Otra noche europea para olvidar: el Milan de Causeur pasa por encima del Real Madrid

Otra noche europea para olvidar: el Milan de Causeur pasa por encima del Real Madrid

Fue un Real Madrid raquítico, preocupante, quizá la peor noche que se le recuerda en mucho tiempo. Un colectivo egoísta y desconectado, irreconocible en Milán, donde fue zarandeado por un Armani que tampoco es que estuviera para muchos alardes. Hurgan en su herida los blancos, hundidos en esta Euroliga en la que todavía no saben lo que es ganar a domicilio. [85-76: Narración y estadísticas]

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La desesperada victoria del domingo en Murcia, con apenas ocho efectivos de la primera plantilla, no supuso un resorte para un Madrid que sigue en la búsqueda de sí mismo. Recuperó a Ibaka y Rathan-Mayes, pero fue insuficiente ante el Olimpia de Fabien Causeur, ese ex fundamental en los últimos y exitosos años, paradigma de lo que ahora se echa de menos: siempre bandera de la amalgama y el oportunismo, una joya para el vestuario y un talento siempre dispuesto. Con el Chacho de espectador de lujo (el Armani le homenajeó al descanso), los de Ettore Messina, también con bajas clave (Shields, Nebo...) pasaron por encima de un Madrid a la deriva.

Al Milán le costó más de cuatro minutos meter su segunda canasta del partido, un pelín atascado ante la zona (con Ndiaye liberado persiguiendo y desesperando a Mirotic) con la que intentó sorprender Chus Mateo, pero después ya no hubo quien le detuviera. Fue el Madrid el que se paró en seco y en un abrir y cerrar de ojos se vio 10 abajo (26-16). Fue precisamente la irrupción de Causeur la que lo cambió todo en el Medionalum.

Defensa

Igual daba que Mateo devolviera a cancha a Tavares o Ndiaye, su equipo se había quedado petrificado ante el talento de Armoni Brooks y el recién fichado Nico Mannion. Zach Leday, el mejor jugador de Messina, se hizo con la zona y Dimitrijevic era imparable. Y la ventaja se disparó (33-18). La energía desbordaba por un lado y se echaba de menos por el otro. Iba a ser la tónica. Una pequeña reacción liderada por Deck y algunas canastas finales de Ibaka frenaron la sangría antes del descanso.

Sergio Rodríguez, homenajeado por el Armani, su ex equipo.

Sergio Rodríguez, homenajeado por el Armani, su ex equipo.DANIEL DAL ZENNAROEFE

La defensa del Madrid no había sido capaz de ensuciar nada. Y, aunque mejoró algo a la vuelta de vestuarios, no lo hizo en global el equipo, errático, individualista, olvidando tantas veces eso que le hace diferente, la capacidad de un pase más en ataque. Era como querer hacer la guerra cada uno por su cuenta, empezando por Hezonja, pero también un Rathan-Mayes mucho más enchufado, e incluso Campazzo después. La cuarta falta de Tavares tampoco ayudó.

Para colmo, cuando comenzó el acto final al equipo, ya prematuramente desesperado, le acudieron los fantasmas de esos horribles desenlaces que se gasta a domicilio en Euroliga. El Olimpia golpeó con dos triples de Leday seguidos para volver a estirar la ventaja (71-55), para zarandear a un Madrid que era ya un guiñapo, con actitudes sonrojantes como la de Rathan Mayes, con dos pérdidas seguidas cuando el Milan les estaba triturando. Acabó maquillando (llegó a caer por 23) una noche en la que más le vale que hubiera sido la de tocar fondo.

El Real Madrid gana su primer partido a domicilio de la forma más insospechada: cinco bajas, una zona y recital de Hezonja ante el subcampeón

El Real Madrid gana su primer partido a domicilio de la forma más insospechada: cinco bajas, una zona y recital de Hezonja ante el subcampeón

Tantas veces la necesidad hace virtud. A la séptima, el Real Madrid al fin se encontró a sí mismo lejos del Wizink, nada de mediocridad, ni rastro de los desplomes en la recta de meta ni del desacierto desesperante. Ganó en Murcia, nada menos, su primera victoria a domicilio del curso ya en noviembre. [64-85: Narración y estadísticas]

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Aplastó al UCAM, al subcampeón, para olvidar los males anteriores. Llegó a dominar por 28 (53-81) ya en el último acto, todo roto, tras un ejercicio de aplomo y seriedad con lo poco que tenía. Que es mucho. Hasta Sidi Gueye, con sus 17 años, fue un titán ante los de Sito Alonso. Tavares, Hezonja (21 puntos, cinco triples), Llull (16)... un recital ante un rival impotente. Y otros dos debuts para soñar: el alemán Declan Duru y el español Gildas Giménez.

Como para enredarlo todo aún más, a Chus Mateo el desafío en Murcia, la reedición de la última final ACB, después de una semana doble de Euroliga a domicilio (doble de derrotas también), se le complicó al máximo. Nada menos que cinco bajas. A los cuatro ausentes en Belgrado (Garuba, Feliz, Ibaka y Musa) contra el Maccabi se unió Rathan-Mayes por su paternidad. Ocho jugadores de la primera plantilla (Hugo González incluido) y tres canteranos para asaltar una de las canchas más ásperas de la ACB, para romper el maleficio (mental y deportivo) lejos del WiZink.

Para que la herida no supurara más y, de paso, para no perder comba también en la clasificación de la ACB. Pero Mateo, ante las adversidades, tejió un plan. Recordó aquellas semanas de locura previa a la consecución de la Euroliga 2023, la serie también marcada por las bajas ante el Partizan, la zona defensiva que le impulsó a los cielos. Y, desde el minuto uno en Murcia, sus pupilos se parapetaron en ese recurso, tan viejo como efectivo. Juguetearon con las dudas locales, con sus fallos de inicio (un triple de 11) para amasar una ventaja sobre la que asentar su juego y reinar en el Palacio murciano.

Hezonja anota ante Rodion Kurucs, en Murcia.

Hezonja anota ante Rodion Kurucs, en Murcia.ACB Photo

El Madrid llegó a dominar por 16 en la primera parte con un Tavares absolutamente dominante (al que el canterano Sidi Gueye dio breves pero sólidos descansos), con el rebote como aliado, pero los triples locales tenían que llegar. Fue el último de la rotación de Sito Alonso (que también tenía las bajas de Caupain y Todorovic), Artur Kurucs, el que desatascó. Se le unió Dylan Ennis y su hermano Rodion encendió la mecha de la energía en defensa. Se arrimó el UCAM, favorecido también por las pérdidas visitantes, aunque no demasiado: Deck y Hezonja estaban para mantener la ventaja al descanso (31-40).

El Madrid continuó pétreo, como si la precariedad de piezas le hubiera reforzado. Tavares reinaba, Llull y Hezonja anotaban con facilidad y la zona era un parapeto efectivo, con Abalde siempre tomando decisiones inteligentes (hasta las faltas). Avanzaba la tarde en Murcia con Carlos Alcaraz en primera fila y no había nada que hacer. Los triples fuera de guion de Hezonja, los zarpazos de Eli Ndiaye, los puntos y rebotes silenciosos de Deck y Campazzo, que ni siquiera fue titular, para manejar la ventaja. Así, de una forma tan insospechada como contundente, el Real Madrid volvió a ganar en la carretera. El jueves, en Milán, le toca refrendar.

108-60, el demoledor dato que deja en evidencia al Real Madrid

108-60, el demoledor dato que deja en evidencia al Real Madrid

El Wizink, cual arbusto frondoso, escondió los problemas. Cuatro victorias de carrerilla al calor del Palacio, dos en Euroliga ante rivales complicados como Panathinaikos y Estrella Roja y dos en Liga Endesa ante oponentes a priori 'sencillos', Girona y Manresa. Pero la vuelta a la carretera volvió a destapar las carencias. El remozado Real Madrid no se encuentra y ya va un mes de competición. Sigue sin saber lo que es ganar a domicilio.

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Cada noche tuvo sus peculiaridades. El tropezón en Múnich sin Hezonja, encajando casi 100 puntos. El de Vitoria sin el sancionado Campazzo. Y esta semana, en Atenas ante un Olympiacos necesitado también y en Belgrado ante un Maccabi que resolvió en la última acción Sabon Lee y con las bajas de última hora de Ibaka y Musa (que se unían a las ya conocidas de Garuba y Andrés Feliz).

Mantiene la calma Chus Mateo. "Nuestro equipo lo intenta, pero no llegamos al objetivo, que es ganar fuera de casa". Habla de impotencia, de querer y no poder, un equipo que también perdió en La Coruña y en Bilbao e incluso en Murcia en la final de la Supercopa Endesa contra Unicaja. Demasiados borrones tan temprano.

"Tenemos que seguir luchando, es un momento en el que debemos mantenernos juntos. Tenemos que seguir peleando, juntos, creyendo. En estos dos partidos fuera de casa, creo que jugamos muy bien durante tres cuartos y medio en ambos", pronunció el técnico, dejando entrever uno de los problemas identificados. Las cuatro derrotas de Euroliga están marcadas por nefastos desenlaces. Sintomático de un equipo en busca de rumbo.

El balance de los cuatro cuartos finales fuera de casa del Madrid en Euroliga es de 108 puntos del rival por 60 del propio. Ya se hundió ante el Bayern, con un inaceptable 33-16. En las tres últimas salidas europeas el Madrid no ha sido capaz de llegar a los 80 puntos. En Vitoria, sin el Facu, encajó un 28-20. Mucho peor esta semana. 23-10 en el Pireo y 24-14 ante el Maccabi. "En los últimos cuartos debemos ser más inteligentes, creo que es cuestión de tiempo porque ahora nos sentimos un poco verdes en estas situaciones", había avisado Hezonja en la previa.

Con un balance de tres victorias y cuatro derrotas, uno de los peores arranques que se le recuerdan en Europa, el Madrid provisionalmente está incluso fuera de los puesto del Play-in (fuera de los 10 primeros). Su porcentaje de triples (34,5%) es de los más pobres y también está lejos de la cabeza en rebotes (11º, 33,4 por partido), dos síntomas de poca competitividad. Su próximo envite, la semana que viene en Milán ante un Armani que sólo ha ganado dos partidos (el último el jueves en el derbi italiano ante la Virtus) no sólo será la oportunidad de romper ese maleficio fuera del Wizink. También parece todo un examen, como el del domingo en Murcia ante el subcampeón de la ACB.

Lejos del WiZink, la pesadilla: el Real Madrid cae en Atenas y sigue sin vencer a domicilio

Lejos del WiZink, la pesadilla: el Real Madrid cae en Atenas y sigue sin vencer a domicilio

La tarea pendiente lo sigue siendo para el Real Madrid, incapaz no sólo de ganar fuera de casa en lo que va de temporada, también de ser él mismo. Lejos del WiZink, la pesadilla. No lo logró tampoco en el Pireo, plaza áspera, donde no fue capaz de confirmar su aparente progresión de los últimos tiempos, sus cuatro victorias de carrerilla, arruinado de nuevo en la recta de meta por el Olympiacos. [79-69: Narración y estadísticas]

Fueron McKissic y Vezenkov los únicos que supieron avanzar en el lodazal, un duelo sin alharacas, pura espesura de tanto que se conocen, los dos grandes protagonistas del baloncesto continental en los últimos años. Decisivos ambos, como antes lo fue Walkup, para asestar la quinta derrota en la carretera a este Madrid de tantas dudas, fallón, permisivo de más en el rebote ofensivo (hasta 15 para los de Bartzokas), con una rotación acortada y sin noticias de Dzanan Musa. Y completamente derretido en la hora de la verdad.

Ahí, todos desaparecieron. Hezonja intentó agarrar la responsabilidad, pero tantas veces su baloncesto es precipitado. Todo lo contrario que McKissic y Vezenkov. Un demoledor parcial de 31-12 puso fin a cualquier opción de triunfo visitante.

Había sido una primera parte extraña, con más dinamismo y tiros liberados que aciertos, como si los aros se empeñaran en no acompañar el talento de los protagonistas. Chus Mateo sorprendió con Ibaka de inicio, para forzar con sus lanzamientos abiertos al gigante Fall. Y el ex NBA sumó ocho puntos rápido, aunque ya no volvió a la batalla (Rathan Mayes ni jugó). Pero fue la segunda falta de Campazzo lo que marcó ese amanecer, pues le mandó rápido al banco para no volver, al jugador que más influye en el juego blanco sin duda.

Hezonja y Peters, durante el partido en Atenas.

Hezonja y Peters, durante el partido en Atenas.Georgia PanagopoulouEFE

El Madrid fluyó bien sin el Facu e incluso llegó a sentirse cómodo por momentos en el infierno heleno, con Eli Ndiaye aportando su energía desde el banquillo. Sólo Vezenkov plantaba cara enfrente. Pero un 0-9 de parcial llevó a los del Pireo al descanso con ventaja.

A la vuelta, un genial pase por la espalda de Campazzo rompió la rutina del intercambio. Deck aprovechaba sin hacer ruido cada oportunidad para sumar y Hezonja, en uno de sus arreones a los que tantas veces falta continuidad, volvió a estirar la ventaja blanca (un triple más un robo culminado en mate para el 46-55, la máxima).

Desde ahí ya fue todo mal para el Madrid. Y se repitió el guion. Cuanto más en el abismo se veía Olympiacos, más estruendosa era su reacción. El rebote ofensivo le concedía, además, demasiadas oportunidades de redención. McKissic, con su electricidad, encendió la Paz y la Amistad, que vibró con un parcial de 12-0 justo antes de entrar en el momento de la verdad.

Era el preludio del chaparrón final.

Noche plácida en el Palacio: la realidad Ndiaye, 26 asistencias y otro debut ilusionante con 16 años

Noche plácida en el Palacio: la realidad Ndiaye, 26 asistencias y otro debut ilusionante con 16 años

Eli John Ndiaye tiene 20 años, ha jugado dos Final Four como titular y dentro de no mucho podrá estar a las órdenes de Sergio Scariolo en la selección española. Lo que era una promesa, otra más de la cantera blanca, es ya toda una realidad. Uno de los jugadores más en forma de este Real Madrid que olvida su mal arranque en el WiZink, donde el Estrella Roja no fue capaz de competir en toda la noche. [95-72: Narración y estadísticas]

Pudo parecer una victoria de trámite más dentro del infatigable calendario del baloncesto continental, un triunfo abultado y cómodo en el Palacio, seis de seis en casa que no es poco con los apuros de hace unos días (a domicilio aún no sabe lo que es ganar el Madrid). Pero enfrente, aunque no lo pareciera, estaba el equipo revelación de la Euroliga en su arranque, un Estrella Roja que hace unos días llevó al Barça al límite de la prórroga en lo que era su única derrota hasta anoche. No hubo nada de eso porque los de Chus Mateo mostraron las versión más parecida a lo que quieren llegar a ser.

Más allá de que la pelota acabara entrando o no, la circulación blanca pretendía la alegría, siempre que había posibilidad un pase más, todos implicados en el ataque estático que viene siendo el principal problema. Encontró rápido al rey Tavares, poderoso ante Plavsic (no estaba por lesión Bolomboy, tampoco jugó Nedovic), especialmente por alguien que no se prodiga demasiado en eso de proveer al compañero. Porque Hezonja suele ser más un finalizador: cuando se fue al banquillo al comienzo del segundo acto acumulaba cinco pases de canasta y el Madrid volaba 13 arriba (23-10).

Campazzo anota ante el Estrella Roja, en el WiZink.

Campazzo anota ante el Estrella Roja, en el WiZink.JUANJO MARTINEFE

Cuando el croata se tomó un respiro, a la vez que Campazzo y Tavares, lo notó el ritmo del Madrid. Reaccionó el Estrella Roja galopando a lomos del infinito talento de Teodosic (no pierde la magia camino de los 38), pero fue apenas un espejismo. No tardó en regresar el dominio, la intensidad defensiva, las canastas tras asistencias. Y el protagonismo de Eli Ndiaye, un chico que hace tiempo perdió la timidez, que se siente importante y que está aprovechando la ausencia de Garuba para hacerse importantísimo. Los blancos dejaron al Estrella Roja en menos de 30 puntos al descanso y llegaron a dominar por 18 (38-20).

A la vuelta siguió la tónica y la ventaja en aumento. Ndiaye, crecidísimo, alcanzando sus topes con el Madrid, era capaz de dedicarle un triple al banquillo serbio, de implicarse totalmente en ataque (algo que le costaba) y de, como siempre, se factor en defensa con su envergadura y su intensidad. Cuando Vinicius y Camavinga aparecieron por el WiZink, mediado el tercer acto, estaba ya todo visto para sentencia.

Hubo una pequeña reacción de los de Sfairopuolos, liderada por el pequeño Dos Santos, pero era demasiado el lastre que tenían encima. Mateo insistió con Ibaka. Al pívot, con sus luces y sus sombras, le sigue costando adaptarse y sentirse cómodo en el engranaje blanco. Y su papel de suplente de único suplente de Tavares (al menos hasta el retorno de Garuba) se antoja fundamental en el futuro. Esfuerzo y empeño no le faltan a Serge, pero es como si echara de menos la frescura y el dominio de sus mejores días en la NBA.

En la calma de la paliza, en la fiesta de las 26 asistencias, hubo descansos, espacio para Hugo González y para el debut en Europa de Sidi Gueye, el espigado talento de 16 años, el enésimo chico con porvenir de la cantera blanca.

Antonio Benito, el policía de Tomelloso que desafía a la elite del Ironman: "Sé lo que es podar, vendimiar, coger aceituna... Cómo no voy a tener los pies en el suelo"

Antonio Benito, el policía de Tomelloso que desafía a la elite del Ironman: “Sé lo que es podar, vendimiar, coger aceituna… Cómo no voy a tener los pies en el suelo”

Antonio Benito (Tomelloso, 1994) viene de nadar en el legendario Kailua Kona Pier, donde este sábado tomará la salida en el Ironman más famoso y duro del mundo, el Mundial de Hawaii. Ha compartido sesión con «los noruegos», Gustav Iden y Kristian Blummenfelt. «Había que aprovechar la oportunidad, es un lujo», cuenta en conversación con EL MUNDO desde la isla, alucinado él mismo con la revolución de su carrera deportiva, con su salto a la larga distancia del triatlón. «De Tomelloso a Hawaii, es heavy, ¿no?», bromea.

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Es uno de los favoritos donde ningún español, ni siquiera Javier Gómez Noya o Iván Raña, ha vencido jamás (Eneko Llanos fue segundo en 2008), pero, al regreso de Hawaii, pase lo que pase, «volveré a ser Antonio el policía», en su comisaría de Lugo. Porque hace no tanto, pese a estar desde los 17 años entrenando con la selección española en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, este manchego no lo tenía tan claro. «Uno quiere vivir del deporte, pero si no llegan los resultados... Si no tienes ingresos hay que generarlos de alguna forma. Me puse a trabajar en el Decathlon dos años, también llegué a dejar el triatlón casi un año, luego me volví a reencontrar... Lo vi un poco negro», admite.

El éxito a Antonio le ha llegado de repente, al dejar la distancia olímpica. Ganó el mítico Zarautz de 2023 «con un mes y medio de cabra», «me cambió el chip», y se aventuró en el mundo Ironman. «Si me dicen esto hace dos años... Va a ser mi tercer Ironman, el primero fue en Cascais hace un año (tercero y por debajo de las ocho horas). Todo ha ido súper rápido, aunque sin saltarme ninguna etapa. Luego fui a Vitoria, gané (7h36:38, récord de la prueba) y conseguí el slot para Hawaii. Y ya estoy aquí», pronuncia, sin presión, pero consciente de que todos le mirarán de reojo: esta misma temporada se ha llevado el Mundial de Larga Distancia de la ITU en Townsville (Australia) y lo celebró en meta con su característico choque de pies. «Hay mucho entreno detrás. Ha tardado en salir casi 10 años [ríe], he tenido que ser paciente. A nivel fisiológico, metabólico, de mis características... mi cuerpo se adapta mejor a la media y larga distancia», explica.

Antonio Benito, durante el Ironman de Vitoria en el que logró la victoria.

Antonio Benito, durante el Ironman de Vitoria en el que logró la victoria.HOKA

Ha preparado Kona concienzudamente junto a su entrenador, Pablo Dapena, aunque, al contrario que el resto de sus rivales (los favoritos son Sam Laidlow, Patrick Lange, Magnus Ditlev, los noruegos...), él no sea profesional. Cuando le rodeaban las dudas, en plena pandemia, se preparó la oposición de Policía nacional y pasó un año en la Academia de Ávila. «Mi padre siempre nos ha dicho que teníamos que estudiar. Nos ha insistido muchísimo. Y con lo pesado que es... Lloró mucho más cuando aprobé la oposición que cuando me vio ganar en Vitoria. Eso es así», cuenta sin rubor. Porque a Antonio todos le conocen como El Melón, un recuerdo de sus orígenes. «Mi padre es agricultor. Mi madre es ama de casa, pero ahora han estado vendimiando los dos. Somos de Tomelloso, somos de campo. Desde pequeños lo hemos aprendido. Curte. Sé lo que es vendimiar, podar, coger aceitunas, melones... Te da una perspectiva de vida un tanto distinta y capacidad de valorar las cosas. Si eres de campo, ya sabes lo jodido que es... Mirar al cielo cada día a ver si la nube trae piedra o sólo agua. ¡Cómo no vas a tener los pies en la tierra!», explica con orgullo.

Así que, a sus 30 años, con los resultados, la fama y los patrocinios (Hoka, 226, Orbea...) llegando de repente, nada le puede amedrentar, ni siquiera las maratonianas jornadas de entrenamiento, con las tres disciplinas incluidas, después de su turno como policía, ahora en Lugo, antes en Girona. «Si sólo entrenara... Me da rabia y me frustra, hay días que estoy puteadísimo. Pero creo que gracias a la tranquilidad económica que me ha dado el ser Policía están llegando estos resultados y me quita un poco de presión. Hay que adaptarse a la situación y no pensar 'joder, vaya mierda de día, estoy reventado porque he entrenado después de trabajar'», se sincera.

Antonio Benito, nadando en Hawaii.

Antonio Benito, nadando en Hawaii.GINES DÍAZEL MUNDO

Para Hawaii ha logrado un permiso por deportista de alto nivel, se ha podido concentrar unas semanas en Lanzarote y realizar las espeluznante sesiones de Heat training con las que ha tratado de simular las condiciones de calor y humedad que tendrá en la isla. «Alguien que no tenga ni idea de triatlón dirá que: '¿Qué hace el loco este en Lanzarote con chubasquero en el rodillo?'. Yo también lo he pensado», ríe al recordar los entrenamientos infernales, hasta cinco días por semana, en los que ha llegado a perder cuatro litros: «La cuestión es estresar al cuerpo. Al principio, a la media hora te dan ganas de morirte. Espero que valga la pena».

«Saldré a por todas. Aunque, para quitarle hierro al asunto, yo pienso que es un triatlón más. Lo único que, si en un ironman te puedes encontrar gente buena, aquí están todos los que han ganado, lo mejor de lo mejor», dice Benito, quien, en sus redes sociales, ha ido contando con su inconfundible humor manchego sus andanzas en la isla donde se inventó el triatlón.

El fenómeno Doncic: así se ha disparado la audiencia en España de la NBA

El fenómeno Doncic: así se ha disparado la audiencia en España de la NBA

Tras un verano de no demasiados vuelcos en el mercado y con uno de los drafts menos entusiastas de los últimos tiempos, la temporada NBA pone sus focos y sus incógnitas en los rescoldos del curso anterior, en si lo de los Celtics campeones es una era que arranca, en si los Nuggets de Jokic serán capaces de resurgir, si Wembanyama está ya listo para llevar a un nivel superior a los Spurs o, evidentemente, si será la última temporada de LeBron James y en qué dará de sí el experimento de jugar junto a su hijo Bronny (y con su colega JJ Redick en el banquillo de los Lakers).

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Aunque el más poderoso de los desafíos sin duda es el que atañe a Luka Doncic y no sólo por su inaplazable candidatura al anillo tras el fogonazo de los Mavericks en el tramo final del pasado curso que les llevó hasta las mismísimas Finales. La continuación de aquella química y la ilusionante adquisición de Klay Thompson, el inseparable compinche de Steph Curry en los históricos Warriors, elevan la presión y las expectativas en el colectivo de Jason Kidd a una NBA que ha visto cómo se disparaba su interés global gracias a su estrella.

Ayer mismo se hicieron públicos unos datos demoledores. Impulsada por los partidos de Dallas, la audiencia promedio de televisión de los partidos de los Playoffs 2024 emitidos en horario estelar en España aumentó un 44% el año pasado. El debut de Luka en las Finales tuvo un aumento del 61% en comparación con el año anterior. Y el ex del Real Madrid fue el cuarto jugador de la NBA más visto globalmente en redes sociales durante la temporada regular, con más de 1.200 millones de visualizaciones (solo por detrás de LeBron, Curry y Wembanyama). Además, los Mavericks fueron el equipo más visto en las redes sociales de la NBA durante los Playoffs y el segundo equipo en la plataforma League Pass la temporada pasada, con un aumento del 22% en su audiencia.

A Doncic, camino de los 26 años y en la que será su séptima temporada en la NBA, le persiguen las sospechas de su permanente enfrentamiento con los árbitros y de su aparente sobrepeso. De lo que no hay ninguna duda es en su rendimiento deportivo, hasta el punto de que ya a nadie le extrañaría que acabara el curso promediando un triple-doble (firmó 33,9 puntos, 9,8 asistencias y 9,2 rebotes), algo que sólo han conseguido Russell Westbrook y Oscar Robertson. Eso, sin duda, elevaría su candidatura al MVP, otro reto pendiente. Tampoco nadie recela ya de su capacidad de liderazgo, de involucrar a sus compañeros.

Doncic, durante las pasadas Finales de la NBA contra los Celtics.

Doncic, durante las pasadas Finales de la NBA contra los Celtics.Julio Cortez

Lo logró con Kyrie Irving y parece que no le va a ser difícil conseguirlo con Klay, el cuarto jugador que más triples ha encestado en la historia de la NBA (2.982). Con esos dos veteranos talentos a su vera, se amplían las amenazas ofensivas de los Mavericks. Un equipo que ya demostró su salto defensivo tras los traspasos de mitad de temporada. Con la llegada de Daniel Gafford y PJ Washington, no sólo ganó 16 de los últimos 20 partidos de la temporada regular (además de las tres primeras eliminatorias de playoffs, pasando por encima de Clippers, Thunder y Wolves), también pasó a ser una de las mejores zagas de la competición.

"Una de las principales razones por las que vine aquí es la oportunidad de jugar junto a Doncic. Hay 82 partidos de temporada regular para que desarrollemos química. Pero para ser honesto, creo que es un jugador tan bueno que no necesitará mucho tiempo para eso", admite Klay, en busca de nuevos desafíos y de una versión similar a la anterior a sus graves lesiones: rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda y del tendón de Aquiles de la pierna derecha de forma consecutiva.

Doncic, que es duda para el inicio del curso por una contusión en el muslo izquierdo, ha tenido un verano como casi siempre movido. Pero tras no lograr el billete para París en el Preolímpico disputado en Atenas, ha podido descansar casi tres meses. "Todos hablarán de lo que hicimos el año pasado, pero esa temporada ya terminó. Este es un nuevo capítulo en el viaje de este grupo y tenemos que generar química. Internamente, la paciencia siempre ha estado ahí. Eso es lo único en lo que podemos apoyarnos. No tenemos prisa. Entendemos que va a llevar tiempo. Llegará un momento en que, si perdemos un partido, seguiremos trabajando por nuestro objetivo, que es ganar un campeonato", ha admitido un Kidd que aún no ha podido probar a su Big Three en pretemporada.

El Barça pierde a su referente: Laprovittola pasará por el quirófano tras romperse el ligamento de la rodilla

El Barça pierde a su referente: Laprovittola pasará por el quirófano tras romperse el ligamento de la rodilla

En pleno esfuerzo por la remontada ante el Baskonia este domingo, ya en el tercer cuarto, Nico Laprovittola se disponía a culminar una contra cuando su rodilla sufrió un mal giro. Ni siquiera pudo lanzar los tiros libres tras la falta de Luwawu-Cabarrot. Abandonó en volandas el Palau, sin apoyar su pierna derecha y con gestos de alarma. Este lunes se han confirmado los peores presagios.

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Según ha informado el Barça (aunque en principio aseguró que se trataba de un esguince), el argentino pasará por el quirófano ya que tiene roto el ligamento cruzado anterior y además sufre una lesión en el menisco externo de su rodilla derecha. El equipo de Joan Peñarroya pierde a uno de sus referentes durante los próximos meses.

A pesar de la derrota ante el Baskonia de Pablo Laso, la primera de los azulgrana en la Liga Endesa, el Barça estaba firmando un esperanzador arranque de curso. Aunque no pudo con el Real Madrid en la semifinal de la Supercopa, el comienzo de la era Peñarroya había sumado tres victorias en ACB y otras tres en Euroliga (sólo perdió en Kaunas), donde el pasado viernes logró un estupendo triunfo en la prórroga en la pista del Estrella Roja, uno de los equipos más en forma de la competición.

Laprovittola, que venía combinando en los puestos de base y escolta, deja un enorme hueco en la rotación azulgrana. Con Tomas Satoransky y Juan Núñez en el puesto de director, y Kevin Punter, Darío Brizulea y el joven Dame Sarr (debutó ante el Baskonia), no se descarta que el club acuda al mercado.

Un Baskonia en cuadro corta la buena onda del Barça de Peñarroya

Un Baskonia en cuadro corta la buena onda del Barça de Peñarroya

Será un equipo del que nadie se fíe, así ha quedado demostrado en dos domingos para no olvidar. El Baskonia, tan irregular y tan marcado por las bajas, acabó con el Real Madrid en el Buesa y con el Barça en el Palau. Hurgó en la herida blanca y cortó la inercia azulgrana, un jarro de agua fría al estupendo arranque de Joan Peñarroya para su primera derrota en Liga Endesa. [89-93: Narración y estadísticas]

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Porque el Barça acudía con el subidón de su extraordinaria semana europea, la continuación al más que ilusionante amanecer de la era Peñarroya (tras la Supercopa, seis victorias y sólo la derrota en Kaunas). El triunfo en la prórroga en Belgrado ante el Estrella Roja no fue cualquier cosa. Enfrente, muchos más problemas atraviesa el Baskonia de Pablo Laso, por los resultados y por las lesiones: en el Palau se plantó con una rotación de ocho hombres, sin Sedekerskis, Rogkavopoulos, Raieste ni Baldwin.

La pelea aparentemente desigual no lo fue. Porque los vitorianos mostraron carácter y desparpajo en el Palau. En el comienzo con el joven Ousmane Ndiaye en la pintura. El Barça se rehizo con la aparición de Metu, aunque se estancó ofensivamente en el inicio del segundo acto, apenas cuatro puntos en más de siete minutos.

Punter

Fue en la segunda mitad cuando más saltaron las alarmas locales. Los triples de Markus Howard y Luwawu-Cabarrot, además de las pérdidas del Barça, impulsaron al Baskonia, que llegó a mandar por 10 (38-48). Fueron Juan Núñez con la batuta y Jabari Parker los que lograron mantener la puja.

Que se iba a elevar aún más cuando Cabarrot y Trent Forrest (dos ex NBA) desplegaron toda su clase indomable. Y volvieron a estirar la ventaja a la decena (68-78 a falta de seis minutos). Para colmo, Laprovittola se lesionó alarmantemente en su rodilla. Y, aún así, el Barça peleó hasta el final, oxigenado por los fallos desde el 4,60 del rival. El quinto triple de Jabari, seis puntos seguidos de Punter... Para morir en la orilla, porque el propio Punter, héroe en Belgrado, falló una aparentemente sencilla penetración que hubiera mandado el partido a la prórroga.

Vicente Salaner, tan cerca de las estrellas

Vicente Salaner, tan cerca de las estrellas

Como cada domingo por la tarde, llegó su 'Hasta la cocina'. Y que sirvan sus últimas palabras escritas para poner en valor lo que Vicente Salaner fue al periodismo deportivo y al baloncesto, un pionero, un centinela, una referencia, un crítico tan afilado que hasta en su Real Madrid escocía. Un maestro. Cuentan que fue una visita de aquellos gigantes del equipo de baloncesto blanco al hospital donde el niño Víctor estaba ingresado un día de Reyes lo que encendió para siempre su doble pasión, por las canastas y por el club.

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"Todos éramos mejores jugadores de baloncesto cuando éramos jóvenes y flacos de lo que se pudiera colegir viéndonos viejos y gordos. Yo jugaba de chupón impenitente. También de palomero oficial. Ni corría ni saltaba bien, y no defendía ni con la mirada. Pero, si me dejaban medio metro, las clavaba", me respondió hace años a un mail en el que me interesé por sus inicios. No hay muchas noticias de sus virtudes en la pista, pero sí de su relación con el basket, potenciada por su presencia en los 70 en la Universidad de Columbia, nada menos que en uno de los barrios más activos de Nueva York (aunque él siempre fue tan de los Celtics como del Madrid) en una época de pura ebullición para las canastas.

Antes había vivido en Suiza, hijo de diplomático, y allí fue testigo en 1962 de otro momento crucial, la primera final europea del Madrid de Pedro Ferrándiz, "un joven, hiperactivo y muy menudo entrenador, que parecía llegar a la altura de la cintura de alguno de sus pupilos", ante los soviéticos del Dinamo de Tiflis en terreno neutral. Y así lo recordaba en una de sus columnas: "El padre del chaval, viejo amigo de Saporta, le propuso que su hijo sirviese de guía e intérprete para el equipo durante la semana que pasó en Ginebra preparando la final. Como recompensa, Saporta y Ferrándiz tuvieron la deferencia de dejarle ver el partido desde el banquillo del equipo. Era el primer encuentro de baloncesto que el chico veía en su vida, y allí, vibrando con las proezas de Emiliano Rodríguez y Wayne Hightower, y pese a la postrera derrota, nació su pasión por el más espectacular de los deportes colectivos. Y nacieron unas amistades para toda la vida".

Víctor, perdón, Vicente, era capaz de hablarte de la ferocidad de un entrenamiento de los Knicks de Bernard King y Hubie Brown a finales de 1984 en el Loyola-Marymount College de Los Ángeles (previa a su partido contra los Lakers) o de aquella exhibición de tiro de Rik Smits en el Garden neoyorquino en los 90. Porque él había estado presente. Como seis años tomando estadísticas "en la mesita del Pabellón de la Ciudad Deportiva", labrando una amistad imperecedera con Ferrándiz, que, al no hablar inglés, le utilizaba para ojear jugadores estadounidenses e incluso cerrar sus contrataciones, como fue el caso de dos leyendas como Wayne Brabender y Walter Szczerbiak. En 1967, el todavía universitario Bill Bradley pasó por Madrid (estudiaba en Oxford con una beca y el Simmenthal de Milán le había fichado), Vicente le entrevistó en el vestuario y fue publicado en la sección de deportes de 'Pueblo'.

Pero si muchos recuerdan a Salaner es por su sabiduría en un programa tan efímero como mítico que comenzaba con el 'Faith' de George Michael. En la primera emisión de Cerca de las estrellas, junto a Ramón Trecet y Esteban Gómez, allí estaba él, un 7 de febrero de 1988 comentando un Boston-Milwaukee. Pocos sabían tanto de NBA como él en los 80.

Una conversación con Salaner era como escuchar a Edward Bloom en Big Fish. Te contaba como su amigo Mike Fratello le pidió consejo sobre jugadores europeos que destacaban para rellenar las últimas elecciones de los Hawks en el draft (y ahí apareció José Antonio Montero en 1987, con el 113) o cómo trajo a una selección USA para el 50 aniversario del Real Madrid y en octubre de 1981 llegaron a a la capital Moses Malone, Kevin McHale, Artis Gilmore... En las imágenes se le puede ver, con sus inconfundibles gafas, en el túnel de vestuarios. E incluso cómo influyó en que el ahora presidente de la ACB Antonio Martín no pudiera jugar con la Universidad de Pepperdine, a la que envió faxes y documentos evidenciando su condición de profesional: el Madrid había perdido a su hermano rumbo a los Blazers y no podía permitirse el lujo de una plantilla con sólo Romay y Brad Bradson como pívots.

Salaner escribió en aquellos fascículos ochenteros llamados Mi baloncesto y, por supuesto, en Gigantes. Fue fundamental en el nacimiento y la consolidación del programa Tirando a Fallar (EsRadio)... Como todo lo que fue en su vida, su relación con el baloncesto resultó infatigable. Hasta sus últimas palabras escritas, en las que una vez más denunciaba la crisis del jugador nacional en la Liga Endesa. Ya apenas acudía a ver baloncesto en directo, pero en 2015 me pidió ir como acreditado a la Final Four en Madrid en la que los blancos reconquistarían la Euroliga.

Descanse en paz, Salaner, tan cerca de las estrellas.