El fenómeno Doncic: así se ha disparado la audiencia en España de la NBA

El fenómeno Doncic: así se ha disparado la audiencia en España de la NBA

Tras un verano de no demasiados vuelcos en el mercado y con uno de los drafts menos entusiastas de los últimos tiempos, la temporada NBA pone sus focos y sus incógnitas en los rescoldos del curso anterior, en si lo de los Celtics campeones es una era que arranca, en si los Nuggets de Jokic serán capaces de resurgir, si Wembanyama está ya listo para llevar a un nivel superior a los Spurs o, evidentemente, si será la última temporada de LeBron James y en qué dará de sí el experimento de jugar junto a su hijo Bronny (y con su colega JJ Redick en el banquillo de los Lakers).

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Aunque el más poderoso de los desafíos sin duda es el que atañe a Luka Doncic y no sólo por su inaplazable candidatura al anillo tras el fogonazo de los Mavericks en el tramo final del pasado curso que les llevó hasta las mismísimas Finales. La continuación de aquella química y la ilusionante adquisición de Klay Thompson, el inseparable compinche de Steph Curry en los históricos Warriors, elevan la presión y las expectativas en el colectivo de Jason Kidd a una NBA que ha visto cómo se disparaba su interés global gracias a su estrella.

Ayer mismo se hicieron públicos unos datos demoledores. Impulsada por los partidos de Dallas, la audiencia promedio de televisión de los partidos de los Playoffs 2024 emitidos en horario estelar en España aumentó un 44% el año pasado. El debut de Luka en las Finales tuvo un aumento del 61% en comparación con el año anterior. Y el ex del Real Madrid fue el cuarto jugador de la NBA más visto globalmente en redes sociales durante la temporada regular, con más de 1.200 millones de visualizaciones (solo por detrás de LeBron, Curry y Wembanyama). Además, los Mavericks fueron el equipo más visto en las redes sociales de la NBA durante los Playoffs y el segundo equipo en la plataforma League Pass la temporada pasada, con un aumento del 22% en su audiencia.

A Doncic, camino de los 26 años y en la que será su séptima temporada en la NBA, le persiguen las sospechas de su permanente enfrentamiento con los árbitros y de su aparente sobrepeso. De lo que no hay ninguna duda es en su rendimiento deportivo, hasta el punto de que ya a nadie le extrañaría que acabara el curso promediando un triple-doble (firmó 33,9 puntos, 9,8 asistencias y 9,2 rebotes), algo que sólo han conseguido Russell Westbrook y Oscar Robertson. Eso, sin duda, elevaría su candidatura al MVP, otro reto pendiente. Tampoco nadie recela ya de su capacidad de liderazgo, de involucrar a sus compañeros.

Doncic, durante las pasadas Finales de la NBA contra los Celtics.

Doncic, durante las pasadas Finales de la NBA contra los Celtics.Julio Cortez

Lo logró con Kyrie Irving y parece que no le va a ser difícil conseguirlo con Klay, el cuarto jugador que más triples ha encestado en la historia de la NBA (2.982). Con esos dos veteranos talentos a su vera, se amplían las amenazas ofensivas de los Mavericks. Un equipo que ya demostró su salto defensivo tras los traspasos de mitad de temporada. Con la llegada de Daniel Gafford y PJ Washington, no sólo ganó 16 de los últimos 20 partidos de la temporada regular (además de las tres primeras eliminatorias de playoffs, pasando por encima de Clippers, Thunder y Wolves), también pasó a ser una de las mejores zagas de la competición.

"Una de las principales razones por las que vine aquí es la oportunidad de jugar junto a Doncic. Hay 82 partidos de temporada regular para que desarrollemos química. Pero para ser honesto, creo que es un jugador tan bueno que no necesitará mucho tiempo para eso", admite Klay, en busca de nuevos desafíos y de una versión similar a la anterior a sus graves lesiones: rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y del tendón de Aquiles de la pierna derecha de forma consecutiva.

Doncic, que es duda para el inicio del curso por una contusión en el muslo izquierdo, ha tenido un verano como casi siempre movido. Pero tras no lograr el billete para París en el Preolímpico disputado en Atenas, ha podido descansar casi tres meses. "Todos hablarán de lo que hicimos el año pasado, pero esa temporada ya terminó. Este es un nuevo capítulo en el viaje de este grupo y tenemos que generar química. Internamente, la paciencia siempre ha estado ahí. Eso es lo único en lo que podemos apoyarnos. No tenemos prisa. Entendemos que va a llevar tiempo. Llegará un momento en que, si perdemos un partido, seguiremos trabajando por nuestro objetivo, que es ganar un campeonato", ha admitido un Kidd que aún no ha podido probar a su Big Three en pretemporada.

¿Por qué ya no hay (casi) españoles en la NBA? Aldama y el efecto Doncic

¿Por qué ya no hay (casi) españoles en la NBA? Aldama y el efecto Doncic

Empieza la NBA y sólo nos queda Santi Aldama, con un papel, además, un tanto frustrante: es fijo en la rotación de Memphis, pero en tres años más adecuados que brillantes no ha encontrado acomodo como titular junto al intocable (cuando está sano) Jaren Jackson ni tiene visos de irlo a hallar tras la llegada del novato Zach Edey, el pívot puro que él no es. Hace no tanto, apenas ocho años, 10 jugadores españoles hacían las Américas. Y no 10 cualqu

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El Barça pierde a su referente: Laprovittola pasará por el quirófano tras romperse el ligamento de la rodilla

El Barça pierde a su referente: Laprovittola pasará por el quirófano tras romperse el ligamento de la rodilla

En pleno esfuerzo por la remontada ante el Baskonia este domingo, ya en el tercer cuarto, Nico Laprovittola se disponía a culminar una contra cuando su rodilla sufrió un mal giro. Ni siquiera pudo lanzar los tiros libres tras la falta de Luwawu-Cabarrot. Abandonó en volandas el Palau, sin apoyar su pierna derecha y con gestos de alarma. Este lunes se han confirmado los peores presagios.

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Según ha informado el Barça (aunque en principio aseguró que se trataba de un esguince), el argentino pasará por el quirófano ya que tiene roto el ligamento cruzado anterior y además sufre una lesión en el menisco externo de su rodilla derecha. El equipo de Joan Peñarroya pierde a uno de sus referentes durante los próximos meses.

A pesar de la derrota ante el Baskonia de Pablo Laso, la primera de los azulgrana en la Liga Endesa, el Barça estaba firmando un esperanzador arranque de curso. Aunque no pudo con el Real Madrid en la semifinal de la Supercopa, el comienzo de la era Peñarroya había sumado tres victorias en ACB y otras tres en Euroliga (sólo perdió en Kaunas), donde el pasado viernes logró un estupendo triunfo en la prórroga en la pista del Estrella Roja, uno de los equipos más en forma de la competición.

Laprovittola, que venía combinando en los puestos de base y escolta, deja un enorme hueco en la rotación azulgrana. Con Tomas Satoransky y Juan Núñez en el puesto de director, y Kevin Punter, Darío Brizulea y el joven Dame Sarr (debutó ante el Baskonia), no se descarta que el club acuda al mercado.

Un Baskonia en cuadro corta la buena onda del Barça de Peñarroya

Un Baskonia en cuadro corta la buena onda del Barça de Peñarroya

Será un equipo del que nadie se fíe, así ha quedado demostrado en dos domingos para no olvidar. El Baskonia, tan irregular y tan marcado por las bajas, acabó con el Real Madrid en el Buesa y con el Barça en el Palau. Hurgó en la herida blanca y cortó la inercia azulgrana, un jarro de agua fría al estupendo arranque de Joan Peñarroya para su primera derrota en Liga Endesa. [89-93: Narración y estadísticas]

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Porque el Barça acudía con el subidón de su extraordinaria semana europea, la continuación al más que ilusionante amanecer de la era Peñarroya (tras la Supercopa, seis victorias y sólo la derrota en Kaunas). El triunfo en la prórroga en Belgrado ante el Estrella Roja no fue cualquier cosa. Enfrente, muchos más problemas atraviesa el Baskonia de Pablo Laso, por los resultados y por las lesiones: en el Palau se plantó con una rotación de ocho hombres, sin Sedekerskis, Rogkavopoulos, Raieste ni Baldwin.

La pelea aparentemente desigual no lo fue. Porque los vitorianos mostraron carácter y desparpajo en el Palau. En el comienzo con el joven Ousmane Ndiaye en la pintura. El Barça se rehizo con la aparición de Metu, aunque se estancó ofensivamente en el inicio del segundo acto, apenas cuatro puntos en más de siete minutos.

Punter

Fue en la segunda mitad cuando más saltaron las alarmas locales. Los triples de Markus Howard y Luwawu-Cabarrot, además de las pérdidas del Barça, impulsaron al Baskonia, que llegó a mandar por 10 (38-48). Fueron Juan Núñez con la batuta y Jabari Parker los que lograron mantener la puja.

Que se iba a elevar aún más cuando Cabarrot y Trent Forrest (dos ex NBA) desplegaron toda su clase indomable. Y volvieron a estirar la ventaja a la decena (68-78 a falta de seis minutos). Para colmo, Laprovittola se lesionó alarmantemente en su rodilla. Y, aún así, el Barça peleó hasta el final, oxigenado por los fallos desde el 4,60 del rival. El quinto triple de Jabari, seis puntos seguidos de Punter... Para morir en la orilla, porque el propio Punter, héroe en Belgrado, falló una aparentemente sencilla penetración que hubiera mandado el partido a la prórroga.

¡Déjennos ver el juego!

¡Déjennos ver el juego!

Actualizado Domingo, 20 octubre 2024 - 18:35

Lo decía el comentarista durante la transmisión del Madrid-Messaggero del sábado: «Ferry hace algunos buenos movimientos, pero es una pena que no hayamos podido ver más de ellos». Y tanto. Pedro Barthe, al menos, estaba viendo en aquel preciso momento el susodicho buen movimiento, seguido de una canasta de Danny Ferry. Los telespectadores, no. Como tampoco vieron un triple de Antonio Martín. A cada vez estaban contemplando las -sucesivas- repetic

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El Barça, con un Punter deslumbrante, tumba al Estrella Roja en la prórroga

El Barça, con un Punter deslumbrante, tumba al Estrella Roja en la prórroga

Actualizado Viernes, 18 octubre 2024 - 23:27

Kevin Punter silenció Belgrado con 26 puntos y una acción decisiva con robo y bandeja que impulsaron al Barça hasta la victoria en un partido trepidante frente al Estrella Roja. El acierto desde el perímetro de los azulgrana, con cuatro triples en la prórroga, acabó con las esperanzas del equipo local, que perdió su condición de invicto. [Narración y estadísticas (94-98)]

El ex escolta del Partizán, con un 6 de 7 en tiros de dos y un 4 de 6 en triples, se agigantó en un duelo ingobernable, con constantes alternativas, donde también encontró el apoyo de Jan Vesely (19 puntos). El equipo de Joan Peñarroya supo recuperarse de dos situaciones críticas y no se desquició con las controvertidas decisiones de los árbitros. Toda una muesta de carácter tras superar un 82-81 y posesión en contra a falta de 20 segundos y un 93-90 a falta de dos minutos del tiempo suplementario. En el cuadro serbio, invicto hasta este viernes, destacaron Yago dos Santos (23) y Nikola Kalinic (19).

Ajeno al estruendo de los más de 19.000 asistentes que colgaron el cartel de 'Todo vendido' en el Belgrado Arena, el Barça saltó a la pista muy concentrado y mantuvo el tipo pese a encadenar una serie de pérdidas y errores defensivos que espolearon a la hinchada serbia (39-33, min.16).

Interminables revisiones

El Barça regresó mejor del vestuario (49-54, min.24), pero el cuadro de Giannis Sfairopoulos devolvió el golpe con un parcial de 10-0 construido entre Mike Daum y Codi Miller-McIntyre (59-54, min.26). Fue la rebeldía de Darío Brizuela, con dos triples seguidos, la que apretó el encuentro al término del tercer cuarto (66-64).

El asombroso ritmo del partido sólo se vio frenado por las interminables revisiones arbitrales. A falta de 29 segundos y con 82-81, Robert Lottermoser, Michele Rossi y Vasiliki Tsaroucha sancionaron con lucha un lance entre Vesely y Joel Bolomboy, que ganó el segundo, y en la acción posterior pitaron técnica a Peñarroya por protestar. Isaiah Canaan falló el tiro libre y el Barça dibujó un aclarado para Punter, que clavó un triple a falta de nueve segundos. En la jugada postrera, una mala defensa permitió empatar a Dos Santos (84-84).

El Barça dispuso de un último tiro con 4.7 segundos en el crono, pero Punter falló un triple muy forzado. En la prórroga, los visitantes se mostraron más sólidos en defensa y muy acertados en el triple para llevarse un triunfo muy trabajado que certificó Punter con una canasta al contraataque a un segundo del final (94-98).

Vicente Salaner, tan cerca de las estrellas

Vicente Salaner, tan cerca de las estrellas

Como cada domingo por la tarde, llegó su 'Hasta la cocina'. Y que sirvan sus últimas palabras escritas para poner en valor lo que Vicente Salaner fue al periodismo deportivo y al baloncesto, un pionero, un centinela, una referencia, un crítico tan afilado que hasta en su Real Madrid escocía. Un maestro. Cuentan que fue una visita de aquellos gigantes del equipo de baloncesto blanco al hospital donde el niño Víctor estaba ingresado un día de Reyes lo que encendió para siempre su doble pasión, por las canastas y por el club.

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"Todos éramos mejores jugadores de baloncesto cuando éramos jóvenes y flacos de lo que se pudiera colegir viéndonos viejos y gordos. Yo jugaba de chupón impenitente. También de palomero oficial. Ni corría ni saltaba bien, y no defendía ni con la mirada. Pero, si me dejaban medio metro, las clavaba", me respondió hace años a un mail en el que me interesé por sus inicios. No hay muchas noticias de sus virtudes en la pista, pero sí de su relación con el basket, potenciada por su presencia en los 70 en la Universidad de Columbia, nada menos que en uno de los barrios más activos de Nueva York (aunque él siempre fue tan de los Celtics como del Madrid) en una época de pura ebullición para las canastas.

Antes había vivido en Suiza, hijo de diplomático, y allí fue testigo en 1962 de otro momento crucial, la primera final europea del Madrid de Pedro Ferrándiz, "un joven, hiperactivo y muy menudo entrenador, que parecía llegar a la altura de la cintura de alguno de sus pupilos", ante los soviéticos del Dinamo de Tiflis en terreno neutral. Y así lo recordaba en una de sus columnas: "El padre del chaval, viejo amigo de Saporta, le propuso que su hijo sirviese de guía e intérprete para el equipo durante la semana que pasó en Ginebra preparando la final. Como recompensa, Saporta y Ferrándiz tuvieron la deferencia de dejarle ver el partido desde el banquillo del equipo. Era el primer encuentro de baloncesto que el chico veía en su vida, y allí, vibrando con las proezas de Emiliano Rodríguez y Wayne Hightower, y pese a la postrera derrota, nació su pasión por el más espectacular de los deportes colectivos. Y nacieron unas amistades para toda la vida".

Víctor, perdón, Vicente, era capaz de hablarte de la ferocidad de un entrenamiento de los Knicks de Bernard King y Hubie Brown a finales de 1984 en el Loyola-Marymount College de Los Ángeles (previa a su partido contra los Lakers) o de aquella exhibición de tiro de Rik Smits en el Garden neoyorquino en los 90. Porque él había estado presente. Como seis años tomando estadísticas "en la mesita del Pabellón de la Ciudad Deportiva", labrando una amistad imperecedera con Ferrándiz, que, al no hablar inglés, le utilizaba para ojear jugadores estadounidenses e incluso cerrar sus contrataciones, como fue el caso de dos leyendas como Wayne Brabender y Walter Szczerbiak. En 1967, el todavía universitario Bill Bradley pasó por Madrid (estudiaba en Oxford con una beca y el Simmenthal de Milán le había fichado), Vicente le entrevistó en el vestuario y fue publicado en la sección de deportes de 'Pueblo'.

Pero si muchos recuerdan a Salaner es por su sabiduría en un programa tan efímero como mítico que comenzaba con el 'Faith' de George Michael. En la primera emisión de Cerca de las estrellas, junto a Ramón Trecet y Esteban Gómez, allí estaba él, un 7 de febrero de 1988 comentando un Boston-Milwaukee. Pocos sabían tanto de NBA como él en los 80.

Una conversación con Salaner era como escuchar a Edward Bloom en Big Fish. Te contaba como su amigo Mike Fratello le pidió consejo sobre jugadores europeos que destacaban para rellenar las últimas elecciones de los Hawks en el draft (y ahí apareció José Antonio Montero en 1987, con el 113) o cómo trajo a una selección USA para el 50 aniversario del Real Madrid y en octubre de 1981 llegaron a a la capital Moses Malone, Kevin McHale, Artis Gilmore... En las imágenes se le puede ver, con sus inconfundibles gafas, en el túnel de vestuarios. E incluso cómo influyó en que el ahora presidente de la ACB Antonio Martín no pudiera jugar con la Universidad de Pepperdine, a la que envió faxes y documentos evidenciando su condición de profesional: el Madrid había perdido a su hermano rumbo a los Blazers y no podía permitirse el lujo de una plantilla con sólo Romay y Brad Bradson como pívots.

Salaner escribió en aquellos fascículos ochenteros llamados Mi baloncesto y, por supuesto, en Gigantes. Fue fundamental en el nacimiento y la consolidación del programa Tirando a Fallar (EsRadio)... Como todo lo que fue en su vida, su relación con el baloncesto resultó infatigable. Hasta sus últimas palabras escritas, en las que una vez más denunciaba la crisis del jugador nacional en la Liga Endesa. Ya apenas acudía a ver baloncesto en directo, pero en 2015 me pidió ir como acreditado a la Final Four en Madrid en la que los blancos reconquistarían la Euroliga.

Descanse en paz, Salaner, tan cerca de las estrellas.

Víctor de la Serna era la Cultísima Trinidad

Víctor de la Serna era la Cultísima Trinidad

Actualizado Viernes, 18 octubre 2024 - 14:09

Víctor era uno y trino. La Cultísima Trinidad. Intelectual de nacimiento a partir de su pertenencia a una familia de excelencias literarias (era bisnieto de Concha Espina), pertenecía a un mundo de libros, conversaciones, viajes e idiomas. El paradigma del cosmopolitismo desde su irrenunciable cuna madrileña. Era Víctor de la Serna cuando escribía de cualquier cosa menos de gastronomía y baloncesto. Era Fernando Point cuando escribía de gastronomía. Y era Vicente Salaner cuando escribía de baloncesto.

Memoria y conocimientos técnicos, pocos sabían más que él de baloncesto. Era un chaval deslumbrado cuando, residente en Suiza, en junio de 1962, se presentó al Real Madrid, que iba a disputar en el terreno neutral de Ginebra la final de la Copa de Europa frente al Dinamo de Tiblisi (los equipos españoles no podían viajar a la URSS ni los soviéticos a España). Cayó tan bien al equipo que presenció el partido desde el banquillo, encargado de la planilla. Ese recuerdo estaba entre los más gratos de su vida.

Ya en Estados Unidos, estudiante de periodismo en la universidad deColumbia, se convirtió en una especie de puente entre el país y España. Un ojeador, un consultor, un asesor, alguien a quien llamar o de quien recibir una llamada. Un embajador, un intermediario, alguien a quien, con su dominio del inglés, encargar una gestión.

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¿Un puente entre Estados Unidos y España? Bueno, en realidad un puente entre Estados Unidos y el Real Madrid. Más de un fichaje madridista, de la frecuente mano de Pedro Ferrándiz, y también de la de Lolo Sainz, lo tuvo a él en la trastienda. Por ejemplo, el de Walter Szczerbiak. "Yo traje a Walter al Madrid", se ufanaba desde su amor al club, no desde la vanidad.

Fue el intérprete y cicerone de George Karl durante la época de entrenador del Madrid del estadounidense. Un interlocutor, un confidente, casi un representante. Se le requirió varias veces para acompañar a los narradores americanos y comentar con ellos, en su perfecto inglés, los partidos jugados en España por equipos de la NBA. Fue el "speaker" oficial del Open McDonalds de 1988 que enfrentó al Real Madrid con los Boston Celtics. Guardaba como una joya el balón firmado por los protagonistas.

Ha muerto al pie del cañón. Al pie de la canasta. El pasado día 14 publicó su último trabajo: "Cuando el jugador español ya es una rareza en España". Si hay un Más Allá, estará ahora hablando de baloncesto con James Naismith y haciéndole de intérprete a Pedro Ferrándiz.

Chus Mateo, una victoria terapéutica y la carta de la niña Paula: "Te quería decir que eres un entrenador buenísimo"

Chus Mateo, una victoria terapéutica y la carta de la niña Paula: “Te quería decir que eres un entrenador buenísimo”

Fue una noche de alivio, de esas que luego, con el paso del tiempo, los partidos y la llegada de la lucha por los títulos, se recuerdan. "Muchas veces en las temporadas hay un antes y un después...", deslizó Chus Mateo, bastante tranquilo pese al ruido que había antes a su alrededor, las llamadas a la crisis por un inicio de curso, bien es verdad, tan lejos de lo acostumbrado.

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Porque sí, el Real Madrid de las cinco bajas y los cuatro fichajes había perdido cinco partidos y ganado sólo tres. Y todavía sigue sin saber lo que es imponerse a domicilio (tendrá que esperar). Venía de caer consecutivamente en Bilbao y Vitoria y ahí estaban sus porcentajes desde el perímetro, sus puntos encajados, los fallos desde el tiro libre y las pérdidas. También la imagen, mala en general, peor con las declaraciones siempre sin filtro (más vale que se acostumbren) de Mario Hezonja.

Pero llegó el Panathinaikos, el amenazante campeón de Europa, el de la final de Berlín, y todo cambió. Hubo ambiente de partido grande en el WiZink, sin atisbo de run run. Quizá ayudó el contundente comienzo (19-5). Y hubo "consistencia", capacidad de manejar la ventaja, de no venirse abajo con las embestidas griegas (tremendo Ataman, que borró a uno de sus fichajes estrella, Lorenzo Brown, tras su mal comienzo: no jugó más).

Hubo personalidad. Con, por supuesto, Campazzo a los mandos. Y con un reivindicativo Alberto Abalde, agresivo en defensa y al fin acertado, 12 puntos fundamentales tras el descanso. Rathan-Mayes no jugó demasiado, pero mostró su predisposición. Hezonja estuvo en segundo plano, pero anotó un triple tranquilizador al final. Tavares y Musa dominaron. Y quizá sólo Ibaka siguió lejos de lo que se espera de él.

Mateo habló de la "ambición, el carácter, el hambre y la concentración", destacando mucho "perder sólo cuatro balones". Habló de Abalde, cómo no. "Brillante", dijo primero. "No puedo pasar por aquí y no nombrar a un jugador que ha defendido como lo ha hecho él. Es un guerrero y siempre está ahí", destacó después.

Pero entre la balanza de las cosas buenas y de lo que toca mejorar para seguir creciendo, Mateo, que también mencionó la cervecita de después, quiso hacer un guiño cariñoso a esas cosas "que dan aire" más allá de lo puramente baloncestístico. A su lado, en la sala de prensa del WiZink, tenía un papel. "Es la carta de una niña y dice así: 'Me llamo Paula y tengo 11 años. Soy madridista y me encanta el baloncesto. Te quería decir que eres un entrenador buenísimo, que sois un equipazo. Que sepáis que vuestra afición siempre va a estar ahí para animaros. Hala Madrid'. Me ha dado un aire que no veas", admitió con emoción el técnico del Madrid.

Reacción ante el campeón: el Real Madrid, con un enorme Campazzo, tumba al Panathinaikos y corta sus dudas

Reacción ante el campeón: el Real Madrid, con un enorme Campazzo, tumba al Panathinaikos y corta sus dudas

El peor comienzo de temporada que se recuerda en el Real Madrid necesitaba un electro-shock, tan temprano. No hay resquicio para la duda en un club con semejante exigencia y el tiempo dirá lo que da de sí este proyecto remozado como nunca, pero ante el Panathinaikos, la revancha de la final de Berlín, los de Chus Mateo mostraron coraje y atisbos del nivel de baloncesto que pueden alcanzar. Un triunfo coral, 40 completísimos minutos en los que sobrevivieron con carácter a los lógicos vaivenes, para derrotar al campeón y despejar, de momento, marejadas. [90-86: Narración y estadísticas]

El Panathinaikos era una terapia de choque de la que salir impulsado de la mini crisis (cinco derrotas en ocho partidos) o acabar aún más hundido. En cualquier caso, un desafío intenso a estas alturas de curso, tan pronto y con tantas alarmas. Es probable que no muchos se acuerden luego en mayo de estos amaneceres trémulos. El caso es que, para mayor aliciente, el Madrid estaba obligado, a ganar y a mostrar otra cara ante el campeón de Europa. Los cinco primeros minutos fueron como descorchar champagne.

Pura efervescencia, el Madrid atinó con cinco de sus seis primeros triples, defendió como si le fuera la vida (Eli Ndiaye como ariete), cuando Abalde cometió la segunda apareció Hugo González con el mismo colmillo y barrió al Panathinaikos (19-5). Bien es cierto que Ergin Ataman ni se inmutó, como si supiera lo que iba a suceder. Mandó a Lorenzo Brown y Cedi Osman, sus dos fichajes estrella, al banquillo (el internacional español ya ni volvió a pisar la cancha) y con la sabiduría y la experiencia de Sloukas, un extraordinario Juancho Hernangómez (11 puntos al descanso) y Papapetrou, capeó el temporal.

Abalde celebra una de sus canastas ante el Panathinaikos.

Abalde celebra una de sus canastas ante el Panathinaikos.Juanjo MartínEFE

Empezó a jugar su partido, intentando adueñarse del escenario poco a poco. En los cinco primeros minutos del segundo cuarto, sólo permitió dos canastas al Madrid, una racha que rompió Llull con un triple a tabla. Ibaka volvió a mostrar que anda despistadísimo (cometió la tercera infantilmente por una técnica al encararse con Yurtseven) y Rathan-Mayes hizo pequeños méritos para escapar del halo de sospecha que le rodea.

El fogonazo del comienzo necesitaba refrendo y lo tuvo, aún más contundente, tras la vuelta de vestuarios. Pese a los dos triples de Nunn, emergió un Madrid ardiente y corajudo repitiendo quinteto inicial. Cinco tipos a los que les falta ir con ropa de camuflaje. Musa enhebró siete puntos seguidos y apareció el mejor Abalde que se recuerda, con 12 puntos de carrerilla, el jugador que siempre pareció que iba a ser. Enrabietado. Con Tavares y Ndiaye dueños de la pintura y Campazzo reinando, se dispararon los blancos (66-49) para labrar su triunfo.

Empezó a ser un ejercicio coral majestuoso, con el acierto de vuelta, y los que ahora aparecían desde el banquillo manteniendo la pujanza. Y elevando la temperatura de un WiZink que necesitaba algo así, un motivo para creer, un subidón de adrenalina. Y nada mejor que ante un campeón de Europa que apenas se sostenía por el talento individual de Kendrick Nunn.

Agarrados al ex de los Heat, los griegos buscaron una reacción desesperada y hasta se arrimaron (78-70). Pero Campazzo (y un par de tremendos tapones de Tavares), con las piernas frescas de su obligado descanso en Vitoria por sanción, no estaba dispuesto a dejar que el duelo se le desmelenara. Agarró la noche por la pechera y condujo al Madrid a un triunfo terapéutico, un F5 desde el que empezar a crecer. El domingo, ante el Girona de nuevo en el WiZink, debe llegar la prolongación a corroborar con la primera victoria fuera de casa que sigue en el debe.