Tras la decepción del comienzo de la tarde, cuando el dominicano Alcántara acabó con los sueños de medalla olímpica de Rafa Lozano júnior, la noche tenía reservada en el Centro de Exposiciones de Villepinte una estupenda sorpresa. El peso pesado Ayoub Ghadfa derrotó al armenio Davit Chaloyan y aseguró la segunda medalla en estos Juegos para el boxeo español, la sexta de su historia.
El marbellí ya desató las ilusiones en su debut olímpico. Con su pegada brutal y su determinación, acabó contra pronóstico con el kazajo Kamshybek Konkabayev, bronce en los pasados Juegos Olímpicos y dos veces campeón universal.
Ayoub, al que su padre apuntó a kickboxing para que aprendiera a defenderse de los abusos y el racismo que sufría cuando era niño, y después descubrió sus habilidades boxísticas en Madrid, fue fortaleza y precisión en el cuadrilátero del Arena París Norte.
En un combate brutal, en el que varias veces tuvo que parar porque sangraba por su oreja izquierda, el español arrasó al armenio. Sonaba "¡Ayoub, Ayoub!" en las tribunas y Ghadfa seguía golpeando sin piedad. Ganó los tres rounds, decisión unánime.
Su rival por llegar a la final olímpica será el local Djamili-Dini Abodou, que un momento antes encendió a las tribunas con su triunfo ante el ecuatoriano Congo.
Y mañana sábado, también en cuartos, José Quiles (15:30 h.) se enfrenta al uzbeko Khalokov en busca de asegurar la tercera medalla para el boxeo nacional.
No pudo seguir la estela de su padre. De momento. Porque Rafael Lozano júnior tiene 19 años y "mucho camino". Su primera experiencia olímpica acabó en cuartos de final (-51 kilos), tras caer con el dominicano Yunior Alcántara, tan rápido y certero como una avispa en el cuadrilátero del Centro de Exposiciones de Villepinte.
Pero será un momento para siempre, por lo que tuvo de fraternal. El abrazo de padre e hijo en las entrañas del Paris Norte Arena, las lágrimas del Balín, tan emocionado con la prensa que tuvo que pedir un momento por sus lágrimas, ir a vestuarios y volver.
Y el cabreo también. Lozano padre hablaba, desesperado, al poco de que los jueces decidieran que el triunfo había sido para el dominicano con Alejandro Blanco. Había perdido su hijo por poco los dos primeros asaltos, algo tímido el pupilo y en el tercero pareció clara su remontada.
Más calmado, explicó después. "Ha estado parejito. Podía ser para un lado o para otro. El segundo asalto ha sido claro de Rafa y le han puntuado igualmente en contra. El tercero, lo único que se ha dedicado el dominicano es a moverse y a moverse y a no confrontar el combate... Al final no es quien más defienda, es el que más conecte", razonaba en zona mixta.
En la misma línea, Lozano hijo insistió: "No me he visto perder. No he sentido que haya perdido en el primer asalto. Sí, el segundo y tercero. Pero, no he visto que haya perdido". Eso sí, además de valorar el veredicto de los árbitros, también hizo autocrítica. "No justifico la derrota, solo queda eso, mirar mis fallos y ya está", añadió.
"Le queda mucho camino"
"Estoy orgulloso de él. A unos Juegos no viene cualquiera. Muchas veces la gente se confunde, el que sube al ring es él, no yo. Yo le doy la oportunidad y él aprovecha. Que esté tranquilo, feliz y orgulloso", admitía el seleccionador.
"Él está un poco mal después del combate, pues eso, derrotado. Pero cuando vea lo que ha hecho, cuando vaya a Córdoba y lo paren. Va a decir, coño, que lo que he hecho es grande, ser quinto del mundo. Y con 19 años todavía, le queda mucho camino"
No pudo Balín ganar para España la segunda medalla en boxeo tras la lograda por Enmanuel Reyes Pla el día antes. El también jovencísimo Alcántara, zurdo, oro en los Juegos Panamericanos de 2023 y todo velocidad, celebraba cada golpeo, fuera claro o no. La igualdad fue evidente, pero los jueces se decantaron por el dominicano. Cuando se confirmó, Balita agarró con rabia las cuerdas, consciente de que se acababa el sueño de su hijo.
Él también debutó en unos Juegos con un quinto puesto, hace 32 años en Barcelona. "Yo a su edad tenía la medalla del Carrefour", contaba a este periódico el Balita hace unos días, alabando la precocidad de su vástago, que llegó a París tras superar un 2023 en le que fue operado de ambos bíceps y logró el billete en el último Preolímpico. Después ganó el bronce en Atlanta 96 y la plata en Sidney 2000. Y después nació su hijo, cuando ya había saltado al profesionalismo.
Talento precoz, Balín no pudo aprovechar su oportunidad en París. En su debut, derrotó con claridad al australiano Yusuf Chothia. Y en el decisivo duelo de cuartos, la puerta de las medallas (en boxeo hay dos bronces), el cordobés cayó con Alcántara.
Tras 24 años sin medallas, el boxeo español puede ampliar todavía más su cuenta este mismo viernes en el Arena París Norte. El marbellí Ayoub Ghadfa se enfrenta al armenio Chaloyan. Y mañana sábado, también en cuartos, José Quiles (15:30 h.) al uzbeko Khalokov.
"Estuvo haciendo un campo de entrenamiento aquí en la Blume de Madrid y no podíamos ponerla a pelear con nadie. La poníamos con Jennifer Fernández y le hacía daño. Con quien la pusiéramos le hacía daño. La pusimos con José Quiles y estaban por igual. Bajo mi punto de vista, no es justo", señalaba el seleccionador español de boxeo, Rafa Lozano, en charla con Radio Marca sobre la polémica de los Juegos de París: la presencia de la boxeadora argelina, Imane Khelif, en la categoría femenina, en el peso de -66 kilos.
Apenas 40 segundos duró su rival, la italiana Angela Carini, en su debut olímpico para avivar el debate. Con sólo dos derechazos de Khelif, Carini, que llevaba un tiempo haciendo campaña contra ella, advirtió que su salud estaba en riesgo y decidió retirarse. "Me dolió mucho, nunca me habían dado un golpe tan fuerte", señaló la italiana que en 2019 llegó a ser subcampeona del mundo y añadió: "Puse fin al combate porque después del segundo golpe, después de años de experiencia en el ring, sentí un fuerte dolor en la nariz y dije: 'Ya es suficiente'. Ya hay más boxeadoras que están diciendo que no van a subir al cuadrilátero, esto no es jugar en igualdad de condiciones".
Este sábado (17.22 horas) Khelif vuelve a competir, en cuartos de final, ante la húngara Anna Luca Hamori y está por ver qué pasará. Pero pase lo que pase, el ruido alrededor a Khelif continuará.
Porque su caso incide en la enorme controversia que desde hace varios años sobrevuela el deporte femenino: ¿Hay que abrazar la diversidad o proteger a la competición de ella? Khelif no es una mujer transexual, nació con aparato genital femenino, pero sí es una mujer intersexual, es decir, tiene cromosomas XY y altos niveles de testosterona, y por lo tanto cuenta con ventaja: su desarrollo muscular puede ser mayor y sus niveles de fuerza pueden ser superiores. A lo largo de la historia del deporte ha habido varios casos como Khelif, de hecho la propia Khelif ya compitió en los Juegos de Tokio 2020 -fue quinta-, pero ninguno con la repercusión de la mediofondista sudafricana Caster Semenya.
También mujer intersexual, entre los Juegos de Londres 2012 y Río 2016 dominó los 800 metros, pero después la Federación Internacional de Atletismo (World Athletics) creó una norma en su contra: si quería seguir compitiendo en categoría femenina tenía que medicarse para reducir sus niveles de testosterona. Aunque Semenya hubiera nacido así estaba vetada. La atleta empezó a recurrir en todos los tribunales habidos y por haber y su caso todavía está dando tumbos en el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, pero lo cierto es que no volvió a competir. En su defensa, el argumento del nacimiento: un 1,7% de las mujeres del mundo nacen intersexuales al igual que un 1,7% de las mujeres del mundo son pelirrojas. ¿Se podría prohibir competir a una mujer por el mero hecho de nacer pelirroja?
Las normas anti-trans
En su contra, el auge de las mujeres transexuales en el deporte. La aparición de deportistas como la halterófila Laurel Hubbard, debutante en los Juegos de Tokio 2020, primera mujer trans olímpica, obligó a las federaciones internacionales a crear normas específicas sobre la diversidad sexual y la mayoría optaron por la misma vía: no pueden competir. Las transexuales están vetadas y, por añadido, por la misma norma, las intersexuales también. Por el momento tienen cerrado el paso en Juegos Olímpicos, Mundiales o Europeos -otra cosa son competiciones menores o de formación- en atletismo, en natación, en rugby... y en boxeo.
¿Entonces por qué compite Khelif en París y por qué lo hizo tres años atrás en Tokio? Por dos cosas. Primero porque la Federación Internacional de Boxeo (IBA) está suspendida por sus irregularidades por el Comité Olímpico Internacional (COI) -su presidente está ligado al Gobierno ruso de Vladimir Putin- y el COI organiza plenamente el torneo olímpico. Y segundo porque el COI tiene un enfoque distinto hacia las deportistas transexuales e intersexuales.
En el COI, que cuenta con un Panel de Expertos de la Comisión Médica exclusivamente centrado en esto -con la española María José Martínez Patiño-, la opinión mayoritaria es que no haya una prohibición absoluta y se estudie caso por caso. Por eso permitió la participación de la halterófila Hubbard en Tokio y por eso siempre ha tenido la puerta abierta a Khelif. Está por ver qué pasará estos días en París, pero pase lo que pase el ruido a su alrededor continuará.
"Sabía cómo venía, pero también el límite que tiene. Salió agresivo, pero sabía que con mi boxeo lo iba a dejar 'tranquilo'. Le conectamos buenos golpes". Cuando el belga Victor Schelstraete amaneció en la pelea de cuartos como un ciclón y asestó el primer puñetazo en el rostro de Enmanuel Reyes Pla, el Profeta miró a la cámara y sonrió. Al estilo Muhammad Ali. Su boxeo es también espectáculo. Trasladó tranquilidad y empezó a bailar sobre el cuadrilátero del Centro de Exposiciones de Villepinte, a las afueras de París.
Efectivamente, Reyes Pla conectó de todas las formas posibles. Dominó el ring sin dejar resquicio a las dudas, aunque en las tribunas el público belga gritara a su púgil, completamente desesperado ya en el tercer asalto, cuando había comprobado que los jueces, por mayoría, le estaban dando por perdedor. Sólo era cuestión de resistir, como dice Rafa Lozano, "aguantar el 1-0 como en el fútbol" y el Profeta, pura esquiva y juego de pies, derechazos mortales, ya celebraba antes de que sonara la campana. La medalla olímpica era suya. La que le arrebataron en Tokio.
Hace tres años, en el Kokugican Arena, se desesperaba Enmanuel. "Ha sido una injusticia. Le conecté más golpes, pero los jueces mandan". Acababa de perder en el combate de cuartos contra su compatriota Julio César la Cruz. Ayer fue el desquite. Ya está en semifinales, donde se enfrentará a otro compatriota, también nacionalizado. El habanero Loren Berto Alfonso Domínguez, que derrotó por la tarde al kazajo Oralbay, será su rival. "Los conozco a los dos, los he derrotado ya, ahora mismo no hay nadie que se me plante delante para derrotarme", pronunciaba, siempre tan lenguaraz, sobre sus posibles rivales por una final que sería histórica.
En sus botas Reyes Pla ha escrito frases de la Biblia, aunque él se convirtió al islam tras lo sucedido hace tres años -"ahora estoy con Alá", decía a EL MUNDO estos días-. "Es el mismo Dios. Esto es por mi abuela cristiana, para dedicárselo a ella", aclaraba, aún sudoroso, empapada su camiseta azul, pidiendo agua a los voluntarios.
Antes, en las entrañas de la instalación provisional, se había fundido en un abrazo fraternal con Ayoub Ghadfa, su gran amigo. "Mañana tú, mañana tú", le susurraba, dos gigantes. Porque la medalla de Enmanuel es también una reivindicación del boxeo nacional, 24 años después del último, Rafa Lozano en Sidney. "El 90% es del Balita. Me dio la confianza y sabía que no podía defraudarlo. Él ganó la última y hoy le hacemos el regalo. Me siento orgulloso del boxeo español. He abierto las puertas, mañana habrá más", avanzaba por la jornada de hoy.
Porque la selección mantiene otras tres opciones en París. Ayoub Ghadfa, José Quiles y Rafa Lozano Jr. Ganaron sus combates de octavos y están a una victoria del podio. El hijo del Balita se enfrentará este viernes (16.50) al dominicano Yunior Alcántara. Y el peso pesado, tras acabar con Kunkabayeb, al armenio Chaloyan (22.24 h.). El sábado (15.30 h.) será el turno de Quiles, contra el uzbeko Khalokov.
"Quiero una foto en Roland Garros. Vamos a por el oro. Quiero ir a Roland Garros y que allí pongan una foto bien grande del boxeo español", seguía el entusiasmado boxeador español. Porque allí se disputarán los combates por dilucidar el color de los metales. "Lo había soñado. El boxeo español está la historia. Mañana más medallas", concluía el imparable Reyes Pla. El Profeta ha hecho historia.
Hace tres años, en el Kokugican Arena de Tokio, se desesperaba Enmanuel Reyes Pla. "Ha sido una injusticia. Le conecté más golpes, pero los jueces mandan". Acababa de perder una medalla en el combate de cuartos contra su compatriota Julio César la Cruz. Este mediodía, en el Centro de Exposiciones de Villepinte, el Profeta se desquitó. Un combate fiero contra el belga Victor Schelstraete para avanzar a semifinales, asegurar medalla olímpica y soñar con el oro en Roland Garros.
Hacía 24 años que el boxeo español no subía a un podio en los Juegos. Fue el último Rafa Lozano en Sidney, el mismo (seleccionador nacional) que instruye desde la esquina al cubano de La Habana, puro frenesí sobre el cuadrilátero y ante los micrófonos. "Voy a arrancar cabezas", avanzó los días previos y no dejó escapar la segunda oportunidad de su vida.
El Profeta, calzón azul, desplegó todo su repertorio, espectacular y seguro de sí mismo de principio a fin. Cuando recibió el primero golpe del belga, sonrió. Y fue dominando los tiempos, golpeando una y otra vez a su cada vez más desesperado el rival. Ganó claramente el primer round y también el segundo.
Y en el tercero bailó, esquivó y golpeó. Y lo volvió a ganar para todos los jueces. Sabiendo contemporizar e incluso celebrar antes de tiempo.
Su rival en semifinales, el próximo domingo, se sabrá esta tarde (17:54 h.). Saldrá del combate entre el kazajo Aibek Oralbay y el azerbayano (nacido en La Habana, como Reyes Pla) Loren Berto Alfonso Domínguez.
El púgil escapó de La Habana en 2016, aunque no pudo llegar a España hasta un año después, tras muchos problemas burocráticos y meses deambulando por Europa. Incluso llegó a pasar por prisión y a estar deportado.
Tras su derrota en Tokio decidió convertirse al islam, como explicaba estos días en EL MUNDO. Me convertí por mis amigos. Y por lo que pasó en Tokio. Fue la clave. "Ahora estoy con Alá. Él es que el me da el triunfo, el que siempre me está apoyando. Con Él va a salir la victoria», explicaba.
La selección mantiene, además, otras tres opciones de medalla en París. Ayoub Ghadfa, José Quiles y Rafa Lozano Jr. Ganaron sus combates de octavos y están a una victoria del podio. El hijo del Balita se enfrentará el viernes (16.50) al dominicano Yunior Alcántara. Y el peso pesado, tras acabar con Kunkabayeb, también mañana viernes (22.24 h.) al armenio Chaloyan. El sábado (15.30 h.), será el turno de Quiles, contra el uzbeko Khalokov.
"Es asqueroso que el Comité Olímpico deje a estos hombres/ mujeres, que aún parecen hombres compitan contra mujeres". Así de contundente se expresaba la boxeadora australiana Ebanie Bridges sobre la presencia de las púgiles argelina Imane Khelif y taiwanesa Lin Yu-Ting en los Juegos Olímpicos de París.
La polémica viene porque estas dos luchadoras fueron recientemente excluidas del Mundial de Boxeo de la IBA por no "cumplir los criterios de elegibilidad". El presidente de la organzación, Umar Kremlev llegó a asegurar que se les había registrado "altas tasas de testosterona". "Las pruebas de ADN demostraron que tenían cromosomas XY", afirmó.
Sin embargo, el COI ha confirmado su presencia en un escueto comunicado en el que recoge que "todos los atletas que participan en el torneo respetan las reglas de elegibilidad e inscripción para la competición". Y añade también en el texto que las deportistas "cumplen con las normas médicas aplicables de acuerdo con las reglas 1.4 y 3.1 de la Unidad de Boxeo de París 2024".
Lo cierto es que ambas llevan toda su carrera deportiva participando como mujeres. De hecho, pelearon en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 aunque ninguna llegó a hacerlo por medalla. Lo extraño es que, antes de la cita en la que fueron excluidas, también habían combatido en otros torneos de la IBA. De hecho, la taiwanesa ha sido campeona mundial en dos ocasiones y la argelina, subcampeona.
Pese al pasado, la política italiana se he metido de lleno después de que la rival elegida para la argelina en el combate del 1 de agosto sea la púgil italiana Ángela Carini en -66 kilos. "Absurda decisión la del Comité Olímpico Internacional de admitir a Imane Khelif en los Juegos", escribió Roberto Martí, presidente del Comité de Deportes del Palazzo Madama. "La boxeadora trans de Argelia, expulsada de los Mundiales de Boxeo, puede participar en los Juegos Olímpicos y se enfrentará a nuestra Angela Carini", tuiteaba por su parte Mateo Salvini, vicepresidente italiano y líder de La Lega.
No existen evidencias de que Khelif y Yu-Ting, que competirá el 2 de agosto ante la uzbeka Sitora Turdibekoba en menos de 57 kg, sean atletas trans. Especialmente la primera, por las restrictivas leyes de su país ante el colectivo LGTBIQ, tendría muy difícil haber realizado la carrera deportiva que ha desarrollado defendiendo a Argelia.
Presunto complot
Tras la exclusión, de hecho, la propia Khelif llegó a decir que era todo fruto de un complot. "Hay gente que ha conspirado contra Argelia para que esta bandera no sea izada y que no obtenga la medalla de oro", declaró. Y cree que esta 'manipulación' ha crecido proporcionalmente a sus posibilidades de obtener triunfos.
La boxeadora ha asegurado en alguna ocasión que siempre ha presentado altos niveles de testosterona algo que le daba una apariencia masculina. "Frecuentemente me hacían bullying por mi apariencia, pero me resistí y seguí luchando a pesar de todo", expresó a un medio argelino.
Otra boxeadora que avivó la polémica fue Brianda Tamara Cruz. La púgil mexicana perdió el troneo Golden Belt en diciembre de 2023 ante la argelina por Ko y manifestó su alegría cuando descalificaron a Khelif del Mundial. "Creo que nunca en mis 13 años de boxeadora me había sentido así, ni en mis sparrings con hombres. Gracias a Dios ese día bajé bien del ring y qué bueno que por fin se dieron cuenta. Se los dije", escribió en X.
Precedentes
El precedente más famoso a este respecto es el de la atleta sudafricana Caster Semenya. Cuestionada y luego suspendida por sus altos niveles de testosterona. Tras una ardua batalla legal contra los organismos rectores del deporte, Semenya está a la espera de la sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que confirme que fue víctima de discriminación por parte del Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), con sede en Lausana, Suiza.
Doble campeona olímpica de 800 metros en 2012 y 2016, el TAS falló en su contra y dijo que un nivel de testosterona comparable al de los hombres daba a las atletas femeninas "una ventaja insuperable".
Al encuentro con EL MUNDO en la Villa Olímpica de Saint-Denis, al mediodía del lunes, acuden con paso ligero, tan simpático el padre, tan serio el rictus el hijo. Es normal, Rafael Lozano júnior lleva días sin comer ni beber demasiado y «cuando no está la comida ya te sienta mal todo». Porque tiene que dar el peso (-51 kilos) para su combate de de octavos de final contra el australiano Yusuf Chothia (11:32 h.). «No le conozco demasiado, nunca me
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El éxtasis acaba de suceder en el París Norte Arena, un pabellón efímero para los Juegos construido en el Centro de Exposiciones de Villepinte. El francés Traoré ha ganado su pelea y se apaga poco a poco el fervor del «Allez les Bleus» cuando, con calzón rojo y paso firme, emerge Enmanuel Reyes Pla. Rafael Lozano, del que le separan unos llamativos 41 centímetros, imparte las últimas instrucciones mirando hacia arriba y el Profeta acude a su rincón antes de que suene la campana. Agacha la cabeza, levanta sus manos hacia el rostro y pronuncia: «Allahu akbar».
Inolvidable el cubano de La Habana, por su boxeo atildado y feroz a la vez, y también por su provocativa locuacidad. Hace tres años dejó estampas para el recuerdo en el Kokukigan Arena de Tokio, cuando perdió el combate por la medalla con su compatriota Julio César la Cruz, la 'Sombra'. Con polémica incluida. El «voy a arrancar cabezas» sigue siendo su lema, pero, entonces, algo cambió. Y no sólo en su forma de pelear. «Ahora estoy con Alá», dice en conversación con EL MUNDO tras pasar por encima del chino Han en octavos. El jueves, al mediodía, peleará con el belga Victor Schelstraete en cuartos: un triunfo asegura medalla.
Tokio fue algo más que la primera experiencia olímpica para ese gigante llegado a España tras peripecias de película. Al reclamo de su familia, afincada en La Coruña, y con el bloqueo que suponía a su carrera pugilística la competencia con Erislandy Savón, bronce en Río, inició un viaje con destino incierto en 2016. Enmanuel se encontró con un escollo burocrático en Moscú para poder ingresar en la UE. Con miedo a ser detenido por no tener los papeles en regla, pasó cuatro meses encerrado en un piso junto a su primo.
Cuando logró salir viajó a Austria, donde solicitó asilo político y estuvo dos meses internado en un centro de refugiados. Después, camino hacia España, fue detenido en Alemania cuando intentaba pasar la frontera con Francia. Las autoridades germanas lo enviaron a un centro de reclusión para migrantes, donde pasó un tiempo antes de que lo mandaran de vuelta a Austria. Finalmente decidió arriesgar y tomar un vuelo directo a Barcelona. Al fin pudo reunirse con su familia en el verano de 2017. «Meses brincando por fronteras», encajando los golpes de la vida, viendo como su prometedora carrera pasaba por delante.
En el ring, de la mano del equipo español tras obtener la nacionalidad, se reencontró. Pero faltaba algo que llenara el vacío al que siguió su desengaño olímpico. «Me convertí por mis amigos. Y por lo que pasó en Tokio. Fue la clave. Ahora estoy con Alá. Él es que el me da el triunfo, el que siempre me está apoyando. Con Él va a salir la victoria», explica aún sudoroso.
"Me ha dado paz y tranquilidad"
Sus amigos son sus compañeros Ayoub Ghadfa, peso pesado marbellí que hoy compite (21:52) en primera ronda. Y Gazi Khalidov, el niño refugiado del Daguestán que se quedó a las puertas de París. Con ellos comparte vida, aficiones y rezos, el Ramadán y las visitas a la mezquita. Incluso en La Habana, donde estuvieron hace unos meses. «Claro que hay mezquitas allí. Yo era cristiano por mi abuela, que fue la que me inculcó esa religión. Decidí cambiarme al islam. Creo que es algo que está más acorde conmigo. Me ha dado paz y tranquilidad. Y doy gracias a dios», añade.
En lo deportivo, Reyes Pla sigue siendo el mismo. "Él tiene su boxeo. Ya tiene más experiencia y sabe que no puede dejar nada para última hora. Porque se escapa, como le pasó con Julio La Cruz, que estuvo ahí, ahí... y se contagió de las filigranas que hacía el otro", reconoce Rafael Lozano, el Balita, seleccionador nacional. Y, a continuación, le toca el turno al Profeta, que por momentos recuerda en la verborrea y la provocación a Muhammad Ali. "Vengo a por el oro. El rival soy yo. No me preocupan los demás. El que salga, a arrancarle la cabeza", lanza.
"Venimos al 1.000 por 1.000. Esta vez no vamos a dar la opción de que los árbitros tomen decisiones, vamos a ir a todo, dando palos, como siempre ha hecho el Profeta", sigue en tercera persona. "Vengo trabajando desde los seis años, esta es la cumbre de mi carrera, estoy en la mejor forma. Así que la medalla de oro va a llegar", no para. Y cierra, con guiño tenístico: "Que la gente esté atenta, el boxeo va a dar una sorpresa y va a ser en Roland Garros, donde Rafa Nadal ha ganado muchas copas. Va a ser ahí y nos haremos la foto con él y Carlos Alcaraz".