Bádminton
Cae ante la coreana An Se-Young, número uno del ranking, un torbellino, pero celebra su regreso entre las mejores antes de los Juegos Olímpicos de París 2024
Desespera Carolina Marín porque delante está ella misma. La coreana An Se-Young, de sólo 21 años, número uno del ranking de bádminton, salta hasta el cielo y remata, se tira al suelo para devolver lo imposible, no para, no para, no para de correr por la pista. Es Marín hace una década. La más rápida, la más agresiva. En su cuarta final del Mundial, este domingo, Marín descubre qué era enfrentarse a Marín antaño y pierde por primera vez un partido tan importante (21-12 y 21-10 en 50 minutos de juego).
La española que en los últimos años tuvo que cambiar su estilo, adaptarse, volverse más táctica, más conservadora, no puede salir del ciclón que genera Se-Young. “¡Juega, juega, juega! No intentes ganarla en cuatro golpes”, le reclama su entrenador de toda la vida, Fernando Rivas, pero Marín sabe que en los intercambios largos está en desventaja porque lo ha vivido desde el otro lado. Se enrabieta, se frustra, se resigna, pero al final se marcha del Royal Arena de Copenhague, sede del campeonato, con una sonrisa.
Al fin y al cabo, está disfrutando de la prórroga que ella misma se ha dado porque Marín debería estar ya retirada. Quería estar ya retirada. Después de su victoria en los Juegos de Río 2016, en su horizonte observaba un bonito adiós en los Juegos de Tokio 2020 con su segundo oro olímpico al cuello, pero no pudo ser. Antes de la cita, se rompió la rodilla derecha, su padre Gonzalo sufrió un accidente laboral, pasó la pandemia junto a su familia en el hospital, lloró su pérdida sin abrazos y, cuando ya estaba recuperado , se rompió la rodilla izquierda. Su alma y su cuerpo quedaron maltrechos después de la racha. Pensó en dejar el bádminton, tanto que ya había ganado: aquellos Juegos, tres Mundiales y seis Europeos. ¿Cómo entrenar con pena y con miedo? Al final salió adelante.
Su último partido tiene que ser una final olímpica y, por eso, continuará, peleará hasta los Juegos de París 2024. “Tuve que aceptar el dolor que me impedía entrenar y soportar la carga que mi equipo me exigía. Ahora vivo el bádminton de otra forma, aguanto toda la carga, y me siento más competitiva que antes”, confesaba antes del Mundial que la ha devuelto entre las mejores.
Desde su regreso en abril de 2022 había llegado a las finales del Open de Francia, del Masters de Indonesia y del Open de Indonesia, pero había caído en todas -una de ellas ante la propia Se-Young- y quedaban dudas sobre su nivel. Ya no. En el Mundial recién acabado, Marín ha derrotado a jugadoras como la japonesa Akane Yamaguchi, número dos del mundo, o la taiwanesa Tai Tzu-ying, número cuarto, y ha presentado su candidatura para el podio olímpico. “He conseguido una medalla de plata. Estoy un poco desilusionada, pero orgulloso de haber llegado hasta aquí, de todo lo que he estado entrenando. Esto no acaba aquí, esto sigue y voy a por más”, comentaba al finalizar, una vez aceptada la derrota. Está preparada para el desafío olímpico, sólo le falta un plan para superar a Se-Young, pero lo encontrará. Al fin y al cabo, delante está ella misma.