«La vida del futbolista es la mejor que hay, nadie vive mejor que un futbolista, pero también puede ser muy sacrificada. Si no consigues la estabilidad de estar varias temporadas en un mismo club, te tienes que buscar la vida y eso significa cambiar varias veces de país, separarte de tu familia, estar siempre adaptándote a una nueva cultura. Das muchos tumbos y eso es duro», acepta Carlos Calvo, uno de esos jugadores que siempre andaba con una maleta en la mano. Formado en el Real Madrid y con un brevísimo paso por el filial del Atlético -«Ni debuté porque no convencí a Pepe Murcia», confiesa-, llegó a jugar en Primera con el Xerez en la temporada 2009-2010, pero construyó su carrera en Segunda entre el propio Xerez, el Granada, el Hércules, el Almería, el Huesca y el Cádiz.
Luego le tocaría irse a Grecia, a Malta, e incluso a la India. «Estaba en el limbo, un poco cansado de dar vueltas y me salió la oportunidad de vivir allí a través de César Ferrando, que había sido mi entrenador. Como llevaba desde los 16 años fuera de casa, no me costó aceptar, lo tomé como una experiencia más. Y estuve muy cómodo, me trataban muy bien. De hecho, me quería quedar más años, pero a veces las negociaciones no salen como uno quiere», recuerda Calvo que se retiró en 2021, después de un paso romántico por el Xerez de Tercera Federación. ¿Y qué hace ahora con 39 años? ¿Es entrenador? ¿Es director deportivo? ¿Ha abierto un restaurante, un gimnasio, un holding de intermediación? Nada de eso. Aunque ya no juega al fútbol, Calvo sigue chutando los mismos balones, pero en otro deporte: el footgolf.
- ¿Qué tiene el footgolf de fútbol y qué tiene de golf?
- De fútbol, en realidad, no tiene mucho. Jugamos con una pelota de fútbol y con el pie, no con un palo. Pero todo lo demás es del golf. Competimos en campos de golf con sus 18 hoyos, marcamos un par y gana el que necesita menos golpes para completar cuatro vueltas. Si incluso vestimos con la ropa del golf, con las mismas zapatillas.
«Es un deporte que se creó hace 15 años en Países Bajos. Yo lo conocí cuando jugaba en el Cádiz porque uno de los primeros campeones de España era amigo mío, Alberto de Benito. Me invitó un día, lo probé y me gustó, pero tampoco me alucinó porque me ganaba gente que pegaba peor al balón que yo. Luego cuando me retiré del fútbol volví a jugar y ya le fui pillando el truquillo, la táctica, el toque. Ahora llevo tres años compitiendo y me apasiona. Hay muy buen ambiente y es un deporte muy sano, nada lesivo», explica Calvo que hace más que jugar al footgolf. Gana al footgolf, gana mucho al footgolf.
En la Eurocopa de Turquía
Es el vigente campeón de España, el pasado septiembre venció en un Grand Slam, el Abierto Británico, y esta semana liderará a la selección en la Eurocopa de Turquía. Tiene un centro de fisioterapia, no le llega como nuevo oficio, aunque los premios cada vez son más cuantiosos. «El último Open de España repartía 8.000 premios, es un deporte en auge», advierte el ex futbolista, cuya implicación es máxima: desde hace unos meses es también el presidente de la Federación Española de Footgolf (FEFG) que busca su anexión a la Federación Española de Golf. O como mínimo una colaboración. «Queremos crecer de su mano porque somos un deporte muy unido al golf, porque usamos sus campos. No es fácil la convivencia. El golf tiene mucha tradición, muchos de sus practicantes son mayores, de una clase social alta, a veces no nos ven con buenos ojos. Pero estamos demostrando que no dañamos los greens, que hacemos un agujero de 52 centímetros, lo tapamos y ya está. Y que luego damos unos ingresos, claro».
En España hay una veintena de campos donde se puede practicar el footgolf, la mayoría en el sur del país. Al no tener una Federación como tal, el conteo de practicantes es inexacto, aunque por los campeonatos se supone que superan el centenar, con aficionados ilustres como Fabián Ayala, ex del Valencia, o Florent Sinama-Pongolle, ex del Recreativo, el Atlético o el Zaragoza. «Para un ex futbolista la adaptación es fácil y es un deporte muy relajado. Yo no quería meterme a entrenador y seguir dando vueltas». Así me mantengo en forma, compito y me divierto», finaliza Calvo, de futbolista a footgolfista.