Badosa, la reconciliación con Sabalenka y la promesa de un regalo: "Le pediré algo caro, no tendrá problemas para pagarlo"

Badosa, la reconciliación con Sabalenka y la promesa de un regalo: “Le pediré algo caro, no tendrá problemas para pagarlo”

Pasaron los minutos, uno, dos, cinco, 10, 30 minutos, y Paula Badosa seguía sentada en el suelo del gimnasio de jugadores del Melbourne Park, con su raquetero rojo Wilson por allí tirado, de espaldas a las pantallas. Al llegar, su cara era un poema y sólo su entrenador y amigo de toda la vida, Pol Toledo, se atrevió a acercarse para animarla y, sobre todo, para acompañarla. Después fue soltándose en la conversación, recordando los puntos claves de su derrota, liberando la amargura. Y finalmente, cuando llegó su rival y gran amiga, Aryna Sabalenka, recuperó la sonrisa e incluso se entregó a la broma. ¿Qué le iba a hacer?

Acababa de perder por 6-4 y 6-2 en sus primeras semifinales del Grand Slam, pero apenas podía reprocharse nada. Sabalenka fue muy superior. Su condena y su consuelo. Al llegar al vestuario, la bielorrusa la abrazó, le recordó que perdió tres semifinales grandes antes de jugar su primera final de un Grand Slam en el Open de Australia de 2023 y aceptó su lamento. «Le he dicho que era injusto que jugara a ese nivel precisamente ante mí, que era como si estuviera jugando a la Play», reveló la española, y no le faltaba razón.

Ante ella, Sabalenka fue más Sabalenka que nunca, más Sabalenka si cabe. Más allá de los dos primeros juegos, cuando cometió hasta cinco errores no forzados, y permitió a Badosa colocarse con 2-0 y 40-0 a favor, fue un vendaval, puro espectáculo. «No tengo mucho que decir. El nivel de Aryna ha sido impresionante, jugó como la número uno que es y no pude hacer mucho más para ganarla. Todo lo que tocaba se convertía en oro. Diría que ha sido su mejor partido de los últimos meses», analizaba Badosa, que al menos se llevó una promesa.

La amistad no se toca

Desde que se enfrentaron por primera vez, hace cuatro años en Cincinnati, las dos rivales han alimentado una amistad que en los últimos tiempos se ha vuelto más intensa. Residentes ambas en Dubai, suelen compartir los domingos, único día sin entrenamientos, y así lo muestran en redes sociales con el hashtag Sabadosa. Por eso al acabar el partido en Melbourne, Sabalenka no dudó en prometer que el próximo día que vayan de compras juntas por el emirato le regalaría a Badosa «lo que quiera» y ésta aceptó el presente: «Le pediré algo caro, sin duda. Han doblado el prize money [ganará 1,1 millones de euros como finalista y 2,1 millones si se lleva el torneo] así que no tendrá problemas para pagarlo».

SAEED KHANAFP

«La semana que viene volveré a estar en el top10 del ranking WTA y en los últimos meses soy una de las cinco jugadoras que más partidos ha ganado. Para mí eso es una locura, una mejora muy loca, sobre todo mental. Estoy muy orgullosa de haberme enfrentado a un desafío así y haberlo superado», confesaba Badosa sobre su resurrección, del número 140 de la lista mundial al número 10, donde aparecerá el próximo lunes. Su cambio ha sido físico, evidentemente, olvidada ya su fractura de estrés en la espalda, pero sobre todo psicológico.

En Melbourne se ha visto la versión más madura de la española, incluso en los malos momentos, como fue la semifinal de ayer. Pese a la ferocidad de su adversaria, nunca le giró la espalda al partido, siempre entera, no se desesperó en ningún momento. Si acaso, ya en los últimos juegos, soltó una carcajada después de un winner de Sabalenka que el público de la Rod Laver respondió con complicidad. «Le doy a mi torneo un nueve de nota. Un 10 ya sabéis qué hubiera sido, ganar el título, pero ha sido un nueve» aseguró Badosa.

Ahora, México y Estados Unidos

Ahora, después de un descanso, viajará a Norteamérica para disputar el WTA 500 de Mérida, en México -ya está confirmada- ,y los WTA 1000 de Miami e Indian Wells y luego será candidata a todo en la gira de tierra batida que acabará en Roland Garros. Después de vencer a Coco Gauff en cuartos del Open de Australia, sólo Sabalenka parece inalcanzable, más después de la derrota de Iga Swiatek en la otra semifinal ante Madison Keys por 5-7, 6-1 y 7-6(8).

«Es el paso que me queda por dar. Para vencer a Aryna tengo que sacar la mejor versión de mí en todo momento, jugar el mejor partido de mi vida. Con ella recibes golpes ganadores todo el rato, no te da tiempo a pararte y pensar. Te exige muchísimo», concluyó Badosa antes de marcharse orgullosa del Melbourne Park después del que ha sido el mejor torneo de su vida.

Tomàs Guarino, el español que fue suizo: "Cuando se retiró Javier Fernández pensé: '¿Qué hago yo aquí?'"

Tomàs Guarino, el español que fue suizo: “Cuando se retiró Javier Fernández pensé: ‘¿Qué hago yo aquí?'”

Hace una década, en una ciudad helada de la helada Suiza llamada Neuchatel, donde no sólo se puede patinar en las dos enormes pistas de hielo existentes, sino que también hay un lago congelado varios meses al año, los dirigentes del lugar discutían a quién enviar a los Mundiales y los Europeos cuando se les ocurrió una idea: «¿Por qué no nacionalizamos a un español?». El éxito de Javier Fernández llevó a España a lugares inverosímiles y uno de ellos fue ese: de repente era una potencia.

Tomàs Guarino, nacido en Sabadell, con una única pista a 100 kilómetros a la redonda, el Palau de Gel de Barcelona, un recinto ahora derruido, se convirtió en suizo y como suizo estuvo compitiendo hasta que la retirada de Fernández le devolvió a casa. Hoy, ya como español, prepara el Europeo de la próxima semana en Tallin y el Mundial de marzo en Boston, que le debería dar el billete para los Juegos Olímpicos de Milán-Cortina d'Ampezzo 2026.

¿Cómo se hizo suizo?
Mi vida siempre ha sido un poco movida. A los 10 años me fui a vivir con mi madre a un pueblo de Francia, Cergy Pontoise, cerca de París, para poder entrenar con un entrenador de allí, Bernard Glesser, y cuando tenía 15 años le fichó un club de Neuchatel, en Suiza. Todo el grupo nos fuimos con él. Después, siendo todavía junior, le propusieron a mi madre que compitiera por Suiza y aceptamos, porque así no tenía que viajar tanto a España para las competiciones nacionales. No es que me ficharan, es que ya estaba allí.
¿Y por qué volvió a España?
Durante la pandemia se redujeron las competiciones, sólo se mantuvieron el Europeo y el Mundial, y en Suiza había mucha competencia por una plaza. España, en cambio, no enviaba a nadie porque se acababa de retirar Javier Fernández. Así que el cambio era evidente. Hubo un momento en el que pensé: «¿Qué estoy haciendo aquí?». Pedí volver a competir como español y por reglamento tuve que pasar un año en blanco.

Guarino empezó a patinar desde la curiosidad más inocente o, al menos, eso explica su madre. «Me acuerdo cero, pero mi madre siempre cuenta una historia. Yo tenía tres años y no paraba quieto por el salón, corriendo de un lado a otro, hasta que salieron unas imágenes de patinaje en la tele, me quedé parado mirándolas y dije: «Me gusta». Me apuntó a clases. Empecé con el patinaje sobre ruedas y siempre lloraba. Lo recuerdo super aburrido porque estábamos horas y horas dando vueltas en círculos en forma de ocho practicando movimientos. Si me enganché a patinar fue gracias al hielo», rememora el patinador que ahora tiene 25 años y que se inició en las categorías inferiores del Barcelona, una sección hoy clausurada.

En el club coincidió con otro niño, Aleix Gabara, que llegaría a competir en Mundiales júnior, pero les faltaba compañía, técnicos y medios y de ahí su tempranísina mudanza a Francia. Luego pasaría por Suiza, con nacionalización incluida, y ahora vive en Turín, en Italia, por culpa de una desgracia. «Mi entrenador en Suiza, Glesser, volvió a mudarse y yo me quedé con un técnico de allí, Jean-François Ballester. Hasta que de un día para otro el club nos envía un email diciendo que se había muerto. Era super joven, me quedé en shock, no podía ni acercarme al pabellón a hablar con el resto de patinadores. Nos tocó buscarnos la vida», narra quien ahora estudia Ingeniería Informática a distancia en la Universidad de la Rioja.

Era un niño que patinaba. ¿Sufrió acoso en la escuela?
A veces escuché algún comentario y se hacía un poco difícil, pero siempre fui muy pasota. La gente así cuando te dicen dos o tres cosas y ves que no reaccionas, suele pasar a otra cosa. Si tenía algún compañero patinador que lo había pasado realmente mal con este tema.
Con su historial de mudanzas... ¿Podemos hablar de la influencia de Javier Fernández?
No tenemos mucha relación. Cuando yo era júnior lo veía en los Campeonatos de España, pero él era una estrella, si acaso le pedía una foto. Ahora nos saludamos y hablamos un poco, pero no mucho más. Sí noto que él tenía un estilo cómico, muy expresivo, que a mi también me sale. Hice un programa vestido de Minion y yo no estaba muy convencido, pero gustó mucho a la gente.
Badosa no puede superar el muro de Sabalenka y cae en semifinales del Open de Australia

Badosa no puede superar el muro de Sabalenka y cae en semifinales del Open de Australia

Habrá más oportunidades, en otros torneos, sobre otras superficies, ante otras rivales, pero esta vez no era la vez de Paula Badosa. Nada que reprocharse. De decepciones anteriores pudo salir con remordimientos por haber fallado aquí y allá, por haberse desconcentrado, por haberlo dejado de intentar, pero este jueves su derrota en semifinales del Open de Australia ante Aryna Sabalenka no fue su culpa. Confió en la victoria, buscó la victoria, peleó la victoria, pero la superó por 6-4 y 6-2 una tenista mejor que ella, actualmente la mejor del mundo, más en pistas rápidas.

Sabalenka, vencedora los dos últimos años en Melbourne, fue un ciclón que Badosa no pudo parar porque realmente no se podía parar. Si la bielorrusa no se precipita, su único problema, es la jugadora más dominante desde la Serena Williams de hace ya una década.

"Las dos queríamos la victoria y, pasara lo que pasara en la pista, seguiremos siendo amigas fuera. Estoy segura que me odiará durante unas horas o durante unos días, lo acepto, pero volveremos a ir de compras juntas. La próxima vez pago yo por lo que quiera", comentaba Sabalenka al acabar el partido sobre Badosa, intimísima amiga suya, con quien comparte entrenamientos, viajes y, según indicó, compras. Este jueves, antes del partido, no se saludaron en los pasillos -posiblemente lo habían hecho antes en los vestuarios- e intentaron que la relación mutua no les afectara, pero sí lo hizo en los compases iniciales.

El buen arranque de Badosa

La española, más concentrada que nunca, empezó afinada, rápida, potente y Sabalenka, todo lo contrario. Quizá fueron los nervios, seguramente era la rival que tenía enfrente. En los tres primeros juegos, la número uno lo tiró todo fuera -hasta cinco errores no forzados- y llegó a estar con 2-0 y 40-0 a favor de Badosa. Entonces respiró profundo, se rehízo y lo cambió todo.

JOEL CARRETTEFE

"No sé cómo lo he hecho, la verdad. Está claro que ha sido un juego crucial, he podido remontar ese 40-0 y conseguir la ruptura", explicaba la número uno que, a partir de ese momento, ya fue incontrolable. Si Badosa no acertaba con su primer servicio -su lastre, sólo un 53%-, Sabalenka le atacaba con su resto y todos los intercambios eran gobernados por su derecha. Mediado el primer set, además, empezó a chispear y hubo que desplegar el techo de la Rod Laver lo que ralentizó las bolas y redujo todavía más los errores de la bielorrusa.

Badosa, que intentaba sin éxito que su rival corriera, se entregó del todo al inicio del segundo set. Con 1-1 en el marcador, dos dobles faltas consecutivas le llevaron a ceder su saque y ya no hubo nada más que hacer. En los últimos juegos incluso se reía, con la complicidad del público australiano, ante los golpes demoledores de Sabalenka. Esta vez no era la vez de Paula Badosa.

El largo camino de Badosa: la pelea EEUU-España, la depresión por "ser la nueva Sharapova" y seis entrenadores

El largo camino de Badosa: la pelea EEUU-España, la depresión por “ser la nueva Sharapova” y seis entrenadores

Tenía cinco años y todavía vivía en Nueva York cuando Paula Badosa tuvo su primer contacto con el tenis. Gracias al trabajo de sus padres, Josep Badosa y Mireia Gibert, modelos y fotógrafos, estuvo en una sesión de fotos con las hermanas Williams y no les hizo ni caso. No sabía ni quiénes eran. Sólo un par de años después, con su familia de vuelta a España, la apuntaron a un campus de verano del Club Tennis d'Aro, en Platja d'Aro, en la Costa Brava, y así empezó un camino con la raqueta que culmina este jueves. A las 09.30 horas -por Max y Eurosport, en las semifinales del Open de Australia disputará el partido más importante de su vida ante Aryna Sabalenka, la actual número uno, íntima amiga suya, para alcanzar su primera final de Grand Slam.

A sus 27 años ya había vivido momentos importantes. Ganó el WTA 1000 de Indian Wells en 2021 y fue número dos, pero nunca había estado tan cerca de la historia. Con su talento y su físico, la espera sólo se entiende por un cúmulo de problemas que tuvo que descifrar, comprender y superar.

"Antes estaba muy asustada cuando jugaba. Pensaba: '¿Qué va a pasar si pierdo? ¿Qué van a decir de mí?' Dedicaba mucho tiempo a eso. Ahora no me importa lo que pase porque sé que puedo aceptarlo", admitía anteayer, feliz en Melbourne después de muchos años luchando contra las expectativas.

Adolescencia triunfal

De niña Badosa no solía acumular trofeos -destacaba más Julia Payola, también gerundense-, pero su adolescencia fue triunfal. A los 16 años, Estados Unidos y España se peleaban por ella, así que recibió un patrocinio de LaLiga y a los 17 años, en 2015, ganó Roland Garros junior. Entonces ya se había marchado de casa para irse a entrenar con Pancho Alvariño a la academia TenisVal de Valencia. Entonces, con sus primeras entrevistas, se le vino el mundo encima. "No me lo esperaba, no estaba preparada para estar tan expuesta, para que la gente me llamara la nueva Sharapova, que me dijeran que tenía que estar top 20 o top 10", reconocía tiempo después en un Informe+ de Movistar, donde aseguraba que aquello le cambió.

De repente dejó de escuchar a sus entrenadores, dejó de trabajar, pensó que ya había llegado. Y no. Durante más de cuatro años, estuvo dando vueltas por los torneos menores de la Federación Internacional de Tenis (ITF), alternando victorias y derrotas y luchando contra sus propios demonios. En cierto punto decidió volver a Cataluña y ponerse a trabajar con Xavi Budó, ex entrenador de Carla Suárez, pero aún le costaba exhibir su tenis. "Llegó a decirme que no le encontraba sentido a la vida", confesaba también Budó quien participó de su anterior explosión.

VINCE CALIGIURIAFP

A los 24 años, en 2021, en plena madurez tenística, ganó su primer título WTA en Belgrado, brilló todavía más en Miami, llegó a semifinales en Madrid, a cuartos de final en Roland Garros, nuevamente a semifinales en las WTA Finals... en definitiva se instaló en la élite. Además, el vaivén post pandémico en el ranking WTA la llevó al número dos, una posición en la que sólo habían estado tres españolas: Arantxa Sánchez-Vicario, Conchita Martínez y Garbiñe Muguruza. Un logro que aumentó la presión. Y que la hundió nuevamente. "Me daba mucho miedo perder contra alguien de menor ranking que el mío y eran casi todas las rivales", recordaba estos días en Australia.

Los cambios y la lesión

Dejó de trabajar con Budó para ponerse en manos de Javier Martí, luego de Jorge García, del británico Joel Cannell y finalmente de su actual técnico, Pol Toledo, amigo de infancia en el Club Tennis d'Aro. Cambió el resto de su equipo en varias ocasiones hasta encontrar a su actual preparador físico, David Antona, a su fisioterapeuta, Roberto Martín, y a su psiconeuroinmunólogo, Daniel de la Serna. Y entre otros vaivenes personales se mudó a vivir a Dubai, donde entrena en el complejo del hotel Atlantis The Royal.

Todo ese trasiego la condujo a una irregularidad que en 2022 ya la dejó fuera del Top 10 y de las WTA Finals y que en 2023 se complicó por culpa de una lesión de espalda. Una fractura de estrés en una vértebra la obligó a parar y estuvo cerca de retirarla del tenis, pero a base de horas de masaje, de infiltraciones y de restricciones -ahora no come gluten ni lácteos- volvió a jugar. Era su última oportunidad. Después de caer al puesto 140 mundial, tenía que usar su ranking protegido para entrar en los Grand Slam y necesitaba ganar y ganar y ganar. Lo hizo.

DAVID GRAYAFP

"Hubo un punto el año pasado en el que estuve muy cerca de dejarlo porque no me veía al nivel. La espalda no respondía bien, no encontraba soluciones, pero quería intentarlo por última vez, una última oportunidad. Y bueno, aquí estoy", valoraba después de vencer a Coco Gauff en cuartos (7-5 , 6-4) con la tranquilidad como arma. Después de todo lo vivido, ahora Badosa es otra, más estable, y hay pocas jugadoras capaz de desmontar sus golpes si ella no falla. Posiblemente Sabalenka sea una de ellas, también tiene capacidad Iga Swiatek, la número dos del mundo, pero pocas más.

La española saldrá de Australia de vuelta al Top 10 del ranking WTA, número nueve, y prácticamente sin puntos que defender hasta el WTA 1000 de Roma de mayo. Con su nueva mentalidad, la gira de tierra batida de primavera y especialmente Roland Garros, se presentan como escenarios donde brillar y volver a levantar un título 'grande', si no ocurre antes el sábado en Melbourne. Badosa, ahora es, por fin, la mejor Badosa.

El parón médico de Djokovic que cambió el partido contra Alcaraz: "No digo que haya hecho 'show'..."

El parón médico de Djokovic que cambió el partido contra Alcaraz: “No digo que haya hecho ‘show’…”

El año anterior, Carlos Alcaraz se marchó de Melbourne con el ánimo por los suelos, desmoralizado por una derrota en cuartos ante Alexander Zverev donde apenas mostró su tenis. Ayer no fue así. Ante Novak Djokovic perdió en la misma ronda del Open de Australia por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4, pero fue un aprendizaje, más que una decepción: en el futuro no le volverá a pasar. Desde que acabó el encuentro, incluso antes, Alcaraz entendió que había caído en la trampa en la que muchísimos otros cayeron antes, que se había dejado enredar. A sus 21 años, un error perdonable.

Al salir de la pista Rod Laver, el español se subió a la bicicleta estática del gimnasio para soltar la mente, recibió el consuelo del equipo del propio Djokovic -empezando por su nuevo entrenador, Andy Murray- y se metió en la ducha. Fue una ducha larga. Había perdido por culpa del juego psicológico, ya lo sabía, pero necesitaba digerirlo. Después, antes de abandonar el recinto y volar de vuelta a España, aceptó ante los medios de comunicación lo ocurrido.

"Estaba controlando el partido y en el segundo set le he dejado volver. Ha sido mi gran error. Tenía que haberle llevado al límite y no lo hice. Luego empezó a sentirse mejor y fue más agresivo. Yo tuve mis oportunidades, pero casi todos los puntos importantes cayeron de su lado", analizó el actual número tres del mundo, que no perderá el puesto pese al tropiezo: se va con los puntos que vino.

El momento Djokovic

En la primera hora de partido, Alcaraz fue superior a Djokovic. Su derecha gobernaba, disfrutaba de las dejadas. Ya se intuían algunos problemas con su segundo saque, pero el resto de sus golpes eran decisivos. Con todo a su favor, el español conseguía el primer break, el primer set y se abalanzaba hacia la victoria cuando Djokovic mandó parar. Como muchas otras veces, reclamó un tiempo muerto médico para curar unas molestias en el aductor de la pierna izquierda, se marchó al vestuario y obligó a una pausa de 10 minutos. Al volver ya todo era distinto. Los intercambios se acortaron, se ralentizaron, se trastabillaron y Alcaraz no supo reconstruirlos.

"Cuando he visto que Novak tenía problemas físicos, ha sido como si dejáramos de jugar al mismo nivel. Parecía que iba a ser más fácil y me he centrado en no cometer errores. Por eso he dejado de golpear la bola como antes. Después ha sido muy difícil volver", confesaba el español, que participó de las dudas. ¿Realmente Djokovic estaba herido? Los precedentes invitaban a la suspicacia, más con el rendimiento del serbio en el último tramo del encuentro.

DAVID GRAYAFP

Sobre la pista, después de su celebración, el vencedor de 24 Grand Slam aseguró que se reservaba los detalles de su dolencia porque sigue en competición, que se hubiera retirado si hubiera perdido el segundo set, que los medicamentos habían hecho efecto justo después y que sólo el viernes en las semifinales ante Zverev podrá comprobar si está al 100%. "No digo que haya hecho show, pero en el segundo set se le veía con problemas y en el tercero y el cuarto no se veía nada. No creo que se hubiera retirado si hubiera perdido el segundo set. Un tenista que piensa en retirarse no juega así después", opinó Alcaraz que proclamó que la derrota le haría mejor. "Me voy con la cabeza alta", aseguró.

Ahora, en Doha, más cemento

En los próximos días deberá analizar en profundidad y aprender del partido, del enredo de Djokovic y también de su mala racha en superficie dura. Pese a su historial en el resto de 'grandes', en la pista dura 'aussie' sigue sin disputar unas semifinales, un vacío que se une a sus problemas en los torneos indoor del final de la pasada temporada. En pretemporada ha mejorado su saque para intentar ser más peligroso, pero necesita mejorar más si quiere dominar.

Para ello, este febrero competirá en el ATP 500 de Doha nuevamente sobre cemento en lugar de marcharse a Brasil y Argentina para disputar sus torneos de tierra batida. Será la preparación ideal para los Masters 1000 de Indian Wells y de Miami de marzo y, al mismo tiempo, un incentivo económico. El torneo qatarí ha aumentado de categoría -de ATP 250 a ATP 500- y para ello ha propuesto una bolsa de premios que ha hecho que se apunten también Jannik Sinner, Djokovic o Daniil Medvedev.

Djokovic ofrece una lección psicológica a Alcaraz y le elimina en cuartos del Open de Australia

Djokovic ofrece una lección psicológica a Alcaraz y le elimina en cuartos del Open de Australia

En su casa ya brillan los trofeos de los cuatro Grand Slam ganados, pero Carlos Alcaraz todavía tiene lecciones que aprender. Sus 21 años son 21 años para todo. La precocidad, tan celebrada cuando ganó su primer US Open o encadenó dos títulos en Wimbledon, también justifica derrotas como esta. Este martes en los cuartos de final del Open de Australia ante Novak Djokovic aprendió que el camino de las leyendas va más allá del juego, de la técnica, incluso va más allá de la razón.

Durante la mayor parte del partido, el español fue mejor, indudablemente más rápido, más agresivo y a ratos hasta más preciso, pero Djokovic fue Djokovic. Pesaron los 20 'grandes' de diferencia entre uno y otro y también los 16 años. Con una 'masterclass' de cómo disputar los momentos decisivos, Djokovic venció por 4-6, 6-4, 6-3 y 6-4 y se clasificó para las semifinales en Melbourne, donde el viernes se medirá a Alexander Zverev. Como le ocurrió el año pasado, Alcaraz se despidió demasiado pronto del primer Grand Slam del año y con esa decepción alimentará el resto de su temporada.

ADRIAN DENNISAFP

Antes, con la ayuda de su equipo, deberá asimilar lo ocurrido. Su crecimiento pasa por endurecerse del todo, por ganar en lo psicológico, por culminar su madurez. Desde su aparición en el circuito ATP ya ha avanzado mucho; queda el final. Porque frente a sus coetáneos quizá no necesita más, pero cada vez que se encuentre a Djokovic le puede ocurrir lo mismo. Este martes, en la Rod Laver, quiso imponer su juventud, su velocidad, su fuerza y fue insuficiente; el tenis también son otras cosas.

El tiempo muerto de Djokovic

Si incluso apareció en la pista más afeitado que de costumbre, subrayando la diferencia de edad entre ambos. En esos primeros juegos, durante la primera hora, Alcaraz fue superior a Djokovic: su derecha gobernaba por potencia y delicadeza, hubo varias preciosas dejadas para los 'highlights'. Ya se intuían algunos problemas del español con su segundo saque, pero el resto de sus golpes eran decisivos. Con 4-4 en ese parcial inicial, consiguió el primer 'break' sobre Djokovic y entonces éste forzó el parón.

Como tantísimas otras veces en su carrera, reclamó un tiempo muerto médico para curarse unas molestias en el aductor izquierdo y llegó incluso a marcharse al vestuario. Una pausa de 10 minutos que, en principio, no afectó a Alcaraz, que se llevó el primer set por 6-4 y que estuvo entero en el segundo, pero que cambió el partido. Djokovic empezó a jugar de otra manera, lento, raro, distinto, directo y el español no supo adaptarse. Quizá confío en exceso en su ventaja; quizá simplemente se sintió incómodo. En ese segundo periodo, de regreso al 4-4, fue Djokovic quien consiguió la ruptura decisiva y el 6-4 y en el tercer set el desequilibrio mental ya era evidente.

MARTIN KEEPAFP

Alcaraz nunca llegó a girarle la cara al encuentro, pero ya lo hizo por detrás. Con sus armas de siempre, como el mejor resto de la historia, Djokovic le presionó y le llevó a la desesperación. En ese tercer parcial, de hecho, el español sumó más errores no forzados (11) que golpes ganadores (nueve). No hubo manera. Hasta el final Alcaraz mantuvo la esperanza y utilizó sus piernas para aguantar más allá de las tres horas y media -hubo incluso un espectacular rally de 36 golpes-, pero Djokovic ya dominaba. Fue una lección psicológica que el español deberá aprender si quiere seguir el camino de las leyendas.

Badosa firma la victoria más importante de su vida y jugará por primera vez las semifinales de un Grand Slam

Badosa firma la victoria más importante de su vida y jugará por primera vez las semifinales de un Grand Slam

Paula Badosa llegó a pensar que su carrera en el tenis se había acabado. Hace poco más de un año, su fractura de estrés en un vértebra la llevó a visitar decenas de médicos y muchos de ellos, la mayoría, le dijeron que la única opción era la retirada. Únicamente su aguante, muchísimas horas de tratamiento y las infiltraciones le permitieron seguir y ahora recibe su recompensa. Por primera vez en su vida jugará las semifinales de un Grand Slam después de vencer en cuartos de final del Open de Australia a Coco Gauff por 7-5 y 6-4.

De aquel agujero, la española salió siendo otra: de repente una tenista cerebral capaz de controlar y utilizar a su favor sus emociones. "Antes llegué a ser la número dos del mundo, pero ahora soy mucho más madura, soy mejor" admitió después de la victoria, más tranquila que nunca, calmada incluso en la celebración. Este miércoles, ante la estadounidense, ganó por su juego, por supuesto, pero sobre todo por su actual mentalidad inalterable.

La desesperación de Gauff

A Gauff, que venía en espléndida racha, que todavía no había perdido un solo set en 2025, ya le había inquietado en sus enfrentamientos previos -en los Masters 1000 de Roma y Pekín-, pero la estadounidense siempre se las apañaba para remontar. En esos duelos, pese a sus 20 años, Gauff imponía su serenidad sobre la pista. Pero esta vez fue distinto.

Badosa desmontó como siempre la débil derecha de la yankee y, cuando ya la tenía desarmada, no dudó. Si acaso hubo algún temblor en los minutos finales, cuando su éxito ya era un hecho, y concedió un último break, sin consecuencias. Pero durante una hora y media la española fue un robot: no fallaba un golpe. Si resistía al duro servicio de su rival ya había ganado el punto. Todos los intercambios caían de su lado, especialmente si en el duelo intervenían los drives. Las estadísticas suelen ser simplificaciones, pero Gauff acumuló casi el doble de errores no forzados (41) que Badosa (23).

De hecho, entre el primer y el segundo set, cuando la española encadenó cuatro juegos ganados consecutivos -del 5-5 al 7-5 y 2-0-, Gauff amagó con romperse. En el eterno primer juego del segundo set, erró casi todas las derechas que intentó y se echó más de una vez las manos a la cara para reprimirse el llanto. Badosa la miraba y entendía: yo he estado ahí. Pero ahora es otra jugadora, es la jugadora de enfrente.

Otro posible duelo ante Sabalenka

Había estado otras dos veces en cuartos de final de un Grand Slam, en el Roland Garros de 2021 y en el US Open del año pasado y no había logrado pasar más allá. Había jugado tres partidos de Grand Slam ante jugadoras dentro del Top 5 y nunca las había derrotado. Este martes, ante la actual número tres del mundo, rompió su techo y ahora le queda el quien da más. Si su amiga Aryna Sabalenka, la número uno, vence a Anastasia Pavlyuchenkova, Badosa tendrá el jueves en semifinales la mejor prueba para sus nuevas posibilidades. ¿Puede ganar un grande y ser número uno del mundo?

En su versión actual hay que ser muy osado para negar que sea capaz. "Soy una persona emocional y a veces me han superado las circunstancias, pero ahora quiero mostrar mi tenis de una vez. Estoy muy orgullosa de cómo estoy jugando", comentó tras ganar a Gauff en Melbourne, la victoria más importante de su vida.

Espalda recta, sin parones y con la muñeca libre: así es el nuevo saque de Carlos Alcaraz

Espalda recta, sin parones y con la muñeca libre: así es el nuevo saque de Carlos Alcaraz

A simple vista ya se advierten algunos cambios. Desde que empezó el Open de Australia, Carlos Alcaraz saca algo más suelto, su movimiento es ligeramente distinto, parece que lo hace más fácil. Pero el análisis mecánico descubre una infinidad de variaciones. Muchos tenistas nunca cambian la mecánica del servicio que aprendieron de niños o sólo lo hacen por obligación, por culpa de problemas físicos, como hizo Rafa Nadal en el tramo final de su car

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Alcaraz, Djokovic y todos los pasos de una rivalidad improbable: del "niño que ganaba en internet" a enfrentamientos "tan intensos como con Nadal"

Alcaraz, Djokovic y todos los pasos de una rivalidad improbable: del “niño que ganaba en internet” a enfrentamientos “tan intensos como con Nadal”

Carlos Alcaraz aún era una revelación, un adolescente prometedor, cuando ganó a Novak Djokovic en el primer enfrentamiento entre ambos, en semifinales del Masters 1000 de Madrid de 2022. Acababa de cumplir 18 años y le faltaban unos meses para celebrar su primer Grand Slam. Fue sólo una presentación en el Olimpo que pronto le daría entrada, pero ya entonces el serbio quiso apadrinarle; él ya sabía de su potencial. «Lo conocí en Internet cuando tenía unos 12 años y ya estaba ganando torneos», anunció el vencedor de 24 Grand Slam y así empezó la relación entre ambos.

Desde entonces, cada vez que se encuentran fuera de la pista, mantienen una larga charla y el afecto es mutuo. En el pasado Wimbledon, por ejemplo, antes de medirse en la final, coincidieron en un entrenamiento y Alcaraz llegó a fotografiarse con los hijos de Djokovic, Stefan y Tara, que lo idolatran. En el último Masters 1000 de Shanghai las cámaras grabaron su conversación y cómo el serbio llamaba «titancito» al español con cariño.

La sintonía entre ambos es curiosa, pero no tanto como su histórica rivalidad. Pese a la exagerada diferencia de edad, 16 años casi exactos -los dos nacieron en mayo-, en sólo tres años han construido una historia que ya contienen imágenes de dos finales de Grand Slam, una de Juegos Olímpicos, otra de Masters 1000 así como varias semifinales importantes. De hecho su partido de este martes en el Open de Australia (probablemente en turno nocturno, es decir, a las 09.00 o las 11.00 horas en España) será el primero de cuartos de final; nunca antes se toparon tan pronto.

La polémica de Djokovic

Será su octavo enfrentamiento, con cuatro victorias a favor de Djokovic y tres a favor de Alcaraz. El serbio sostiene el mal recuerdo de los dos trofeos de Wimbledon concedidos al español, especialmente el último, cuando fue inferior. Y Alcaraz tiene en carne viva la derrota olímpica en París que no sólo le dejó sin un oro, también le desmontó anímicamente para lo que quedaba de temporada.

«Espero una gran batalla, como la mayoría de partidos en los que nos hemos enfrentado. Diría que sólo dos veces la batalla ha sido desigual: el año pasado en Wimbledon él dominó la pista y yo tuve un buen partido en las semifinales de las ATP Finals de 2023. En el resto, siempre ha habido intercambios tan intensos como los que tenía con Nadal», valoró este domingo Djokovic después de cerrar su pase y mantener en Melbourne su progresión ascendente. Como es habitual en él, en los primeros partidos, ante Nishesh Basavareddy y Jaime Faria sufrió ciertos apuros, pero en los dos últimos, ante Tomas Machac y Jiri Lehecka -este domingo ganó 6-3, 6-4 y 7-6(4)-, su dominio ha sido indiscutible.

JAMES ROSSEFE

Sus mayores problemas están fuera de las pistas, en las gradas, y son dos. El primero, el público australiano, que le abuchea desde su expulsión del país por negarse a vacunarse del covid y le genera cierto malestar. Y el segundo, un reportero del canal aussie Channel Nine, que se burló de sus fans serbios y le llevó ayer a retirarse de la pista sin conceder entrevistas post-partido. «Sólo pido una disculpa suya», reclamó y está por ver si ésta llega.

Una victoria sin problemas

«Intento no pensar en todo lo que ha conseguido, si pienso en todo lo que ha hecho no podría jugar. Ha ganado 24 Grand Slam, ha estado muchas semanas como número uno. Pienso en que puedo ganarle, saber mis armas. Voy a jugar y creer», valoraba por su parte Alcaraz, inmaculado pese a que aún se está adaptando a los cambios realizados en pretemporada. Este domingo, ante Jack Draper, acumuló demasiados errores con su saque y con su derecha, pero gracias a su velocidad, solventó sus apuros en el primer set y luego el británico se rompió; el marcador se cerró con 7-5, 6-1 y retirada.

Después el español se encerró en la sala de los fisioterapeutas junto al suyo, Juanjo Moreno, para ver el partido de Djokovic y confirmar que viviría otro episodio de la mayor rivalidad intergeneracional que ha dado el tenis. Mientras espera a medirse en una final de Grand Slam a Jannik Sinner, el adversario que le toca, Alcaraz sigue retando a quien le precedió en la cima del tenis. Meses atrás, confesaba que suele pensar en Djokovic en sus entrenamientos, en su tenis y especialmente en su consistencia. Ahora lo volverá a tener delante para seguir ampliando su número de páginas en los libros de historia.

La electricidad de Alcaraz le lleva a cuartos en Australia y ya espera a Djokovic

La electricidad de Alcaraz le lleva a cuartos en Australia y ya espera a Djokovic

Hay bolas que ya están muertas, su trayectoria lleva irremediablemente a segundo bote, cuando Carlos Alcaraz aparece, las rescata, las eleva y las convierte en arte. A veces es incomprensible; en realidad, siempre se entiende. Vuela el español en el Open de Australia más rápido que nunca, más rápido si cabe para alcanzar los cuartos de final por segunda vez consecutiva. Ante Novak Djokovic -que este domingo venció a Jiri Lehecka por 6-3, 6-4 y 7-6(4)- se revivirá el duelo intergeneracional después de las últimas finales de Wimbledon y de los Juegos Olímpicos de París con un condicionante: la actual frescura en las piernas de Alcaraz.

Su tenis alberga todavía ciertas dudas, la adaptación a los cambios realizados en la pretemporada está a medias, pero con esas piernas parece inalcanzable. Ante Jack Draper, en octavos de final, apenas necesitó una hora y media para superarle por 7-6 y 6-1 antes que el británico se retirara extenuado y dolorido.

Era un desenlace previsible, pero había que empujar a Draper al abismo. El británico, amigo de Alcaraz, que ha llegado incluso a compartir su lema -cabeza, corazón y cojones-, había acumulado en las tres rondas previas en Melbourne un desgaste exagerado y apareció en la Rod Laver con las fuerzas justas. Llevaba tres victorias en cinco sets y más del doble de horas de juego que el propio Alcaraz. Pero tampoco quería rendirse desde un inicio. En el primer set, con su habitual juego de saque y derecha tuvo sus oportunidades e hizo temblar a Alcaraz. No en vano ya le había derrotado el año pasado en Queen's, aunque sobre hierba, una superficie propicia.

"No quería ganar así"

Hubo momentos de peligro. Pese a romper pronto el servicio de Draper, Alcaraz pudo complicarse la jornada, incluso el torneo, después de una discusión con el juez de silla, el irlandés Fergus Murphy, que le llevó a dobles faltas consecutivas y a un break en contra. Para entonces el español ya sumaba demasiados errores no forzados -acabó el set con 21 por 21 'winners'- y la distracción podría haber ido más allá; Draper llegó a estar con 5-5 y 0-30 a favor. Pero Alcaraz supo enmendar lo ocurrido, arreglar el marcador y, tan eléctrico como se encuentra, llevarse el set y el partido.

"No es la manera en la que quería ganar. Obviamente estoy contento, pero al mismo tiempo un poco triste por Jack. En la pretemporada ya sufrió una lesión que no le permitió preparar bien la temporada y no hay podido estar al máximo", comentó Alcaraz, que confesó que v ería el partido de Djokovic mientras recibe tratamiento de su fisioterapeuta, Juanjo Moreno, y dejar entrever que le gustaría medirse con él."Este joven llamado Novak Djokovic parece que juega bien", ironizó primero y finalizó: "Hemos jugado unas cuantas veces y siempre ha sido emocionante".