Andrea Vendrame vence en solitario en Sappada
Andrea Vendrame, 29 años (30 en julio), italiano de Conegliano, en el Véneto, ligero pero proporcionado (1,68 y 60 kilos), levantó el brazo derecho mientras con el izquierdo manejaba el pinganillo. Reeditaba su victoria parcial en el Giro de 2021 y le proporcionaba a su equipo, el Decathlon, la victoria número 22 de la temporada. Culminaba una escapada larga y selecta en una jornada entre valles profundos de un denso, agobiante, verdor.
Etapa de media montaña y de distancia media (157 km.). Etapa para escaladores medios o para corredores medio rápidos. Etapa para "mediopensionista", pero de interés completo para equipos ya con triunfos los días anteriores y, sobre todo, para otros sin estrenar, nada menos que 13.
Etapa seca a ratos, húmeda en muchos momentos, directamente empapada en otros, en la que el pelotón dimitió desde un principio de cualquier gana de pelea cuando cuajó, tras unos dimes y diretes, una escapada de gente con pedigrí. Con nombre, aunque con ninguno de sus componentes a menos de una hora de Pogacar: Alaphilippe, Narváez, Pelayo Sánchez, Steinhauser, Hermans, Plapp, Stuyven, Theuns, Vendrame...
A falta de 100 km. para la llegada, había 19 hombres en cabeza, cada uno de su padre y de su madre, cada cual con sus deficiencias. Y, sobre todo, con sus cualidades, que se pondrían a prueba en los obstáculos que, ceñudos, a veces secos, pero entreverados de chubascos y chaparrones, los aguardaban viaje adelante. Es verdad, repetimos, que a un mundo del rosa. Pero ahí pedaleaban tipos con su prestigio y, entre ellos, con cuatro ganadores de etapa en este Giro. Había nivel.
La dureza de la etapa se concentraba en el último tercio del trayecto y a partir del Passo Duron, chiquito pero matón: 4,4 km. a una media del 9%, pero con algún tramo del 18%. Alaphilippe decidió que iba a gobernar la etapa. Y decidió mal, porque se dio una paliza excesiva tirando sin parar del grupo, que había ido perdiendo unidades, y atacando con frecuencia. La última vez en la subida a Sella Valcalda, a 38 km. de la meta, cuando sólo quedaban siete hombres en cabeza: él mismo, más Narváez, Steinhauser, Pelayo, Plapp, Hermans y Vendrame. Coronaron casi juntos.
Casi nadie hubiera apostado por Vendrame. Había flaqueado en el Passo Duro y enlazado en el descenso. También dado muestras de flaqueza en el Sella Valcalda, donde había sido el último en enlazar. Pero atacó bajando. Es evidente que se le dan bien las cuestas abajo. A partir de la llegada al valle, el resto del recorrido era cuesta arriba. En el alto de Sappada se ponía de manos, en especial en los dos últimos kilómetros, con tramos sostenidos del 15%. Un puerto de segunda con muchos metros de primera y, además, al final de una etapa durilla, pasada por agua y con los corredores ya con tres semanas en las piernas y las costillas.
Jinete solitario, Vendrame afrontó el pequeño monstruo vertical de 8,3 km. de longitud con un minuto de ventaja. La mantendría prácticamente. Cruzó, sonriente, la meta. Tras él, desperdigados, Pelayo Sánchez (magnífico durante toda la etapa), Steinhauser... Alaphilippe, derrengado por su mala cabeza, fue noveno, tras otros hombres que, viniendo de atrás, lo superaron, a 2:32 del ganador. La avanzadilla del pelotón, con un Pogacar que no se abriga con el frío ni se protege de la lluvia (¿siente? ¿padece?), entró a 16 minutos.
La etapa del sábado, de 184 km. con un desnivel acumulado de 4.200 metros y la doble ascensión al brutal Monte Grappa, será la última traca de este Giro. Probablemente la encenderá Pogacar en una apoteosis de ruido y fuego.