Miguel Mateo, el español que domina el voleibol en Islandia: “Desde mi ventana veía las focas que había en mi puerta”
«En uno de mis primeros días en Islandia, en Neskaupstadur, un pueblo de apenas 1.500 habitantes, aparecieron renos por las calles y trabajo hubo para que se marcharan. Era un lugar increíble, los paisajes eran una salvajada. El club me dejó un apartamento que estaba en primera línea de mar y desde mi ventana veía las focas que estaban abajo. No era habitual que hubiera deportistas extranjeros y me invitaban a hacer de todo, a ir en moto de nieve, a pasear en barco...», comenta Miguel Mateo y la pregunta es: ¿Por qué Islandia?
Para responder habría que hablar de la eterna crisis del voleibol en España, de su desplome con la construcción en 2008 o de la mala gestión de su Federación, pero resume mejor un dato que aporta él mismo: «Aquí mi sueldo es muchísimo más alto».
Mateo fue el máximo anotador español de la Superliga en 2015, sólo superado en la lista por el brasileño Guilherme Pereira Maxon, pero poco después se quedó sin contrato y no le quedó más remedio que emigrar. Antes que él unos técnicos españoles se habían lanzado a la aventura allá arriba, le llamaron y las condiciones de su contrato no se podían ni comparar. Acompañado de su pareja, Paula del Olmo, de repente se encontró entre renos y focas.
Doble campeó de Liga
Hoy, casi una década después, allí continúa, convertido en emblema del Akureyri. Entrena y juega en el equipo masculino, vigente campeón de Liga, y dirige al equipo femenino, donde juega Del Olmo, también dominador nacional. «Es curioso porque aquí el voleibol es un deporte de moda entre los padres cuarentones. El fútbol y el balonmano son los reyes, no hay duda, pero hay muchos torneos y muchos equipos para veteranos. Digamos que es como el pádel en España», cuenta y expone una prueba. En un país de 300.000 habitantes, el pasado fin de semana se disputó una competición senior con más de 2.000 jugadores inscritos.
- Lo peor, imagino, será el frío.
- Soy de Valladolid y allí lo paso peor cuando voy en Navidad. Aquí en Islandia el frío es seco, no tiene humedad, y los sitios están muy bien aclimatados, siempre se mantienen a unos 23 grados. Akureyri está muy al norte, cerca del círculo polar ártico, pero en el fiordo está protegida de los vientos. Incluso en invierno no hay tantos días que bajemos de -5 grados. Es una ciudad pequeña [20.000 habitantes, la cuarta mayor del país], pero muy curiosa, vive mucho del mar.
Como ocurre en tantas y otras vivencias, Mateo fue a Islandia a probar durante un año y ha acabado echando raíces hasta el punto de que junto a Del Olmo han sido padres y han aprendido el idioma. Según comenta, las ayudas a la crianza son «brutales», aunque el impuesto medio sobre la renta ronda el 39%. Pese a que casi todos los productos del supermercado son importados y carísimos, la relación con su sueldo le compensa. Su adaptación ha ido tan allá que ha tenido que moldear su carácter para encajar con los jugadores y jugadoras que dirige.
«En España y muchos otros países latinos los entrenadores se dirigen a su equipo con agresividad y aquí eso no funciona. De hecho, está muy mal visto. Yo era un poco así, pero tuve que cambiar. Aquí no vale eso de gritar '¡Venga, cojones!'. Aquí hay que poner siempre una sonrisa, ser positivo, proponer una mejora en lugar de subrayar un error», analiza Mateo al que empezaron apodando «matador», por su capacidad anotadora, pero al que ahora todos dicen «cari», porque así le llama su pareja.
"Aquí entre tres y cinco años más"
De Valladolid, a los 17 años ya se trasladó a Elche para perseguir su sueño de vivir del voleibol y luego pasó por varios destinos: Soria, Cabezón de la Sal, Lugo o Castellón. Antes de marcharse a Islandia llegó a tener una oferta para jugar en el Barcelona, una sección del club de fútbol que pese a ello nunca ha ganado la Liga, pero la salida era mucho mejor opción.
«El nivel deportivo no es muy alto, pero las condiciones económicas sí lo son. De hecho, ahora hay ocho jugadores españoles en la Liga islandesa. Cuando hablo con mis amigos que siguen en la Superliga veo que es muy complicado ser profesional del voleibol en España. Algunos se marchan a Francia o Alemania, pero Islandia es un gran lugar», proclama y finaliza: «Estaremos aquí entre tres y cinco años más. Todo el mundo nos trata muy bien».