El Real Madrid reacciona a lo grande y defenderá su corona ante el Unicaja

Actualizado Sábado, 15 febrero 2025 - 23:35

Le tocó al Real Madrid una noche de remontada y sufrimiento en el Gran Canaria Arena para estar de nuevo en la final de Copa (11 de las últimas 12, en busca de su corona número 30), para defender título este domingo (20.00 h.) ante el Unicaja, los dos últimos campeones frente a frente. Un comienzo impropio y un despertar rotundo ante el Dreamland de Jaka Lakovic, que soñó pero se dio de bruces con un rival enrabietado, especialmente en defensa. [63-80: Narración y estadísticas]

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Sólo se evidenció la superioridad blanca cuando se vio realmente en un apuro. Cuesta entender su puesta en escena, las dudas del que nunca falla, Campazzo. Pero también hay que poner en valor cómo se sobrepuso, tirando de clásicos. Los números no hacen justicia al dominio de Tavares ante el amarillo en el que se formó cuando llegó a España desde Cabo Verde. Campazzo arregló con sus triples el desaguisado anterior y al Granca no le acompañó el acierto tampoco. Ni siquiera sufrió un desenlace ajustado el Madrid, la semifinal resuelta mucho antes de lo que hubiera imaginado.

Porque el anfitrión fue un grupo salvaje, un colectivo repleto de energía, bravo y sin complejos ante el favorito, espoleado por las tribunas y el pío pío. En estas cimas, sólo los valientes sobreviven. Los que no miran precedentes (cuatro derrotas ante el Madrid en cuatro partidos coperos, incluida la final de 2016 en La Coruña) ni maldiciones (no gana el torneo el equipo de casa desde el Baskonia en Vitoria hace 23 años). Ese ardor amarillo fue un sopapo a un Madrid que amaneció como no se debe, blando y despistado.

Los de Chus Mateo anotaron una canasta en juego en los siete primeros minutos (Abalde) y Campazzo estuvo tan gris y errático que fue mandado al banquillo a las primeras de cambio. Insólito. Ocurría lo improbable, las pérdidas, los fallos en todos los rincones, hasta en el tiro libre. Salió Hezonja y ni así. El Madrid firmó el segundo peor arranque de su historia copera (sólo superado por los cinco puntos en el primer cuarto de la final de 2007 contra el Barça).

Tavares machaca ante Tobey.

Tavares machaca ante Tobey.Angel Medina G.EFE

Peor aún. Un triple de Shurna, los arañazos de carácter de Salvó... El Granca se vio 14 arriba (26-12). Sólo ahí, en ese abismo, reaccionó el Madrid. Lo hizo recurriendo a los de siempre, Campazzo, Hezonja y Tavares. Apretando en defensa y tirando de orgullo. El Facu acertó al fin con el primer triple para coronar un parcial de 1-14 y sólo algunas acciones de Brussino ante Eli Ndiaye lograron mantener la ventaja local al descanso (31-30).

La lección aprendida. Incluso a pesar del 4-0 de salida. La respuesta fue medio billete a la final. Tan contundente, tan de campeón, que dejó tiritando al Gran Canaria. Y petrificado a un Jaka Lakovic que tardó demasiado en parar la sangría. Dos triples de Campazzo, más Tavares... Un enorme parcial de 1-15 que fue un gancho al mentón.

El Madrid rodaba cuesta abajo, tan lejos de las agonías recientes. Y su ventaja se disparó hasta la decena. Apenas Mike Tobey podía responder a la defensa blanca, a ese bastión que es Tavares, al coraje que aporta Abalde. Para colmo, Llull, por el que no pasa el tiempo. Y un Bruno Fernando mucho mejor que en el partido de cuartos. No hizo ni falta la participación esta vez de Ibaka y Garuba sólo jugó los minutos de la basura (Rathan-Mayes y Dennis Smith se volvieron a quedar fuera).

Sin apenas respiro, en menos de 24 horas, la final (como en 2020) entre los que más méritos hicieron, no sólo en esta Copa. Unicaja y Madrid, los mejores equipos españoles esta temporada, los que disputaron la Supercopa en Murcia, con victoria verde.

El corazón de Alberto Díaz lleva al Unicaja a otra final

Actualizado Sábado, 15 febrero 2025 - 21:11

Tiene estas cosas Unicaja y presume de ellas. Forma un colectivo sin estrellas. O, al revés, con todos como estrellas. Un día brilla uno y al siguiente otro diferente. Pocos, sin embargo, aguardaban a Alberto Díaz como elemento absolutamente diferencial en toda una semifinal copera. Una tarde para enmarcar la del base (13 puntos, tres triples, siete asistencias...), una exhibición ante nada menos que el eterno Marcelinho Huertas, el mismo que desarboló el jueves a todo el Barça. El pelirrojo y Yankuba Sima (21 puntos y ocho rebotes, otro inesperado) devolvieron a los malagueños a toda una final copera dos años después del cielo de Badalona. [90-83: Narración y estadísticas]

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El embrujo de la Copa se alimenta también y, sobre todo, de lo que va más allá de Barcelona y Madrid. De todos los que intentan y, a veces, consiguen destronar a los grandes, pocos proyectos como los de Unicaja y La Laguna Tenerife, espejos en tantas cosas estructurales (la continuidad en sus plantillas, el protaegonismo del producto nacional, disputar la Champions League de la FIBA...), tan distantes sin embargo en la cancha. Un clásico moderno, una rivalidad que en el Gran Canaria Arena tuvo otro precioso episodio. Triunfó Unicaja, como en la final de 2023 (hace un año en cuartos en el Martín Carpena se vengaron los insulares), y estará este domingo en la finalísima en busca de su quinto título en dos años.

Era, se suponía, una batalla de estilos. Del frenesí andaluz contra la pausa canaria, del plan de Ibon contra la sabiduría de Vidorreta, euskera en los banquillos. La cosa iba de quién impondría su ritmo, de cómo reaccionarían las veteranas piernas del Tenerife a la batalla durísima del jueves contra el Barça, en cuándo aparecerían los fantasmas pretéritos para ambos. Fue Unicaja el que amaneció más seguro de sí mismo, más dominador, apoyado en el rápido dominio en la pintura de Sima (nueve puntos en el arranque), en sus múltiples opciones ofensivas y, sobre todo, en lo incómodo que hacía su defensa la vida a los canarios.

Taylor, defendido por Joan Sastre, en el Gran Canaria Arena.

Taylor, defendido por Joan Sastre, en el Gran Canaria Arena.ACB Photo

Pero lleva ocurriendo en la ACB un fenómeno curioso: Gio Shermadini, un pívot de otra época, tan lento y falto de tiro exterior como increíblemente efectivo en ese truco llamado pick and roll (que con Huertas y Fitipaldo es puro arte), resulta imparable. Su irrupción fue estruendosa, 10 puntos seguidos, master class al poste bajo, y una asistencia para el triple de Sastre que encendió la parte aurinegra de las tribunas del Gran Canaria Arena.

Unicaja logró contener el embiste y la igualdad se mantuvo hasta el descanso (38-39). Pero los de Ibon Navarro tenían localizados varios problemas serios por resolver. La defensa del pick and roll (después fue Fran Guerra el que les hizo mucho daño) y el acierto desde el perímetro, otra vez algo negados como contra el Joventut el jueves.

Alberto Díaz, defendiendo a Huertas, en el Gran Canaria Arena

Alberto Díaz, defendiendo a Huertas, en el Gran Canaria ArenaACB Photo

También el Tenerife tenía sus lastres, demasiadas pérdidas y demasiados tiros libres fallados. Mientras unos y otros buscaban soluciones, apareció Huertas con dos triples y siguió un tremendo pim pam pum, pues Alberto Díaz sorprendió con tres de contestación, y Sima seguía a lo suyo, impresionante, como nunca se le vio, elemento ofensivo inesperado que hizo tambalearse a los de Txus Vidorreta, con la máxima en contra (72-60) para encarar el acto definitivo.

Era alerta roja, peor con un triple de Osetkowski (+15). Con el viento a favor y el acierto recobrado, Unicaja es un destructor. Al fin habían podido desatarse, jugar en transición, volar sobre el parque y la meta no estaba tan lejos. Pero evidentemente, aún había mucha faena: Tenerife se vino arriba con un 0-8 (triples de Doornekamp y Fitipaldo) y lo siguió intentando hasta el mismísimo bocinazo final. Un más que honroso semifinalista. Por muchas más batallas entre Unicaja y Tenerife.

El “proceso” de Hezonja, modo zen y liderazgo: “El dios se llama Llull”

Actualizado Viernes, 14 febrero 2025 - 22:55

El 'capitán' Hezonja se sienta en el banquillo unos minutos antes de las presentaciones. Cierra los ojos, relaja sus brazos, y permanece en modo zen cinco minutos, inalterable al estruendo de alrededor. Hasta el punto de que le tienen que avisar de que esto empieza ya. Al poco, se le ve frenético en el banquillo, animando a sus compañeros desde la primera canasta. Incluso pisa la pista para agarrar al joven Eli Ndiaye, que las está pasando canutas en el amanecer contra Derrick Alston Jr., para darle unos consejos. Lo mismo hará después el croata con Andrés Feliz, al que le sermonea largo tiempo en un aparte. Es la nueva versión de un tipo que, además, es incontenible sobre la pista.

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Ahí, en el parqué, hizo suya la tarde Hezonja contra el Baxi Manresa en cuartos. Pero esta vez lo deportivo quedó casi en segundo plano. Lo que impresionó del alero fue su actitud. Hace un año por estas fechas sus desplantes en el Carpena fueron evidentes durante toda la Copa. Una bronca con Llull, caras largas en el banquillo, pocos festejos con el título. En la final contra el Barça apenas disputó 11 minutos. Parecía más dentro que fuera del club por entonces.

El cambio de chip vino con el final de la primavera, sus escarceos polémicos con el Barça, su renovación millonaria con el Real Madrid. Nada menos que cinco años, lo que nunca en su carrera. «Cuando firmas un contrato en el mejor club del mundo, te viene mucha responsabilidad. Por eso me veis muchas veces queriendo jugar 40 minutos cada día, y me enfado a veces con Chus. Un contrato más largo, más responsabilidad», reconocía ayer, asumiendo su liderazgo, su ascendencia sobre el resto. Y reconociendo de quién lo aprendió. «El Dios se llama Sergio Llull. Él, el Chacho, Rudy... me han enseñado que se puede liderar en muchas otras cosas. Y lo estoy intentando. Enseñando una nueva versión. También quiero ser líder cuando equipo está mal y pierde», concedió en sala de prensa.

Hezonja, felicitado por sus compañeros en el banquillo.

Hezonja, felicitado por sus compañeros en el banquillo.ACB PHotoMUNDO

Donde también habló de su trabajo «mental», que nació cuando estaba tan mal en la NBA que pensó en dejarlo todo. «En cuanto a lo de antes del partido, llevo practicándolo en algunas ocasiones desde hace tiempo. Creo que eso también me ayudó a llegar a un nuevo nivel: aprender a no volverme loco con ciertas cosas y a cuidar mi mente tanto como mi físico. Me fue bien en Grecia, me fue bien en Rusia...».

Hezonja, antes del partido contra el Manresa.

Hezonja, antes del partido contra el Manresa.ACB Photo

Hezonja se postula para MVP, algo que aún no ha sido con el Real Madrid. Sus 24 puntos y seis rebotes impulsan su candidatura, aunque él sólo quiera saber de lo colectivo. Asentía en sala de prensa (no quiso irse al vestuario, por respeto) cuando su entrenador, al lado, elogiaba el trabajo de Andrés Feliz, Garuba o Ndiaye. Y se ruborizaba con sus palabras hacia él. «Para empezar, es un jugador extraordinario», comenzó Chus Mateo. «Aporta muchísimas cosas, no solo en la cancha. Yo le tengo mucho cariño personal. Tiene un carácter efervescente que a veces le juega malas pasadas, va madurando poco a poco y dándose cuenta de donde está. Ese proceso lo está dando con nosotros. Ha ido de un lado para otro y estoy contentísimo de que haya encontrado un lugar para su familia. Este equipo no tendría sentido sin Mario Hezonja».

Hezonja eleva a un Real Madrid sin resquicios

Actualizado Viernes, 14 febrero 2025 - 20:37

Jugar sobre aviso tantas veces es una pequeña ventaja. Comprobar al Barça ninguneado y expulsado de la Copa la noche de antes fue el toque de atención que el Real Madrid necesitó para evitar sobresaltos, para asentar su tensión competitiva y no dejar resquicios a un Baxi Manresa que todo el mundo sabe cómo se las gasta. Será la undécima semifinal consecutiva para los blancos (ante Gran Canaria o Valencia), que tuvieron en la inspiración de Mario Hezonja (24 puntos, seis rebotes...) su motor. [92-69: Narración y estadísticas]

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No fue un Madrid brillante pero sí eficaz. Los de Chus Mateo dejaron las florituras para más adelante y apelaron a la defensa, rotaciones, esfuerzos medidos, conscientes también de que, si todo iba bien, en poco más de 24 horas habría otra batalla. A su tranquilidad contribuyó el Manresa, al que le derrotó el rival y el escenario. No metió un triple (falló los 15 primeros) hasta bien entrada la segunda mitad y apenas hubo pinceladas del juego frenético que le ha convertido en la auténtica revelación de la liga. En esta Copa pregonada de las sorpresas, fue una pequeña decepción. Porque murió demasiado pronto.

Los de Diego Ocampo apenas resistieron 10 minutos. Ahí, en el amanecer, mostraron esas señas de identidad que le han llevado este curso a derrotar a Barça, Unicaja o Valencia. Se sacudieron el 7-0 inicial del Madrid con una ración de su ADN. En cierto modo, la salida contundente de los blancos era parte del guion. Saben de qué va esto de la Copa, de marcar territorio, de no dejar crecer a rivales que luego pueden causar problemas. Pero los de El Bages ya empiezan a ser también parte de la fiesta, han estado en tres de los últimos cuatro torneos, y contestaron con un 0-10 bravo.

Campazzo anota ante Saint-Supery, del Manresa.

Campazzo anota ante Saint-Supery, del Manresa.Elvira Urquijo A.EFE

Como lo fue luego su baloncesto valiente. Sus dos contra uno a todo el campo en defensa, sus saques rápidos en ataque y una intensidad por encima de sus posibilidades para mantener a raya al Madrid. Derrick Alston, hijo del atildado pívot ex de Barça, Madrid o el propio Manresa, se lució con un par de poderosos mates y los errores de Bruno Fernando (el peor de los blancos, con diferencia), desde el tiro libre y con las faltas, dejaron un primer cuarto en tablas. Resultó llamativo que Chus Mateo dejara fuera de la convocatoria a dos jugadores en idéntica posición, Rathan-Mayes y Dennis Smith Jr. Y acumulara hasta cinco interiores para que luego acabara jugando Hezonja de cuatro.

Porque Hezonja era la solución. Ante su talento, igual da el frenesí rival. Fue el croata el que sacó del laberinto al Madrid, 12 puntos en un abrir y cerrar de ojos, el temple del que se sabe poderoso. También, con la intimidación de Ibaka y su dominio de la pintura, ejerció de somnífero a las aspiraciones catalanas. El Manresa frenó en seco, se quedó en ocho puntos en el segundo acto y falló sus 10 triples de la primera mitad. Una canasta de Musa, recuperado para la ocasión de su lesión de tobillo, llevó a los equipos al vestuario con la máxima blanca (43-30).

Pero a la vuelta, pese a que amaneció el Madrid con una técnica a Musa y una antideportiva a Tavares en un minuto, todo se puso cuesta arriba para el Manresa. Llegó a perder de 23 y su pequeña reacción, don dos triples de Alex Reyes, la zanjó Hezonja, de largo el mejor. También Llull y dos triples más, como si no pasaran los años. Hace siete, en la última Copa en Gran Canaria, andaba el balear recuperándose de la grave lesión de rodilla que sufrió con la selección en el verano de 2017.

La obra maestra del eterno Marcelinho Huertas: desintegra a un Barça sin alma y le echa de la Copa

Actualizado Jueves, 13 febrero 2025 - 23:45

Fue cuestión de pasión y de alma. De dos equipos tan en las Antípodas de sus posibilidades como de sus corazones. La primera gran sorpresa de la Copa la protagonizó el La Laguna Tenerife, ese grupo salvaje de Txus Vidorreta, que firmó una remontada tan brava como tétrica fue la desintegración del Barça, un pelele en las manos del infinito Marcelinho Huertas. [91-86: Narración y estadísticas]

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Nunca será la última exhibición del base brasileño, siempre hay margen para una obra maestra más. Afortunados los presentes, los que vieron a un 'chaval' de casi 42 años merendarse a todo un Barça, desnortado tras la lesión de Kevin Punter, derretido en una segunda mitad sin sentido en la que todo lo que pasó lo dictó Marcelinho y sus 22 puntos, seis asistencias, seis rebotes y mil lecciones.

Contrastaba la euforia aurinegra y la desolación azulgrana en el Gran Canaria Arena. ¿Cómo se le pudo escapar una noche a Joan Peñarroya que llegó a dominar por 12 en la primera mitad? ¿Cómo pudo el Tenerife resucitar? La respuesta es Marcelinho, el contagio, la conexiones, el cómo buscó a Fran Guerra, en cómo masticó cada ataque para encontrar siempre la mejor opción. Esos pases imposibles, la maravilla del pick and roll. Fue una canasta suya la que puso por primera vez a los insulares por delante, a falta de seis minutos (76-75). Luego un triple, otro de Doonerkamp y errores y más errores de un Barça que ya estaba muerto.

Doornekamp, entre Fall y Parra, ayer.

Doornekamp, entre Fall y Parra, ayer.Quique CurbeloEFE

Ante un rival de la experiencia y veteranía del Tenerife no puede haber resquicio físico. Eso el Barça lo pareció saber bien bien temprano: le convenía un ritmo elevado, cuanto menos respiros mejor. Tenía en mente lo que ocurrió el año pasado en Málaga, cuando, en semifinales, le asestó un histórico parcial de 40-8 que dejó el partido para los restos. Esta vez también fue un primer acto único: nadie en la Copa había metido 33 puntos para empezar.

Fue fruto de su acierto y de la equivocación de los aurinegros, que se dejaron engatusar por el intercambio de golpes. Se puso las botas Satoransky y también Punter y Jabari Parker. La defensa de Txus Vidorreta se veía desbordada y ni la sabiduría eterna de Huertas (con 41 años, 8 meses y 16 días, nadie jugó nunca en la Copa con esa edad, superando a Middleton) contenía al Barça. Que llegó a mandar por 12 (35-47), aunque Fitipaldo y el show siempre oportuno de Vidorreta (forzó una técnica cuando peor estaba su equipo) detuvieron algo la hemorragia.

El Barça parecía fluir, como hace unos días en Valencia. Pero el infortunio aguarda donde menos se le espera. Fue volver de vestuarios y, en una acción fortuita, el hombro izquierdo de Kevin Punter se fue al garete. Un mazazo. Bien lo sabe ya Peñarroya, que perdió al comienzo de curso a Laprovittola y que ahora no tiene a Vesely. Y ningún refuerzo obtuvo.

En esos minutos raros tras la lesión, el Tenerife se reenganchó a la batalla. Iban a ser clave. Llegó a arrimarse (63-66), pero el Barça se mantuvo con los golpes de talento de Metu y Jabari mientras se elevaba la temperatura en contra de las decisiones arbitrales. Al siguiente arreón canario, los de Peñarroya cayeron a la lona fulminados. Tenerife o Unicaja estarán el domingo en la final.

Jean Montero, la perla dominicana del Valencia: "Aprendí a jugar con mi primo. Él tomó el camino de la delincuencia y ya no está en este mundo"

Jean Montero, la perla dominicana del Valencia: “Aprendí a jugar con mi primo. Él tomó el camino de la delincuencia y ya no está en este mundo”

Jean Montero (Santo Domingo, 2003) tiene 21 años y mil vidas ya. «Todo ha ido muy rápido», responde a EL MUNDO, con la voz aún tomada por una fortísima gripe que le ha hecho ausentarse de los dos últimos partidos del Valencia Basket y perder tres kilos. La conversación telefónica se ha pospuesto una hora y se disculpa. «Me dormí, la pastilla, cuando me la tomo, me tumba», aunque ni la fiebre ni la tos ni el dolor de cabeza de estos días le impedirá afrontar el reto de su primera Copa.

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De eso ha ido todo desde que nació. De superar desafíos, de escapar quizá de un destino marcado. «El baloncesto en mi país es una salida de las calles. También el béisbol. Vengo de una familia humilde. No nos faltaba de comer, pero no siempre teníamos para comprar zapatillas», cuenta el base, un talento descomunal, mejor joven de la ACB en 2023, fichado este verano por el Valencia a pesar de las muchas novias y propuestas, también de Euroliga. A las órdenes de Pedro Martínez y su «exigencia» crece sin dejar de asombrar, meciendo el veterano entrenador las cualidades únicas de un chico imparable en el uno contra uno, electricidad pura (promedia 14,2 puntos y 4,4 asistencias).

A los 13 años Jean salió de casa en busca de un sueño. «Eso marca. He estado alrededor del mundo desde muy joven. Me tuve que apartar de mis amigos, de mis familiares a muy temprana edad. No tuve adolescencia. Aunque todavía soy super joven...», se dice, buceando en sus improbables inicios, un chico bajito y delgado que buscaba resquicios en las canchas callejeras de Santo Domingo junto a su primo Smerling, cinco años mayor. «Me acuerdo mucho de él, era la persona con la que me críe, recuerdo toda mi infancia, las travesuras... Era mi hermano, mi alma gemela...», cuenta con emoción, en pasado. La vida, a Pochocho (ese era su apodo), le llevó por el camino equivocado: «La delincuencia. Y partió de este mundo. Todos saben cómo acaban estas cosas».

«Nos hicimos un aro con la rueda de una bicicleta a la que quitábamos los radios. Es una historia muy bonita que yo comparto con mi primo. En Dominicana el baloncesto es muy diferente, somos muy apasionados. Como venimos de bajos recursos, la gente allí es muy creativa. Tienes que ingeniártelas para poder salir adelante, tener una vía de escape para lograr tu sueño. No todo es línea recta, no todos tienen la opción de ir a un club a aprender. Como lo hicimos yo y mi primo, mucha gente lo ha hecho. Hay que ser creativo, siempre que sea de cosas buenas», explica la forja de unos talentos que pronto le valieron un billete hacia otro mundo.

Con 16 años, cuando ya le llamaban El Problema -«jugando un torneo de las Américas sub 16 metía 40 puntos a Argentina, 30 a EEUU... Era un problema literalmente para los rivales. Alguien lo escribió y se quedó para siempre»-, apodo que aún conserva con gusto, llegó a España, captado por la cantera del Gran Canaria. Un año después debutaría en ACB, puro vértigo todo. Ahí estaba el cielo de la NBA y lo intentó con la academia de talentos Overtime Elite, una temporada que no le sirvió para ser elegido en el draft de 2022, aunque sí disputó una Summer League con los Knicks. De vuelta a España, sin embargo, todo se iba complicar.

Desavenencias con el Granca le hicieron acabar cedido en el Betis, donde asombró. No se presentó a los entrenamientos del comienzo de curso siguiente con el equipo insular y todo parecía abocado a los tribunales cuando encontró una solución, de nuevo cedido, esta vez en Andorra. El curso pasado resultó su confirmación y el impulso necesario para acabar en un equipo como el Valencia, al que en mayo le había asestado 35 puntos.

Jean Montero, en acción con el Valencia Basket.

Jean Montero, en acción con el Valencia Basket.ACB Photo

Este viernes, precisamente en Gran Canaria ante el equipo local, debuta en Copa y no le asusta ni el ambiente ni la enfermedad recientemente superada. «Yo no espero nada. Sé cómo me van a recibir, no es un secreto, no hay que ser adivino para saberlo. No es todo lo que pasó, es todo lo que se habló, lo que se me atribuyó. Pero para mí siempre es bueno salir con la cabeza en alto, no me importan las circunstancias», desafía y habla de atmósferas que «motivan». «Si la gente supiera que los dominicanos nacemos y nos criamos en ese tipo de ambientes... El baloncesto se vive de esa forma. Ese tipo de escenarios me hace sentir como en casa, algo familiar y ya sé cómo manejarlo».

La vida, como el baloncesto, es frenesí en Jean. Que esta noche, en busca del primer título de su carrera, pensará en su primo Smerling y en aquel aro, pero también en Jaylen, el hijo que tuvo con apenas 16 años y que vive en la República Dominicana. «Tiene cinco años. Yo siendo tan joven, aquí... no creo que sea buena idea traerle. Pero pronto ya vendrá», pronuncia, entre sueños.

El ciclón Unicaja se lleva por delante al Joventut y ya está en semifinales

Actualizado Jueves, 13 febrero 2025 - 20:30

El baloncesto del Unicaja va de rock and roll, de un frenesí tantas veces incontenible para el rival. Es como si Ibon Navarro inyectara adrenalina en sus pupilos, que sólo sienten su plenitud al galope. Cuando se detienen, dejan de ser ellos, como si no se reconocieran en parado. Aguardan ya los malagueños rival en semifinales de Copa, el torneo que inauguró su tiempo de rebeldía y éxito hace dos años en Badalona. Derrotaron a un Joventut que aguantó lo que pudo con valentía, acierto y un espléndido Sam Dekker.

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Elevar las expectativas también genera angustias. Todos señalan a Unicaja, la palabra favorito en su apellido, el único capaz de discutir el binomio Madrid-Barça, y no por efecto sorpresa, sino por sus propios talentos. Ganó la Supercopa, fue el mejor equipo de la primera vuelta, cuatro títulos en dos años... Pero también sabe lo que es fallar, como el año pasado en su Copa del Carpena. O en las últimas semifinales ACB contra el Murcia. La presión.

De ahí su empeño, su salida poderosa (21-13), sólo empañada por la falta de puntería, apenas dos triples en toda la primera mitad. Un hándicap que hizo despertar al Joventut cuando los verdinegros enhebraron cinco triples consecutivos al comienzo del segundo acto, cuando se pusieron por delante con el impulso de Dekker y la sabiduría eterna de Tomic.

El descanso sirvió de toque de atención para el Unicaja. Volvió a amanecer eléctrico, una salida de vestuarios que fue un sopapo para el Joventut, un golpe en la mesa, incapaz la Penya de contener a un rival que ahora sí acertaba desde el perímetro, que no daba respiro con sus transiciones que parecen alocadas y sin sentido y, sin embargo, son parte de un plan perfectamente diseñado. El plan del químico Ibon.

Tyson Pérez, agarrado por Dekker, en la lucha por un rebote.

Tyson Pérez, agarrado por Dekker, en la lucha por un rebote.Angel Medina G.EFE

El primer demarraje (71-58) fue justo cuando Dekker se tuvo que ausentar por un golpe en la cabeza. El Joventut se tambaleaba como un púgil sonado. Al mínimo despiste tenía a cinco tipos volando sobre sus cabezas, una canasta en contra en su casillero y una distancia que ya superaba la veintena. Cuando volvió de la cura su referente ya era demasiado tarde.

Como siempre ante Unicaja, no se trata de frenar a alguna de sus muchas estrellas. Suele ser un labor coral la suya. Esta vez fue Osetkowski el mejor (18 puntos, siete rebotes), pero otros cuatro más superaron la decena -Tyson Pérez, Taylor, Carter y Perry- y los 12 participantes anotaron, con el equipo en 100. Pero la afición andaluza cantaba a Alberto Díaz, el alma de la defensa, el capitán y el corazón.

El momento Abalde: “Este año siento que sumo, estoy disfrutando de verdad”

Actualizado Miércoles, 12 febrero 2025 - 23:06

Juega más partidos y más minutos (también los importantes) que nunca, defiende por norma a la estrella rival, mete triples casi al 50%, ha renovado hasta 2027... Alberto Abalde (Ferrol, 1995), en su quinta temporada con el Real Madrid, es ahora lo que siempre se esperó cuando el club blanco pagó 1,5 millones de euros por él al Valencia Basket. Coincide su evidente paso adelante con su estabilidad física, pero también con la emocional. Tras su boda el pasado verano, "estamos esperando nuestra primera hija", cuenta sin preguntarle y sin poder disimular la sonrisa. El alero repasa su espléndido presente antes de afrontar la Copa de Gran Canaria (el viernes, cuartos de final contra el Baxi Manresa), la octava en su cuenta personal y "sólo una ganada" (la de hace un año en Málaga).

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¿Qué balance haría de esta temporada de tantos vaivenes para el equipo?
Hemos tenido altibajos, pero algo bueno es que nos hemos ido agarrando a las competiciones. Tenemos margen de mejora, estamos en ese proceso de crecimiento, pero tenemos que dar todavía un pasito más como equipo. Mientras, nos hemos focalizado en agarrarnos. En ACB lo hemos hecho, venimos a la Copa consolidados en el primer puesto. En Euroliga nos está faltando un poco más. Está todo tan igualado que dos o tres partidos que nos hemos dejado, y no debería ser así, nos marcan mucho. Es un reto que vamos a tener que afrontar, los ocho últimos partidos, después de la Copa. Pero creo que ahora lo clave es llegar unidos, en piña, centrados en el trabajo que hay que hacer en un torneo muy corto, que sólo cuenta el primer día. No puedes pensar mucho más. La Copa es impredecible.
La palabra más usada por Chus Mateo este año es "paciencia".
Al principio, cuando los resultados no se estaban dando, cuando había marejada, teníamos que estar tranquilos, agarrarnos. Pero evidentemente, este escudo, esta camiseta, no te permite ir perdiendo tantos partidos. Dentro del vestuario hemos intentado estar tranquilos, centrarnos en el día a día, en el trabajo, confiados en que cuando lleguen los momentos importantes, vamos a estar preparados.
En lo personal, sin embargo, ¿se siente mejor que nunca?
Estoy disfrutando, de verdad. Para mí lo importante es sentir que le sumo al equipo, que le aporto cosas, en el rol que haga falta. Y este año lo estoy sintiendo. Esa es mi tarea, sumar en diferentes aspectos, en lo que se necesite. Muchas veces desde un apartado defensivo, que lo asumo con ganas. Y este año también aportando en lo ofensivo, que siempre es más divertido.
Siempre pareció que alguna lesión le interrumpía. Este año no se pierde un partido.
Siempre llegan en mal momento. Siempre cortan y son negativas. Hay momentos puntuales que me han llegado lesiones que me han hecho perder la continuidad en el equipo o no poder ir a la selección. Son momentos que te complican, que son duros. He intentado siempre mantener la calma, ser positivo y constante, mantener el foco en el día a día.
¿Se siente el heredero de Rudy, también en el aspecto del liderazgo?
No me siento así. Yo soy Alberto Abalde, quiero hacer de Alberto Abalde. Ser la mejor versión de mí mismo y aportarle al máximo al equipo. Evidentemente, las grandes leyendas que han pasado por aquí han dejado un sello enorme. Es absurdo compararse con Rudy, es una leyenda que siempre me ha encantado desde pequeñito. Y he tenido suerte de compartir años con él, disfrutar de su talento y de su juego y aprender muchas cosas de él. Y de otros. Pero intento ser lo que soy yo.
¿Cree que el trabajo defensivo se valora menos?
La defensa gana títulos, es la base del equipo. Para nosotros es clave e internamente lo valoramos. Siento que confían en mí, noto ese aprecio de mis compañeros y de mis entrenadores cuando muchas veces me toca una tarea defensiva complicada, contra grandes jugadores. Intento que no se sientan cómodos, que no entren en el partido. Eso nos da una ventaja enorme para después ganar los partidos.
Alberto Abalde, en la Ciudad Deportiva del Real Madrid.

Alberto Abalde, en la Ciudad Deportiva del Real Madrid.Alberto Di LolliMUNDO

La tarea de 'bailar con la más fea'. ¿Quién es el más difícil de parar? ¿Cómo se prepara?
Mike James, Kendrick Nunn, Evan Fournier... Los grandes generadores, los grandes anotadores. Estas estrellas tienen muchos sistemas para ellos, lo que no te permite ni un segundo de descanso físico ni mental. Es una tarea que requiere de todos. Uno sólo no lo puede parar. Me preparo, veo sus partidos, analizo sus tendencias, las cosas que puedo hacer para que no se sientan cómodos. Que no reciba en el lado derecho o darle la mano que es no es tan hábil... Recursos.
Este año también le están entrando los triples. ¿Cambió algo?
No, nada. Esto te lo da la continuidad en el juego, ser consistente, la confianza. Cuando juegas menos, es difícil tener buenos porcentajes. Si fallas pero sabes que vas a seguir en la pista y vas a tener más tiros... La continuidad, en la eficacia, es clave. Y este año la estoy teniendo. A ver si entran cuando toca.
Llama la atención que, por unas circunstancias o por otras, sólo haya jugado un gran torneo con la selección (Juegos de Tokio). ¿Tiene cuentas por saldar?
Sí. No he sido capaz durante mi carrera, por lo que sea, de tener continuidad en la selección como he tenido en los clubs. Tengo 29 años, creo que todavía hay un camino por delante y voy a intentarlo. Desde este verano. Me ha ocurrido varias veces, alguna lesión, algún momento de una temporada que perdí la continuidad... Me gustaría haber ido a más torneos, porque me encanta la selección. Es algo espectacular representar a tu país. Los Juegos fueron bonitos, además con mi hermana (Tamara, con la femenina). Voy a intentar engancharme a ese tren.
Alberto Abalde, en el pabellón de entrenamiento del Real Madrid.

Alberto Abalde, en el pabellón de entrenamiento del Real Madrid.Alberto Di LolliMUNDO

Me decía que en junio nacerá Adriana.
Estaremos luchando por la liga, espero. Está siendo una época muy bonita de mi vida junto a mi mujer (Carolina Esparcia). Van a cambiar bastante las cosas, los hábitos, el día a día. Pero estoy muy feliz. Me cambiará la perspectiva global de las cosas, las prioridades. Otra etapa, sin perder el hambre por el baloncesto, que es mi pasión.
Va a ser nieta, sobrina e hija (padre y madre) de jugadores profesionales...
Nos gustaría que hiciera deporte, pero que decida ella. Mi mujer también jugó al tenis y su hermano es entrenador profesional. Tenemos varios deportes cubiertos.
¿Cuál son las inquietudes de Alberto Abalde más allá del baloncesto?
Soy un poco aburrido, no tengo nada despampanante en mi vida que pueda llamar la atención. Estoy intentando formarme para lo que viene después, aunque tengo 29. Explorar qué talentos tengo más allá del baloncesto. Voy a hacer el curso de entrenador, aunque no sé si quiero serlo. Empecé Comunicación pero no seguí por ahí. Me interesa todo lo relacionado con el deporte. También el tema negocios y finanzas, estoy haciendo cursos y adquiriendo conocimientos.
¿Por qué se besa la muñeca derecha cada vez que mete un triple?
[Enseña el tatuaje, con los nombres de Regue y Luca] Son los apodos de mis dos abuelos. Me lo hice en Valencia. Ellos fallecieron pronto, no me había ido ni a la Penya. Era una manera de hacerles un homenaje, de que pudieran vivir conmigo este camino. Me gusta pensar que me acompañan y están conmigo.
Ibon Navarro, el químico que se convirtió en el entrenador de moda del baloncesto español: "Mis jugadores se tienen que poner hasta en la piel del utillero"

Ibon Navarro, el químico que se convirtió en el entrenador de moda del baloncesto español: “Mis jugadores se tienen que poner hasta en la piel del utillero”

Este domingo se cumplieron tres años. Ese día Ibon Navarro (Vitoria, 1978) aterrizó en el aeropuerto de Málaga para encargarse de un histórico venido a menos. Poco antes, el vitoriano había sufrido el primer despido de su carrera tras encadenar cinco derrotas seguidas con el Andorra. En la Costa del Sol amaneció parecido, perdiendo tres, y sólo iba a ser capaz de ganar tres de las 10 siguientes noches. El resto es historia: tras 17 años de sequía, crisis y desencanto, el club de Los Guindos ha levantado cuatro títulos (Copa, Champions, Intercontinental y Supercopa) en dos temporadas. Pero es mucho más: es el equipo de moda, lleno tras lleno en el Martín Carpena, ambición, continuidad y un estilo tan único que «nos reconocerían aunque jugáramos de rojo». En plena euforia, las tribunas cantan su mantra: «¡Ibon tiene un plan!». A unos días de la Copa de Gran Canaria a la que acude como primer cabeza de serie (se enfrenta el jueves en cuartos al Joventut), el entrenador se sienta con EL MUNDO para desgranar su revolución.

Ibon desprende de artilugios su conversación. Es directo y analítico, nada de misterios ni pócimas mágicas. Ha hecho mucha mili antes de que el éxito le alcanzara. Jugador frustrado, con 16 años entrenaba a un grupo de niños con los que permaneció nueve temporadas y ahora son como «mis hermanos pequeños». Pura vocación, siempre se guio por el consejo de su tío, un clásico del baloncesto de formación en Vitoria: «No tengas miedo a probar con niños lo que harías en profesionales. La valentía». Se licenció en Ciencias Químicas, especialidad de química orgánica, trabajó una temporada en Colonia y con 30 años y empleo estable la Fundación Leia la vida le puso delante uno de esos trenes a los que subirse. Las probetas iban a esperar: «les dije a mis padres que dejaba la empresa». Se fue de asistente con Rafa Sanz a Tenerife, a LEB Oro.

«Queda poco del Ibon químico, de las probetas y esas cosas. Apenas la persona que gestionaba grupos. Pero me sigo considerando alguien muy normal, no he cambiado tanto», pronuncia mientras observa a su hijo Aritz, quien ha venido a pasar unos días con él a Málaga, «es del Unicaja en Valencia (allí vive con su madre), no te digo más», ríe.

Ibon Navarro, en el Carpena, antes de la Copa del Rey.

Ibon Navarro, en el Carpena, antes de la Copa del Rey.Carlos DiazMUNDO

Fue ayudante de Spahija, de Ivanovic y de Scariolo en el Baskonia, hasta que en 2014 recibió la oportunidad en el club de su ciudad. Salvó al Manresa con el luego vivió un descenso en 2017. En Murcia disputó la Final Four de la Champions y en Andorra sufrió el único despido de su carrera tras casi cuatro cursos en el Principado. Por el camino fue asistente de Puerto Rico en un Centrobasket y seleccionador sub20 con España. Mucha mili. Hace unos días renovó hasta 2027, pero sabe que en un banquillo la estabilidad «no existe»: «Hay dos tipos de entrenadores, los que les han destituido y los que les van a destituir. Hasta a Obradovic le han echado».

Pero, ¿realmente Ibon tiene un plan?
Pues no sé si existe. En cualquier caso, no es el plan de Ibon. Hablábamos de los títulos, pero hacer reconocible el juego del equipo... Eso es un legado. Y lo otro es haber generado una filosofía de trabajo. Un método que el jugador, cuando llega, enseguida percibe y entiende: se le va a cuidar y se le va a exigir. Eso es el plan. A los veteranos conseguimos que se le pueda alargar la carrera, a los jóvenes se les hace crecer, se ayuda a los que quieren estar en Euroliga y ganar más dinero... Todo eso a cambio de que nos ayudéis.
¿Todo empezó en la Copa de Badalona hace dos años?
Fue un fin de semana especial por muchas cosas. El problema de Darío Brizuela con su hijo [recién nacido, estaba ingresado en la UCI]. Todo el mundo le decía que se tenía que quedar en Málaga y él decidió ir. Se lesionaron Yankuba y Lima. Pero llegamos allí y disfrutamos mucho, un estado de flow en el que sale todo. Esa semana habíamos hecho una sesión de coaching que nos vino muy bien, nos liberó de la tensión competitiva y nos hizo ver la parte buena. Es probable que fuera el principio de todo lo que vino. Pero la gente dice que el Carpena empezó a llenarse después de esa Copa y no es verdad. Siento que la conexión con la afición ya había empezado un poco antes. Por lo que el equipo transmitía a nivel de pelea, de jugar buen baloncesto.
Después llegaron tres títulos más, el liderato histórico de la Liga Regular... ¿Siente que este Unicaja, pase lo que pase ya, será recordado?
Ese es el objetivo de cualquier deportista. No sabemos cuando esto se acabará, pero seremos recordados. En un momento complicado para el club, llegó este grupo de jugadores y lo cambió todo. Esto es algo muy bonito. Pero vamos a ver si podemos dejar algo más... Esa es la clave, el 'algo más'. También creo que el legado de verdad es haber recuperado la gente, que vuelva a no haber entradas... Antes venían a ver al rival y ahora la atracción es venir a ver al Unicaja.
Ibon Navarro, durante el último partido del Unicaja.

Ibon Navarro, durante el último partido del Unicaja.Eliseo TrigoEFE

En todo este tiempo apenas han cambiado jugadores en su plantilla.
La parte buena de esa continuidad es evidente: los jugadores se conocen mucho, a veces simplemente con mirarse les vale, no tienes que preocuparte por la química. Lo malo es el hastío. Que parezca que siempre es lo mismo. Cuando yo entro al vestuario, a veces parezco Hommer Simpson con los platillos, sé que los jugadores no están allí porque ya saben lo que les voy a decir. Me falta llevar la nariz de payaso para llamar su atención (ríe). Es luchar contra la rutina. Pero que la gente no piense que somos el mismo equipo. Porque no somos las mismas personas. Las personas cambian y en tres años, mucho más. La clave es no encasillar a tu compañero, que no piensen 'éste en los partidos grandes quiere hacer esto, éste desconecta contra los pequeños...'.
¿Y cómo se trabaja eso?
Me fijo en sus caras, en cómo reaccionan cuando un compañero hace algo. Esas son las cosas que no aparecen en los high lights ni en las redes sociales. Lo vemos y lo hablamos con ellos. Se trata de manejar personas. Mi éxito es hacer que encajen.
Lee libros de autoayuda y recurre al coaching con sus jugadores.
Lo empecé a hacer en Andorra. Yo trabajo personalmente con uno de ellos. Vino a ayudarme con el grupo, porque estaba un poco deprimido. Nos vino bien, nos dio impulso. Son actividades para desarrollar la química de equipo, la cohesión, el conocimiento mutuo, el empatizar, el ponerte en la piel del otro. Esto es importante, no sólo con los jugadores entre sí, también que se pongan en la piel del fisio. Que la gente salga de su burbuja para entender la reacción de otros. Pero no te puedo contar más detalles, hay una alianza por la cual no puede salir nada de lo que hacemos ahí (ríe).
Ibon Navarro, en las gradas del Carpena.

Ibon Navarro, en las gradas del Carpena.Carlos DiazMUNDO

Empatizar, ser buena persona. ¿Eso un entrenador lo tiene en cuenta?
Mis amigos son muy buenas personas, pero nunca podrían jugar en Unicaja. Evidentemente, seleccionamos a los jugadores por sus talentos y cualidades. Aunque tenemos mucha información, no podemos saber si son buenas o malas personas hasta que no están aquí. Intentamos casar las personalidades, que no haya dos roles que choquen. Y, por último, también es una cuestión de suerte, de que las personas encajen, hasta de que sus parejas encajen... Esto es fundamental. Las que hacen que los jugadores después de los partidos se vayan a cenar juntos son sus parejas.
Cuatro títulos, pero también algunas decepciones importantes. La Final Four en Málaga, la Copa del año pasado, las semifinales de la ACB contra el Murcia...
Lo que me ha gustado es que el equipo ha aprendido cosas de las grandes derrotas. Porque a todo eso le pusimos remedio para que no nos pasara después, por ejemplo en la final Four de Belgrado. Más que lamentarme de haber perdido, es importante sacar alguna lección. Y a veces no ocurre, simplemente no has tenido un buen día y el rival sí. Punto. Otras veces has fallado por nervios, por tensión, has dejado de hacer cosas que sueles. Es que ganar es muy difícil. Y cuando lo normalizas, el día que pierdes es algo extraordinario. Es imposible educar a la afición. Porque el deporte va de eso, de emociones, de pasión.
¿Se sienten más cerca que nunca de Madrid y Barça?
No sé si estamos cerca de romper el binomio. Pero sí que, hasta que la Euroliga no acabe, vamos a estar cerca. También Valencia, Tenerife... Luego, cuando llegan los playoffs, ya se centran en la liga, no tienen distracciones ni mentales ni físicas. Y ahí es difícil. A cinco partidos hay poco margen a la sorpresa. Tienen muchos jugadores, con mucha experiencia.
Jasikevicius muestra las costuras de un Real Madrid que empieza a meterse en un lío

Jasikevicius muestra las costuras de un Real Madrid que empieza a meterse en un lío

Dependiendo de los resultados de la jornada, el Real Madrid puede acabar fuera de los puestos que dan acceso incluso al play in de la Euroliga (los 10 primeros). A estas alturas, a falta de ocho fechas, poca broma ya. Tiempo de remediar la catástrofe hay, menos de pujar por estar entre los seis de arriba (acceso directo a cuartos) y casi una quimera es acabar entre los cuatro primeros, lo habitual de los últimos años. La semana negra de Estambul destapó las carencias blancas de mala manera, un doblete de derrotas y muy malas sensaciones ante Efes y Fenerbahçe. [78-67: Narración y estadísticas]

Jasikevicius, saldando cuentas recientes con el Barça, humilló al Madrid no por lo abultado del marcador (aunque ganaba de 20 a falta de tres minutos), más bien porque dio la sensación de que hizo lo que quiso con él en la cancha. Fue un dominio frustrante, una superioridad preocupante. Un tirón antes del descanso y una segunda parte que resultó casi un paseo. Con Nigel Hayes, McCollum y Guduric bailando a un rival con bajas evidentes sí, pero sin referentes ni tipos con ganas de dar un golpe en la mesa.

No es la primera vez que pasa, que la doble jornada Euroliga hace mella. Le ocurrió a ambos púgiles al comienzo: erráticos, sin chispa ni claridad. Lo que convirtió la primera mitad en el Ulker Sports en un extraño partido, repleto de imprecisiones. Como un partido de infantiles, tardaron casi cuatro minutos en anotar la primera canasta (casi cinco el Madrid). Iba a ser la tónica.

Hayes-Davis

En ese fango, el Madrid no iba a tardar en sentirse incómodo. Empezó con dos de los nuevos en el quinteto. Dennis Smith Jr. y Bruno Fernando siguen dando muestras de su buen encaje, jugadores más que interesantes. Pero hacer que no se note la ausencia del lesionado Dzanan Musa y del sancionado Hezonja (además de Deck), son palabras mayores.

Sin acierto (dos de 14 en triples) ni precisión, con nueve pérdidas en la primera mitad, fue Errick McCollum, uno de los refuerzos de Jasikevicius ante las bajas de Wilbekin y Baldwin, el que pronto se convirtió en un tormento. Pero se mantuvo la igualdad porque el rebote era blanco (11 ofensivos), hasta que, otra vez al final, se produjo el apagón. Inaugurado por un par de canastas al poste de Pierre ante Hugo González y cerrado con otro canastón de McCollum, un 12-0 que fue un mazazo con el que marcharse al vestuario.

Y era ya remar contra corriente. Contra la inercia de uno de los mejores equipos de la competición, que, aunque el martes cayó por la mínima ante el Panathinaikos en Atenas, acumulaba seis victorias de carrerilla. Ni Llull, que apareció en escena por primera vez con dos triples, ni la zona, dieron demasiados resultados a Chus Mateo.

Y, en esa desesperación de querer y no poder, de comprobar a un rival superior, se resquebrajó el Madrid de mala manera, mostrando las costuras que parecían cosidas en los últimos tiempos. Fue otro fundido a negro, otra preocupante dimisión colectiva que ni las bajas ni el ambiente ni el rival explican. Empeñado en la zona, el Fenerbahçe y sus tiradores (Nigel Hayes, Guduric...) destrozaron a un rival sin respuesta.

Después del parón por la Copa y de las Ventanas FIBA le vendrá al Madrid un sopapo de urgencias. El clásico en el WiZink y visita al campeón Panathinaikos. No tendría demasiado margen después si no logra triunfar en al menos uno de ellos. Ahora son cuatro derrotas en los últimos cinco partidos con unas alarmantes cifras en anotación.