15 partidos y un mes extenuante para un póquer histórico que el Madrid sólo consiguió con Laso: "No hay excusas"

15 partidos y un mes extenuante para un póquer histórico que el Madrid sólo consiguió con Laso: “No hay excusas”

Sólo tres veces en su historia ha logrado el Real Madrid la perfección, el triplete. Conquistó Euroliga, Liga y Copa por primera vez en 1965, repitió en 1974 y, más de 40 años después, con Pablo Laso en 2015, lo volvió a hacer añadiendo también la Supercopa. Fue un póquer único de títulos al que después sumaría la Intercontinental, lo que nadie. A esas cumbres vuelve a aspirar a partir de este miércoles (20.30 h.) con el arranque de los playoffs de la Liga Endesa, en los que se las verá con el Dreamland Gran Canaria, un equipo que nunca le ha conseguido ganar ningún partido en una eliminatoria ACB (el balance es de 10-0).

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Como mucho, a los de Chus Mateo les restarían 15 partidos para terminar el curso. Además de los rivales, claro, el calendario, extenuante de por sí, se presenta como uno de los grandes hándicaps. Porque, con el Preolímpico en el horizonte, el Madrid tendría poco más de un mes para resolver todo. «No podemos poner excusas ni cambiar el calendario ni pensar que sería mejor. Es lo que hay y afrontarlo como viene», desafío ayer el técnico, consciente de que no es lo más conveniente un duelo contra los de Lakovic justo antes de afrontar en Berlín al temible Olympiacos, en la reedición de la pasada final de la Euroliga

Como viene haciendo desde 2019, el Madrid amaneció ganando la Supercopa en septiembre y en febrero, en el Carpena, reconquistó la Copa. En ambas finales derrotó al Barça. Evidemente, a partir de ahora les queda lo más difícil -especialmente la Final Four de la semana que viene, donde aspira a repetir título 58 años después-, pero el bagaje respalda su candidatura: han ganado casi el 83% de los partidos disputados. Su hoja de servicios no es inmaculada, pero casi. Prácticamente idéntica en Euroliga y ACB (27-7 y 28-6) y sin conocer la derrota ni en Supercopa ni en Copa. En total, 63 triunfos por 13 derrotas para plantarse en la lucha por los títulos.

Dzanan Musa.

Dzanan Musa.ACB Photo

Otra cosa son las sensaciones. La consistencia de comienzo de temporada no se ha mantenido estos últimos meses, aunque cuando tuvo que apretar, el Madrid dio la cara. En la Copa de Málaga y en el playoff contra el Baskonia, el único que se resolvió por la vía rápida. No logró, eso sí, mantener el primer puesto en la temporada regular de la ACB ante la pujanza del Unicaja. La derrota el pasado viernes en La Fonteta le aboca a un posible cruce contra el Barça en semifinales y a no tener el factor cancha en una hipotética final contra los malagueños.

Deck

Las lesiones han respetado en gran medida a los blancos, que han ido «repartiendo minutos todo el año», aunque acaban de perder una pieza fundamental. Como ya le ocurriera el año pasado, Gaby Deck -rotura de ligamento colateral interno de la rodilla derecha- no estará en la Final Four. «Le vamos a echar mucho de menos. Este vestuario le adora y si algo puedo hacerles ver a los chicos que quedan sanos es que vamos a hacer un esfuerzo extra para hacerle ver que le agradecemos todo el trabajo que ha hecho previamente, porque nos ha traído también hasta aquí», elogió ayer al argentino su entrenador, que tiene alternativas en el puesto de tres-cuatro: Yabusele, Hezonja y un Eli Ndiaye que ya fue recurso clave en 2023.

El otro asunto extradeportivo que inquieta el idílico panorama del Madrid es el mercado. A estas alturas, sigue con medio equipo sin renovar. Jugadores tan referenciales como Tavares, Poirier o Hezonja están en la marejada de los rumores a mes y medio de que acabe su vinculación. Algunos tan polémicos como el interés del Barça por el croata.

Valentin Paret-Peintre y la revolución del Decathlon, el equipo de moda con las bicicletas de "millones de niños"

Valentin Paret-Peintre y la revolución del Decathlon, el equipo de moda con las bicicletas de “millones de niños”

"Millones de niños en todo el mundo han aprendido a montar en bicicleta con Decathlon y millones de adultos usan nuestras bicicletas todos los días, así que estar ahora en un equipo WorldTour es motivo de gran orgullo". Con esta frase de Barbara Martin Coppola, la CEO de la marca deportiva, se confirmó a finales de 2023 el retorno de Decathlon al pelotón ciclista, donde ya había estado de 2000 a 2007. Y de repente, sus bicicletas y sus cascos Van Rysel, tan denostados por el ciclista amateur, se han puesto de moda. Porque, como hizo este martes Valentin Paret Peintre en la cima de Bocca della Selva, sus corredores ganan. El Decathlon AG2R La Mondiale es el equipo revelación de 2024.

Tras la etapa de descanso, el Giro volvía con fuegos artificiales. Una etapa corta desde Pompeya y un puerto larguísimo para terminar. A la cima de Cusano Mutri, se llegaba tras 18 kilómetros a una media del 5,6%. Pogacar se dio una tregua -«estos días estoy más calmado porque tengo otra gran vuelta por delante. Hoy tuvimos calor, luego 20 grados, después en la última subida hacía mucha humedad... Para mí eso es también un buen entrenamiento»- y el UAE permitió una numerosísima escapada, con alguna amenaza incluso para la general (Romain Bardet llegó a ser maglia rosa virtual). Entre los más de 20 fugados también estaba Juanpe López, al que un perro en mitad de la carretera casi le cuesta un disgusto, aunque al lebrijano la caída de los días previos parece haberle debilitado.

Tratnik pronto fue por delante en solitario, en esas cabalgadas de pura fuerza de las que gusta el esloveno. Pero cuando empezaron las primeras rampas, un cuarteto le amenazó. Entre ellos, el menudo y jovencísimo escalador francés. El pequeño de los Paret Peintre -su hermano Aurelian ya ganó una etapa la pasada edición, en Lago Laceno- se estrenó profesionalmente con una exhibición, un huracán hasta la meta, dejando de rueda a su compatriota Bardet y remontando a Tratnik, segundo y tercero respectivamente. Confirmaba el de Annemasse el poderío de la escuadra de moda, pues es la segunda victoria parcial para el AG2R Decathlon tras la de Benjamin Thomas en Lucca.

La exhibición de los corredores franceses, con sus Van Rysel de casi 10.000 euros, tan tope de gama como cualquier S-Works o Colnago, continuó por detrás. El hermano de Valentin también marchaba en la fuga y entró en meta con los brazos en alto, en la quinta plaza. Y, más de tres minutos después, comandando a los favoritos, llegó pletórico Ben O'Connor por delante de Pogacar. El australiano es cuarto en la general.

Entre 2003 y 2004, las bicicletas de Decathlon en las que montaban los corredores del AG2R y el Cofidis lograron más de 100 victorias. En este asombroso retorno, las Van Rysel ya suman 15, sólo por detrás este año de UAE, Lidl Trek y Visma. Los hermanos Paret Peintre, Cosnefroy, el propio O'Connor, Paul Lapeira o Dorian Godon han puesto al equipo galo, que el año pasado con el nombre de AG2R Citroën Team apenas sumó nueve, en la cresta de la ola.

Una frenética última jornada: histórico Unicaja, éxtasis en Granada, drama en Santiago, un Madrid sin liderato...

Una frenética última jornada: histórico Unicaja, éxtasis en Granada, drama en Santiago, un Madrid sin liderato…

La Liga Endesa aguardó a su último suspiro para resolver la mayoría de sus asuntos, desde el liderato de la temporada regular a un puesto de descenso, otro de playoff... Horarios unificados para potenciar el drama y las emociones en una tarde de domingo que resultó frenética. Y que dejó al Unicaja, por segunda vez en su historia, en lo alto de la tabla, al Monbús Obradoiro de vuelta a la LEB Oro tras una increíble remontada en Granada y al Baxi Manresa en la lucha por el título que comienza este mismo miércoles.

El Martín Carpena es una fiesta permanente, un equipo lanzado que no falló ante el descendido Zunder Palencia (93-69, con 22 puntos de Melvim Ejim y 17 de Kendrick Perry) y selló el título honorífico de campeón de la temporada regular, algo que sólo había logrado una vez en su historia, en 2006 con Sergio Scariolo en el banquillo, un año antes de levantar la única ACB de su historia. El reciente y flamante campeón de la Basketball Champions League ha firmado una trayectoria estupenda, con 28 victorias y seis derrotas, algunas tan clave como la del pasado viernes en el Palau.

Acabó igualado en todo lo alto con el Real Madrid, mismo balance pero mejor 'basket average' para los de Ibon Navarro, que se las verán con el Baxi Manresa en cuartos y gozarán de ventaja de campo en todas las eliminatorias que disputen, incluida la final si es que llegan. Los blancos cumplieron (106-100) contra un Baskonia al que dejaron sin playoffs (también les eliminaron hace unos días en cuartos de la Euroliga). Porque de haber ganado en el WiZink, los de Dusko Ivanovic -que no contaron ni con Markus Howard, ni con Moneke...- hubieran ocupado la octava plaza al caer el Manresa en Tenerife.

El Madrid, segundo, jugará en primera ronda contra el Dreamland Gran Canaria. El Barça, tercero tras vencer en Bilbao, se enfrentará al Lenovo Tenerife (sexto). Y el Valencia, cuarto, al UCAM Murcia (séptimo).

Pero si el domingo dejó emociones inolvidables, esas se dieron en Granada y Santiago. Del drama al éxtasis aquí y allá. Porque los andaluces seguirás siendo equipo de ACB tras una histórica remontada ante el Gran Canaria (74-67). Será el Obradoiro, pese a su victoria cómoda contra el Joventut (97-71), el que acompañe al Palencia en LEB Oro (pese al ascenso del Leyma Coruña, no habrá tres gallegos en la máxima categoría el próximo curso).

El Granada gusta de tardes de infarto. Ya ocurrió el año pasado, cuando consiguió salvarse remontando a la Penya. Esta vez los de Pablo Pin fueron más allá. Caían por 16 al comienzo del tercer cuarto en el Palacio ante el Gran Canaria. Y el veterano Jonathan Rousselle encendió la épica. El base francés se echó el equipo a la espalda y en un abrir y cerrar de ojos los locales habían dado la vuelta al marcador. Pero el Granca de Lakovic luchó hasta el bocinazo final. Un 0-10, con dos canastas sobre la bocina incluidas de Lammers y Albicy, igualó de nuevo. Finalmente, un tapón clave de Valtonen a Brussino desató la fiesta en Granada. Y las lágrimas en Santiago. "Hemos seguido creyendo, luchando, trabajando... como toda la temporada. No hemos perdido la fe", resumió Pablo Pin.

El Real Madrid se deja algo más que el liderato en La Fonteta

El Real Madrid se deja algo más que el liderato en La Fonteta

Había ganado Unicaja en el Palau para ahondar más en la tristeza del Barça, fuera de la Final Four. Para meter presión a su rival, quien lo diría, por el liderato de la Liga Endesa. Y el Real Madrid sucumbió después en La Fonteta y perdió la cabeza de la ACB a falta de una jornada. Los malagueños, que reciben el domingo al descendido Palencia, dependen ahora de sí mismos. Aunque seguramente no fue la pena más grande para Chus Mateo. "Lo peor de todo", en palabras del técnico blanco, fue la lesión de Gaby Deck a falta de cinco minutos. [99-93: Narración y estadísticas]

Se fue el argentino con las manos en el rostro, paralizado desde el mismísimo instante en que su compañero Yabusele le cayó encima y su rodilla derecha hizo un extraño. Quizá fue el dolor y seguramente fue el recuerdo. Hace un año, en Belgrado, fue Zach Leday el que, también involuntariamente, arruinó su temporada, esta vez en la otra rodilla. Se perdió la Final Four. Ahora aguarda veredicto médico.

El estupendo duelo por el liderato dio un vuelco en la penúltima jornada. Pocas veces fue tan honrado ese primer puesto que no garantiza nada, apenas el factor cancha en todos los playoffs. Pero Madrid y Unicaja están empeñados en llevarlo hasta el último suspiro y así será, pues este domingo se resolverá todo. Los malagueños, en su ola particular, vencieron en el Palau con una canasta final de Kendrick Perry. Los blancos, ausentes en defensa, no pudieron hacer lo mismo ante un Valencia con un acierto insólito: acabó con 15 triples de 20 intentos.

Campazzo, ante Justin Anderson.

Campazzo, ante Justin Anderson.Miguel Ángel PoloEFE

Algunos de ellos en el mismísimo desenlace, donde contrastaban las canastas naranjas y los fallos blancos. Ahí, con Justin Anderson pletórico, tuvieron los locales la máxima y no soltaron presa. Pradilla se sumó al carro del acierto y Chris Jones, el mejor de la noche, sentenció. El Valencia Basket no ganaba al Madrid en la Fuente de San Luis en partido liguero desde abril de 2013. Los de Xavi Albert pelearán el domingo por acabar terceros.

El duelo había sido un intercambio constante, ritmo agotador, con los ataques imponiéndose claramente a las defensas y una estupenda intensidad en la que ninguno de los dos era capaz de distanciarse demasiado. A ambos les ha dado un respiro la Euroliga, los taronjas sin playoffs y los blancos, que han disputado un partido en los últimos nueve días, resolviendo por la vía rápida ante el Baskonia su billete a Berlín. Y esa frescura se reflejó en el juego.

El Madrid ajustó algo su defensa en el segundo cuarto, pero le seguían penalizando las pérdidas ante un Valencia sin Brandon Davies pero con el mando de Chris Jones y la confianza recuperada de un colectivo que, desde la llegada al banquillo de Xavi Albert en lugar de Alex Mumbrú, ha ganado cuatro de los cinco últimos partidos. Eso se reflejaba en el acierto exterior, en los triples de Ojeleye, Jovic e incluso Inglis, que siguieron tras el descanso y por momentos desesperaron al Madrid.

"No hemos defendido nada. Hemos permitido demasiadas licencias", concluyó Chus Mateo, quien tras la alegría del pase a la Final Four ve cómo se le aleja el objetivo del liderato ACB. El domingo recibe al Baskonia sin depender de sí mismo.

Pogacar se reconcilia con las contrarrelojs con un brutal alarde en el muro de Perugia

Pogacar se reconcilia con las contrarrelojs con un brutal alarde en el muro de Perugia

Aquel día en La Planche des Belles Filles nació una leyenda, un demonio rubio de 21 años que revolucionó el orden establecido del panorama ciclista. Era un contrarreloj con trampa final en la que Tadej Pogacar destrozó a Primoz Roglic, un despliegue de potencia como no se recordaba para ganar su primer Tour. Han pasado cuatro años y la relación del esloveno con la lucha individual no ha sido la mejor. Más sinsabores que alegrías. "Subes y bajas" en sus propias palabras. En el muro de Perugia llegó su reconciliación. Y lo hizo a su manera, con un alarde final para birlar el triunfo a Filippo Ganna y poner más tierra de por medio con sus perseguidores, especialmente con un Geraint Thomas que rindió por debajo de lo esperado.

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La primera batalla contra el reloj de este Giro presentaba peculiaridades a tener en cuenta. En la medieval Umbría, las ciudades siguen dominadas por sus torres en las cimas de las colinas y hasta la de Perugia había que ascender después de 30 kilómetros planos. Un muro (1,2 kilómetros al 12%) para decidirlo todo. Y ahí, en el esfuerzo tras el esfuerzo, nadie como Pogacar, que en los seis kilómetros finales, con su pedalear cadencioso, remontó la desventaja con Ganna y celebró la victoria puño en alto (perdía 47 segundos abajo y llegó con 17 de diferencia con el especialista del Ineos).

En las 16 contrarrelojs que Tadej afrontó en Grandes Vueltas después de La Planche, sólo coleccionó un triunfo. Fue en Laval, en el Tour siguiente. Tiempos de dudas, con Jonas Vingegaard mostrándose cada vez más intratable. "Ha pasado mucho tiempo desde la última contrarreloj que hice [21º en el Mundial en Stirling; antes en Combloux, a 1:38 de Jonas], fue un desastre: desde entonces he estado trabajando mucho en la bicicleta de contrarreloj, no estaba tan seguro de estar al 100%", admitió después. Porque lo de la séptima etapa del Giro, desde Foligno hasta la amurallada Perugia pasando por Asís, era más que una prueba. Había que contener el esfuerzo durante 30 kilómetros de carreteras rápidas y soltarlo todo después, todo para arriba, incluso dos kilómetros mortales donde la pendiente llega al 16% y hay que retorcerse en la cabra.

Filippo Ganna, durante la contrarreloj del Giro.

Filippo Ganna, durante la contrarreloj del Giro.LUCA BETTINIAFP

Ganna había dominado con mano de hierro, doblando hasta a siete rivales, y se antojaba imposible que nadie le arrebatara la gloria. En cada referencia, su ventaja aumentaba. En el kilómetro 34 era una sangría con los favoritos y sólo Pogacar estaba por debajo del minuto. Muchos, incluido Thomas, perdieron incluso más tiempo en la subida y algunos, como Daniel Felipe Martínez, recortaron algo. Tadej, con la maglia rosa y el controvertido culotte ciclamino, simplemente voló hacia Perugia, enrabietado.

En casi 41 kilómetros (rodó a 47,1 por hora), este Giro que disputa mirando al verano, prácticamente sentenciado. "Hoy ha ido bastante bien, habrá otra contrarreloj en el Giro, será otra sesión de entrenamiento para el Tour. Todavía puedo mejorar", concedió sin tapujos. Geraint Thomas se dejó dos minutos con su rival (y ya son 2:46 en la general), Daniel Felipe Martínez, ahora segundo, un poco menos y escaladores como Juanpe López o Eiber Rubio más de cuatro minutos. Este sábado tendrán espacio para volverse a ver entre los 10 primeros de la general, pues la etapa finaliza en alto, en Prati di Tivo, casi 15 kilómetros de ascensión con una media del 7%.

La revolución en el firmamento de estrellas NBA: de LeBron y Curry a Anthony Edwards y Jalen Brunson

La revolución en el firmamento de estrellas NBA: de LeBron y Curry a Anthony Edwards y Jalen Brunson

«¡Aún soy grande! Son las películas las que se han hecho pequeñas». Podría pronunciar LeBron James lo que Norma Desmond o aceptar el crepúsculo. También Steph Curry o Kevin Durant, los que fueron dioses del mejor baloncesto del mundo, los que dominaron los últimos 20 años de la NBA y ahora, por primera vez en 19 temporadas, ni siquiera se asoman por el segundo escalón de los playoffs.

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Estos días toca ir asimilando los nombres de los que avisaban con reinar en el futuro y ya lo hacen con el presente. Empezando por el descomunal Anthony Edwards y siguiendo por Jalen Brunson. Donovan Mitchell, Jayson Tatum, Shai Gilgeous-Alexander o Tyrese Haliburton. Ninguno más de 27 años, todos protagonistas absolutos de la actual lucha por el anillo. Es la nueva hornada de estrellas, que habría que separar, por formación y origen, de los europeos Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo (con él lesionado, sus Bucks fracasaron ante los Pacers, por segunda temporada seguida fuera en primera ronda) y, por supuesto, Luka Doncic.

De 2012 a 2022, entre LeBron (39 años) y Curry (36), ganaron ocho anillos y acumularon galardones, récords y halagos. Fueron las 'divas' de la NBA, que aún mantienen estadísticamente su pujanza, como incluso Kevin Durant (los tres estarán este verano con el USA Team en París). Más que perder prestaciones -tampoco hay rastro ya de Joel Embiid, James Harden...-, han visto como tira la puerta abajo la nueva generación, chicos muchos de ellos pregonados, pero otros no tanto.

Jalen Brunson, durante la serie contra los Pacers.

Jalen Brunson, durante la serie contra los Pacers.ELSAGetty Images via AFP

Nadie estos días como Anthony Edwards, que fue número 1 del draft de 2020, pero que en su progresivo despegue ha sido esta temporada cuando ha terminado de estallar. Y más aún en los playoffs, donde sus Wolves, que ya eliminaron a los Suns de Durant en primera ronda, tienen contra las cuerdas al mismísimo campeón. Los movimientos atildados y los mates espectaculares de Ant Man, que el gran público pudo ver como Némesis de Juancho Hernangómez en la película Garra, recuerdan por momentos a los del mismísimo Michael Jordan y, como Kobe Bryant, fue capaz de anotar más de 40 puntos en dos partidos consecutivos de playoffs con menos de 23 años. Abandonado por su padre, luce apellido materno aunque ella murió de cáncer cuando tenía 13 años. Por entonces escribió en la pared de su habitación: «Futuro jugador de la NBA». Sus prestaciones y promedios se han disparado en postemporada, donde lidera a un equipo lanzado e invicto en terrenos que no pisaba desde hacía 20 años: 32,3 puntos y porcentajes por encima del 40% en triples y del 60% en tiros de dos.

Los Knicks

Si todos avanza como parece y ni Jokic ni Doncic logran revertir el rumbo de las semifinales, en la lucha por el trono del Oeste se producirá toda una revolución, pues los Thunder parecen más frescos y decididos que los Mavs. El equipo más joven de siempre capaz de ganar esa conferencia está liderado por el canadiense Gilgeous-Alexander, un tipo de 25 años (el más veterano del quinteto) que en su día los Clippers incluyeron como moneda de cambio por el traspaso de Paul George.

Aunque para infravalorado, el otro gran nombre propio del panorama. Si alguien ha tenido que labrarse su propia historia ese ha sido Jalen Brunson, un fenómeno en la Gran Manzana. El zurdo sólo bajó de 40 puntos la última noche tras cuatro consecutivas (algo que no ocurría desde Jordan en el 93), aunque sus Knicks, que barrieron a los Sixers en primera ronda, se impusieron a los Pacers de Haliburton, reviviendo una histórica rivalidad: Reggie Miller, Johs Starks, Spike Lee... En el Madison no disputan una final del Este desde hace 23 años. Crisis encadenadas que ahora hace olvidar un base que no llega a 1,90, hijo de Rick (nueve temporadas NBA), que no apareció hasta el puesto 33 del draft de 2018 (pese a haber conquistado dos títulos de NCAA con Villanova) y que, tras tres temporadas algo olvidado en los Mavericks, fue traspasado en la cuarta, ya en pleno despegue. En seis años ha pasado de no promediar más de 10 puntos a 28,7 este curso, que son 35,6 (además de 8,1 asistencias) en los presentes playoffs en los que nadie parece capaz de detenerle (lanza casi 30 tiros por noche). «La fortaleza mental es muy importante, la capacidad de superar las cosas. Dar lo mejor de ti cuando sea necesario, incluso cuando no te sientas lo mejor posible. Eso es lo que él es. Un gran líder», le elogió Tom Thibodeau tras el segundo partido, heroico después de superar unas molestias físicas.

Si los Knicks avanzan, allá estarán los Celtics, los que mantienen el orden, cumpliendo con su rol de favoritos y con su consistencia habitual. Pese a la baja por lesión de Porzingis. De las estrellas emergentes, sólo Tatum hizo valer todas las predicciones. Los Cavaliers van pagando su modo arrollador pese a la compulsiva acción de Donovan Mitchell.

Pogacar rinde homenaje a Pantani en Oropa: primer zarpazo, victoria y maglia rosa

Pogacar rinde homenaje a Pantani en Oropa: primer zarpazo, victoria y maglia rosa

El aperitivo del sábado supo a poco, como si lo que no fuera un brutal despliegue de Tadej Pogacar no colmara las expectativas. Pero la fiera escapó de todas las jaulas en un enclave mítico. En el Santuario de Oropa, donde Marco Pantani dejó una remontada asombrosa en 1999, donde Piotr Ugrumov encendió las alarmas de Miguel Indurain seis años antes, el esloveno asestó el primer zarpazo al Giro. Aún no mortal, ni medio minuto a sus rivales, pero sí todo un aviso: si nadie lo remedia (quizá una escapada consentida esta semana), la amenaza es que vista de rosa hasta Roma.

Fue un guiño al Pirata 25 años después. Porque como Pantani aquel día, justo antes de empezar las rampas, a la salida del pueblo de Biella, un problema puso en alerta al líder del UAE. Un pinchazo delantero y una pequeña caída. Algo de confusión con las órdenes del coche, cabreo, cambio de bici y apretón para volver a la cabeza del pelotón que seguía persiguiendo a Andrea Piccolo, el valiente de la escapada del día.

No había habido fuegos artificiales en los dos puertos previos. Todo lo dejó el UAE para Oropa, donde Berg y Novak hicieron la selección -pronto Schachmann y Nario Quintana eliminados- y Majka lanzó a Pogacar como si estuviera en una bolera; el ataque a falta de 4,5 kilómetros, apenas un amago de poder seguirle de Ben O'Connor (luego lo acabaría pagando) y en solitario hasta la meta. Con su triunfo, el 71 de su carrera, ya puede presumir de haber ganado en las tres grandes vueltas y también de haber vestido de líder en todas ellas: "Era uno de mis sueños. Es algo que no muchos ciclistas tienen (exactamente, sólo 108). Estoy muy contento".

No fueron diferencias enormes, porque aún es el segundo día, el puerto, pese a su leyenda, no es tan duro (una media del 6,2%) y porque por atrás hubo entendimiento entre los que se jugarán, previsiblemente, las plazas del podio final. Se formó un grupo de nueve corredores, con Juanpe López entre ellos (ya es séptimo). Y el alemán Florian Lipowitz, que viene de brillar en el Tour de Romandía, hizo un fenomenal trabajo para Daniel Felipe Martínez. El colombiano y Geraint Thomas, segundo y tercero en la general (ambos a 45 segundos), apenas perdieron 27 en meta. No hubo noticias, sin embargo, del héroe de la primera jornada: a Jhonatan Narváez el rosa no le dio alas y pronto perdió comba. Bora e Ineos, dos colectivos poderosísimos contra los que deberá pelear Pogacar.

Oropa, donde Ugrumov puso contra las cuerdas a Indurain y Pantani firmó una remontada histórica

Oropa, donde Ugrumov puso contra las cuerdas a Indurain y Pantani firmó una remontada histórica

"Lo tenía todo bajo control". Eso pronunció después Miguel Indurain, aunque, quizá por primera vez se sintió (le sentimos), humano. Cabizbajo, la gorra blanca del Banesto, su inmensidad rosa apoyada sobre la valla publicitaria, el aliento entrecortado mientras se arremolinaban los fotógrafos en busca de la imagen del dios en apuros. El navarro acababa de ganar su segudo Giro de Italia consecutivo, pero en el Santuario de Oropa (donde este domingo acude Pogacar en busca de la maglia), un 12 de junio de 1993, un letón de Riga le había puesto contra las cuerdas.

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Cundió el pánico. Porque Piotr Ugrumov, gorra amarilla del Mecair-Ballan, llegaba poderoso a la meta, poco más de un minuto después del ganador Ghirotto. Y le seguían Chiapucci, Tonkov y Roche, pero Miguelón, del que no había referencias, tardaba en aparecer. El día antes, en la contrarreloj de Sestriere, lo había dejado todo, aparentemente, visto para sentencia, con 1:34 en la general sobre el ruso.

Al fin emergió su figura al fondo de la recta de meta, agarrado abajo en el manillar, superando el apuro. Entró a 36 segundos y salvó el Giro, pese a los sudores para siempre recordados en Oropa, casi 12 kilómetros a más del 6%, una subida que desde sus primeras rampas convirtió en exigente Moreno Argentin y en la que Ugrumov, segundo también en el Tour de 1994, se empeñó después en atacar y atacar. "No se trataba de resistir como fuese a su rueda, tenía un margen de sobra. Me he mantenido tranquilo. Ugrumov está muy fuerte y preferí seguir a mi ritmo. De lo contrario, me habría arriesgado a reventar. En ningún instante pensé que perdería la maglia rosa", razonó el navarro.

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Una cima no tan dura, pero sí mítica por los precedentes. Porque no sólo Indurain grabó allí, al norte de la ciudad e Biella, su leyenda. Más aún lo hizo unos años después Marco Pantani. En 1999 firmó una ascensión legendaria, también vestido de rosa.

Había recuperado el liderato el Pirata el día antes, en la meta de Borgo San Dalmazzo, donde tan mal lo pasó Laurent Jalabert. Aventajaba con 53 segundos a Paolo Savoldelli y 1'21" a Ivan Gotti. Pero en las primeras rampas del Racconigi-Santuario di Oropa, dedicado a la Virgen Negra, se encendieron todas las alarmas cuando a Pantani se le enredó la bicicleta, un problema mecánico aprovechado por sus rivales.

Con 45 segundos perdidos y el Mercatone Uno aguardando a su líder, Pantani se lanzó a la desesperada, en solitario ya, con seis kilómetros todavía por delante. Uno a uno, hasta 49 adelantamientos, incluidos Gotti, Savoldelli, Simoni y finalmente Jalabert. Estaba solo en cabeza a falta de tres kilómetros y apenas celebró el triunfo: "No pensaba que los había cogido a todos...".

Será la séptima vez que la Corsa Rosa acabe en Oropa. La última, en 2017, se vivió un bonito combate entre Doumoulin y Nairo Quintana. Con 161 kilómetros previos y otras dos subidas concentradas en la parte final, buen terreno para que Pogacar inscriba su nombre allí y recupere la maglia que ayer le birló el ecuatoriano Narváez, una fiera en el Muro de San Vito y un cañón en la meta de Turín.

Juanpe López: "Tengo el hambre de ganar una gran vuelta"

Juanpe López: “Tengo el hambre de ganar una gran vuelta”

Juanpe López recibe la llamada de ELMUNDO desde Lebrija, a unas horas de partir para Italia, con un saludo amable y un rotundo bostezo. «Que he hecho cinco horas y estoy cansadete», se excusa con la espontaneidad habitual. No hay tregua para quien ambiciona un Giro que prolongue su buena onda, la que le ha hecho «abrir la lata», su primer triunfo profesional, que, además, vino acompañado después con la victoria en la general del Tour de los Alpes. Sólo partirán cuatro españoles este sábado desde Turín, pero uno de ellos lo hará desde la pole de favoritos -TadejPogacar aparte- para esa maglia rosa que vistió durante 10 días en 2022. Los 10 días en los que el menudo escalador del Lidl-Trek se dio a conocer al mundo.

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Un chico de Lebrija va a ganar en las montañas del Tirol en uno de los días más dantescos que se recuerdan... No está mal para el estreno.
Fue uno de los días más fríos de mi vida sobre la bicicleta. Digamos que no se adaptaba a mis mejores condiciones, no es que este muy acostumbrado a eso. Pero soy un corredor que, extrañamente, no me lo explico ni yo, con el frío, con la lluvia, siendo de donde soy, no se me da mal.
¿Cuántas ganas tenía de levantar los brazos?
Fue bastante bonito, porque ves que, aunque cuesta, al final el trabajo da sus frutos, la lata se abre. Llevaba años soñando con este momento.
¿Supuso una liberación, le daba muchas vueltas al hecho de no haber logrado su primera victoria profesional?
Me he liberado mentalmente. No soy flojo de cabeza, soy bastante optimista en general, pero en el ciclismo de hoy, como todo el mundo sabe, ganan muy pocos corredores. Casi siempre ganan los mismos. Son circunstancias del momento, aunque siempre estaba pensando en por qué no llegaba. Esto me da mucha confianza para el futuro, para los nuevos retos. Hay que aprovecharlo, porque en el ciclismo, por desgracia, hay muchos más malos momentos que buenos.
¿Cómo han sido las semanas posteriores al Tour de los Alpes?
Antes habíamos estado tres semanas en el Teide con el equipo, días de muchas horas de trabajo con la bici y fuera de la bici. Después de los Alpes volví a altura, a Sierra Nevada, para hacer un pequeño recordatorio de ocho días. Y ahora, listos para afrontar el Giro. Creo que he asimilado bastante bien todo el trabajo realizado.
¿Cómo de especial es el Giro para ti?
Es una carrera muy bonita, le tengo un cariño increíble. La etapa del Etna la recordaré siempre. Iremos viendo este año. Como soy ciclista, tengo el hambre de ganar una gran vuelta y por delante, 21 días de oportunidad también para una etapa. Empieza duro, así que tocará apretar los dientes desde el principio. Hay bastante crono, el sterrato... será entretenido. Y luego la última semana, hay una etapa de 220 kilómetros con 5.000 metros de desnivel acumulado [con final en Livigno y paso previo por el Mortirolo].

Pogacar.
Es el principal favorito. Pero en ciclismo pasan cosas.
Viene de un 2023 que no resultó sencillo.
Fue un año para aprender bastante. Porque empezó malamente, con esa caída a principio de año. Cogí miedo a la hora de ir en el pelotón, en las bajadas me costó mucho psicológicamente. Pero como se trabajan las piernas, también se trabaja la cabeza. Nunca había sido un corredor de los mejores bajando, pero siempre me he desenvuelto bien. Y ahora estoy otra vez a mi nivel en las bajadas, se pudo ver en la etapa de los Alpes.
¿Cómo se llega a bloquear mentalmente un corredor profesional?
Llegó un momento en el que soltarme de manos era para mí un calvario. Fue difícil, porque me venía a la mente la caída que me tiró por el viento. Ya está superado. Gracias al trabajo con el psicólogo, que me ayudó mucho y me sigue ayudando a día de hoy. Y también con Óscar Sainz [especialista en bajadas del Lidl], una grandísima persona, que hace su trabajo increíble. Me ayudó muchísimo a soltarme de nuevo.
Su debut en el Tour, el año pasado, no fue como esperaba a causa de una bronquitis.
Llegar a París es siempre muy bonito. Pero no fue sencillo. Estuve con antibióticos desde el primer día de descanso. Te intentan animar, te dicen aquello de que el cuerpo siempre irá a mejor. Pero no es así. Cuando en un Tour pones tu cuerpo al límite todos los días, no es sencillo que vaya a mejor. Me queda esa espinita con el Tour. Volveré e intentaré hacerlo con mi mejor versión.
¿Le apetecería disputar los Juegos y el Mundial después del Giro?
¿A quién no le gustaría estar en unos Juegos, que son cada cuatro años? Tiene que ser muy muy especial. E ir con el Mundial con la selección es un escaparate muy bueno y a nivel profesional no he ido nunca. No sería una mala idea.
¿Hasta dónde puede crecer Juanpe?
Soy un corredor que año a año intenta progresar y aprender un poco más. Espero no dejar de hacerlo. Aprender de cada rival, de cada persona que esté a mi lado.
¿A este Juanpe escalador le hubiera gustado nacer unas décadas atrás, con otro ciclismo?
Se me ha pasado por la cabeza eso, pero es lo que toca. Esta época, que creo que podré decir 'yo corrí con Pogacar, con Roglic, con Vingegaard y con todos estos fuera de lo normal'. Cada vez que estoy con ellos, toca sufrir.
El Real Madrid se planta por la vía rápida en la Final Four tras resolver un partidazo en el Buesa

El Real Madrid se planta por la vía rápida en la Final Four tras resolver un partidazo en el Buesa

Mientras otros batallan en eliminatorias repletas de igualdad, polémicas e incertidumbres, el Real Madrid ya aguarda camino de Berlín, en su 10º Final Four de los últimos 13 años, la tercera de carrerilla. Allí defenderá su corona tras un tremendo camino en Europa, coronado en el Buesa Arena, donde cerró por la vía rápida la serie ante un bravo Baskonia. Murieron los de Dusko Ivanovic con las botas puestas, desplegando osadía, talento y la energía que les quedaba hasta que chocaron con la mejor versión de Tavares, con el temple de Campazzo, los puntos de Yabusele y la magia de Sergio Rodríguez. [98-102: Narración y estadísticas]

Fue una pelea mayúscula en Vitoria, una noche de guardias bajas y baloncesto eléctrico, de 200 puntos y 29 triples. Mandó el Baskonia casi siempre y resistió el Madrid sus embestidas, hasta el zarpazo final, encendido por el Chacho y culminado por Campazzo. Aunque nada sería lo mismo sin esas dos defensas finales de Tavares, sus cuatro tapones, sus 13 rebotes... Tan pleno que ni un minuto dejó a su compinche Poirier en la segunda mitad, pese a los buenos apuntes previos.

La primera parte fue ya un estupendo augurio, un festival ofensivo, un correcalles sin dueño, un intercambio de golpes que convenía más al Baskonia. Al descanso, los de Ivanovic, desbocados, habían anotado 56 puntos y el Madrid les seguía la estela como podía. Con la lengua fuera, incómodo cuando su defensa no funciona y su rebote no domina, aturdido ante tanta carrera, ante tanto lanzamiento frenético.

Sergio Rodríguez, defendido por Chiozza.

Sergio Rodríguez, defendido por Chiozza.L. RicoEFE

El Baskonia estaba dispuesto a morir matando, consciente de lo que supone un 2-0. Porque alargar la faena, dar una alegría al Buesa y mostrar algo de ese 'carácter', no sólo le vendría bien en el ahora. Su lucha por entrar en el playoff ACB y salvar la temporada está más que viva. Y necesita elementos que le reafirmen. Partió más agresivo en defensa, más concentrado en el rebote y con su acierto habitual.

Fue en el segundo acto (tras un parón demasiado largo por un problema en el marcador) cuando, por primera vez en la serie, se vio poderoso, 10 arriba con Marinkovic y Markus Howard como ejecutores y Miller-McIntyre como dueño del tempo, ocho asistencias en la primera mitad. Hizo 34 puntos en ese tramo, en el que tuvieron que salir Poirier y Deck (su defensa sobre Howard...) y, sobre todo, Sergio Rodríguez, al rescate. El Chacho no se achica cuando el juego pierde el control. Dos triples, cuatro asistencias... Gracias a él se mantuvo el Madrid con vida pese a su desastre defensivo.

A la vuelta no mejoraron demasiado las cosas para el Madrid, porque Marinkovic no bajaba su ritmo anotador, triples como flechas a la paciencia blanca. Otra vez haciendo la goma, aunque sin dejarse llevar del todo, parciales de ida y vuelta y Tavares intimidando en la pintura. En realidad, era un partidazo, una estupenda noche de excesos en el Buesa.

Un triple de Deck, la primera canasta del último round, puso al fin por delante al Madrid (73-75), una larga persecución sin perder los papeles. Pero faltaba por aparecer (del todo), Markus Howard: volvió a encender el Buesa con siete puntos consecutivos. Iba a ser el último alarde local, exhaustos ya los de Ivanovic, sin poder responder al arreón final blanco, una estocada mortal en las manos mágicas del Chacho y sus pases.

Fue un parcial de 0-13, con dos triples de Llull, pero, principalmente, con la sabiduría de Sergio Rodríguez. Como la temporada pasada, de nuevo a punto en el momento clave. Howard se empeñó en lo que parecía ya imposible, aunque iba a empujar hasta la orilla. Apareció entonces Campazzo con la puntilla, como un poco antes lo había hecho Yabusele. Y Howard, como Miller-McIntyre, se estrelló con la enormidad de Tavares. El Madrid de Chus Mateo está en Berlín y, a la vez, recuperó el liderato de la ACB tras la derrota del Unicaja en Tenerife.