Bono se hace gigante en los penaltis contra la Roma y el Sevilla es otra vez Rey de Europa

Bono se hace gigante en los penaltis contra la Roma y el Sevilla es otra vez Rey de Europa

Europa League


Sevilla – Roma (1-1, 4-1)

Actualizado

El equipo de Mendilibar gana su séptima Europa League remontando a la Roma y agarrándose al portero marroquí en los penaltis

Los jugadores del Sevilla celebran el título.Darko BandicAP

El querer se puede acabar, pero el amor no conoce final. El Sevilla no es que quiera la Europa League como nadie, es que ha establecido con ella un amor que supera todas las barreras. No es un idilio, ni siquiera un querer que se reencuentra cada poco tiempo. Es una relación continuada, afianzada, que no deja de crecer. La conquista la inició Juande, pareció un idilio eterno con Emery y Lopetegui mantuvo la llama que ahora Mendilibar azotó. Como los amores que perduran. El Sevilla reina en la Europa League, otra vez porque la ama sin límites aunque sea agarrado a los penaltis y a Bono.

No fue fácil conseguirlo pese a que estaban advertidos. Mendilibar quería ver en el Puskas Arena al equipo que no temió a United ni Juve, pero sabía que tendría que encajar golpes, físicos y mentales. Así son las legiones que arma Mourinho, un estratega sin piedad que no renuncia a ningún arma, aunque eso signifique olvidarse del juego y enmarañarlo. El Sevilla no tenía que hilar jugadas, ni encontrar las orillas por donde dibujar centros ni ver aparecer a En-Nesyri. Ocampos debía desaparecer y Bryan Gil ni progresar. Si eso significaba guerrear, los romanos, alentados por una grada scaliente, saben bien cómo hacerlo. El primer paso era desesperar al Sevilla y lo cierto es que no les costó demasiado. Ya en el once había un aviso. Mou jugó al despiste con los 20 o 30 minutos que podría jugar Paulo Dybala, que se convirtieron en una titularidad decisiva.

Apareció en diez minutos para buscarle las cosquillas a Telles, asistir a Çelik y lograr que Bounou se ludiera ante un disparo de Spinazzola. Primer aviso. El segundo acabó dentro de la portería. En una contra que nació de un robo de Cristante a Rakitic, el argentino desató la locura.

Del varapalo tenía que recomponerse el Sevilla porque la muralla romana se iba a levantar algunos metros más. Ante un rival que rompía el ritmo con faltas, protestas y marrullerías varias. Otra vez debía el Sevilla acordarse de tener paciencia, como en otras finales lo supo hacer. Aparecían los centros, pero no ganaban los duelos aéreos. Solo lo logró Fernando y su remate se perdió por encima del larguero. Era el primer remate a puerta del Sevilla en 43 minutos. Espabiló entonces y en los siete añadidos, con la Roma recostado ya en el descanso, un disparo de Rakitic desde la frontal lo escupió la base del poste.

Ahora era el Sevilla quien avisaba y Mendilibar le metió más vértigo. Lamela y Suso debían decirle a los italianos que la copa aún no tenía dueño. No hizo ni falta, porque Navas sacó un centro tan perfecto que Mancini no pudo salvarlo y se lo metió a Rui Patricio en la portería. Si la Roma se había sentido superior, desde ese minuto55 no lo fue. El fútbol compareció en la final y el Sevilla lo amarró. Suso se le escurría al poblado centro de medular romano y la pelota comenzó a aparecer en las orillas y a pasar por las botas de Ocampos. Aun así, la Roma seguía buscando penalizar los errores sevillistas. Encontraban los hombres de Mendilibar cómo llegar al área, pero sus remates eran tímidos. Eso daba vida a la Roma.

Un tramo final agónico

La suerte se volvió a aliar con Bounou en una falta que rozó Abraham pero acabó bajo el cuerpo del meta marroquí. Ya no había susto que descentrara al Sevilla, que incluso tuvo un penalti a Ocampos que el VAR anuló. Mou necesitaba pulmón. A Dybala lo mandó al banquillo y buscó la fuerza de Wijnaldum y la velocidad de Belotti. Costó que apareciera, pero lo hizo en un pícaro saque rápido de falta. Lo empaló a bocajarro pero no contaba con que los dedos de Bounou sostuvieran al Sevilla en la final. Incluso pudo llevársela con el tiempo cumplido en un centro de Suso en banda derecha que En-Nesyri, con el cuello frío, cabeceó alto. Era la primera clara que el marroquí tenía pero no fue la última sevillista en el tiempo reglamentario porque Fernando perdió la ocasión de evitar la prórroga.

Entonces apareció el miedo, la responsabilidad y los minutos pesaban en las piernas aunque los entrenadores zarandearan sus onces con el refresco del banquillo. A Navas le gustó poco salir del césped, a Spinazzola y Pellegrini tampoco. Sabían lo que significaba mientras las gradas se activaban para dar el último empujón. Pero el balón corrió poco. Algunas faltas, córner de infarto en para la Roma, una internada de Montiel que no se atrevió a dispara al segundo palo y un último remate de la Roma. Los 11 metros iban a decidir, como en 2007 ante el Benfica, como en 2014 ante el Espanyol. Bono se hizo gigante ante Mancini e Ibañez y entregó al Sevilla su séptima Europa League. Montiel, como en el Mundial de Argentina, anotó el decisivo.

kpd