Eurocopa 2024
Testigo directo
En Granada, donde los taxistas no ubican bien el partido de España ante Chipre, la Federación opta por hacer como que Rubiales no existe.
Normalmente, los taxistas son un buen termómetro para saber lo que ocurre en una ciudad. Granada, soleada, veraniega todavía, preciosa, andaba ayer dejando atrás el fin de semana, escuchando de fondo la voz ronca de Sabina, que llenó dos veces la plaza de toros, viernes y sábado. Los taxistas. Dos de ellos no sabían quién jugaba hoy en Los Cármenes. Otro también andaba desubicado: «¿Cuándo juega aquí España?».
Un vistazo al aeropuerto, pasadas las 13.30 horas, daba otra idea de que la gente andaba un poco despistada con el partido. Mientras el autobús esperaba en una puerta lateral del aeródromo, había casi más Guardias Civiles que aficionados. Del avión, que se movió mucho en el aterrizaje, poniéndole el estómago boca abajo a alguno, se bajó una expedición donde los nervios siguen a flor de piel, y donde todo el mundo mira de reojo al que tiene al lado. No estaba al frente Pedro Rocha, el actual presidente, en cuya figura se posan ahora los ojos de todos para saber qué rumbo va a tomar, si el que marcan los estatutos o el que le pide el Gobierno, quién sabe si incompatible con el respeto a esa reglamentación interna. El presidente no viajó con la absoluta y lo hizo en coche hasta Jaén, donde jugó la sub’21. Hoy sí estará en Granada.
Para saber más
Ante la dimisión de Rubiales un domingo por la noche, sin previo aviso (aunque hay voces que sostienen que había gente en la Federación que sí lo sabía), han optado por hacer como que Rubiales no existe. No llegan a usar aquello de Rajoy -«esa persona de la que usted me habla»- pero sí que la estrategia es no volver a hablar de él, de esa especie de fantasma que sobrevuela, sin embargo, todo lo que ocurre. «Tiene que haber unos cuchillos ahí…». La frase la suelta un veterano de los viajes con la selección mirando hacia el banquillo, donde charlan varios miembros de la expedición, mucho más pequeña que de costumbre. Apenas hay noticias del séquito de Rubiales, aunque algunos andan por Granada con la mosca detrás de la oreja.
El mejor ejemplo de ese interés por ignorar la existencia misma de Rubiales fue la rueda de prensa de Luis de la Fuente. Como no podía ser de otro modo, había interés por saber qué pensaba el seleccionador sobre el asunto, pero no hubo manera. Fueron media docena de preguntas a Luis de la Fuente sobre Luis Rubiales y su dimisión. Los periodistas trataron de darle al coco para intentar hacer preguntas de las que no fuera fácil escaparse. ¿Qué opina de la dimisión? ¿Afecta al equipo? ¿Qué pensó cuando se enteró? Y así un buen rato en la sala de prensa. Lo único llamativo es que dijo no haber hablado con el presidente que le aupó al cargo, un detalle, por cierto, que le molestó mucho (que alguien le recordara que era el presidente que le nombró).
LA SEXTA PREGUNTA
Fue la sexta pregunta sobre Rubiales la que desató la tensión en la sala. Le dijeron que si había hablado con el hombre que le había colocado en el puesto donde está ahora. «Llevo 11 años en la casa, empiezo ahora el año 12. Llevo más años que Rubiales. Nadie me ha regalado nada, que quede claro, lo que tengo me lo he ganado yo. Soy un hombre agradecido a todas las personas que me han ayudado, pero ya», y ante la insistencia del periodista, fue cortante: «No, no hablé con él». Ahora, en teoría, terminada la suspensión de FIFA y con él fuera, ya sí podría. Pero no.
En ese momento, el jefe de prensa de la selección española tomó la palabra: «Se han contestado seis preguntas sobre la dimisión de Luis Rubiales. El seleccionador ya ha dicho lo que tenía que decir y si alguien tiene alguna pregunta más, que no tenga que ver con la dimisión, adelante. Porque ya ha contestado seis preguntas sobre Rubiales en la previa de un partido». El silencio se podía cortar. Hubo más preguntas sobre otros aspectos. Intrascendentes.
El objetivo, pues, es no volver a hablar de Rubiales, que por cierto es de Motril, provincia de Granada. Una ciudad que va a llenar el estadio esta noche más allá de que los taxistas anden a otra cosa. Acaso por el recuerdo de Sabina en la plaza de toros.