El viernes y el sábado, en Bruselas, rindió viaje, cansado y satisfecho, el gran atletismo de 2024 con las finales de la Liga de Diamante. Presidida por los Juegos Olímpicos, la temporada ha deparado momentos soberbios, resumidos en nueve récords del mundo en pruebas olímpicas.
Armand Duplantis batió tres veces el de salto con pértiga, una de ellas en los Juegos parisinos. Sydney McLaughlin hizo lo mismo en dos ocasiones en los 400 metros vallas,
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Ramón Colillas (Barcelona, 1988) todavía cojea de forma casi imperceptible. Una lesión le impidió ser futbolista. ¿Mala suerte? Fueron las cartas que le tocaron. Tuvo que adaptarse. Estudió Educación Física y se hizo entrenador, pero en sus ratos libres practicaba otra de sus pasiones. En 2018 encadenó una racha mágica: ganó los dos campeonatos de España de póker y se clasificó para el torneo de su vida, en Bahamas, donde luego se embolsó el mayor premio que ha visto un jugador español: cinco millones de dólares. A la tercera había enganchado el sueño definitivo.
El torneo caribeño era la guinda del European Poker Tour (EPT), el mayor circuito después de las Series Mundiales de Las Vegas. Cinco años después, Colillas participa en el EPT de Barcelona 20 aniversario, donde empezó todo. Piqué y Kiko Rivera también andan por el casino, en una mezcla de aficionados y profesionales poco frecuente en otras actividades. "Yo juego desde los 17 o 18 años y haré 36, así que empecé casi a la vez que el EPT. Seguramente, de forma inconsciente, es algo que me impulsó a jugar. Este es el EPT por excelencia, Barcelona es la parada más consolidada, donde todo el mundo quiere venir".
Colillas, sin embargo, nunca ha sido profeta en su tierra. Él aún no lo sabe, pero este año tampoco, aunque su apodo, Mr. Boxes, alude a su facilidad para hacer caja. Semana antes, en Montecarlo, le preguntamos cómo se siente al ver su imagen en carteles de tamaño cinematográfico: "Con unos cuantos compañeros, soy la imagen de Pokerstars a nivel global, y más concretamente en España. Verte en las fotos siempre te da un extra de motivación".
Lo malo es que los otros jugadores también tienen más motivación de ganarle
Es verdad. En el póker también juega el ego, querer demostrar que eres bueno. Es un deporte diferente. Yo siempre pongo el ejemplo de Rafa Nadal. Si juego contra él, es imposible que le gane un juego, pero aquí viene un aficionado y me puede eliminar.
En 2019 cambió su vida por completo. ¿Cómo lo recuerda?
Cuando lo revivo me hace muy feliz. Hay días que estás un poco mal, te pones el vídeo del torneo, que por suerte está en Youtube, y te dices: ¿por qué me voy a quejar de este día, con la suerte que he tenido, con la vida soñada que llevo? Fui muy afortunado, porque yo también estudié mi carrera, pero cuando conocí el póker sabía que me quería dedicar a esto. El premio me dio el empujón de poder pertenecer a la mejor compañía de póker del mundo.
Seguramente, ahora es mucho mejor jugador, pero es improbable que repita un éxito tan grande
Es un poco la gracia del póker. Hoy me considero mucho mejor jugador, pero los compañeros han crecido. La gente joven viene con la ayuda de los solvers -programas de ayuda que muestran el juego óptimo en cada situación—, lo que ha incrementado mucho el nivel. Es más difícil ganar. Hay mucho streaming. Los aficionados lo ven y aprenden, muchas veces de forma gratuita. Aparte, solo gana uno. En un EPT puede haber miles de personas y es muy complicado. Será difícil repetirlo, pero siempre estás con la ilusión intacta.
Con lo difícil que es, ¿por qué hay tanta gente que se mete en esto? A la mayoría les va mal.
Es un hobby. A quien le gusta jugar en casa quiere probar en vivo. En pocas cosas te puedes enfrentar a los mejores del mundo con posibilidad de ganar. Eso te da un aliciente, es difícil describirlo, pero son unas emociones muy chulas. A lo mejor tengo una buena mano y gano al campeón del mundo. ¿Con qué otra cosa te puedes emocionar tanto?
Cuando se consigue el premio gordo, ¿existe la tentación de retirarse?
Depende de cómo lo enfoques. Hay gente que quiere subir de nivel y tiene la ambición de ser el mejor. Otros dicen: retiro una parte, me compro mi casa, mi coche, lo que sea. Y otros siguen jugando en niveles más bajos y se sacan un salario.
¿En su matrimonio con PokerStars existe el desgaste?
Hoy pasamos por el mejor momento. Son muchos años y cuesta compaginar la vida del jugador con la parte mediática de entrevistas, vídeos y redes sociales. En ese sentido, siempre he sido bastante privado. Apenas tenía redes sociales. Lo llevé bastante complicado los primeros dos o tres años, porque suponía exponer cosas que a lo mejor no habría contado. Ahora creo que hemos llegado a un punto donde sé lo que ellos necesitan y PokerStars sabe hasta dónde puedo llegar. Estoy encantado. Para mí es como jugar en el mejor equipo de fútbol del mundo.
En el fútbol, incluso Messi acaba saliendo del equipo. ¿Hasta qué edad se ve a este nivel?
En el póker no hay edad, simplemente situaciones personales de la vida. Cuando tenía 20 años decía que no me iba a retirar nunca. Me apasiona viajar, ser mi propio jefe, y creía que estaría hasta los 50 o 60, cuando no me apeteciera jugar más. Hace unos meses tuve un hijo y quiero pasar tiempo con él. Pero aún me queda cuerda. Tengo motivación y ganas, aunque es verdad que no me veo 20 años más. Cuatro, cinco o seis al máximo nivel, sí, y luego seguramente me lo tomaré como un hobby.
El póker también puede ser muy cansado por la cantidad de horas que te tiras en las mesas, más aún que un ajedrecista. ¿Cómo mantiene la concentración, sobre todo en los torneos más pequeños?
El jugador profesional tiene que hacer un trabajo psicológico y emocional. Es muy importante conocerte a ti mismo y buscar pequeños objetivos, motivaciones en el día a día. Jugar un torneo paralelo no es mi mayor pasión. Lo haces para cumplir objetivos y seguir entrenando, pero tienes que afrontarlo. Mi idea siempre es jugar de la mejor forma posible, aunque no importe lo que he pagado ni cuánto puedo ganar, jugar cada mano como mejor sepa.
¿Sigue entrenando con la misma intensidad?
No es lo mismo. Aún soy joven, tengo 35 años, pero sí he notado una diferencia de capacidad de concentración o de agilidad mental. Antes jugaba online hasta 16 mesas o torneos a la vez. Ahora me pongo seis y ya empiezo a perderme.
¿Se le queda pequeña Andorra?
Podría decir que he encontrado mi sitio. Me gusta mucho la naturaleza, hacer deporte. Es un país donde se respeta mucho la privacidad. Nadie pregunta, nadie molesta. La calidad de vida es parecida a la de España, quizás los precios un poco más altos, pero es ideal para educar a un niño y es tu propia burbuja. Y como soy catalán tengo más cerca a mi familia. Lo más difícil son los viajes.
¿Entrenará a su hijo para que sea jugador?
Sabrá jugar. Que quiera hacerlo o no, lo que elija, pero evidentemente tendrá un coach personalizado. Quemará etapas que a mí me costó años...
¿Qué errores no cometería si empezara ahora?
¡Muchísimos! Metería más horas al estudio y menos a jugar. También la forma de empezar. Comencé desde muy abajo, en torneos gratuitos, y creé mi banca desde cero. Con un pequeño ahorro de 500 o 1.000 euros para empezar me habría saltado dos o tres años de trabajo. Y me cogería gente que me enseñara antes, porque casi toda la vida he sido autodidacta. Hay varias cosas que le diría al Ramón de hace unos años. Estoy contento con mi evolución, porque tiene mérito, pero hoy veo a gente muy buena que solo llevan tres o cuatro años. Para alcanzar este nivel, yo necesité 15. La tecnología y la informática también han evolucionado, y hay muchas más escuelas y grupos de coaching. Todo evoluciona, pero creo que tenía que haber tenido un poco más de constancia al principio. También tenía mi carrera, mi trabajo. En ese momento entrenaba al fútbol. Me escapaba para jugar, pero a lo mejor tenía que haber sacrificado alguna otra cosa.
¿Cómo ha cambiado el póker español en estos 20 años de EPT
Ahora está en un nivel muy alto. Ha cambiado muchísimo. Antes lo jugaba muy poca gente. Ahora dices que juegas al póker y lo ven como algo normal y eso es guay. El boom ha sido enorme, aunque quedan cosas por cambiar. No hemos llegado a nivel político. A veces lo mezclan todo con el blackjack o la ruleta y no tiene nada que ver. Es un juego de habilidad. Está dentro de los juegos de azar, pero se puede profesionalizar. El jugador con habilidad gana a largo plazo. En las otras modalidades, a largo plazo siempre se pierde. Debería tener un buen tratamiento fiscal, porque hoy en España es imposible dedicarse a esto. Tenemos a los mejores jugadores y mucho talento, gente que vive muy bien fuera de España. Lo hemos visto aquí. Muchos españoles no han asistido por el tratamiento fiscal. Prefieren ir a las otras paradas europeas del EPT porque la tasa impositiva es menor. La ventaja en el póker no es tan grande como para pagar tantos impuestos. Haces números y ves que no sale rentable.
Illia Gollem era un culturista checo muy famoso en las redes sociales por la brutal dieta que seguía para tratar de ganar más y más masa muscular. Sus ingestas de alimento llegaban a sumar unas 15.000 calorías diarias. Este miércoles se ha informado de su fallecimiento a la temprana edad de 36 años.
Conocido como 'The Mutant', este hombre de 1,85 metros de altura que llegó a pesar 165 kilos, tenía muchos seguidores a los que desaconsejaba seguir su forma de vida por lo temerario que resulta someter al cuerpo humano a tales ingestas calóricas. En su canal de YouTube, el checo llegó a reconocer que en un solo día consumió 108 piezas de sushi, dos kilos y medio de filetes, 14 tortitas de avena con sirope de arce y 1.600 gramos de arroz.
"De niño quería ser como Arnold Schwarzenegger y Stallone en Rambo. Y que la gente al cruzarse conmigo vieran a un monstruo. Quería estar tan fuerte como mis ídolos de Hollywood. En mi pequeño pueblo, se abrió un gimnasio y me apunté", contó a sus 'followers' en una ocasión sobre sus inicios en el mundo del culturismo. "Cuando comencé a entrenar no había Internet ni redes sociales para aprender, me guiaba solo por mis conocimientos en revistas y la ayuda del dueño del gimnasio", reveló en su canal.
Otra de las confesiones que compartió en YouTube es que solía inyectarse 50 unidades de insulina para poder comer grandes cantidades de comida de forma continuada, además de anabolizantes y otras sustancias dopantes.
No han trascendido las causas de su muerte pero su desaconsejable estilo de vida, con comidas excesivas y el consumo de sustancias que en exceso son tóxicas para el cuerpo son para muchos seguidores del culturismo, son algunas de las razones que podrían haber provocado su muerte a tan pronta edad.
Unos días atrás, Jim Walmsley, estrella de las carreras por montaña, algo así como el Kilian Jornet estadounidense, miraba al lado mientras disputaba la UTMB, la prueba más importante del mundo, y alucinaba: «¿Qué haces tú por aquí?». A mitad del recorrido alrededor del Montblanc, completados unos 80 de los 176 kilómetros totales, se encontraba en el grupo de cabeza junto a él al francés Vincent Bouillard, con el que Walmsley llevaba años trabajando.
Para el diseño de las mejores zapatillas de Hoka, el corredor yankee, imagen de la marca, había dado su opinión sobre varios modelos a los ingenieros y entre ellos estaba Bouillard. Pero en plena carrera, éste no quería ayudar a Walmsley con el calzado, estudiar sus pisadas para próximos prototipos, tampoco animarle: Bouillard realmente quería ganarle. Y lo hizo. Pese a su empleo a jornada completa como diseñador de zapatillas en Hoka, el francés triunfó en la meca del trail running para sorpresa de todos, especialmente de los atletas profesionales patrocinados por la empresa.
«Quizá para ellos era raro, sí, pero yo no pensaba mucho en ello. En una carrera de ultra distancia, que dura unas 20 horas, te debes centrar mucho en ti mismo y en la gestión de tu propio esfuerzo. En los primeros kilómetros recuerdo que estaba feliz como un niño, disfrutando de poder correr con los mejores y hablando con ellos. Muchos de los corredores de Hoka, como Jim, son amigos míos y yo pensaba: 'Wow, soy capaz de correr junto a ellos'. Pero a medida que fue pasando la prueba me concentré mucho en mantener el ritmo y en hacer las cosas bien», explica Bouillard a EL MUNDO.
Probador del calzado que diseña
Con su triunfo cogió el relevo de dos leyendas francesas como François D'Haene y Xavier Thevenard y se quedó a unos minutos del récord de la prueba del propio Walmsley. Sólo le perjudicó un control de material algo accidentado en uno de los últimos avituallamientos y una pequeña caída al final del descenso de La Flégère, a la entrada de Chamonix. «Me hice un poco de daño, pero ya me quedaba muy poco. En ese momento lo más importante era disfrutar de la entrada a meta», comenta el corredor y diseñador de zapatillas o diseñador de zapatillas y corredor. Más o menos una cosa llevó a la otra.
De Annecy, mediofondista desde la infancia, mientras estudiaba Ingeniería en la Universidad de Lyon llegó a competir en los 800 metros de algunos meetings franceses, pero cuando se graduó dejó de soñar en un futuro como profesional. El tartán estaba olvidado; trabaja investigando sobre polímeros. Pero para mantenerse en forma empezó a correr por la montaña, consiguió una beca para trabajar en Hoka, una cosa llevó a la otra y encontró su sitio, su equilibrio, su vida.
Entrenar a cualquier hora
En su trabajo estudia nuevos materiales para la marca, siempre en contacto con los corredores profesionales, y en su tiempo libre prueba por los caminos los prototipos que diseña. Entre 2017 y 2022, sumó algunas victorias en carreras pequeñas y poco conocidas en Francia y el año pasado empezó a sonar el mundillo al ganar la Kodiak Ultra, una prueba modesta de 100 millas en Estados Unidos. Pero nadie esperaba que fuera a ganar la UTMB, una especie de Mundial de la especialidad. La retirada de muchos de los favoritos, entre ellos el mismo Walmsley o el español Pau Capell, y la maestría de Bouillard llevaron a la campanada.
«Muchos se sorprenden porque he ganado pese a tener un trabajo a jornada completa, pero sólo ha sido una carrera. Tengo mucho respeto por los corredores profesionales porque tienen que rendir mucho más, durante muchos años. Yo simplemente disfruto mucho de correr por la montaña y supongo que ése es el secreto. Saco tiempo para entrenar de dónde puedo, por la mañana, por la tarde y por la noche y, de momento, no tengo hijos así que no tengo muchas obligaciones familiares», resume Bouillard que ahora no quiere cambiar de vida.
Las marcas deportivas ansían fichar a nuevos talentos y Hoka lo tiene fácil, puede ofrecerle un contrato de corredor sin salir de la empresa, pero el francés quiere seguir trabajando como diseñador de zapatillas. «Hablaré con la marca y es posible que redefinamos mi posición, pero yo disfruto de mi trabajo, no quiero dejarlo», finaliza.
La vida de Kilian Jornet (Sabadell, 36 años) ha estado siempre ligada al deporte y a la montaña, el lugar donde "disfruta". Después de estar el año pasado en los Pirineos, se planteó el reto Alpine Connections: enlazar el mayor número de 'cuatromiles' en Los Alpes (82 posibles), sin ningún vehículo motorizado y donar después todos los datos a la ciencia para estudiar los límites del cuerpo humano. Sólo ha necesitado 19 días para conseguirlo.
Mucha gente se pregunta, después de lo que ha conseguido, si usted es humano ¿Le ha dado tiempo a asimilar lo que ha conseguido?
Al final sí, sin duda. Para conseguirlo es por lo que entrenamos y nos preparamos, para que estos retos sean posibles. Creo que va a tomar tiempo asimilarlo, también la parte más emocional porque son muchos días muy concentrado, con un ritmo de vida muy especial donde la alerta es muy alta. Por ahora estoy disfrutando de volver a casa unos días tranquilo, aunque tampoco puedes relajarte mucho porque tengo dos niñas pequeñas y tienes que estar al 100% con la rutina diaria.
¿Qué le han dicho sus hijas de todo esto?
Bueno, todavía son pequeñas, sólo tienen tres y cinco años. Para ellas es normal que su padre y su madre vayan al monte a correr. Papá sólo estaba escalando durante unos días y ya está. Ese es su día a día, vernos a nosotros subir montes.
¿ Cuándo decide empezar a plantearse este tipo de retos?
Éste en los Alpes lo empecé a pensar el año pasado, cuando conseguí un reto similar en los Pirineos encadenando 'tresmiles' y donde realmente lo sufrí, pero lo disfruté mucho. El hecho de estar varios días haciendo actividades un poco técnicas y encadenadas durante muchas horas hizo que me surgiera un poco la idea. Cuando viví en los Alpes ya hacía travesías de 40 o 50 horas encadenando cimas y después de estar en los Pirineos, esa idea que tuve de enlazar dos o tres picos, derivó en encadenarlos todos juntos y durante este invierno le di un poco de forma a esta idea para poder empezar ahora.
¿Qué sintió cuando llegó a la última cima en Ecrins, Francia?
La verdad es que tampoco es como una carrera, donde sí que hay una explosión de adrenalina. Es más una satisfacción profunda porque han sido muchos días. Después de la etapa del MontBlanc, que era la parte con más riesgo, pude respirar un poco y pensar: "Ahora quedan tres cimas que físicamente son largas, pero donde mentalmente voy a estar más tranquilo porque es más difícil que me quede aquí". Yo creo que fue eso, una sensación de placer al saber que ya se terminaba y que, por la mañana, no tendría que estar 20 horas por el monte. Recordar todos los momentos vividos: las salidas y puestas de sol, las aristas.. y dejar atrás los momentos duros que había pasado.
Al final de la última etapa su equipo le estaba esperando abajo con unas pizzas para celebrarlo ¿Cómo fue ese momento?
Sí, claro, llegas a la cima pero luego hay que bajar. Y allí estaban Mateo y Benjamin, dos compañeros. Pero tampoco hablamos mucho. Un poco de gracia y tal, pero poca cosa. Comimos casi en silencio y nos fuimos a dormir porque estábamos cansados.
Se planteó este desafío para estudiar los límites de tu cuerpo ¿Dónde está el suyo?
Creo que es muy interesante poder estudiar la fisiología sobre cuáles son los límites del cuerpo humano y la mente. Intentamos ver a nivel fisiológico, metabólico o cognitivo qué es lo que sucede durante un esfuerzo de este tipo. Ahora queda ver los resultados, porque se recogen muchos datos durante las etapas pero hay que analizarlos y visualizarlos para sacar conclusiones. Al final, aparte de esa satisfacción personal de ganar carreras o hacer proyectos, es interesante entender cómo funciona el cuerpo humano.
Lleva toda su vida ligado al deporte ¿Cómo encuentra la motivación para seguir?
Primero que es lo que conozco. Es lo que disfruto, donde me encuentro a gusto. Si tengo que pasar un día o dos en la ciudad, ya me encuentro mal, no sé dónde estoy...no es mi lugar. Dónde me siento bien es en la naturaleza. Al final, lo que me hace disfrutar es entrenar e ir al monte. Creo que si te tienes que forzar para conseguir motivarte en algo es que realmente no te aporta. Es muy fácil motivarme para ir al monte porque es lo que quiero hacer cada mañana cuando me levanto, lo que es difícil es hacerlo para ir a la ciudad o para hacer cosas así. Ahí sí que necesito encontrar razones muy muy buenas para encontrarle sentido.
¿Cómo se preparó mentalmente para un proyecto como éste?
Primero, la preparación viene con la experiencia. Poder estar "cómodo" en situaciones que no lo son. No estar estresado. Si te encuentras en lugares en los que puede haber una caída de piedras o un terreno con peligros objetivos; es importante no estresarse, mantener la calma y seguir tomando las pequeñas decisiones de forma correcta. Hay que estar calmado y que el estrés no te haga tomar decisiones precipitadas, porque al final te va la vida en ello. La dificultad del proyecto era que iba a estar muchas horas en ese tipo de estado mental y muy concentrado. La preparación viene de antes: concienciarte de que va a ser así, que no sea una sorpresa y que lo lleves asimilado. También creo que depende un poco de cada uno: yo soy una persona bastante calmada y cuando hay algún problema o situación un poco arriesgada, al pasarla me relajo más fácilmente. Eso también ha sido clave para poder conseguir este reto.
¿Alguna vez pensó que no lo iba a conseguir?
Sí, desde el minuto uno. De hecho cuando salí sabía que lo más probable era que no terminara. Por la amplitud del reto, porque me podían pasar muchas cosas físicamente, por las condiciones... Creo que lo interesante es hacer retos que sabes que van a ser difíciles de conseguir. Si vas a hacer algo que sabes que vas a terminar, tampoco tiene mucho sentido, en mi opinión. Durante todo el reto, no sabía si podría llegar hasta la próxima cima.
¿Cómo afrontaba el día a día? ¿Tenía el objetivo en mente desde primera hora de la mañana?
Básicamente no me lo planteé tanto por días, sino por macizos. Es decir, aquí en los Alpes hay cuatro picos que están separados: el Bernina, Weissmies, Ecrins y Grand Paradiso, a los que quería ir en bici, subir, bajar y volver otra vez en bicicleta. Pero luego hay tres macizos que son el Oberland, Valais y MontBlanc, donde hay muchas cimas y aquí quería llegar, estar un tiempo encadenando picos y bajar de nuevo. Una vez dentro, el plan era ir ascendiendo y, o bien esperar a que se hiciera de noche e ir a un refugio para dormir, o ir hasta un punto donde pudiera esperar más horas porque, por las condiciones, era mejor salir de noche o con luz. Aunque realmente, una vez entraba, debía ir tirando sabiendo que había sitios donde no podía parar y aprovechar los refugios para descansar un poco.
Ha tenido que adaptarse constantemente al clima o a imprevistos como aquella llamada de la policía noruega ¿Cómo gestionó esos momentos? ¿Le generaba más tensión?
Bueno, sí que hay dos situaciones que generan frustración. La primera y algo más frustrante, cuando llegas a un sitio, se pone a llover, no se puede subir y hay que dar una vuelta que te va a llevar 15 horas. No te satisface, pero lo haces. Al final piensas: "Bueno, es que estamos aquí para hacerlo, para probarlo y hay que verlo positivamente". Yo siempre digo para intentar motivarme que a más kilómetros, más diversión. Cuando hay problemas, tratas de responder de forma optimista. Vas a ver cosas nuevas, ¿Qué quieres que te diga? Después, hay otras situaciones que son más de riesgo, donde estás algunos minutos tratando de luchar por sobrevivir. Ahí intentas ser muy ágil para tomar la decisión correcta y decidir si me escondo aquí, salgo por allí o hago esa técnica de cuerdas para evitar el peligro. En ese momento es la adrenalina básicamente lo que te hace salir y tampoco piensas en nada más. Estás en el momento, no hay futuro ni pasado. Una vez superado, toca buscar la mejor opción para que no vuelva a ocurrir.
Uno de los aspectos más complicados habrá sido gestionar el sueño...
Sí, había bastantes días que dormía poco, una hora y media o dos horas entre tiradas. Quería gestionarlo sabiendo lo que me iba a encontrar porque el año pasado en los Pirineos también dormí poco. Básicamente vas a un ritmo autómata, ni rápido ni lento, pero te mantienes sabiendo que a los tres o cuatro días, si las previsiones se mantenían, iba a poder dormir unas cinco horas, y ahí ya puedes recuperar muy bien. Consistía en saber que había días en los que iba a dormir muy poco e iba a estar cansado y adormecido. Un par de veces, que tenía mucho sueño, tuve que pararme a dormir 15 minutos y eso ya te da un un subidón para continuar.
¿Qué importancia ha tenido su familia y su equipo?
El equipo que me siguió era pequeño, pero nos conocemos muy bien. Con mi familia bajamos todos juntos para la carrera en Sierre- Zinal antes de comenzar y se quedaron conmigo una semana. No me fueron siguiendo los primeros días porque yo estaba 20 horas en el monte, pero sí que fue bonito, al bajar a Valais, poder estar unas horas con ellos jugando antes de que se volvieran. Luego mi madre, que estaba con ellas, se quedó hasta el final de la etapa. Fue bonito porque yo empecé desde pequeño a hacer montaña y con ella, íbamos recordando anécdotas: "Aquí cuando tenías 10 o 12 años, subimos hasta esta cima y estaba así y ahora no...". En el equipo también estuvo Aina, que es una chica que ha venido a bastante retos y se aseguraba de que al bajar del monte, tuviera comida, un sitio para dormir y de coordinar un poco a los tres a cámaras que estuvieron conmigo.
Ha sido el proyecto más complicado de su carrera, pero ¿Cuál es el momento que más ha disfrutado?
Muchos. La verdad es que el 90% fue disfrute puro. En tantos días hay momentos increíbles sobre todo en salidas, puestas de sol...etc., pero si me tuviera que quedar con uno, quizá fuera en la subida del Weisshorn que, para mí, es una de las montañas más bonitas de los Alpes. Fue al atardecer, en el último día en Valais, después de cinco días casi sin parar por las montañas...pero me encontraba muy fresco, como que flotaba subiendo esa arista. Había un efecto de espectro de Broken y ves tu sombra con un arco iris durante toda la subida, que es larga. Es un momento que realmente, no sé, te notas flotando. Sientes que existes y que no existes al mismo tiempo y yo creo que por esos momentos ya vale la pena plantear estos proyectos.
Ha comentado que la montaña "enseña paciencia y el valor de esperar el momento" ¿a qué se refiere?
Muchas veces te tienes que dar la vuelta, aunque aquí ha salido todo bastante bien. Sí que ha habido situaciones que me han ayudado para seguir adelante, pero, en general, la mayoría de ocasiones cuando tienes proyectos ambiciosos tienes que volver otra vez a probarlo, aprender, ver lo que no ha salido bien para volver a empezar. Aunque tenga una idea muy clara y esté entrenado, hay muchos factores que pueden salir mal y no por eso es un fracaso. La montaña sigue allí. Lo importante es ser paciente y esperar que todo fluya para que salga bien. Si lo forzamos mucho, lo más probable es que nos quedemos en la montaña. Cuando terminas un proyecto te das cuenta de que aquello que determina que sea un fracaso o un éxito no es conseguirlo, sino vivirlo. Algunos proyectos que no he terminado, siento que han sido como éxitos por lo que he vivido y proyectos que han salido bien, tampoco me han aportado mucho emocionalmente. Entonces, la definición de éxito y fracaso en la montaña muchas veces es distinta al objetivismo que podemos tener como sociedad.
¿Tenía en la cabeza el récord de los 60 días durante el desafío?
No, porque que hablar de récord para mí no tiene ningún tipo de sentido. Las condiciones cambian y la filosofía de cada uno es un poco distinta. Por ejemplo, el primero que lo pensó fue Pierre Beghin y quería hacerlo en 82 días, pero él fue el pionero, el que lo pensó y buscó el recorrido. Cuando lo hizo Nicolinni, que es muy buen amigo, sí que tenían la filosofía de ir de macizo en macizo, subiendo y bajando todas las cimas. En cambio, Ueli Steck iba más con el parapente y encadenando. Para mí consistía en llegar al macizo y enlazar todas las cimas de cada macizo. Es decir, la estética en este tipo de retos es para mí mucho más importante que el tiempo y cada uno de los que hemos hecho este tipo de proyectos, hemos buscado una estética distinta. Ni en el planteamiento ni durante la ejecución, en ningún momento se me pasó por la cabeza.
Ahora se encuentra descansando, pero ¿tiene más planes en mente?
Ideas siempre hay muchas y cuando haces un reto así, lo bueno es que te das cuenta de que algunas cosas son posibles que antes no pensabas. Pero no, no hay nada en concreto. Ahora toca descansar y empezar a mirar qué es lo próximo, porque ideas hay mil, pero hay que buscar la logística. Tratamos de viajar poco por razones medioambientales y cuando lo hacemos, buscamos que sea con la familia y no estar mucho tiempo fuera de casa... Nos planteamos retos que se adecúen un poco a esto. He estado años en el Himalaya, donde puedes vivir muchas aventuras, pero haciendo retos en los Pirineos o en los Alpes puedes encontrar cosas igual de interesantes. A veces no hay que pensar en ir muy lejos para encontrar aventuras atractivas.
Cada mañana en las carreteras que rodean el campamento donde entrena Eliud Kipchoge, en una zona rural del valle del Rift en Kenia, aparecen al alba decenas de mujeres corriendo en grupo. La mayoría no son profesionales -se intuye en sus zapatillas, se supone por su forma física- pero comparten el sueño con estrellas del atletismo como Faith Kipyegon, que también se prepara en la zona. Como tantos kenianos corren por una vida mejor, como tantas kenianas anhelan su libertad. Para las hombres del lugar lograr una medalla en unos Juegos Olímpicos o un Mundiales es una de las pocas vías para prosperar -las otras son la política y algunos negocios en la ciudad de Eldoret-, pero para las mujeres es la única salida. Cuando ganan carreras, viajan, se independizan, pueden vivir sus propias vidas. Aunque igualmente es difícil que escapen del machismo que les rodea.
Este jueves, la maratoniana ugandesa Rebecca Cheptegei, que vivía en la zona, cerca de Eldoret, falleció después de que su marido, el keniano Dickson Marangach, la rociara con gasolina y la quemara viva a su regreso de los Juegos Olímpicos de París. Durante 48 horas estuvo en el Hospital Universitario Moi de Eldoret luchando contra las graves quemaduras que cubrían el 80% de su cuerpo, pero finalmente no pudo sobrevivir. La investigación de los hechos no ha hecho más que empezar, pero los padres de la corredora, Joseph Cheptegei y Agnes Ndiema, ya indicaron a medios kenianos como 'The Daily Nation' que su hija, que había ganado en crosses internacionales como el de Granollers y finalizado entre las mejores en maratones como los de Abu Dhabi o Firenze, estaba construyendo una vida en solitario lejos de Marangach.
Su caso puede parecer un hecho aislado, pero en realidad se asemeja a otros, a muchos otros. Días después de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, la Policía encontró muerta a la fondista Agnes Tirop en su casa de Iten, muy cerca de Eldoret, donde había recibido varias puñaladas en el abdomen por parte de su esposo, Ibrahim Rotich. Plusmarquista mundial de los 10.000 metros y doble medallista mundial, el asesinato de Tirop sacudió a la sociedad keniana por su relevancia, su violencia y porque al mismo tiempo hubo dos casos más. Dos atletas con menos palmarés, Edith Muthoni y Hosea Mwok, fallecieron a manos de su pareja en circunstancias parecidas pocos días después. El Gobierno de Kenia empezó entonces una campaña de concienciación para combatir la violencia machista en la zona, aunque para erradicarla se requieren años y un profundo cambio cultural.
Desde los años 70, con Keitany como referencia
"Él quería decidir qué hacer con mi dinero, comprar un coche... Así que decidí que lo mejor era quedarme sola con mis hijos", explicaba su divorcio Agnes Kiprop, vencedora de maratones y medias maratones por todo el mundo, en el documental '01:05:12 'The Longest Race' realizado por dos periodistas españoles, Javier Triana y Rubén San Bruno. En la pieza se relata cómo desde la llegada al valle del Rift del irlandés Colm O'Connell, el hombre que en los años 70 impulsó el atletismo keniano, las mujeres fueron incorporándose al tartán hasta llegar a copar todos los podios y romper con las imposiciones en su país. Si en la vecina Etiopía, en un proceso parecido, Derartu Tulu, campeona de los 10.000 metros en los Juegos de Barcelona 1992, fue la primera en construir un hotel y un centro comercial con el dinero obtenido de los premios, en Kenia fue la pionera en los negocios fue Mary Keitany, vencedora de los maratones de Londres y Nueva York y plusmarquista mundial en medio maratón -de ahí el 01:05:12 del titular del documental-.
Hoy retirada, Keitany pasó de vivir en un casa sin agua y electricidad a construir varios de los mejores hoteles del valle del Rift, entre ellos el Hotel Winstar de Eldoret y el Hotel Chamastar de su pueblo natal, Kabarnet. Eso sí, lo hizo a partes iguales con su marido, el ex corredor Charles Koech, en un esquema clásico en la zona. "En Kenia aún hay desigualdades que reparar para las jóvenes. Yo espero ser un modelo para las chicas, para que vean hasta dónde pueden llegar. De eso hablo con mi hija", confesaba Kipyegon, triple campeona olímpica de los 1.500 metros, hace un año en conversación con EL MUNDO. La keniana confesaba que le ayudaba que su marido, Timothy Kitum, también hubiera sido atleta, medallista olímpico, y que varias compañeras suyas vivían realidades complejas. Pese a ser las más rápidas del planeta es difícil que escapen del machismo que les rodea.
Nadie lo había conseguido, pero Kilian Jornet, en un ejercicio de fuerza humana casi inexplicable, ha logrado batir el récord de subir los 82 picos de más de 4.000 metros en los Alpes, que estaba en los 60 días desde el año 2008. Él lo ha hecho en 19. Toda una heroicidad sólo al alcance de deportistas como él. Y lo ha realizado únicamente usando la capacidad física, es decir, escalando, caminando o en bicicleta. Y todo ello con el objetivo de estudiar los límites del cuerpo y donar esos datos a la ciencia.
"Es difícil de procesar todas mis emociones ahora mismo, pero este es un viaje que nunca olvidaré", ha destacado el alpinista tras terminar el reto en Dome y Barre des Escrins (Francia). Y es que han sido necesarios más de 1.200 kilómetros recorridos, 16 etapas y superar las 267 horas de actividad para poder lograr algo que parecía imposible.
El último gran empujón lo dio Kilian Jornet en Montblanc hace unos días, un lugar maravilloso donde pudo ascender 16 nuevas cumbres, recorriendo 41 kilómetros con apenas cuatro horas de sueño. Con esa heroicidad su número subió hasta los 79, cifra con la que podía rozar el objetivo con la punta de los dedos. Sólo quedaba entonces superar el Grand Paradiso y terminar por todo lo alto.
Todo empezó en Piz Bernina
Esta aventura personal, denominada Alpine Connections, comenzó en Piz Bernina, pocos días después de haber participado en la carrera de Sierre-Zinal en Suiza. No había tiempos marcados, sólo pequeños objetivos que había que superar si el tiempo, el cansancio mental y el físico le acompañaban a él y al pequeño equipo que le ha seguido durante todo el recorrido.
Un desafío que, cómo él mismo apunta, ha sido "lo más difícil" que ha hecho en su vida, "mental, física y técnicamente", pero también, el más bonito.
La delegación española de atletismo sub-20 que se encuentra disputando los mundiales en Lima (Perú), del 27 al 31 de agosto, se ha visto afectada por una intoxicación alimenticia que ha implicado a una parte de la expedición que ha viajado a disputar el campeonato.
Los afectados, que están siendo atendidos por los servicios médicos de la Real Federación de Atletismo (RFEA) y de la organización, quedan pendientes de su evolución en las próximas horas, según informó el organismo federativo, este martes, en su cuenta de la red social 'X'.
El combinado nacional, que acude a los Mundiales con 47 atletas, cerró la primera jornada con dos pases a las finales -en longitud y pértiga- y uno a semifinales en los 800 metros femeninos.
Laura Martínez, saltadora de longitud, consiguió el pase a la gran final con la mejor marca de clasificación de las participantes gracias a los 6,37 metros que consiguió en su segundo salto, y Naiara Pérez, en pértiga, con una marca de 4,10 metros luchará por las medallas con la cuarta mejor marca en la clasificación general.
Por otro lado, Marta Mitjans en los 800 metros, con su segunda posición en la serie 2 y los 2:09.87 le permiten disputar la semifinal de su disciplina.
El 4X400 metros mixto, formado por Asabu Pines, Natalia Rojas, Biel Cirujeda y Ana Gálvez conseguían la mejor marca española de todos los tiempos (3:27.53), aunque no les valió para disputar la final.
Impresionante. Pocos calificativos mejores se pueden llegar a encontrar en el diccionario para calificar la hazaña que se ha propuesto el deportista Kilian Jornet (Sabadell, 36 años) en los Alpes. El catalán ha iniciado el reto Alpine Connections, que consiste en escalar el mayor número posible de montañas de más de 4.000 metros de la cordillera europea (82 posibles) en un tiempo récord. Hace 12 días que comenzó su desafío y ya ha llegado a la cima de 51 picos. Para ello ha empleado 178 horas. Cifras que, de continuar con el mismo ritmo, podrían superar el récord de los italianos Franco Nicolini y Diego Giovannini del año 2008, cuando lograron subir todos los picos alpinos en 60 días.
Todo comenzó el pasado 15 de agosto, cuando el ultramaratoniano español inició esta gran aventura con dos objetivos en mente: enlazar el mayor número de cimas explorando los límites físicos y mentales del cuerpo humano y, al mismo tiempo, donar a la ciencia todos los datos sobre el estrés metabólico, el deterioro del sueño o las cargas de entrenamiento que su equipo de fisiología recopile durante el viaje. De esta forma, pretende dar a conocer cuáles son las reacciones del cuerpo a esos niveles de actividad. Porque la vida de Jornet es eso, una constante búsqueda de desafíos sólo al alcance de deportistas apasionados por superarse a sí mismos.
Así fue como nació la idea del reto el año pasado, mientras subía 177 cimas de 3.000 metrosen 11 días en Los Pirineos. Otra de sus locuras. Nada más terminar su último ascenso a la Pica d'Estats supo que era el momento de dar un paso más.
El mensaje más imprevisto
Pasados varios meses y después de vencer en la carrera de montaña de Sierre-Zinal (Suiza), Jornet aprovechó su gran trabajo de preparación física, logística y su conocimiento en la zona (ha residido allí durante una década) para emprender, desde Piz Bernina, esta nueva aventura personal. Un viaje en el que su cuerpo y las condiciones climáticas que se presenten son sus barreras. Gestionar los periodos de descanso o la fatiga es fundamental para mantenerse alerta y atesorar diferentes alternativas por si algo falla. En la montaña, cualquier cosa puede pasar, hasta recibir el mensaje más imprevisto. "La policía noruega me acaba de llamar porque mi coche necesita ser retirado del parking donde está porque han iniciado unas obras que no fueron anunciadas", contó Jornet en sus redes, rodeado de nieve y en medio de su séptima etapa, en la que logró subir 18 cimas en 17 horas de actividad, durmiendo sólo tres.
Esta impredecibilidad hace que no haya etapas marcadas ni tiempos planificados. Todo se tiene que adaptar a cada momento y a lo que Jornet necesite, lo que hace imposible determinar cuánto tiempo durará la aventura. Cada ruta, diseñada a partir de múltiples factores, es única y sólo tiene como objetivo la próxima montaña que haya que escalar. La cumbre siguiente siempre es su favorita. Si noes posible avanzar, hay que parar y esperar a que las condiciones cambien. No hay ninguna jornada igual. En la primera etapa recorrió 242 kilómetros, ascendió su primer pico y completó gran parte del trayecto en bicicleta. En cambio, en otras ocasiones ni siquiera recurre a los pedales.
"Golpe a golpe y verso a verso", Jornet sigue adelante, pero no lo hace solo. Además de un pequeño equipo de soporte y otro de creación de contenidos, que le acompañan en todo momento, familiares como su madre, su pareja, Emelie Forsberg, y sus hijas le han esperado en algunos finales de etapa para poder seguirle y ser partícipes de cada una de sus proezas.
También varios amigos se han querido sumar al proyecto, como los alpinistas Philipp Bruger, que compartió con él los primeros kilómetros, o Jules Henri, al que se ha encontrado de casualidad después de viajar hasta La Fouly, en la undécima etapa de este viaje. Con él, Jornet ha podido llegar hasta Val Ferret (Italia), lugar donde se encuentra descansando debido a las condiciones del tiempo. "Intenté comer, beber mucho, curar la piel de mis manos y pies y prepararme para el próximo empujón largo", apuntó ayer nada más llegar.
Faustino Oro, un niño argentino de diez años, acaba de lograr en Barcelona el título de maestro internacional de ajedrez. Es el más joven de la historia. A su edad, Magnus Carlsen ni siquiera aparecía en la clasificación de la Federación Internacional. Nadie sabe si Fausti seguirá sus pasos y se convertirá en campeón del mundo, pero pocos dudan de su descomunal talento. En el último año ha jugado contra once grandes maestros y no ha sido derrotado por ninguno. Tres de ellos mordieron el polvo.
Las últimas semanas han sido de gran tensión por la inminencia de un récord al que todos trataban de restar trascendencia. Alejandro Oro, padre del fenómeno, comentaba justo este sábado: "Estamos muy ansiosos, pero en estos momentos es importante mantener la calma". Esa tranquilidad siempre ha sido una de las mayores virtudes que le han transmitido a Faustino sus padres, que además hicieron el sacrificio de abandonar su casa y sus trabajos para venirse a España en busca de un sueño, el sueño de un niño que quiere ser campeón del mundo. «Le debíamos esa oportunidad», explica sereno Alejandro, que vio clara una jugada que a muchos les pareció descabellada.
Su última partida no fue nada fácil. El maestro internacional chileno Fernando Valenzuela aspiraba a ganar el torneo en Barcelona y salió dispuesto a aguarle la fiesta. Faustino tuvo que defenderse, con negras, pero encontró el plan correcto, nada sencillo, con una madurez asombrosa. Ahora que es MI, el siguiente paso para Faustino Oro será llegar a GM (gran maestro), el título más alto posible para un ajedrecista. Tiene un año y medio para hacerlo además con otro récord de precocidad.
El pequeño Oro es un niño risueño y locuaz, la antítesis del tópico. Nacido para arrasar en los tableros, se inició en el ajedrez un poco por casualidad, precisamente porque Romina, su madre, estaba harta de que destrozara el apartamento de Buenos Aires con la pelota, en los meses del confinamiento. Todo esto lo contaban hace poco más de un año en una entrevista para EL MUNDO, la primera que daba el chico fuera de Argentina.
Alejandro, su padre, relataba que lo apuntó a Chess.com para tratar de salvar la integridad de la vivienda. Mientras Fausti comprendía los secretos del juego a una velocidad nunca vista, sus padres aún ignoraban que pronto se vendrían a vivir al municipio barcelonés de Badalona. Aunque lo llaman el Messi del ajedrez, a nadie se le escapa que el salto tiene más mérito con un hijo no futbolero y, por tanto, con mucha menos plata a la vista, en el mejor de los casos.
El ajedrez, a cambio, es un campo idóneo para el surgimiento de niños prodigio... y para su posterior abandono. En España tuvimos a Arturito Pomar, protagonista recurrente del NO-DO franquista, que llegó a gran maestro pero no pudo dejar su trabajo como cartero. El ajedrez en español sueña ahora con haber encontrado al nuevo Capablanca, aquel genio cubano que fue campeón del mundo entre 1921 y 1927.
Oro tiene una ventaja sobre el malogrado genio español: cinco empresarios, por el momento anónimos, acaban de ofrecer su apoyo para sufragar los gastos que suponen los viajes y los entrenadores. Se acaba así con la incertidumbre económica. Faustino tiene ahora cinco profesores, cada uno especializado en un área del juego. Es otra jugada sin precedentes que algunos consideran excesiva, aunque nunca se ha probado antes con un ajedrecista tan joven.
Un título en tres asaltos
Para llegar a maestro internacional (y algo parecido ocurre para ser gran maestro) hay que conseguir actuaciones brillantes, tres 'normas', en tres torneos distintos. No sirve cualquier pachanga; deben cumplir unos requisitos mínimos. Faustino Oro hizo la primera muesca en la Patagonia, cuando aún tenía nueve años. En 2024 logró la segunda, en el Campeonato Continental de las Américas, donde impresionó al quedar en octavo, empatado a puntos con el segundo e invicto.
Este mes de junio, jugó en Madrid otro torneo en el que tampoco conoció la derrota, pero le faltó medio punto para la tercera 'norma', que ahora ha amarrado en Barcelona. Si se hubiera demorado, no habría superado el récord del estadounidense Abhimanyu Mishra, MI con 10 años, 9 meses y 3 días. Faustino lo supera por poco: 10 años, 8 meses y 16 días.
El torneo de Barcelona era la última bala para escribir esta página de la historia. El pequeño Oro se lanzó a por ella desde la primera partida. Necesitaba al menos cuatro victorias. Empezó a lo grande, con tres seguidas. Luego se tomó un respiro con dos tablas y entonces consiguió su cuarto triunfo. Ya 'solo' necesitaba tres empates más para convertirse en MI. En ese escenario muchos pierden la calma, pero Fausti está hecho de otra pasta.
Un buen sistema nervioso no es la única virtud que señalan los expertos. Faustino Oro aprende a toda velocidad, algo normal a su edad, pero además tiene un instinto sobrenatural. Los niños prodigio suelen ser monstruos del cálculo. El argentino le añade algo que requiere experiencia, el sentido posicional. Tomás Sosa, uno de sus entrenadores, asegura que sabe dónde colocar las piezas de forma "casi mágica".
El pequeño prestidigitador ya ha hecho desaparecer muchos temores a su alrededor. ¿Soportará la presión mientras sigue creciendo? Sus padres y sus abuelos, que lo acompañaron en Madrid, dan la sensación de que el entorno es el correcto. Él mismo disfruta como el niño que es: "No siento presión con el ajedrez, me gusta". Eso sí, sus metas son tan altas y nada secretas que no quiere perder el tiempo con campeonatos del mundo sub 10, sub 12 ni sub nada: "Ahí solo juegan los críos", dice muy serio. De lo que no se librará a partir de septiembre es de volver al colegio.