendido que puedo entrenar más intensidad sin que afecte a mis posibilidades en los 200 metros espalda, todo lo contrario. Ahora estoy delante desde el principio, no necesito conservar y no tengo que acabar siempre en remontada.
P. ¿Cómo analiza sus medallas en ese Mundial?
No las analizo mucho. Para mí el Mundial fue una competición de clasificación para los Juegos en la que nadé mucho mejor de lo esperado. Pero lo importante es lo que pase estos días en París. La confianza, la confianza de verdad, nace de los entrenamientos y en los últimos he entrenado en tiempos que pensaba imposibles. Ahora tengo claro que el método funciona.
¿Está en su mejor momento?
A nivel experiencia desde luego. Estuve en los Juegos de Río cuando era un chaval y en los Juegos de Tokio podía haberlo hecho mejor [fue finalista en los 100 metros espalda]. Y a nivel deportivo, por marcas es mi mejor momento, sí. Nunca he estado mejor. Llego con mucha ilusión.
Parece que algo se mueve, por fin, en la natación española.
Sí, el equipo es mucho mejor que el de los últimos años. Nunca hemos llevado a tantos nadadores a unos Juegos Olímpicos y hay muchas ganas en los relevos. La ambición es estar en más finales, ir sacando la cabeza. Espero que todos podamos conseguir nuestros objetivos.
Lo que al principio fue una sospecha se acabó convirtiendo en un secreto a voces; y ahora ya en una certeza, después de certificar que ha reventado la burbuja y que Mireia Belmonte (Badalona, 1990) no estará en los próximos Juegos de París, los que hubieran sido sus quintos en la historia.
A pesar de que en sus compromisos publicitarios y en las comparecencias del Comité Olímpico Español (COE) Belmonte alimentaba sus opciones olímpicas, el mundo de la natación conocía una muy distinta sobre lo que en realidad estaba ocurriendo.
Y es que Mireia Belmonte (33 años), que lleva sin participar en una gran competición internacional desde que nadó en el Europeo de 2022 en Roma, tiene un complejo problema en el hombro que limita su rendimiento, tanto que durante muchos meses prácticamente su preparación se ha basado en el trabajo de pies.
La lesión se centra en el tendón de la porción larga del bíceps, que le da estabilidad en la cara anterior del hombro. La única solución, según algunos especialistas consultados, tendría que haber sido una intervención quirúrgica.
Esta decisión le hubiera supuesto despedirse a Mireia Belmonte de los Juegos de París mucho tiempo antes, porque los plazos de la recuperación le impedían progresar en la rehabilitación y estar a punto para la que tendría que ser su última gran cita.
Por eso, Mireia Belmonte pidió otras opiniones y le sugirieron otras soluciones para evitar el quirófano y seguir alimentando su sueño.
Su última bala era el Campeonato de España de Verano, que concluyó este sábado en Palma, unos selectivos, unos 'trials' en los que los nadadores apuraban sus opciones clasificatorias para París.
Y esta semana en Palma, Mireia Belmonte no pudo sacar adelante sus marcas en los 400 libre y los 200 y 400 estilos, simplemente porque está a años luz de sus registros y de las exigencias impuestas por la Real Federación Española de Natación (RFEN).
En los 400 estilos se clasificó para la final con 4:48.53, diez segundos por encima de la mínima (4:38.53). La final la nadó medio segundo más lenta, en 4:49.08. El viernes, en los 200 estilos se clasificó para la final con un tiempo de 2:17.95, en una prueba en la que la mínima olímpica se sitúa en 2:11.47; y en la final estuvo en 2:16.75.
Cerró su participación con los 400 libre. La mínima en el cuádruple hectómetro se situaba en 4:07.90 y la badalonesa nadó lo más rápido en la final en la que fue sexta con una marca de 4:20.72, muy lejos del tiempo requerido para estar en lo Juegos.
El director técnico de la RFEN, Luis Villanueva, cuestionado repetidamente en los meses anteriores a la cita de Palma, aseguraba que no se podían tener "grandes expectativas" sobre Belmonte, y reiteraba que "los problemas físicos" de la nadadora, le impedían rendir al nivel deseado.
Belmonte ha sufrido mucho por sus problemas físicos. Iniciaba su preparación y tenía que parar, no tenía continuidad, daba un paso hacia adelante y dos hacia atrás.
En los peores momentos se refugió en su entorno más próximo, aunque éste cada vez era más reducido, porque la nadadora no quería ni oír hablar de su retirada cuando se le insinuaba la posibilidad.
A finales de 2023, Mireia Belmonte tuvo que abandonar su club de los últimos once años, la UCAM Murcia, y firmó por el CN Barcelona. Seguía entrenándose en Sant Cugat, a las órdenes de Ben Titley, que se hizo cargo de ella desde 2022, y continuaba manteniendo una habitación en el CAR barcelonés, donde es la residente más veterana, pero los cambios no daban resultados.
Mientras cada vez podía nadar menos, Belmonte multiplicaba sus actos publicitarios lejos de la piscina, con campañas para una determinada marca de coches o de una entidad bancaria. De hecho, su llegada al CN Barcelona también se enmarca dentro de su plan de futuro.
Ahora la incógnita está despejada. La badalonesa, la mejor nadadora de la historia de España, campeona olímpica, mundial y europea, ganadora de cuatro medallas olímpicas, tiene que tomar su gran decisión. La de cómo afrontar el primer día de su "día después".
Pero no va a ser algo sencillo. En los pasillos de Son Hugo, Belmonte medita y no parece dispuesta a cerrar la puerta justo en el momento que finalice este competición. No quiere que esta prueba quede en la memoria como la última de su carrera y por eso está dispuesta a aplazar el momento, a tomarse un par o tres de semanas antes de decidir.
¿Operarse y continuar? ¿Continuar adelante sin operarse? u ¿Operarse para seguir o para solventar de una vez sus problemas en el hombro?. En unas semanas, la respuesta.
Dennis González, que se ha proclamado campeón de Europa en la prueba de sólo técnico de natación artística en Belgrado, ha denunciado a través de su cuenta de Tik Tok ataques homófobos tras la publicación del vídeo de su intervención que le valió la medalla de oro. "No sé si estamos en el S.XXI o en el S.X a.C" comentó.
"Hay gente que dice "Sirena", "vaya tela...", "Trucha", "vaya pluma"... Esta gente no ha ganado nada en su vida y que no sabe lo que es la disciplina, el trabajo ni lo que es ser campeón de Europa y lo que esto conlleva, señaló a continuación. Además, ha querido resaltar le da "mucha rabia que se digan estas cosas". "A mi me da igual, pero sé que un niño que está empezando a hacer natación artística le va a afectar y no quiero eso".
Finalmente, aconseja "no dar bola a estos mensajes que lo único que buscan es atención" y que el día que "le afecten a alguien y que repercuta en su decisión, sí que me va a importar y no me voy a quedar callado".
Ministra de igualdad
Tras conocer los hechos, la ministra de Igualdad, Ana Redondo ha querido mostrar, a través de su cuenta de X, su apoyo al nadador catalán rechazando contundentemente "las muestras de homofobia e intolerancia que no representan a la ciudadanía española". Por último, también le ha felicitado por la medalla lograda asegurando que "sus éxitos son los de toda España".
Desde el grupo parlamentario de Sumar, la diputada Teshi Sidi, junto con Nahuel González, han registrado esta mañana una iniciativa para preguntar al Gobierno acerca de posibles medidas para exigir al ejecutivo la implantación urgente del Pacto de Estado contra los discursos de odio.
Palmarés
Con sólo 20 años, González acumula cinco medallas en el Campeonato Mundial de Natación y dos medallas más en los europeos de Crakovia celebrados en 2023.