Europeo Sub’21
Hombre clave para Santi Denia, advierte de las dificultades que tendrá la Sub’21 para superar a Suiza en semifinales. A los 13 años lo fichó el Real Madrid, con quien le queda un año de contrato, “pero hay fútbol más allá”.
«A mí el fútbol no me gustaba. La gente más mayor del pueblo me recuerda mucho más en bicicleta y soñaba con hacer motocross, pero mis padres veían mucho riesgo». Así que Antonio Blanco (Montalbán, 2000) acabó pegando balonazos en la calle, con tanto talento que el fútbol lo acabó atrapando. Saltó de su pueblo cordobés de 4.500 habitantes a la cantera del Real Madrid, con más de una lágrima al principio y muchas satisfacciones después, y hoy es el pilar del centro del campo de la Selección española Sub’21 que esta noche buscará el pase a semifinales del Europeo ante Suiza.
Con cierta timidez sonríe para reconocer que, como Miranda, Sergio Gómez, Guillamón, Víctor Gómez y Abel Ruiz, tiene la oportunidad de sumar ser campeón de Europa en todas las categorías inferiores. Con Santi Denia ya lo fueron Sub’17 y Sub’19. Además, él suma una Youth League con el Real Madrid en 2020. «Me hace muy feliz vivir de lo que me gusta. No sé a qué me habría dedicado de no haber sido jugador, porque es lo más bonito que me ha podido pasar», explica un chaval que reconoce que ser profesional «es vivir en una burbuja».
De ella le sacan sus padres y su hermano, que estaba más atrapado por la pelota pero acabó estudiando magisterio. A él, con 13 años, un representante lo vio en el Séneca y lo llevó a Madrid. «Lloré muchas veces. Los cinco primeros meses lo pasé mal. Mi pueblo es muy pequeño, vivía casi en la calle, siempre con mis amigos, con la pelota o la bicicleta… De ahí pasar a la capital, a una ciudad que era enorme, vivir y no poder salir de la residencia… fue complicado», admite.
Un penalti sufrido y celebrado
De esa madurez prematura se siente hoy orgulloso porque le sirvió para enfrentarse a otros momentos delicados. Decidirse a salir del Real Madrid después de que Zidane le hiciera debutar en Primera fue uno. «Hay que ver la realidad del fútbol y yo tenía que seguir formándome y cogiendo experiencia. No me dieron la oportunidad en Cádiz pero en enero me llamó el Alavés y gracias al club y la confianza de Luis García Plaza estoy hoy aquí», admite. Y eso que no pudo ayudar en el agónico ascenso de penalti en el añadido porque ya estaba concentrado con la selección. «Me pasé el partido sufriendo, pero nos lo merecíamos. En lo personal acabar la temporada con un ascenso y con un campeonato de Europa es muy importante y ese penalti lo celebraré de por vida».
En su futuro no quiere pensar hasta el 8 de julio, «con la medalla de oro al cuello», pero le queda un año de contrato con el Real Madrid. Kross, Tchouameni, Camavinga , Valverde, y ahora Bellingham son competencia que le resta opciones.
– ¿Se mira más fuera que dentro?
-Es lógico. El Real Madrid es tan grande que siempre va a querer tener a los mejores jugadores del mundo. A veces te toca salir. Hay fútbol más allá del Real Madrid».
Hace la reflexión sin dejar de recordar que el club blanco se lo ha dado todo. Pero él mira a Rodrigo Hernández, con quien pudo coincidir si, en lugar del Real Madrid, se hubiera decantado por firmar en la cantera del Villarreal. Esa fue la decisión de Álex Baena, la pareja que Santi Denia le ha buscado en este Europeo. «Con los buenos jugadores siempre es fácil entenderse», advierte.
Futbolista de calle
Por su posición, un 6 que da equilibrio, sabe que no es el «típico jugador de calle, regateador, pero de allí vengo, de los campos de tierra, no de la escuela de un gran club». «Todos los días venían las vecinas a quejarse de las manchas del balón en las paredes. Y me comía la bronca de mis padres. Ahora me da coraje ver carteles de prohibido jugar al fútbol en la calle. Estamos perdiendo la picardía que da criarse en ese fútbol», lamenta como un veterano cuando sólo está a punto de cumplir 23 años.
A Antonio la madurez le llegó pronto, pero la sensatez le venía de casa. De ver a su padre Alfonso irse a vender legumbres en los mercados ambulantes de Córdoba y Sevilla. «Mi familia me ha enseñado que la vida no es tan fácil. Para mí lo complicado sería levantarme a las seis de la mañana, irme a trabajar y volver a las seis o siete de la tarde como hacen ellos. Lo mío es un sueño y hay que tener los pies en el suelo porque como mis padres es la mayoría de gente, humilde, mileurista y feliz con lo que hacen». Su deseo, eso sí, es que supere a Suiza en cuartos de final, -«algo que sabemos que no será fácil porque nos enfrentamos a ellos en marzo y nos tocó remontar (3-2)», advierte el centrocampista-, y verle campeón de Europa. Otra vez.