Ding Liren y Gukesh no se bajan de la montaña rusa

Ding Liren y Gukesh no se bajan de la montaña rusa

Actualizado Miércoles, 4 diciembre 2024 - 23:00

La octava partida del Mundial de Ajedrez fue de las que no se pueden escribir mientras las piezas siguen bailando. Las alternativas se sucedieron durante cinco horas y, hasta el último instante, era demasiado aventurado predecir cómo acabaría la lucha. Terminó en tablas, por lo que el marcador refleja un empate a cuatro. Llevamos cinco empates seguidos, pero nadie se podrá quejar del espectáculo ofrecido este miércoles por los dos grandes maestros (4-4 en el cómputo general).

En Singapur estamos viendo la lucha entre un optimista casi suicida y un pesimista sin miedo a probar nuevas experiencias. Esa contradicción constante entre las personalidades de ambos genera una mezcla explosiva, cuando otras circunstancias lo permiten. En otro rasgo insólito por parte de un campeón, su sinceridad en las ruedas de prensa nos permite conocer con inesperada fidelidad el estrés casi insoportable que sufre un gran maestro de élite.

Ding Liren reconoció que el aspirante lo volvió a superar al comienzo de la partida, durante el cual se sintió muy nervioso e incómodo. Luego, un día más, consiguió darle la vuelta a la tortilla y fue el chino quien, sin darse cuenta de la magnitud de su ventaja, no atinó con las mejores jugadas para ganar. «No fue una partida demasiado perfecta», reconoció el campeón del mundo, a quien le vendría bien ver el vaso medio lleno para no conformarse a veces.

«Pensé que no era demasiado peligroso»

Y si a Ding hay que agradecerle que se tome sus comparecencias ante la prensa como si fuera una reunión de Alcohólicos Anónimos, a Gukesh Dommaraju no se le puede negar una valentía pocas veces vista a este nivel, aunque también sea consecuencia de un optimismo indómito. En la octava partida, cuando lo peor para los dos parecía haber pasado, el indio pudo concluir el choque con unas nuevas tablas por repetición de jugadas. Era, de lejos, la decisión más sensata. En su lugar, el más joven de los dos finalistas hizo una jugada inferior, arriesgadísima, porque suponía la pérdida de otro peón, pero era la única vía para mantener la lucha viva.

Un titular rondaba la cabeza de este cronista en esos momentos: «Gukesh da ejemplo y pierde». Por suerte para él, el karma o lo que quiera que le ayuda en esos momentos le dio la fortaleza necesaria para regalar a los aficionados unos minutos más de alegría, sin ningún disgusto final para los protagonistas. El jovencísimo gran maestro no parecía darle importancia: «Pensé que no era demasiado peligroso y que tenía algunas oportunidades. Sí, juzgué mal la posición», reconoció a los periodistas.

La objetividad es vital para triunfar en el ajedrez. Evaluar bien es una de las cualidades esenciales, porque no se puede jugar del mismo modo con ventaja o cuando hay que defenderse. Gukesh peca siempre de optimista y Ding suele ver su posición con malos ojos. Si alguno corrige ese pequeño desajuste, estará muy cerca de ganar el título.

Ding, durante la octava partida del Mundial.

Ding, durante la octava partida del Mundial.FID

La partida también tiene otras lecturas. El nivel de precisión descendió hasta casi el 90%, que no es demasiado alto para ellos. Es verdad que cuando no se afrontan riesgos se cometen menos errores y las tablas son inevitables. Esta vez el empate fue fruto casi del azar, un accidente probablemente justo para dos gladiadores que olvidaron ponerse el peto antes de saltar a la arena.

Gukesh tuvo otro detalle: agradeció a sus ayudantes las ideas que le han permitido conseguir ventaja al principio de la mayoría de las partidas. En este caso, su séptimo movimiento dejó con la boca abierta a otros grandes maestros, incluido su compatriota Vishy Anand, pentacampeón del mundo. El reconocimiento a sus segundos añadía de forma implícita una autocrítica: pese a esa ventaja, él había sido incapaz de rematar las oportunidades concedidas, a excepción de la tercera partida.

Para Ding, la asignatura pendiente sigue siendo la gestión del tiempo, aunque cuando los minutos son más escasos suele encontrar un conejo salvador en la chistera. Las partidas de ajedrez tienen tres fases: apertura, medio juego y final. Si fueran tres asaltos, el indio suele ganar el primero, el chino el segundo y el tercero acaba casi siempre con resultado nulo.

Gukesh se estrella contra el muro de Ding Liren en la partida más larga y emocionante del Mundial

Gukesh se estrella contra el muro de Ding Liren en la partida más larga y emocionante del Mundial

Actualizado Martes, 3 diciembre 2024 - 16:45

El ajedrez clásico puede ser apasionante incluso cuando la partida acaba en tablas. Después de tres empates consecutivos sin demasiadas emociones, la séptima partida del Mundial que se celebra en Singapur, la más larga hasta la fecha, fue un espectáculo vibrante del que sale reforzado el campeón. Ding Liren estuvo contra las cuerdas, con muy poco tiempo en su reloj y tratando de sostener una posición que parecía a punto de resquebrajarse. En esos instantes, el gran maestro chino afinó y resistió de forma heroica. Modesto, aseguró después que estuvo a punto de rendirse cuando vio alguna de las jugadas de Gukesh. También dijo que «encontró» los recursos defensivos justo cuando los necesitaba, aunque en el tablero eso no sucede por casualidad.

Gukesh, que no ocultó su decepción, lo tenía todo a su favor, salvo la tenacidad de un rival que además fue valiente, aunque algunos lo critiquen por lo contrario. El indio no supo o no pudo rematar, pero no cometió apenas errores durante más de cinco horas y 72 movimientos. «Fue más difícil de lo que esperaba», admitió. También dijo que es frustrante no ganar una partida que se pone tan de cara, pero volvió a ser positivo y aseguró sentirse «satisfecho por haber superado a su rival».

Estamos en el ecuador del duelo, con empate a 3,5 puntos. Recordemos que Ding Liren, vigente campeón, ganó la primera partida y luego perdió la tercera. El resto han sido empates. El gran maestro indio era favorito antes de llegar a Singapur, pese a tener solo 18 años, y vio más cerca que nunca el sueño de convertirse en el campeón más joven de la historia. Le quedan otras siete partidas para culminar su hazaña.

Espectáculo en el tablero

La séptima fue emocionante porque Gukesh presionó y su rival no se arrugó. Cada uno usaba sus armas, más afiladas de lo que parece. No es sensato pensar que hayan cambiado su estilo como reacción a las críticas, no siempre justas, después de solo tres empates. En otros mundiales hemos visto sucesiones de tablas mucho más largas. En Singapur, salvo en una ocasión, el indio siempre ha buscado la victoria con blancas y el campeón tiene un certificado médico para no presentar batalla cuando no se siente con ánimo.

La apertura elegida por el aspirante fue inteligente. Encontró una idea interesante y sacó del libro a su oponente, que en la séptima jugada ya había gastado 35 minutos de los 120 que tienen los jugadores para hacer los primeros 40 movimientos. La gestión del reloj es su asignatura pendiente.

Los aficionados e incluso los grandes maestros se preguntan a veces por qué un ajedrecista capaz de jugar una partida entera en un minuto dedica veinte o incluso media hora a una sola jugada. Otros querían saber en qué piensa Gukesh cuando cierra los ojos recostado en su sillón, mucho más cómodo y grande que el de su oponente. El indio es aficionado a la meditación, mientras que Ding parece perderse en disquisiciones filosóficas. Comer o no comer un peón, esa es la cuestión más frecuente a la que se enfrenta. En general, decide con arrojo y se lo zampa. El campeón es un hombre herido, pero no se esconde.

En esas largas pausas para el espectáculo, los dos finalistas calculan como posesos. Son capaces de profundizar hasta niveles insondables para otros humanos, casi como las máquinas. La mayor diferencia entre ambos parece de preparación. Gukesh da la sensación de llegar mejor armado en los planteamientos, aunque esta vez también tuvo que improvisar desde bastante pronto.

Dudas en el remate

Cuando llegó la hora de rematar, quizá el indio vio algún fantasma y se quedó algo paralizado. Su ventaja era evidente, pero él necesita tenerlo todo bien atado, sin dejar nada al azar. Lo malo para sus intereses (y una suerte para la humanidad) es que en ajedrez a veces las posiciones son demasiado complejas y hace falta suplir esa incertidumbre con sentido práctico. Es lo que le falta a Ding a menudo, aunque en la última partida afectó también a Gukesh.

Tras algunos titubeos, el indio le lanzó por fin hacia la victoria, aunque ya con los relojes prácticamente igualados. Ambos tenían menos de un minuto por jugada y todo era dificilísimo. En esos instantes, el porcentaje de precisión descendió, como es natural, pero en contra de lo que sugieren los detractores, este Mundial se caracteriza por un índice elevadísimo de exactitud. Solo Vishy Anand, el padre ajedrecístico de Gukesh, había estado a esa altura en el pasado. Es interesante que Anand le ganara en 2008 la corona a Kramnik, justo quien más ha censurado a los finalistas en Singapur.

En los momentos decisivos, con los relojes temblando, Gukesh y Ding se enredaron un poco, pero las pequeñas imprecisiones culminaron con la maldición de la jugada 40, que pagó Ding Liren. A lo largo de la historia son incontables los sueños rotos justo en ese movimiento, el último del primer control de tiempo. El chino movió nervioso y paró el reloj cuando solo le quedaban 7 segundos. Justo a tiempo, pero no había tomado la mejor decisión.

Le quedaba por delante un final con aspecto de tortura. En ese momento, ambos jugadores reciben 30 minutos y un regalo añadido, 30 segundos cada vez que mueven. El ritmo es algo más relajado, pero ya era tarde para volver atrás.

Condenado a sufrir y de nuevo con menos tiempo, salvo en los últimos instantes, el campeón se resistió con una capacidad de sufrimiento admirable. El aspirante buscó mil vueltas para atravesar la muralla china, dispuesto a reescribir la historia. Después de 72 movimientos, sobre el tablero solo permanecían los dos reyes exhaustos y un alfil blanco, insuficiente para dar mate. Tablas de reglamento, espectaculares, de las que hacen afición. Queda por delante la segunda mitad del Mundial, con Ding fortalecido y Gukesh convencido de sus posibilidades.

A falta de ajedrez, Ding Liren y Gukesh se agarran a las emociones

A falta de ajedrez, Ding Liren y Gukesh se agarran a las emociones

Actualizado Domingo, 1 diciembre 2024 - 19:15

El Mundial de Ajedrez prosigue en Singapur sin grandes alardes en la calidad del juego. La verdadera batalla es subterránea y apela a las emociones. La sexta partida acabó en tablas (3-3 en el global) y sorprendió más por la actitud de ambos grandes maestros que por sus movimientos sobre el tablero.

De entrada, Ding Liren planteó el controvertido sistema Londres, una especie de receta para todo con blancas, que algunos adoran y otros odian. No es que él y sus ayudantes hubieran encontrado un agujero en la preparación de Gukesh Dommaraju. La explicación era mucho más simple: «En el último Mundial gané la sexta partida de forma bonita con el Londres y quería repetir el éxito». Está a un paso de la conocida superstición de Simeone, cuando debería ser aún más racional.

A la hora de la verdad, ambos demostraron conocer bien las posibilidades de esta apertura práctica, pero timorata, aunque no exenta de maldad si las negras se relajan. De hecho, el campeón logró una ventaja minúscula, suficiente para que los espectadores y los comentaristas fantasearan con salir de la rutina. Ding, mucho menos optimista, o demasiado realista, ofreció tablas, en su empeño en mantener baja la presión arterial. Lo sorprendente aquí fue la actitud de su rival. Tan tranquilo estaba Gukesh que se permitió el lujo de rechazar el empate, cuando tampoco tenía motivos para buscar la victoria. "Simplemente, me gusta jugar al ajedrez. No sentí que estuviera en peligro, aunque las tablas eran el resultado más probable", adujo después.

"¡No puedo creerlo!"

Durante unos instantes, se dio la paradoja de que quien estaba peor era el que menos perseguía la igualada. Era una especie de partida de póker en la que el que tenía las peores cartas era el más agresivo, pero con más audacia, porque en el ajedrez las cartas están a la vista de todos. La pentacampeona del mundo Susan Polgar fue muy crítica con el campeón: «¡No puedo creerlo! Una vez más, en un final cómodo y sin riesgos, muy agradable, ¡Ding optó por repetir jugadas! Esto es muy decepcionante. Enhorabuena a Gukesh por intentar seguir luchando».

Otro excampeón con espíritu crítico es el ruso Vladimir Kramnik, quien, de polémica en polémica, aseguró que no comentaría la última partida del Mundial en su canal de YouTube porque, según él, los jugadores le habían decepcionado profundamente y no estaban mostrando el mínimo nivel necesario. Otros grandes maestros le recordaron que el porcentaje de precisión del campeón y el aspirante no bajó del 87% durante las 46 jugadas que duró el choque. El índice es relevante, porque ha sido utilizado con frecuencia por Kramnik para desenmascarar a presuntos tramposos en el ajedrez 'online'.

Al margen de los ataques a los protagonistas en el escenario de Singapur, lo cierto es que los aficionados han visto cómo se pinchaba el globo de la emoción en las últimas partidas. No obstante, Ding considera que deben estar contentos, porque el duelo está igualado todavía, aunque él espera mejorar.

"Tal vez sonreiré"

Y como prueba de que el bienestar personal es lo esencial ahora mismo, ambos respondieron de manera parecida a una pregunta que les pilló con la guardia baja. "¿Qué harán al día siguiente de proclamarse campeones?". Gukesh, que ha empezado a tomar la iniciativa ante la prensa y ya responde a menudo antes que el campeón, se lo pensó unos segundos y dijo que, probablemente, empezaría por ser feliz. Ding replicó: "El año pasado lloré cuando gané el título; ahora tal vez sonreiré".

Cuando le preguntaron si no intenta forzar más cuando tiene ventaja por su estado de salud, el chino se salió por la tangente y empezó a enumerar posibles líneas de juego, para demostrar que no era tan fácil convertir su ventaja en el marcador. Otro periodista lo interrogó sobre el porqué de sus dudas cuando acaba la preparación y tarda tanto en mover. Con su eterna actitud humilde y sin enojarse, con una pedagogía casi poética, el bueno de Ding respondió: «Hay muchas líneas que preparar y en el tablero solo aparece una de ellas. Como en un iceberg, ves solo una mínima parte, la que está sobre la superficie». Y en eso consiste la belleza y la dificultad del ajedrez.

Gukesh y Ding Liren, superados por la tensión

Gukesh y Ding Liren, superados por la tensión

Actualizado Sábado, 30 noviembre 2024 - 17:40

Los errores son contagiosos en ajedrez. Después de un inicio muy prometedor, el Campeonato del Mundo que se disputa en Singapur ha caído por una pendiente peligrosa, una pequeña pandemia de juego que con suerte pasará pronto. En la quinta partida y con el marcador empatado a dos, los dos grandes maestros que luchan por el título colapsaron, cada uno a su modo. Las tablas con las que terminó su aventura no reflejan el drama que se vivió.

El aspirante, Gukesh Dommaraju, planteó de entrada una apertura muy pobre, como si sus entrenadores le hubieran querido amputar la agresividad para evitar posibles efectos secundarios, ya conocidos. En una nueva defensa francesa que le tra malos recuerdos, eligió la llamada variante del cambio, poco incisiva. Luego cambió damas a las primeras de cambio, con lo que se llegó a una posición en la que jugar a ganar parecía una quimera. En las dos partidas que había jugado con blancas hasta ahora, Ding Liren había sido sometido a grandes presiones, aunque el chino se las arregló para ganar la primera. En el tercer intento, Gukesh erró el tiro por completo. Luego reconoció que, aunque la apertura elegida le sigue pareciendo buena, «es verdad que no sirvió para crear demasiados problemas al campeón».

Hasta ahí, más allá de la pequeña decepción del público sediento de sangre, todo fue hasta ciento punto normal, pero ese primer error de estrategia desencadenó otros en cadena. Lo mejor es que el espectador cambió un espectáculo aburrido a un pequeño carrusel de emociones, aunque la mayoría fueran negativas.

El punto débil

El indio de 18 años es un tigre nacido para atacar y estaba incómodo por el guion que él mismo estaba escribiendo. En cuanto pudo, provocó un giro inesperado en busca de la adrenalina que parece necesitar en sus partidas. Lo encontró, hasta donde era posible, pero luego cometió un error y se quedó al borde del abismo. Esa impaciencia en algunos momentos o esa ambición no siempre bien medida es la que justifica la actitud de Ding, quien sin embargo debe estar más atento para aprovechar sus opciones, como ya le advirtió Magnus Carlsen.

Como mínimo, parecía que veríamos un largo final en el que el campeón trataría de hacer valer su ventaja, lo que tampoco era sencillo. Ding, sin embargo, se dejó igualar con una facilidad pasmosa, como si en su cabeza no cupiera otra posiblidad que lograr las tablas. Minutos después, cuando comprobó en plena rueda de prensa las opciones que había desperdiciado, se mostró arrepentido. «El resultado no es ideal porque tuve algunas oportunidades. Hoy tenía alguna ventaja y no la aproveché. Necesito mejorar», admitió poco después cuando le pidieron un balance de las cinco primeras partidas del Mundial. Tenía el aspecto de un escolar en un examen oral, inseguro e incluso asustado.

La pentacampeona mundial Susan Polgar resumió el sentir general durante la quinta partida: «Parecía que Ding estaba contento con un empate en lugar de presionar y hacer sufrir a Gukesh. Si Magnus jugara esa posición, torturaría a Gukesh durante varias horas».

FIDE

La actitud de Gukesh ofrecía otros matices. Con la voz casi ronca y menos firme de lo habitual, el indio admitió que se sintió aliviado, aunque cree que no llegó a estar perdido y que podía sostener su posición. Reconoció también que se dio cuenta muy rápido de su error, pero aseguró que nunca entró en pánico. No sabemos cómo están los dos ajedrecistas por dentro, si hay tanta diferencia entre los candidatos al título como aparentan en el exterior, pero en ese tablero el aspirante sigue siendo claro favorito.

Ambos han comprobado ya que en un Campeonato del Mundo es difícil dar lo mejor de uno mismo, que la tensión es tremenda y que en la posición más sencilla se puede colapsar. No es casualidad que Carlsen, que justo este sábado cumplía 34 años, decidiera alegarse de esta presión tóxica del ajedrez de primer nivel.

Quedan siete partidas y cada vez será más difícil recuperarse de un error, por lo que el sistema nervioso será el factor más importante, con clara ventaja sobre los conocimientos técnicos o la preparación de aperturas. Gukesh, de hecho, comentó en la rueda de prensa que lleva varios meses trabajando para mejorar su preparación mental y que para él esa faceta es «muy importante». Que no se confíe en exceso, porque Ding ya demostró que es capaz de ganar la corona con la casa de sus pensamientos en llamas.

El campeón Liren renuncia a la ventaja de jugar con blancas

El campeón Liren renuncia a la ventaja de jugar con blancas

Actualizado Viernes, 29 noviembre 2024 - 17:13

La cuarta partida del presente Mundial de Ajedrez no pasará a la historia por transmitir emociones. Empezó bien, porque Ding Liren planteó la apertura Reti, una forma de plantear batalla pocas veces vista en los campeonatos del mundo. Este esquema fue popularizado hace un siglo por un jugador austrohúngaro que enarboló la bandera del hipermodernismo, un estilo de juego que podría compararse con la estrategia del contraataque, útil casi en cualquier deporte.

Ding Liren, un jugador todavía herido, sabe que no le conviene un intercambio de golpes en el centro del ring contra Gukesh D, más joven y con mayor pegada. El chino prefiere tender emboscadas y provocar las embestidas de su rival, intentar atraerlo al ataque para conseguir que se pase de frenada y se caiga, como ocurrió en la primera partida del Mundial.

Por desgracia para los espectadores, esta forma de jugar ha propiciado un Mundial de dos velocidades. Cuando Gukesh juega con blancas, pasan cosas. Cuando es Ding quien debe llevar la iniciativa, se conforma con llegar a su habitación de hotel sin una herida nueva en el marcador. Intenta un truquito o dos, improvisa alguna sorpresa y, si no le salen, se vuelve tan contento con su medio punto sanador. Llevamos ya cuatro partidas y Ding ha conseguido al menos no ir por detrás en el marcador (2-2). En el Campeonato del Mundo que ganó al ruso Nepomniachtchi en abril de 2023, el gran maestro chino tuvo que remontar hasta en tres ocasiones. Nunca se sabe, pero si tuviera que repetirlo Gukesh parece un joven demasiado rocoso.

A Ding se le perdonan más cosas que a otros porque es humilde y no puede caer mal. Además, aún se recupera de una larga convalecencia mental y puede admitir pecados sin que le claven en la frente la etiqueta de cobarde. Después de la cuarta partida en Singapur, el chino describió a grandes rasgos su estrategia: «Después de una dura derrota, ayer tuve un día de descanso para recuperarme. Hoy estaba de muy buen ánimo, intenté sorprender a mi rival y funcionó bien, pero la ventaja era muy pequeña». Ding también contó que planteó la apertura Reti porque había probado ideas parecidas con las piezas negras y le traían buenos recuerdos. Al llevar las blancas, podía hacer lo mismo, pero con una jugada de ventaja. La estrategia no es nueva ni mala, pero denota poca ambición para un campeón.

En cualquier caso, en una cita así lo único que vale es ganar y cuenta lo mismo exhibirse en ataque o cazar al rival en un error. Lo importante es convertir las oportunidades. Gukesh, de hecho, ganó la tercera partida sin que ninguna de sus piezas mayores cruzara el centro del campo. Solo un peón atravesó esa frontera invisible entre la cuarta fila y la quinta. Es lo más parecido a ganar un partido de fútbol sin pisar el área rival. ¿Se puede derrotar así a un campeón del mundo? A la vista está que sí.

Una regla inútil contra las tablas

Gukesh, por su parte, reconoció que la idea de Ding Liren le sorprendió un poco, pero no le costó demasiado neutralizar sus planes. Incluso se vio claro que era el chino quien buscó luego con más claridad las tablas. En este sentido, se ha vuelto a demostrar que la Federación Internacional no ha dado con una fórmula adecuada para acabar con los empates soporíferos.

En la cuarta partida, Ding dejó claro con su movimiento número 16 que las tablas le parecían un resultado aceptable y su oponente no encontró argumentos para contradecirlo. Las normas de este Mundial estipulan que no se puede ofrecer tablas antes de la jugada 40. En la segunda partida los jugadores lo resolvieron repitiendo jugadas. Este viernes, la solución fue hacer casi 30 movimientos más sin el menor interés. Fue como asistir a un partido de fútbol en el que a los dos equipos les vale el empate a cero. Se perdieron la recompensa de 200.000 dólares por cada victoria conseguida, pero esas cantidades todavía no valen poner en riesgo la corona.

Algo falla en el ajedrez como espectáculo cuando pasan estas cosas. Soluciones hay, pero son controvertidas. El gran maestro español Miguel Illescas propone que, en caso de empate, se juegue otra partida cambiando los colores y cada uno con el tiempo que le quede en el reloj. Si vuelven a hacer tablas, se repite la operación, así hasta que haya un resultado decisivo. En ajedrez los empates son mucho más frecuentes que en baloncesto, por lo que estas prórrogas se harían necesarias muy a menudo. Sería cuestión de probar.

Como resumen de las cuatro partidas disputadas, Ding ha esquivado la paliza que auguraban muchos. Algunos hablaban de «baño de sangre» y de «masacre», pero el campeón sigue tan vivo como al principio. Por otro lado, Gukesh tiene motivos para estar satisfecho: cuando juega con negras solo le han hecho cosquillas y cuando tiene la iniciativa el campeón tiende a exprimir el reloj en exceso, con los consiguientes problemas posteriores.

Pero como dice Ding Liren, "todavía quedan diez partidas" y puede ocurrir cualquier cosa. Si hay un deporte que se decide de verdad por los pequeños detalles es el ajedrez.

Gukesh iguala el marcador en el Mundial de Ajedrez y reaviva los fantasmas de Ding Liren

Gukesh iguala el marcador en el Mundial de Ajedrez y reaviva los fantasmas de Ding Liren

Actualizado Miércoles, 27 noviembre 2024 - 17:39

Después de las tres primeras jugadas de una partida de ajedrez (tres movimientos blancos y tres negros), hay unos 60 millones de posiciones posibles. Un movimiento más y ya hablamos de miles de millones de opciones. Como se ha repetido tanto, el número final supera al de átomos del Universo; no intenten calcularlo en casa. Lo importante es que en esa jungla inabarcable para la memoria humana e incluso para los discos duros de las máquinas, los ajedrecistas intentan orientarse aprendiendo unas pocas rutas exploradas, las llamadas aperturas. A menudo llegan muy lejos, más allá de la jugada 20, pero por cada camino que conoce un gran maestro hay un millón de veredas por descubrir.

En el mejor de los casos, tarde o temprano el jugador está solo ante al tablero, sin ayudantes ni inteligencia artificial en la que apoyarse. En esos instantes en los que se asoma a lo desconocido, el ajedrecista debe fiarlo todo a su instinto y a sus conocimientos, calcular lo mejor posible y elegir una jugada, todo ello en un tiempo limitado. En Singapur, un chico de 18 años y un veterano de 32, con el ánimo por recuperar, viven cada día ese drama con un título mundial en juego.

Ding Liren superó al muchacho en la primera partida, pese a que se vio ante ese abismo de lo ignoto, abrumado además por la escasez de tiempo. En la segunda hicieron tablas, sin tantos riesgos. En la tercera, Gukesh volvió a plantear problemas casi irresolubles en los minutos que dura una partida de ajedrez.

El indio confesó después que había preparado hasta la jugada 13, sin duda más que su rival. Su cerebro, más tierno y esponjoso, parece más capaz de memorizar esas cosas, pero sobre todo parece mucho más duro, aunque Ding volvió a dar muestras de la genialidad que lo llevó a ganar el Campeonato del Mundo.

Pese a caer en el primer asalto, Gukesh Dummaraju no ha pedido la confianza en sí mismo. Amante del yoga y la meditación, desveló que después de su inicial y sorprendente derrota su ayudante le dijo unas palabras mágicas con las que recuperó la confianza, que probablemente sea una de las mayores cualidades de este joven impasible.

Gukesh sabe que el primer día hizo algunas cosas mal, pero está satisfecho con su juego en general y orgulloso de lo conseguido este miércoles. "Estaba contento con mi juego los dos primeros días y hoy ha sido incluso mejor. Me siento bien en el tablero y simplemente he conseguido superar a mi rival, lo que siempre es agradable", declaró en la rueda de prensa posterior. Tampoco se sintió dolido por las críticas de Magnus Carlsen, número uno: "Perdí una mala partida, pero estaba bien... Siempre supe que cuando me asentara recuperaría el ritmo", respondió.

Ding Liren, temeroso

El marcador está ahora empatado a un punto y medio, después de tres días de juego y en vísperas de la primera jornada de descanso. A Ding Liren le preguntaron cómo encajará su primera derrota y respondió que el resultado quizá le influya en sus emociones "el resto del día". Si el problema no se extiende más allá del jueves, todo irá bien. La clave será comprobar si es capaz de seguir al mismo nivel. En esos bosques ignotos a los que lo lleva su enemigo, está demostrando una capacidad increíble para tomar las mejores decisiones, pero consume demasiados minutos en cada encrucijada.

En la tercera partida, volvió a consumir océanos de tiempo en fases demasiado tempranas. Ding aún no confía lo suficiente en sus posibilidades y a veces se queda como paralizado. De hecho, perdió la partida por tiempo. No fue capaz de hacer 40 jugadas en las dos horas asignadas. Cuando llegan a esa frontera, los jugadores reciben una pequeña inyección de media hora, pero ganarse la prórroga requiere haber hecho esos 40 movimientos en plazo. En realidad, el gran maestro chino ya estaba perdido cuando su reloj se agotó, pero no puede seguir gastando 20 o 30 minutos en algunas jugadas.

Cuando le quedaban unos pocos minutos, los comentaristas alertaban en varios idiomas del drama que se avecinaba. Ding Liren parecía congelado. Los políticos y nosotros mismos podemos aplazar las decisiones más difíciles e incluso inhibirnos del todo y asumir (o no) las consecuencias, pero en el tablero hay que elegir, aunque sea mal. No es posible pasar y ceder el turno. Gukesh explotó ese factor con la sabiduría de un viejo zorro y siguió planteando problemas a Liren, quien deberá mejorar esa faceta si quiere mantener la emoción del duelo.

Quizá tenga algo más que mejorar. En la crónica anterior alabábamos el desapego del ajedrecista chino por el dinero, pero su juego ha pecado hoy de materialista. Primero envió a uno de sus alfiles a una misión de caza que resultó ser una emboscada. Logró un rescate milagroso, pero luego lanzó su torre a por otro peón y esta aventura ya fue excesiva. Le costó la vida a su alfil y a la postre la partida. En el intercambio, logró dos peones y el sueño de poder resistir, pero Gukesh demostró ahí que, pese a su juventud, sería (¿será?) un dignísimo campeón del mundo.

Ding Liren golpea primero y toma ventaja en el Mundial

Ding Liren golpea primero y toma ventaja en el Mundial

Actualizado Lunes, 25 noviembre 2024 - 17:21

Ding Liren lleva más de dos años deprimido y Gukesh D solo uno, pero lo tiene mucho más reciente. En la primera partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez, con las piezas blancas y el viento a favor, el joven y favoritísimo aspirante se estrelló en una piedra pequeña y humilde: la capacidad de resistencia del campeón. Gukesh llegó a Singapur dispuesto a romper el récord de precocidad de Kasparov, pero ahora mismo está un poco más lejos. En todo caso, los dos grandes maestros han demostrado que saben levantarse después de la peor caída; quien mejor domine este arte se llevará la corona a casa.

El espíritu modesto del gran maestro chino no es un tópico. Sus primeras palabras después de su inesperada victoria fueron estas: "Me siento muy bien. Hace mucho que no gano una sola partida de ajedrez clásico y hoy lo logré, pero creo que, para ser justos, tuve mucha suerte, porque fallé en dos detalles tácticos. Por fortuna, resultó que no funcionaban para él".

Dicho esto, Ding Liren mostró a los periodistas las dos combinaciones que se le escaparon en sus cálculos. Incluso en el ajedrez existe la suerte, en este caso la de los campeones, y el ajedrecista chino se salvó porque luego se encontró, como de rebote, sendas posibilidades de escape. Ganar la primera partida no es definitivo, por supuesto. En Singapur se jugarán trece más y la tradición sugiere que empezar perdiendo puede ser bueno. Lo demostró Fischer contra Spassky en 1972, Anand contra Topalov en 2010 y el propio Ding contra Nepomniachtchi hace dos años. Lo que sí altera el resultado del primer asalto, además de destrozar casi todos los pronósticos, son los planes de ambos jugadores.

Lo anunció Carlsen

Para ser justos, Magnus Carlsen, el número 1 ausente, declaró que en las primeras partidas esperaba que Ding tuviera varias oportunidades de ganar y que el resultado final del duelo dependería de su habilidad para convertirlas. La primera fue aprovechada por el ajedrecista chino y coloca a Gukesh ante el abismo de su propia inexperiencia, con solo 18 años. A cambio, el indio tiene a favor otro dato esencial: en el torneo de Candidatos perdió una partida de la manera más cruel, pero luego desató su furia sobre el tablero y ganó la prueba. Gracias a eso está ahora en Singapur, intentando alcanzar sus sueños.

La derrota de Gukesh fue aún más dolorosa e inesperada porque en los primeros movimientos parecía que había sorprendido a Ding en alguna laguna de su preparación y que el campeón seguía sumido en su inseguridad. «El tiempo vuela», se justificó después para explicar por qué en unos pocos movimientos había consumido 45 minutos más que su rival. Parecía pillado a contrapié por la elección de apertura de su rival y las imágenes lo mostraban llevándose las manos a la cara y a punto de llorar. «Odio decir esto, pero no veo cómo Ding puede sobrevivir», aseguraba un analista cuyo nombre omitiremos por piedad.

Pero Ding siguió haciendo buenas jugadas, cada vez más rápido, y llevó al aspirante a una encrucijada, entre los lógicos deseos de ganar y la prudencia de buscar las tablas, que quizás asimiló tarde. Gukesh derrochó su enorme ventaja de tiempo y acabó con menos segundos que su rival para hacer los últimos movimientos, en un desenlace dramático. Luego desveló que la apertura había ido de acuerdo a su preparación, que recordó mejor que el campeón, pero que luego las cosas se torcieron. Ahora deberá replantearse algunas cosas, pero no demasiadas.

Contenido ante los medios

En la rueda de prensa, el indio intentó no exteriorizar su malestar, algo que no consiguió en los últimos minutos de la partida. En un momento dado, empezó a balancearse en la silla, nervioso y preocupado. Hizo muchas cosas bien y pocas mal, y sin embargo no bastó para herir a un ajedrecista que parecía hundido. Veremos cómo afronta el segundo encuentro, 24 horas después. La escuela rusa recomienda frenar la sangría y buscar unas tablas sanadoras, pero cada partida es un mundo e incluso en el transcurso de una sola se pueden escribir varias novelas con distintas tramas y finales, no todos felices.

Ding recalcó que habían pasado dos meses desde que jugó la Olimpiada de Ajedrez, donde ofreció una impresión muy pobre y no ganó ninguna partida. «He tenido mucho tiempo para recuperarme y entrenar, prepararme y llegar al torneo con una apariencia totalmente nueva. Durante la partida pensé que tal vez mi posición no era tan buena, pero encontré una idea para crear contrajuego y crear presión sobre el tablero y en el reloj», dijo feliz.

El campeón también resaltó lo bien que le había sentado la nueva estrategia de no levantarse entre jugadas, lo que le ayudó a concentrarse mejor. Él y Nepomniachtchi hicieron lo contrario en el anterior Mundial. Casi cada vez que movían se iban a su sala de descanso, de modo que el escenario llegó a quedarse vacío durante muchos minutos, lo que daba una pobre impresión. Veremos cómo acaba este campeonato, pero no ha podido empezar mejor.

Liren contra Gukesh: un defensor en caída libre ante el aspirante más joven de la historia, por el título mundial

Liren contra Gukesh: un defensor en caída libre ante el aspirante más joven de la historia, por el título mundial

Actualizado Sábado, 23 noviembre 2024 - 21:12

La primera partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez se disputa este lunes 25 en Singapur, en un Oriente de rascacielos y culturas mezcladas, muy distinto del que cantaba Jorge Luis Borges como origen del juego milenario. En los días previos Magnus Carlsen participaba allí mismo en una exhibición del llamado freestyle chess o ajedrez 960.

En esta modalidad se sortea la posición inicial de las piezas, por lo que no es preciso estudiar aperturas, las primeras jugadas, el trabajo más tedioso para un gran maestro moderno, sobre todo desde que la inteligencia artificial elevó el listón. En Singapur, el ajedrez asistirá a una final histórica (todas lo son): será la primera vez, desde que el austrohúngaro Wilhelm Steinitz inauguró el título oficial en 1886, que no habrá ningún jugador europeo ni occidental en la lucha.

También veremos al aspirante más joven de la historia, el gran maestro indio Gukesh D., de solo 18 años, cuatro menos de los que tenía Gari Kasparov cuando derrocó a Anatoly Karpov. Es cierto que en 2002 el ucraniano Ruslan Ponomariov tenía 18 (era incluso más joven que Gukesh) cuando ganó el Mundial de la FIDE, pero aquello fue un formato distinto, por eliminatorias, sin la necesidad de arrebatarle el título al vigente campeón en duelo directo. Además, eran los años de la escisión, cuando Kasparov abandonó la Federación Internacional y expropió el control de la corona verdadera.

Motivos para el nerviosismo

Otro dato reseñable nunca visto es la debilidad alarmante que muestra el vigente campeón, aunque ambos contendientes tienen motivos para sentirse nerviosos. Gukesh, por su bisoñez, si bien parece un chico con el aplomo de un especialista en desactivar explosivos. Lo de Ding Liren es más difícil de superar: no levanta cabeza desde que le ganó el título al ruso Ian Nepomniachtchi, justo cuando Carlsen renunció a defender la corona. Ding no está ahora mismo ni en el top 20 y desde que es campeón ha conocido más derrotas que victorias.

Su descenso en la clasificación es el más grave de un campeón en toda la historia. El chino ha reconocido que teme «perder de mala manera», pero asegura que ya ha superado «los peores momentos».

En este juego de contrastes que siempre es el ajedrez, veremos también el enfrentamiento entre China y la India, dos colosos con casi 1.500 millones de habitantes. El primero tiene más recursos, pero quizá menos interés. Para el país considerado la cuna del ajedrez es una cuestión de Estado disfrutar de su segundo campeón, después de Viswanathan Anand. Gane o no Gukesh, el siglo XXI estará dominado por los ajedrecistas indios, mientras su viejo tigre se mantiene de forma asombrosa entre los diez mejores del planeta, con 54 años.

Habrá más de dos millones de euros en juego y se disputarán 14 partidas, salvo que alguno de los finalistas logre antes de lo previsto 7,5 puntos. En caso de empate final, el 13 de diciembre se celebrarían las partidas rápidas de desempate, una fórmula con muchos detractores y que podría compararse a resolver una final de fútbol en los penaltis.

Analistas secretos y superordenadores en la sombra siempre son protagonistas en duelos así, pero la verdadera guerra será la psicológica, una vez más. Por fuera, son dos ejemplos de calma extrema. Gukesh y Ding apenas se alteran, pero al campeón lo hemos visto derrumbarse varias veces.

Depresión

Detrás de su fachada de marfil hay un ser humano que sufre. Eso sí, Ding puede quedarse en silencio, lamentando un grave error después de la partida, pero nunca hace el menor aspaviento, lo que despierta aún más ternura y preocupación hacia su estado mental.

En todo caso, son dos tipos muy educados. Al contrario que Fischer, Kasparov y el propio Magnus, nunca muestran un mal gesto ni tratan de intimidar a sus rivales con su actitud. El jovencísimo aspirante, que practica el yoga y la meditación, lleva muchos meses en un estado de forma brutal: ganó el torneo de Candidatos cuando nadie apostaba por él y en la Olimpiada de Ajedrez, en septiembre, logró el oro por equipos y el individual, como mejor primer tablero. En el mismo torneo, Ding demostró que las piezas en su interior siguen sin recomponerse del todo. Si están pegadas, aún no se han secado bien.

Casi todos los expertos dan a Gukesh como favorito, aunque prevalece la prudencia porque no será fácil para él afrontar la presión del torneo más importante de su vida. También hay consenso en que las primeras partidas serán decisivas. Si el indio se pone por delante, la tarea de remontar se antoja titánica, pero Carlsen cree que el campeón golpeará primero. Vasyl Ivanchuk es otro de los que apuestan por él. Nadie olvida el modo en que tumbó a Nepo en uno de los desenlaces más emocionantes de un Mundial. Luego supimos que ya lo había abandonado su novia y estaba en crisis personal, pero supo abstraerse en busca del mayor logro de su carrera. Otra circunstancia que lo favorece, aunque sea un dato sin demasiado peso en anteriores citas, porque suele favorecer al veterano, es el marcador particular entre ambos. Al menos en ajedrez clásico, Ding ha ganado dos veces a Gukesh, que solo logró unas tablas contra el chino.

El indio, por su parte, sigue siendo un campeón indescifrable para sus colegas. Casi ninguno vio venir su victoria en el Candidatos y, en parte porque han jugado menos veces contra él, no comprenden de dónde procede su fuerza de juego, aunque todos tienen claro que aúna talento y trabajo, una clave del éxito de la camada de ajedrecistas indios que ya domina la clasificación mundial.

Javier Habans, un campeón del mundo navarro de ajedrez con 16 años: "Lo tiene todo. Una memoria espectacular, imaginación..."

Javier Habans, un campeón del mundo navarro de ajedrez con 16 años: “Lo tiene todo. Una memoria espectacular, imaginación…”

"Javier Habans tiene derecho a soñar", asegura desde Brasil el gran maestro Jesús de la Villa, entrenador del joven navarro, que acaba de ganar en Florianópolis el Campeonato del Mundo sub 16. El propio ajedrecista admite que no se había planteado demasiado la posibilidad de vencer: "Es muy bonito soñar, pero solo pensaba en hacerlo bien, aunque empecé fenomenal y vi que se ponía cada vez más cerca. Comencé a creérmelo y a concentrarme aún más. Llegado a ese punto, no quería que se me escapase de ninguna manera".

Habans es el tercer español que se cuelga un oro en un Mundial por edades, después de Paco Vallejo (campeón sub 18 en el año 2000) y Pedro Ginés (sub 14 en 2018). Nuestro ajedrez culmina así un año espectacular, con una buena colección de metales, aunque Habans es quien más ha salido en las fotos: fue miembro del equipo campeón sub 18 en el Europeo celebrado en agosto en Praga, donde también fue bronce sub 16 individual.

En Brasil, el jugador navarro se impuso casi con comodidad, con nueve puntos en 11 partidas. Ganó las seis primeras y luego empezó a dosificar los riesgos, para terminar con siete victorias y cuatro tablas. Hubo dos momentos clave. El primero se produjo en la sexta ronda, cuando ganó con negras al gran favorito, el noruego Aksel Bu Kvaloy. "Su rival cometió un error y Javier lo aprovechó inmediatamente. Ahí empezamos a pensar que podríamos conseguir el oro", cuenta De la Villa. «Todo salió muy bien. Si hubiera empatado alguna de las primeras partidas, algo que podía suceder perfectamente, tendría que haber arriesgado más, pero en ese caso unas tablas estaban bien, aunque planteamos una partida abierta por si acaso».

El equipo español en Brasil.

El equipo español en Brasil.FEDA

Lo cierto es que antes del torneo, entrenador y jugador ya practicaban un poquito ese derecho a soñar que Habans se ganó después con su triunfo. "Yo siempre uso una frase de mentalización un poco antes de los grandes torneos", cuenta De la Villa: "Dentro de dos semanas, puedes ser campeón del mundo o nuestra vida puede seguir igual. Era una oportunidad y él se veía fuerte, aunque luego en un sistema suizo (formato parecido al elegido para la Champions este año) te tiene que salir todo bien".

El segundo momento crítico se produjo en la novena ronda. Jugar con mayor prudencia no le sentó bien y "sufrió más de la cuenta", según De la Villa, para conseguir las tablas. "El polaco se estaba acercando en la clasificación y en esa partida sufrí mucho", reconoce Habans. "Incluso llegué a estar perdido y me puse un poco nervioso, porque se me podía escapar el título. Después de la décima, que gané más o menos fácil, ya me había asegurado el segundo puesto y la última sí la jugué más tranquilo". En esos momentos, el empate le daba la medalla de oro y el español lo amarró sin perder nunca el control.

Una década con De la Villa

De la Villa conoce muy bien a su pupilo, al que vio por primera vez cuando aún no había cumplido los cinco años y ya se quedó asombrado de su talento y determinación. Luego, empezó a trabajar con él de manera regular desde los seis, por lo que ya llevan una década juntos. "Tiene muchas virtudes. Es muy sensato, es valiente y no se arruga en la competición, ni siquiera en las partidas importantes, pero lo que me impresionó desde pequeño es su fortaleza. Algunos lo aprenden con el tiempo; él desde pequeño ya estaba atento a lo que su rival está pensando, no solo en sus jugadas. Luego, tiene una memoria espectacular, imaginación... lo tiene todo".

¿Está preparado para llegar a la élite? "Sí, yo me lo imagino, pero también podría ser que no se produzca nunca. Debe seguir trabajando, dar paso a paso, e iremos viendo. El siguiente objetivo será el de convertirse en gran maestro. Veremos cuánto tarda y de qué forma lo consigue, con qué autoridad y contundencia. Hay que ir poco a poco, pero me gusta una frase de Jonah Lomu: 'Me atreví a soñar'. ¿Quién puede criticarme por eso? Javier tiene derecho a soñar".

Javier Habans, durante un torneo.

Javier Habans, durante un torneo.Vivian PassigFIDE

El protagonista tiene la lección bien aprendida: "Llegar a la élite es superdífícil, pero quedar campeón juvenil te da mucha ilusión y no lo descarto. Ahora no voy a estar ansioso por ser gran maestro. En un mes jugaré en Llobregat, que es un torneo muy fuerte y donde puedo intentar la primera norma (hacen falta tres), pero si no lo consigo habrá oportunidades de sobra".

Cabe la duda de si Habans llega tarde a una carrera en la que vemos a grandes maestros cada vez más jóvenes, algunos con 12 años. «Eso es una tontería. Muchos baten un récord y luego se quedan por ahí", dice De la Villa. "Carlsen no consiguió ese récord y ese enfoque me gusta mucho desde que Javier era pequeño. Eso sí, quería que fuera a campeonatos de España, luego europeos y mundiales. Es fundamental, porque te fortalece el carácter, te pone a prueba".

"Es una locura que haya grandes maestros con 12 o 13 años", apunta Habans. "Desde muy pequeños le echan un montón de horas, pero hay niños prodigio que parece que van a comerse el mundo y luego no llegan a ser tan buenos y no se acercan al título de campeón del mundo".

"Es una generación mejor"

El éxito de Javier Habans no debe empañar del todo la gran actuación de otros españoles en Brasil. Diego Macías, excampeón mundial sub 14, quedó cuarto en el sub 18 de este año, empatado a puntos con el tercero, el polaco Jan Klimowski. El valenciano solo perdió una partida, contra el kazajo Aldiyar Ansat, que acabó segundo.

En sub 14 no había españoles inscritos, pero en sub 16, además del oro de Habans, Lorenzo Perea acabó noveno y Daniel Tabuenca undécimo, ambos con 7 puntos. La única participante femenina, Paula Suárez, ocupó el puesto 14 en el Mundial femenino sub 18.

"Está claro que es una generación mejor y que hemos avanzado", apunta De la Villa. Recuerdo que en mi primera Olimpiada como jugador, en 1994, estábamos felices si terminábamos en el puesto 15. Ahora queremos quedar entre los 10 primeros y buscamos las medallas en estos mundiales. España ha progresado, pero todavía hay países bastante por delante".

Una chica en la categoría absoluta

En el torneo sub 18 hay que resaltar la participación de la argentina Candela Francisco. En ajedrez, existen las categorías femenina y absoluta. Las chicas pueden participar en cualquiera de las dos, pero es muy raro que una jugadora se apunte al torneo más exigente, donde es más difícil conseguir medalla.


Candela, campeona mundial femenina el año pasado, no tenía esa inquietud y lo hizo. Su actuación fue buena y logró 6,5 puntos, con los que terminó entre los 20 primeros. Se vuelve a Argentina con una subida de 36 puntos Elo, además de una experiencia impagable, a cambio de renunciar a un probable segundo oro.

Un niño indio de 3 años se convierte en el ajedrecista más joven en el ránking mundial

Un niño indio de 3 años se convierte en el ajedrecista más joven en el ránking mundial

Actualizado Sábado, 2 noviembre 2024 - 14:54

Un niño indio de tres años se convirtió en el ajedrecista más joven en entrar en el ranking mundial de la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE) tras obtener un sorprendente resultado en un torneo para menores de nueve años, en el que finalizó 24º de 140 participantes.

"¡Un saludo a Anish Sarkar, de 3 años, de la India, el ajedrecista más joven del mundo!", dijo este sábado en una publicación en X la FIDE, en la que indicó que el menor, nacido el 26 de enero de 2021, "ha conseguido su primera calificación clásica FIDE" con un Elo de 1.555 puntos.

Su entrada a la clasificación mundial se produce tras su participación en dos campeonatos abiertos de ajedrez en el estado de Bengala Occidental, en el este de la India, en los que participó en las categorías sub-9 y sub-13.

En el primer torneo, en el que tuvo que competir con oponentes de hasta nueve años, Sarkar obtuvo 5,5 puntos de 8 posibles -sumando cinco victorias, unas tablas y dos derrotas- y acabó en el puesto 24 de 140 jugadores.

Además, logró vencer en las rondas finales a dos oponentes que también forman parte de la clasificación mundial, informó la FIDE.

Posteriormente, participó en otro torneo para menores de trece años, en el que firmó una actuación más discreta -tan solo una victoria y tres tablas en ocho partidas- pero suficiente para cumplir los requisitos básicos para entrar al listado mundial, tras haberse enfrentado entre ambas competiciones a cinco oponentes con ranking.

La entrada de Sarkar en el ranking mundial, que actualmente encabeza el noruego Magnus Carlsen, con 2.831 puntos, se produce en un momento en que el ajedrez indio vive una época de gran esplendor, con dos jugadores en el top 5 mundial.

Las selecciones masculina y femenina de ajedrez de la India se alzaron con la medalla de oro en la última Olimpiada celebrada en Uzbekistán el pasado septiembre.

Además, el prodigio indio Dommaraju Gukesh, de 18 años y quinto del ranking mundial, aspirará este mes a proclamarse campeón del mundo en Singapur, donde se enfrentará al actual poseedor del título, el chino Ding Liren.

De lograrlo, Gukesh se convertirá en el segundo jugador indio en ser campeón mundial, después de Viswanathan Anand, toda una leyenda en la India.