Jesús Gallego: "Si Clemente y yo no nos pegamos fue sólo porque se metieron por medio los de seguridad"

Jesús Gallego: “Si Clemente y yo no nos pegamos fue sólo porque se metieron por medio los de seguridad”

Jesús Gallego (Jaraicejo, 1968) lo ha visto todo. Desde muy cerca. Soldado en la guerra entre la SER y García hasta casi llegar a las manos, parte del núcleo duro que se marchó a la COPE… sin ofrecerle acompañarlos, director de ‘Carrusel Deportivo’ de 2014 a 2016 de donde salió por no ceder ante la empresa, testigo directo de los altos y bajos de la tele y, ahora, feliz presentador de ‘Hora 25 Deportes’ y novelista debutante, con ‘Herencia’, sobre los tiempos agitados de la Transición.

"Es una cosa que tenía en la cabeza desde hace tiempo, pero no me había puesto. En el verano del 23 terminó mi etapa televisiva, me encontré con que tenía tiempo libre y decidí lanzarme. Estuve leyendo libros que me faltaban de Vargas Llosa, que es una referencia para mí, y Juan Gabriel Vásquez, que es la hostia, y decidí que tenía que escribir algo. Me ha salido una cosa que ni yo mismo esperaba, sinceramente", explica.

Música indie, política, libros… Siempre te has movido en zonas no demasiado transitadas por el periodismo deportivo.
Creo que sigue habiendo ciertos prejuicios dentro de la profesión. Recuerdo que había un estigma y decían de ti despectivamente: "Ese lee libros". Dentro de la fauna periodística cada uno tiene sus señas de identidad y no tienes porqué renunciar a ellas. Desgraciadamente, creo que las nuevas generaciones, tanto en el periodismo deportivo como en la sociedad, han leído menos libros que las nuestras. Hubo un momento muy bueno en que, siguiendo el ejemplo de Segurola, empezó a parecer gente que escribía muy bien de deportes. Ahora faltan figuras como esas, no las veo surgir. También es cierto que entonces a menudo se decía "parece Segurola" como insulto. Joder, a mí me dicen que parezco Segurola y doy palmas. Ahora las pantallas, internet y las redes sociales han provocado una involución donde se ha priorizado el titular llamativo, breve, conciso y, si puede ser, hiriente y esa figura del periodista más reflexivo, que se recrea en el lenguaje, ha ido desapareciendo. Ojalá vuelva porque es necesario.
Llevas ya ocho años haciendo ‘Hora 25 Deportes’. No sé si es lo que esperabas porque cuando te lo dieron, tras ‘Carrusel Deportivo’, parecía un paso atrás.
Cuando cogí este programa no tenía la sensación de que fuera un proyecto a largo plazo. Salí de ‘Carrusel’ porque no llegamos a un acuerdo económico y yo no quería seguir currando los fines de semana si no estaba a gusto. Me quemé bastante y esto lo vi como una pausa, iba a empezar a hacer tele otra vez con ‘El Golazo’ y me venía bien otro ritmo, pero con el tiempo me he ido sintiendo muy cómodo, tengo una relación guay con Aimar Bretos y estoy realmente bien en ese tramo horario y en ese formato de media hora de muchas noticias, pero dando también opinión.
¿Te lo tomaste como un castigo al principio?
Un castigo no, pero sí un retroceso. Los dos años que hice ‘Carrusel’ subió un 15% la audiencia del programa. La SER estaba encantada y quería que siguiera. Me hizo una oferta, pero yo no me sentí bien tratado entonces y no la acepté. ‘Carrusel’, ‘Tiempo de juego’ o como se llame en cada cadena es el programa más duro que hay en la radio y no está reconocido. Es infinitamente más duro que hacer un programa diario de hora y media o dos horas como ‘El Larguero’ porque estar ocho o nueve horas manteniendo esa intensidad es agotador y dificilísimo. Había días que salía fulminado del programa y, además, lo haces sábados y domingos, pierdes enteros los dos días en los que la gente hace la vida. Los cumpleaños, las barbacoas, las fiestas, las resacas, el amor, la vida familiar… Todo pasa el fin de semana y tú te lo pierdes. Yo estaba muy quemado vitalmente y necesitaba un respaldo de la empresa que no sentí. Ahora entiendo lo que sucedió: la SER estaba pendiente de que De la Morena se iba, dieron por hecho que yo seguía en ‘Carrusel’ y como estaban con el otro problema más gordo no prestaron mucha atención a lo mío.

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Y se estropeó todo.
Claro. Es comprensible a nivel empresarial, pero a nivel personal tú piensas en lo tuyo. Yo me estaba matando, los resultados eran buenos y nos enzarzamos en una negociación agria. No hubo un acuerdo y yo me acogí a una cláusula que puso la empresa cuando me dio ‘Carrusel’ por si los resultados eran malos. Decía que si en dos años no continuaba, volvía a mi anterior situación contractual y punto. Entonces eso es lo que hice.
¿Te arrepientes de no haber cedido?
Hubo un tiempo que tuve dudas de si me había equivocado y fue jodido porque todo el mundo interpretaba: "Hostias, se han cargado a Gallego". Estar explicando todo el rato que no era así, que no es porque fuera mal el programa, era un coñazo y te jodía un poco en el orgullo, pero con el tiempo me he dado cuenta de que para mí ha sido un crecimiento. He tenido otras experiencias porque hacer ese programa constriñe tu vida en todos los aspectos, mentalmente supone un esfuerzo tan brutal que no existe nada más.
¿Cómo puede llevar Paco González más de 30 años haciéndolo?
Porque es muy bueno y porque sólo ha hecho eso. El talento creativo de Paco González, que es enorme, lo ha dedicado exclusivamente a ese carrusel que se inventó en la SER, todo ha estado ahí y no ha podido crecer en nada más. Paco hubiera podido funcionar en la tele, en un programa de entrevistas, en cualquier otro formato, pero cuando estás metido en eso no puedes hacer nada más. No hay forma.
¿Siempre quisiste ser periodista deportivo o fue azar?
Fue casual. En el verano del 90, estaba en cuarto de carrera, me parece e hice las pruebas de la SER. Eran 70 preguntas tipo test de sociedad, política, internacional... A mí me gustaba el deporte y escuchaba a De la Morena, primero a las tres de la tarde y luego ya en ‘El Larguero', pero no quería hacer Deportes. Lo que sucedió es que me seleccionaron y me hizo una entrevista Luis Fernández, que era director de Informativos y luego sería presidente de RTVE. Me preguntó qué me gustaría hacer y yo le dije lo típico: el ‘Hoy por hoy’ de Iñaki Gabilondo, el ‘Hora 25’ de Carlos Llamas, los deportes... Ahí se le iluminó la cara porque se había ido una parte de la redacción a Canal+, Alfredo Relaño, Chus Galán, Carlos Martínez, Chus del Río… Había hueco y necesitaban gente. Y me preguntó otra cosa que te explica bien cómo veían entonces los Deportes en la SER.
¿Qué te preguntó?
Que si yo escuchaba los deportes de la SER y cuando le respondí que sí, que escuchaba ‘El Larguero', me dijo: "Pero qué vas a escuchar ‘El Larguero’, tú escuchas a García como todo el mundo". Flipé con que el director de Informativos de la SER me dijera eso. El caso es que me mandó a Deportes y esas circunstancias condicionaron mi vida completamente. Es acojonante. Evidentemente eso me ayudó a crecer porque había huecos. Si no, quién sabe, a lo mejor estás tres meses y a la calle.
Ese ambiente de redacción joven contribuyó a crear el grupo de amigos que fue durante muchos años Deportes de la SER.
Efectivamente. Una de las cosas que fue fundamental es que la diferencia de edad con Lama y Paco, que eran los líderes allí, no era tan grande. Ellos habían llegado muy pronto a ser top, pero tenían muy pocos años más que yo, así que había una coincidencia generacional que ayudó a que todo fuera fácil. Currábamos, hablábamos, salíamos y nos divertíamos. Ellos eran los cracks y nosotros estábamos llegando, pero éramos un grupo de amigos. Y encima surgió la guerra con García que nos unió aún más. Yo entré justo cuando sancionaron y apartaron de la radio a De la Morena porque contestó a García en antena y le llamó de todo. En su ausencia, ‘El Larguero’ lo hacía Paco y en aquella época me pasaba el día entero en la radio. Iba a la Ciudad Deportiva del Madrid por la mañana, enlazaba con SER Deportivos a mediodía, luego el programa de Lama por la tarde y acababa con ‘El Larguero’, Estaba todo el puto día en la radio y era feliz, pese a que luchar contra García era muy difícil y desagradable.
¿En qué sentido?
En que te la clavaba todo el rato. Quedabas con un tío que era protagonista porque habías tenido la suerte de llegar primero al sitio donde estaba, le habías dicho que le íbamos a llamar por la noche y había aceptado. Luego le presionaban, se echaba atrás y entraba con García. Eso te jodía muchísimo y la frustración generó una unión que nos hizo muy guerreros y muy luchadores. Aquello empezó a ser una guerra contra García, volvió De la Morena con su manera de ser y le plantó cara y fue creciendo hasta que, casi sin darnos cuenta, estábamos por encima. Fue un despliegue tremendo.
Se ha mitificado mucho aquella guerra, pero también hay voces críticas que dicen que fue muy negativa para el periodismo. ¿Cómo lo ves habiéndolo vivido desde dentro?
Creo que todo el mundo sobrepasó líneas que no se debían haber sobrepasado. Era una situación muy encrespada desde el inicio porque García era un personaje, no nos engañemos, que desde sus inicios había basado su éxito en que en España estaba él y sólo él. Hace poco, en un documental, cuenta cuando secuestraba a los protagonistas. Llegaban a Madrid, los cogía, los encerraba y se acabó. Era él y era su exclusiva.Cuando tienes eso enfrente, acabas utilizando las mismas armas para defenderte. En aquella época de reportero pasé muy malos ratos porque la presión y la competitividad no eran sanas. No me gustaría que las nuevas generaciones vivieran eso.
¿Tú también actuaste de manera inapropiada?
No. Siempre he tenido muy buena relación con los reporteros de García y me he llevado fenomenal con Pipi [Estrada] y el resto. Digamos que el enfrentamiento que había entre De la Morena y García, de insultarse el uno al otro, no podíamos permitir que llegara a donde estábamos nosotros, que era juntos en la banda y en los entrenamientos, porque eso hubiera derivado en cualquier cosa, incluso en agresiones. Yo siempre intenté asumir la derrota. Llega un momento en que hay que ceder y si has perdido, has perdido. Lo que me jodía era ganar y que me robaran por la puerta de detrás. Te sentías muy frustrado. Creo que aquella fue una etapa increíble de la radio española, con momentos muy emocionantes, pero ojalá no se vuelva a repetir porque muchos periodistas lo sufrieron y lo sufrimos.
La guerra principal derivaba en otras colaterales, como la de Javier Clemente. En su episodio más tenso, llegaste a las manos con él en la Eurocopa del 96.
La situación estaba muy caliente porque ‘El Larguero’ ya era líder y Clemente era un personaje entregado a García. Yo no podía con que en las ruedas de prensa previas a los partidos le preguntásemos por el planteamiento, nos dijera que no nos iba a dar la alineación a nosotros, que se la guardaba para los futbolistas y, por la noche, García dijera el once cada vez. Me encabronaba muchísimo y al día siguiente me dedicaba a calentar a los veteranos como Iñaki Cano, Manuel Esteban o Enrique Ortego . Les decía: "Clemente se ha meado en vosotros, luego estáis en los corrillos con él haciendo bromas, no os cuenta nada y se lo dice todo a García, os ha humillado…".. Les ponía la cabeza como un bombo porque yo contra eso me rebelaba. Y ese mal rollo explota en la Eurocopa.
¿Cómo y por qué?
El detonante fue que, los días antes de los partidos, la selección entrenaba a puerta cerrada en el campo del Leeds y yo, a través de un amigo, había conseguido ver los entrenamientos. Clemente llegaba, ensayaba con Alkorta en el centro del campo y yo lo veía. Entonces, por joderle, en la rueda de prensa le preguntaba directamente: "¿Por qué mañana va a jugar Alkorta en el medio?". Él se ponía negro y los jugadores también, porque pensaban que había uno que me filtraba. Eso fue creando una tensión hasta el último partido del grupo. Logramos pasar a la siguiente fase con el gol de Amor y yo estaba en la zona mixta entrevistándole cuando pasó Clemente, me dio una hostia en el micrófono y dijo delante de todos: "Amor, no hables con estos hijos de puta".Me soltó la mano y, claro, con la tensión le llamé cabrón, me fui a por él y se montó el número. Si no nos llegamos a pegar fue sólo porque se metieron por medio los guardias de seguridad.
Luego, Lama y Paco querían irse a por él.
Sí, sí, claro. Piensa que todo esto lo estaban escuchando porque estábamos en directo. Fue súper desagradable, no lo disfruté y me convertí en protagonista esos días sin querer serlo. Fue difícil porque luego los jugadores de la selección con los que yo tenía relación del Real Madrid, como Alkorta o Cañizares, me evitaban porque no querían problemas. Una situación muy jodida. Recuerdo que me llamaron de ‘Esta noche cruzamos el Mississippi’, que era un fenómeno de la hostia, querían mandarme una cámara y estuvieron una hora intentando convencerme, pero estaba hasta los huevos del tema y dije que no.
Jesús Gallego posa para la entrevista.

Jesús Gallego posa para la entrevista.Alberto Di Lolli

Y tras todas esas vicisitudes, llega 2010. El despido de Paco González de la SER y la separación. ¿Cómo lo recuerdas?
Todo empezó, el día de la final del Atleti en la Europa League, con algo que no entendimos ninguno. Por más que hubieran discutido, no tenía sentido que apartasen a Paco del programa porque se habla siempre mucho de ‘El Larguero’, pero el ‘Carrusel’ de Paco González era un fenómeno exactamente igual. Iba como como un tiro y, de pronto, estalla esto. El director de la SER quería que se hicieran unos programas de cara al público durante el Mundial y Paco, que se había ganado ya de sobra un estatus, dijo que él no los iba a hacer porque ese tipo de carruseles son un coñazo, que es cierto. Se calentó la cosa, hubo un enfrentamiento y apartaron a Paco de antena, que es como si Fernando Alonso un día decide que no hace unos entrenamientos y le quitan el coche. Fue un error, pero como nadie lo paró, fue creciendo, llegó el despido y todo lo que vino después ya es consecuencia de esa mala gestión inicial de la radio. Fue una puta locura.
Y en lo personal, ¿cómo viviste esas semanas?
Me comí un marrón importante porque le quitaron a Paco el ‘Carrusel’ de la última jornada de Liga, alguien tenía que hacerlo y el director de la SER me lo mandó a mí. Pedí consejo a Manolo [Lama], porque Paco estaba desconectado y era muy difícil hablar con él, y me dijo que no montásemos más lío y lo hiciera. Quedó bien, no por mí sino porque estaban Pepe Domingo y el resto del equipo y aquello funcionaba solo, y la radio me dijo que también querían que lo hiciera en el Mundial. La verdad es que no sabía qué hacer porque Paco o gente del grupo se lo podía tomar como una traición y yo no quería eso.
¿Qué hiciste?
Volver a preguntar a Manolo, con el que tenía una relación especial de haber viajado 15 años juntos, y además era el que estaba allí. Me dijo: "Pídeles una pasta, hazlo y ya está". Y fue lo que sucedió. No fue fácil porque el ambiente era raro, malo. Yo estaba centrado en hacerlo bien y que no se notaran la tristeza y la tensión, pero me daba cuenta de que había gente ya que estaba con la cabeza en otra parte. Los programas salieron bien, no hubo ningún problema, pero cuando terminó aquello todo el mundo había decidido quién se iba y quién se quedaba.
¿Tú también?
Bueno, es que yo no llegué a tener la opción de irme, ni siquiera negociamos, y la SER, por su parte, quiso que me quedara.
Pero para la temporada 2010-11 no te dieron el ‘Carrusel’ tras haberte comido el marrón inicial. ¿Por qué?
Durante el Mundial tuve reuniones con la dirección donde me decían que lo estaba haciendo muy bien, que iban a quedar huecos libres, que tenían que saber qué quería hacer yo… Pero yo les dije en todo momento que no iba a decidir hasta que acabase el torneo porque, esa es la verdad, también tenía en la cabeza que a lo mejor me iba a la COPE con Paco y Manolo, que me iban a hacer la oferta, con lo cual yo no estuve ahí hábil para asegurarme ‘Carrusel’.
Sinceramente, siempre pensé que sí te habían ofrecido irte con ellos.
No. No tuve ni la opción.
¿Sabes por qué no te lo ofrecieron?
No lo sé y me lo he preguntado, pero sus razones tendrían. Luego he trabajado muchos años con Manolo en la tele y ni siquiera se lo he preguntado porque es un tema que ya había pasado y tampoco iba a quemarme la sangre con ello.El caso es que no tuve una oferta para irme a la COPE y en la SER decidieron apostar por Javier Hoyos, con lo cual yo seguí haciendo mi programa y debí ser de los pocos que no sacó nada de todo el lío. Me sorprendió un poco, pero tampoco podía hacer más.
¿Con Paco González has vuelto a hablar?
Sí, tenemos trato. Indudablemente la relación ya no es la de antes, es normal. Con Manolo he mantenido la amistad porque me llamó para para ‘El Golazo’ y he estado con él cinco años aprendiendo y pasándomelo que te cagas. Con Paco mantengo contacto, nos mensajeamos de vez en cuando sobre asuntos personales y hay un cariño eterno porque he aprendido de quien he aprendido, pero la relación de amistad cómplice que teníamos en la SER se ha perdido.
Ahora no estás haciendo tele, ¿lo echas de menos?
Hombre, económicamente… [risas]. A cambio, me he puesto a escribir, que me llena muchísimo. Fíjate que yo no empecé en la tele en deportes, sino haciendo el programa de actualidad, ‘Te vas a enterar’, en Cuatro, en 2012. La verdad es que el formato iba muy bien, pero cometimos un error y es que el director mandó una cámara a un escrache en la casa de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y se montó un pollo en Mediaset que ya vi que el programa estaba en peligro. Ese verano, cuando me fui de vacaciones, la productora me dijo que tenía la posibilidad de irme a ‘Deportes Cuatro’ y yo no quería, porque me encantaba ese programa, pero me dijeron que, viendo el panorama, mejor lo cogiera. Estuve un año haciendo el informativo por la tarde y estaba todo bien, pero entonces me convencieron de coger ‘Carrusel’ y lo dejé porque no podía compatibilizarlo.
Volverías, ya en 2016, a ‘El Golazo’.
Sí, la verdad es que esos años con Manolo fueron la hostia. Más allá de los datos de audiencia, que eran muy buenos, por lo que más cariño tengo a ese programa fue por el buen rollo, la sensación de que no había jefes, que todos éramos iguales, el ambiente familiar que era parecido al que de la primera época de la SER. Cuando me fui de ‘El Golazo’ lloré a lágrima viva.
¿Y por qué te fuiste?
Porque la oferta de Movistar era irrechazable, pero me follaron en un año [risas]. Me fichó un director, al año lo pasaron a otro departamento y trajeron uno nuevo que se cargó al que había fichado su antecesor. Un clásico. Nos reunimos y yo le daba opciones y le planteaba propuestas, más que nada porque había dejado otro curro por ellos y me largaban al año, hasta que al final me dijo textualmente que es que quería poner por mí a una chica joven y atractiva.
¿A quién pusieron?
A Lucía Villalón.
Pese a todo, eres razonablemente optimista con el estado del periodismo deportivo.
Sí. Tú eres muy crítico con el panorama, pero yo no tanto. En realidad creo que es el mismo periodismo deportivo de siempre, con un espectro muy amplio en el que hay cosas mejores y cosas peores. Lo único que es claramente peor es lo que se paga a los chavales, pero en cuanto a los contenidos sigue habiendo mucho entre lo que elegir. Lo que pasa es que los formatos de bufanda, a rebufo de ‘El Chiringuito’, han crecido bastante y hay menos reductos de ese periodismo más sosegado y más analítico. Yo echo mucho de menos a un tipo como Michael Robinson, ese fenómeno comunicador que tenía gracia sin ser bufandero, que informaba en serio sin ser aburrido, que era culto sin ser elitista. Era la figura perfecta. Pero ha entrado gente nueva, esos que algunos llaman panenkitas, y han explotado los podcasts… No sé, es un aire fresco que a mí me gusta. Yo disfruto con el panorama.
En realidad, estas renovaciones son cíclicas.
Claro. Hoy hay mucha gente esperando a Pedrerol como antes había mucha gente esperando a García. Hay un punto de envidia ahí hacia el que tiene éxito. Lo que me molesta es que desde Barcelona se nos equipare con ‘El Chiringuito’ a todos los que trabajamos en Madrid. Todos somos caverna y te hablan siempre en segunda persona del plural: "Vosotros decís que el Madrid todo lo hace bien". A ver, lo dirán unos sí y otros no. Si yo tengo que decir que el Madrid hace el ridículo no yendo al Balón de Oro, que es una cagada brutal y que han tirado el prestigio del club por los suelos, lo digo y me toca los cojones.
¿Cómo ves su denuncia de una campaña arbitral contra él?
No olvidemos que ha sucedido algo sustancial en los últimos años que es el caso Negreira. Eso ha sido muy duro, me ha cambiado la perspectiva y no puedo abstraerme por más que piense que Florentino y Real Madrid TV se pasan y deberían cortarlo. Bien, pero lo realmente grave es que el Barcelona pagó 17 años al vicepresidente de los árbitros y mientras eso esté sin castigo, todo lo demás es secundario.
Iñaki Cano: "Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza"

Iñaki Cano: “Que De la Morena y García quieran ahora pacificar el mundo es una vergüenza”

Iñaki Cano (Madrid, 1957) es periodista, marido de periodista (Toni Martínez, de ‘Herrera en COPE’) y padre de periodistas (Iñaki, en Movistar+, y Dani, en 'As'), pero no se suma a esa visión vocacional del oficio que tanto nos gusta vender para disimular sus miserias. "No, no, de vocación nada, yo llegué a esta profesión por amor. Por estar con mi mujer y que los buitres no se la llevaran", cuenta con su voz de trueno y remata con una carcajada que lo mueve todo excepto su bigote, esa imagen de marca que mantiene intacta desde sus tiempos en TVE. Allí se hizo famoso en los años 80 y 90 y siguió hasta 2006, cuando dio el salto a Onda Cero para conducir ‘Al primer toque’. La aventura, como explicará luego, acabó pronto y mal por motivos turbios y desde entonces ha sido un trotamundos laboral con El Chiringuito y Radio Marca como escaparates actuales.

Tras todas las vicisitudes que has vivido en el periodismo, especialmente las últimas dos décadas, ¿no intentaste disuadir a tus hijos?
Sí, sobre todo a Iñaki, que es el mayor. Nosotros queríamos un médico o un abogado, pero en unos Reyes le regalamos un radiocasete con micrófono para cantar, porque se sabía todas las canciones de Los 40, y unos días después nos despertamos mi mujer y yo y nos encontramos al niño con un partido de fútbol en la tele y narrándolo con el cacharro ese. Dijimos: "A tomar por culo el médico". De todos modos, en mi casa, por salud, no hablamos de periodismo y Toni y yo somos muy críticos con ellos. Estamos muy orgullosos de lo que hacen, pero no regalamos el elogio y ellos, al parecer, están agradecidos.
¿Orgullosos pero preocupados?
La profesión ya no está tan bonita como estuvo. Doy clase en un máster y la primera pregunta que hago es quién quiere ser famoso o millonario. A los que levantan la mano, les digo que se dediquen a otra cosa. Los que quieren ser Paco González, Manolo Lama o, ahora, Rubén Martín van muy mal porque esos ya existen. Es una profesión cada día más vocacional, porque es difícil ganar dinero, pero sin embargo da una satisfacción enorme al ególatra que todos los periodismos llevamos dentro, como es que alguien te reconozca y te diga que lo que has hecho es bueno, pero ahí siempre recuerdo lo que me dijo Paco Vela, uno de mis primeros jefes: "El éxito solo figura delante del trabajo en el diccionario". Y aún así, en esta profesión currar mucho casi nunca garantiza el éxito.

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Tú sí pillasteis una época en la que el periodismo deportivo era un chollo: trabajo, buenos sueldos, viajes, dietas…
Sí, y eso que llegué un poco tarde. En Radio España empecé con la música y los magazines y hasta mediados de los 80 no pasé a deportes, con Andrés de Sendra y J.J. Santos. Tuve la suerte de que rápidamente empezaron a confiar en mí y ya me empecé a tomar en serio lo de ser periodista.
¿Qué plan de vida tenías hasta entonces?
Era disc jockey en la Gran Vía y en unas cuantas salas más y, además, jugaba muy mal al fútbol, pero estaba en Tercera y ganaba mi dinerito. Te daban hasta 5.000 pelas por partido ganado, que entonces era un pastón. Y luego me iba a la discoteca y me pagaban 300 0 400 pesetas por noche y las copas gratis. Vivía como dios [risas]. Y me lo pasaba muy bien, porque era el Madrid de los 80 y he sido muy canalla.
Era la época en la que periodistas y futbolistas salíais juntos por la noche.
Mira, ahora que mi hijo Iñaki ha escrito un thriller (‘Si te digo mi nombre, tendré que matarte’), si yo le contara todo lo que he vivido tendría para hacer una saga, pero he valido siempre por lo que callo y no por lo que cuento. Nunca me ha interesado la vida personal de la gente, sólo la vida profesional, y eso lo he tenido muy, muy, muy, muy en cuenta a la hora de relacionarme con los futbolistas. Los de aquella época me apreciaban porque sabían que era un tío legal y de fiar.
¿Con quiénes tuviste más trato?
Lo increíble es que con casi todos los del Madrid y el Atleti. Tenías la gran ventaja de que al acabar el entrenamiento en la Ciudad Deportiva o en el Calderón, íbamos a tomar cañas o un café con ellos. Con Juanito, con Vicente del Bosque, con Camacho, con Adelardo, con Ufarte, con Luis Aragonés... Había dos bares, uno en la Castellana y otro en Pirámides, donde te reunías con ellos y hablabas de que los niños no dormían porque tenían fiebre o de dónde ir de vacaciones. Los entendías un poquito más y, aunque teníamos nuestras enganchadas, formabas una relación. Eso es lo que la gente echa ahora en falta del periodismo deportivo.
¿Nos lo hemos cargado entre todos?
No. Principalmente se lo han cargado los clubes. Es cierto que entonces éramos ocho periodistas y ahora son 800, pero los clubes se empeñaron en tener su Comunicación, que me parece muy lógico, y controlarlo todo ellos como si los medios no fueran necesarios. Ahí es donde se equivocan, creo, porque no todos los aficionados del Atlético de Madrid, del Real Madrid o del Barça ven la televisión de su club, entran en la web oficial o están en redes sociales. La mayoría está escuchando la radio, viendo la tele o leyendo un periódico. Creo que el futbolista no es tan gilipollas como parece, son como tú y como yo, con momentos mejores y peores, virtudes y defectos. Si tú te sientas con ellos a hablar, puedes sacar cosas bonitas que les hacen humanos, pero al encerrarlos en una burbuja todo eso se pierde. Lo peor es que no creo que tenga ya vuelta de hoja.
Ese alejamiento de los protagonistas ha derivado en que, en radio y tele, el periodismo deportivo sea en un 90% tertulias, más o menos encendidas.
En eso quiero defender a algunos porque hay tertulias y tertulias. Hay algunas en las que la bronca es constante, pero en las buenas se mezcla la bronca con mucha información. Lo que sucede es que esta es una profesión de ególatras y envidiosos que se cabrean cuando otro saca una noticia y no le dan importancia o, peor, se dedican a atacar al que lo ha hecho mejor.
¿Esto va por las críticas que recibe ‘El Chiringuito'?
Sí, pero no sólo. En las tertulias de la SER, la COPE o Radio Marca también se sacan muchas noticias. Lo peor que podemos hacer en esta profesión es sentarnos en un plató para hacer una tertulia sin tener información. Si haces eso, pensar que con opinar basta, la vas a cagar. Sé que con cualquier defensa que haga de ‘El Chiringuito’ más de uno va a decir: "Joder, ¿cómo no lo vas a defender si estás ahí currando?". Es verdad, pero podría callarme y fuera. Te digo una cosa con total sinceridad: me gustaría o me hubiera gustado tener el equipo que tiene Pedrerol, gente joven que lo ve, lo huele, está y tiene atrevimiento. Mira, ‘El Chiringuito’ es conocido en todo el mundo y no triunfas a ese nivel sólo por hacer ruido. Recomendaría a todo el que critica a Pedrerol que le viera en directo hacer un programa. Mira que he hecho tele en directo y me da envidia cómo maneja todo. No es casualidad que sea el programa al que todos han imitado luego y ahora todos esos que envidian, protestan y rajan siguen la corriente de las informaciones que da ‘El Chiringuito’.
Retrocedamos 60 años. Te aficionaste al fútbol… en Suiza
Sí. Yo soy emigrante, hijo de emigrantes y por eso me duele toda esta ola antiinmigración que vivimos. Tengo un respeto bestial por todos los que vienen a buscarse la vida porque sé lo mucho que se sufre intentando sacar las castañas del fuego. Soy de un barrio de aquí al lado, de Manoteras, y nos tuvimos que ir a Suiza cuando yo tenía tres años. Mi padre era un madridista acérrimo, vi la sexta Copa de Europa del Real Madrid, la de los yeyés, a través de una ventana, subido en un barril de cerveza fuera del Centro Español de Grenchen. Mi padre era un enfermo de aquel Madrid. Una de las cosas bonitas que me ha dado esta profesión fue que, muchos años después, ‘Marca’ celebró en el Ritz una fiesta homenaje a las primeras Copas de Europa y, junto con Juan Manuel Gozalo, hice una entrevista conjunta a Alfredo Di Stéfano, Paco Gento y Ferenc Puskas. Les comenté que me tenían hasta el gorro porque mi padre no paraba de hablar de ellos durante toda mi infancia. De ellos y de Amancio, que es el futbolista que más me ha enganchado. Amancio, luego Cruyff y Maradona.
Muy ecléctico el podio.
Sí, sí. Amancio era la hostia, ahora con los highlights sería trending topic cada fin de semana. De Cruyff me enamoré porque en Suiza veíamos mucho a Beckenbauer y a Johan porque eran las ligas que ponía la televisión alemana. Cuando he estado a su lado, me he vuelto loco. Y Maradona, es otra cosa, es el genio, el mito… Para mí es el mejor, aunque en estas cosas siempre es fundamental lo que tú hayas vivido y a qué edades. Veía a Maradona y… Joder, ¿cómo este tipo embarrado hasta el cuello y recibiendo patadas a la altura de los dientes es capaz de esto? Hacía cosas maravillosas.
Te escuché una vez que hay dos personajes capitales en el inicio de tu carrera periodística: Pepe Domingo Castaño y Joaquín Prat.
Pepe trabaja mucho tiempo con mi mujer, primero en la SER y luego en la COPE y es... Joder, sigo hablando de él en presente. Era un amigo excepcional que siempre te daba muy buenos consejos. Le adoro, le admiro y ojalá hubiera podido imitarle. Y Joaquín Prat es el que me ficha para la COPE desde Radio España y, luego, me voy con él a Radio Nacional. Eran dos personas maravillosas, como lo es José Ángel de la Casa, que sería el tercero en esa lista.
Puede ser la única persona en este mundillo de la que nadie habla mal.
Es que es muy difícil hablar mal del Tofo [De la Casa]. En esta vida he defendido a Pepe aunque la cague, a Joaquín aunque la cague, a Juanma Gozalo, que he llegado a estar sin hablarme con él y teníamos bronca diaria, aunque la cague... Pero a José Ángel ni siquiera he tenido la necesidad. Entre lo callado y lo buen tipo que siempre ha sido es muy difícil hablar mal de él. Creo sinceramente, y desde aquí lo pido, que merece y necesita un gran homenaje del periodismo español, pero que se den mucha prisa porque lo necesita ahora. Lo tiene que vivir y disfrutar mientras aún pueda. En este país todos somos muy buenos cuando hemos muerto, pero José Ángel ha sido la hostia y se merece ese homenaje en vida. Ahora ha cambiado la narración, con internet todo está ahí, pero cuando viajabas con 200 periódicos para intentar saber de qué jugaba Fulano, allí estaba el Tofo con su libreta y su calma tensa. No perdía nunca los papeles, salvo aquel día por culpa del Señor. Es un tipo sensacional.
En RTVE es donde te haces popular. ¿Cuánto contribuyó ese bigotazo?
Teresa Vega, que es la viuda de Pepe Domingo, siempre me decía que, hiciera lo que hiciera, cambiara lo que cambiara, para la gente Pepe siempre tenía su pelo largo, sus canas, sus gafas y su sonrisa, que esa es la imagen con la que siempre se le va a recordar. A mí me pasa lo mismo con el bigote, la perilla de mosquetero malo y el pelo tirando a largo.
Mantienes pelazo
Sí, si no me enfocan desde arriba [risas].
Eres parte de una generación de reporteros de tele y radio que vivistes en la banda las tensiones de la guerra García-De la Morena.
Con eso estoy muy quemado.
¿Por qué?
Porque me joden los pacificadores falsos. Te lo digo así de claro. Mira, perdono a José María García porque es mayor y ya no quiere líos, no porque trabaje con él en los Megacracks del Inter Movistar, que me lo paso de maravilla y me lo pagan muy bien. Tuvimos muchas broncas en su día, pero hemos hablado, nos hemos calmado bastante y ahora nos llevamos de maravilla. Sin embargo, que ahora él y José Ramón de la Morena quieran pacificar el mundo con la que liaron es una vergüenza. El daño que se hayan podido hacer entre ellos y a sus respectivas familias, que se lo perdonen ellos si quieren, pero el daño que han hecho a la profesión es imperdonable. Fue una época terrible, desagradable y nada edificante.
Iñaki Cano posa para la entrevista.

Iñaki Cano posa para la entrevista.SERGIO ENRÍQUEZ-NISTAL

¿Os afectaba también a los que no trabajabais con ellos?
Yo estaba en terreno neutral, pero era imposible apartarse de aquello porque todo el rato había dos bandos y, aunque tú te limitases a hacer tu trabajo, era conmigo o contra mí. Cuando estaban en la guerra con Clemente, en la guerra con Florentino, en la guerra con Mendoza… Cualquier cosa te posicionaba en una batalla que no iba contigo. Ellos creen que han levantado la profesión, pero lo único que levantaron seguro fue sus cuentas corrientes. El fútbol y el deporte le habrían interesado lo mismo a la gente con ellos que sin ellos.
Siempre has tenido fama de ser bastante beligerante.
No he sido nunca un pacificador. En la banda, aunque Roberto Gómez me llame Poulidor porque dice que llegaba siempre el segundo, peleaba por mi empresa como el que más y cuando he tenido que reprocharle algo a otro periodista, no me he escondido, lo he cogido, me lo he llevado aparte y se lo he dicho a la cara. Pero este tipo de batallas sucias nunca me ha interesado. Estoy muy agradecido a esta profesión y a lo que he conseguido viniendo de donde vengo y a base de currar, pero a mí esto de las pacificaciones de cara a lavar tu imagen no me gusta un pelo.
Presentaste ‘Estudio Estadio’ con otro clásico, Juan Carlos Rivero. ¿Qué tal fue vuestra convivencia?
Rivero no me ha perjudicado, pero tampoco me ha beneficiado. Él va a lo suyo, es un corcho que siempre flota, pero no tengo ninguna queja sobre él. Ahí su conflicto es más con Paco Grande, que es un tipo con el que tuve grandes enfrentamientos y, sin embargo, ahora sé que tengo que estarle muy agradecido porque aprendí muchas cosas de él y, con el paso de los años, he visto que es uno de los mejores profesionales que tenemos en España. Poco valorado.
¿Por qué en TVE siempre hay bronca?
Televisión Española tiene un problema y es que se dirige políticamente. Gana Pepe las elecciones y el Gobierno decide que Juanito sea el nuevo director, Juanito a su vez coloca a su amigo Curro de jefe de Deportes y a partir de ahí hacen unas cosas que uno no llega a entender. Esto es tan viejo como la democracia, no es cosa de este Gobierno, por eso no he entendido ese lío con Broncano, que es un fenómeno, que hace un trabajo excelente con naturalidad y ha enganchado a mucha gente que ni soñaban que iban a encender la tele. ¿Que cobra un dinero? Coño, pues claro, como todos. Las cosas raras en TVE son otras. Por ejemplo, yo aún no sé porque me quitaron de ‘Estudio Estadio’.
¿Qué te dijeron?
Nada, no le gustaría al nuevo jefe de Deportes, que era Pedro Barthe. Por política no fue porque yo soy de izquierdas y me quitaron cuando llegó Zapatero. Que vienen los míos, cuerpo a tierra [risas]. Lo que sí sé es que ‘Estudio Estadio’ nunca ha vuelto a tener las audiencias que hacíamos nosotros ni los protagonistas que llevamos nosotros: Florentino Pérez, Ronaldo, Valdano… Al final me fui de RTVE porque Barthe me sentó en una esquina como una planta, no me ofreció hacer ninguna otra cosa.
Y también porque Onda Cero te ofrece presentar su programa nocturno, ‘Al primer toque’.
Sí, lo que pasa es que aquello, que parecía una aventura estupenda, acabó siendo una de las experiencias más duras y desagradables de mi carrera.
¿Por qué?
Me sacan del programa tras sólo un año porque me niego a entrar en una guerra contra José Ramón de la Morena. Me pedían que le diera de hostias cada noche y yo le dije a [Javier González] Ferrari, que era el presidente de la radio, que yo no estaba allí para eso, que a mí me habían fichado para hacer un programa de deportes nocturno con muy buenas audiencias. De hecho, cuando lo ficharon, De la Morena me parece que no superó nuestras cifras de audiencia. Las económicas, sí… por mucho. Yo tenía buen rollo con De la Morena, no éramos íntimos ni he pasado la Nochevieja en su casa como tantos poderosos, pero me niego a hacer eso porque no estoy en esta profesión para dar hostias a los compañeros, yo no utilizo el micrófono para hacer daño a la gente.
¿Qué te dijo Ferrari?
Que a ver cómo lo solucionábamos y le respondí que muy fácil, que me pagara lo que me tocaba y me iba a la puta calle sin ningún problema. Y me fui. En ese momento, y esto sí que quiero que conste en acta, de este maravilloso mundo que somos los periodistas sólo me llamaron para ver en qué podían ayudar Elías Israel, Paco García Caridad, Guillermo Salmerón y Josep Pedrerol, que fue el primero. Eso no lo puedo olvidar porque el palo que me llevé fue muy gordo, me quedé en el paro sin haber hecho nada nada mal. ¿Sabes quién no me llamó nunca?
¿Quién?
De la Morena. Ha sido muy cruel conmigo porque en todo este tiempo jamás me ha agradecido que me negase a ir a por él a costa de mi trabajo. Y ahora ya me da igual, pero entonces lo necesitaba y él era el tío más poderoso de la radio. Al mes o así, sí que le mete un palo muy grande a Onda Cero y a Ferrari explicando mi salida, pero a mí nunca me llamó para ver cómo estaba la situación o si me podía ayudar en algo, porque yo me quedé boquerón en ese momento. He seguido trabajando todos estos años porque soy bueno, pero ni nóminas fijas, ni estabilidad ni nada. Por eso, ahora que va reuniéndose con unos y con otros como si fuera Nobel de la Paz, me pregunto cómo puede ser así una persona. Será todo lo bueno que se pueda ser como periodista, pero como persona no merece la pena. De hecho, he coincidido varias veces con él desde entonces y, siendo yo el dañado, le aparto la mirada. Como no soy creyente, no voy a andar con disimulos para no ir al infierno.
¿Lo pasaste muy mal esos meses?
Fatal. Desaparecí tres meses de la vida porque tenía un bajón de cojones. No llegó a depresión, creo, pero no veía tele, no escuchaba radio, no quería saber nada de este mundo porque no entendía que había hecho yo mal para verme así. Por suerte, me quedaba toda una vida por delante y vuelvo a dar las gracias a estas cuatro personas que, pese a que a Pedrerol le dejé tirado al principio en Punto Radio, me llamaron y me dijeron: "Iñaki, tú no te preocupes, tú conmigo". Y aquí sigo, gracias a ellos, pero el que me tenía que haber sacado del hoyo no lo hizo.
Aquí sigues gracias a ellos y a los médicos.
Sí, hace ya ocho años tuve un infarto. Estuve muerto y me reanimaron con varias descargas del desfibrilador, pero ahora estoy perfectamente. Gordo, pero bien. Tengo tanto que agradecerle a mis hijos, que han comprendido mis ausencias, y a mi mujer, que siendo la mejor periodista de la familia me ha comprendido, me ha ayudado y ha sabido soportar mi ego... Así que estoy empezando a adelgazar para intentar gustarle otra vez, se lo debo [risas].
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