A 10 jornadas para el final de la fase regular, cada derrota es ya un puñal en las aspiraciones del Real Madrid de estar entre los seis primeros (playoffs) o, al menos, entre los 10 para disputar el play in de la Euroliga. El irregular comienzo de curso ahoga y las cuentas no salen. En el doblete de Estambul, los de Chus Mateo comenzaron con mal pie, derrota ante el Anadolu Efes. Un insólito apagón: sólo Mario Hezonja fue capaz de anotar en el acto final. [79-73: Narración y estadísticas]
Es la tercera derrota en los últimos cuatro partidos en Europa (y gracias a aquel triple final del propio Hezonja ante el Baskonia). Un retroceso preocupante. El jueves, nada menos que visita el Fenerbahçe (segundo). Y a la vuelta del parón copero y de selecciones, el clásico ante el Barça (luego, visita al Panathinaikos).
Mientras el partido en Estambul se mantuvo igualado, pareció un Real Madrid rejuvenecido, fresco, ilusionante. Plantaba cara al Efes con Dzanan Musa lesionado (se torció el tobillo) y con Bruno Fernando y Hugo González (debutó en Eurologa Dennis Smith Jr.) como estiletes. Parecía sentirse cómodo, pese a haber amanecido con un 8-0 y con el ex Poirier poniéndose las botas.
Pero todo se enredó de mala manera cuando la cosa se puso seria. Fue una muerte súbita y sin remedio. Todo lo que parecía decente fue triturado por Luca Banchi y los suyos, que arrancaron el acto final con un 9-0, dejaron casi cuatro minutos sin anotar al Madrid y encaminaron un triunfo que les espabila en la clasificación.
Un bloqueo total, rendidos a Elijah Bryant. Campazzo, de vuelta tras el descanso por su paternidad, perdió cinco balones (aunque repartió 10 asistencias). No fue su mejor tarde y el Madrid lo nota. Con él y Andrés Feliz juntos y Garuba al cuatro, afrontó Mateo los minutos decisivos. A falta de 4:23 caía por ocho cuando Hezonja enhebró dos triplazos seguidos. Ya no iba a anotar más el Madrid. Nervios y malas decisiones para una derrota fea y dolorosa.
De aquella España campeona del mundo de 2006 sólo Álex Mumbrú (Barcelona, 1979) dio el salto a los banquillos, aunque en su caso no extrañe a nadie: aún conserva y actualiza una libreta en la que tomaba apuntes de sus entrenadores, entre ellos Manel Comas, Javier Imbroda, Joan Plaza, Pepu Hernández, Sergio Scariolo y, especialmente, su admirado Aíto García Reneses. Más sorprendió cuando, hace unos meses, la Alemania, también oro mundial (2023), le anunció como relevo de Gordon Herbert. Tras su debut como técnico en su Bilbao Basket y su paso por el Valencia, un salto para reivindicar todavía más el prestigio de los entrenadores españoles. La era Mumbrú comenzó ayer con una derrota en Suecia (73-72) en el partido de clasificación para el Eurobasket, a pesar de las 23 bajas (jugadores repartidos por equipos NBA y Euroliga) con las que contaba.
Hubo alguna oferta, pero he tenido la suerte de que siempre tuve buenos equipos y buenos contratos en España. Pero no tenía ningún miedo a irme, me apetecía conocer otras ligas y otros baloncestos. Estoy a caballo entre España, donde está la familia, y Hagen, sede de la Federación Alemana.
¿Cómo se fraguó su fichaje?
Fui a la primera reunión, como cuando te reúnes con un equipo, a ver qué tal. Y el simple hecho de que el campeón del mundo te este llamando te enorgullece. Supe que habían estado preguntando por mí. Después de varias reuniones se fueron acercando las posturas.
¿Qué buscaban en ti?
Es una pregunta más para ellos. Pero creo que buscaban a alguien que conociera el funcionamiento de la selecciones desde dentro. No es igual que un equipo, donde tienes que consolidar unas relaciones con los jugadores durante el tiempo. En una selección tienes que lidiar con el que venga, que todo fluya rápido porque luego regresan con sus clubes. Y, sobre todo, crear el ambiente para que quieran venir. El compromiso de los jugadores tiene que ser muy alto. Eso lo hace más fácil.
Dennis Schroder, con el que se ya reunió, recordó las semifinales del último Eurobasket, en las que España derrotó a Alemania en Berlín y te relacionó con esa «mentalidad defensiva».
Aquello fue un poco de todo, también competitividad. En ese partido pasaron cosas tácticas que al final provocaron que perdieran. Schroder no es un jugador más, es el base, tiene una mentalidad muy de entrenador, analiza los partidos y se los ve. Cuando un jugador cree que pudo ganar algo y que no lo hizo por culpa de lo táctico, puede pensar que quizá yo les pueda ayudar en eso. Entiendo que pasaron un momento complicado.
¿Cómo fue su encuentro con él en Estados Unidos?
Es un líder. Una gran persona, que es algo importante, y un ganador. Hablas con él y te das cuenta de que sabe mucho de baloncesto y que le gusta. Está muy pendiente de todo y le importa mucho la selección. Hablamos de baloncesto y de los objetivos. Y nos conocimos. En la selección pasas poco tiempo juntos y hay que crear vínculos rápidos para que luego sea más fácil que se extienda en la pista.
Mumbrú, durante los entrenamientos de esta semana con Alemania.Federación Alemana
Él, los hermanos Wagner, Daniel Theis... va a tener mucho talento en sus manos.
Me dicen: 'Qué valiente'. Por haber ido a un equipo que ya es campeón, que casi sólo lo puedes hacer peor. Veremos. Si hay compromiso, por qué no seguir ganando. Es un reto importante, bonito e ilusionante. Pero también tengo la presión de tener que hacer las cosas bien. Intentaremos hacerlo.
¿Esta Alemania le recuerda al exitoso grupo del que formó parte con la selección española?
Sí, la verdad es que sí me recuerda bastante a esa época, a la España que fuimos campeones del mundo, de Europa. Por el compromiso, por la gente, por los veranos en que creamos ese vínculo de amistad entre todos. Y de comportamiento en la pista. Me recuerdan en la manera de jugar, en cómo lo celebran. Ese feeling.
¿Quién fue el entrenador del que más aprendió?
He tenido la suerte de tener muy buenos entrenadores. Fue como un aprendizaje, un clínic continuo con todos ellos. Seguramente, en mi carrera, Aíto ha sido el que más me ha marcado. También Sergio, Pepu... Recuerdo muchas cosas, vas cogiendo las que te marcaron de cada uno de ellos. En mis últimos años lo tenía claro. Iba mirando, preguntando, por qué esto es así... Tenía mucha curiosidad.
¿Cómo te definirías en los banquillos?
Me gusta ser un entrenador exigente, que las cosas se trabajen en equipo. A la parte del vestuario también le doy mucha importancia, el tipo de personas que forman el equipo. Me gustan los equipos aguerridos, que defienden, que luchan, que no vaguean...
El entrenador español está de moda.
El entrenador español está muy bien considerado a nivel mundial. No sólo a nivel Euroliga o selecciones. También hay otros en pequeñas ligas, Venezuela, Polonia... Valoran nuestro trabajo, el nivel táctico, lo que desprendemos... Y los resultados. Va todo un poco relacionado. Es bonito. Que haya un español llevando un equipo NBA habla muy bien, primero de Jordi [Fernández], y después del baloncesto español en general.
Sin embargo, parece que hay una crisis del jugador nacional, sólo ya Aldama en la NBA.
Sigue habiendo un nivel muy alto en el jugador español. Van saliendo camadas y camadas. En las categorías inferiores siempre ganan. Es verdad que aquí en Alemania decidieron en su día hacer una apuesta por su jugador nacional y poco a poco ha ido dando sus frutos.
En la cancha tuvieron grandes batallas con Nowitzki, ¿ya habló con él?
Aún no he podido. Pero es una parte súper importante del baloncesto alemán. Fue uno de los primeros que empezó a abrir el camino del compromiso con la selección. Le conozco, he compartido con él muchos campeonatos. Cuando le vea, seguro que nos echamos unas risas. A ver si le puedo devolver todas esas derrotas con España. En aquella época nuestra selección marcó una época.
Era noche europea grande en el Palacio. De esas en las que poco importan los precedentes. Se trata de ganar, convencer y convencerse. Ante un rival directísimo como el Armani de Mirotic, de Messina y también del ovacionado, "uno de los nuestros", Fabien Causeur. Y el Real Madrid respondió con contundencia. Se desprendió de parte de sus incertidumbres y miró, al fin, a los ojos de la Euroliga. Brillaron los que deben y el contundente triunfo, el tercero seguido en Europa, dispara las expectativas. [96-89: Narración y estadísticas]
Mucho camino le resta a los blancos, este viernes sin ir más lejos en Belgrado contra el Estrella Roja, allá donde concretar las sensaciones. Donde soñar incluso con evitar el play-in, con ser temidos otra vez en los cruces. Ya nada importará el arduo camino hasta aquí. Con Tavares volviendo a ser gigante (19 puntos, siete rebotes en 20 minutos en pista), con el carácter único de Campazzo, los puntos de los 'Brates', el despertar de Garuba y Feliz, la eternidad de Llull. Todo eso lo sufrió el Milán, que se dejó parte de sus opciones aunque un triple de Mirotic sobre la bocina le salvó el basket-average (85-76 ganó en la primera vuelta). Su calendario es propicio.
Serán jornadas de cuentas y miradas a otras canchas. Pero también de sondearse a uno mismo, a esas "frustraciones" que reconocía Chus Mateo y de las que hubo poco rastro ante el Milan. Siempre por delante, respondiendo a cada intento de meterse en el partido de los italianos y sólo titubeando en un desenlace en el que se dejó una ventaja que puede echar de menos después.
Contrastó el aplauso sentido y largo a Causeur en su retorno al Palacio, con la pitada de siempre a Mirotic, otro ex. Eso marcó los prolegómenos, aunque luego pronto quedó olvidado con la gran puesta en escena del Madrid, tal y como demandaba la ocasión. Cuando mire atrás, quizá sea este martes de marzo el partido más trascendental de la temporada. Los blancos se dejaron de historias y de dudas. Fueron un ciclón, prologando ese éxtasis que fue el acto final en el Carpena. Si allí asestó 39 puntos, en el Palacio el Milán se llevó 31 (y eso que el triple desde su propio campo de Andrés Feliz estaba fuera de tiempo).
Garuba-Mirotic
Tuvo mucho que ver Usman Garuba. Al fin. El de Azuqueca está siendo todo lo que se espera de él cuando decidió volver de la NBA. La intensidad, la versatilidad, el carácter. Desde el quinteto inicial, con Deck al tres (le está costando al argentino ser el que es), secó a Mirotic, que en toda la primera mitad apenas fue capaz de meter dos tiros libres. Y además aportó ocho puntos para corroborar el absoluto dominio blanco de la pintura. Un abuso que se tradujo en una distancia de 15 puntos (24-9).
El Madrid de Tavares y Garuba era insondable para Messina. Su equipo intentó reaccionar en el segundo acto, cuando los Brates lideraban la segunda unidad blanca. Le costó al Madrid tres minutos anotar su primera canasta, pero el Armani seguía lejos. Y eso que llegaron sus tres primeros triples (es el equipo con mejor porcentaje de la competición). Las dos últimas posesiones pudieron haberlo cambiado todo. Pero falló Mannion y Llull, con cuatro segundos por jugar y arrancando desde campo propio, acertó con una de sus mandarinas. Para júbilo de las tribunas, que cuando la agarra el balear ya sabe que es apuesta casi segura. Vibra como ante la embestida de un toro. De haberse ido por debajo de 10 a 13 arriba, para un Madrid que reservó muchos minutos a Tavares.
Llull celebra su triple antes del descanso.Juanjo MartínEFE
A la vuelta pareció el Madrid decidido a sentenciarlo, 17 de ventaja (58-41) y todo cuesta abajo. Y sin embargo, la noche tenía trampa. Por las propias desconexiones y por el despertar de Mirotic. Primero fue un 0-9 en un abrir y cerrar de ojos y luego un error de concentración clamoroso de Garuba, para estropear casi todo lo anterior. Esa cabecita, ese ímpetu mal encauzado, le llevó a empujar a Mirotic tras una falta. La antideportiva le mandó al banquillo y liberó al hispano-montenegrino. Encadenó nueve puntos seguidos, robos, tapones y asistencias. El Armani estaba en el duelo.
Pero era noche europea grande. Y Campazzo lo sabía. No están siendo sus mejores semanas, pero él es el líder. A su espalda el equipo y otra vez el colchón. Y todos implicados en un triunfo clave, el que le hace soñar con los playoffs e incluso con esa Final Four.
Al Milán ya no le quedaba respuesta. Apenas salvar el basket-average. Y el Madrid estaba con el subidón de haber funcionado su respuesta, los mecanismos de antaño, el dominio de la pintura, el baloncesto al galope y hasta el acierto. Pero los blancos se enfriaron, Brooks emergió con un par de triples y aunque un palmeo de Tavares pareció definitivo, Mirotic acertó después para el mal menor.