Alcaraz mira a Nadal: “¡Vamos!”. Nadal mira a Alcaraz: “¡Vamos!”. Alcaraz mira a su equipo: “¡Vamos!”. Nadal mira a su equipo: “¡Vamos!”. Los equipos de ambos les miran: “¡Vamos!”. Y así una y otra vez, una y otra vez, “¡Vamos!”, “¡Vamos!”, “¡Vamos!”. En su camino en estos Juegos Olímpicos, Carlos Alcaraz y Rafa Nadal pueden encontrarse parejas más habituadas al dobles, duplas de auténticos especialistas, pero es imposible que se topen con dos tan firmes, tan animados, tan lanzados.
Pese a su inexperiencia en el juego de dos, Alcaraz y Nadal son favoritos al oro en estos Juegos Olímpicos de París por esa actitud tan propia que les ha llevado a, cada uno por su lado, reunir 26 títulos de Grand Slam en sus vitrinas. En su próxima ronda, los cuartos de final, se encontrarán con los estadounidenses Austin Krajicek y Rajeev Ram, dos veteranazos que han ganado cinco ‘grandes’ en dobles -por separado-, pero a ver cómo les hunden. Después de cada error, un aliento y después de cada acierto, un grito. “¡Vamos!”, “¡Vamos!”, “¡Vamos!” y luego “¡Vamos!”, “¡Vamos!”, “¡Vamos!”.
Luego está el tenis. Si en la primera ronda de estos Juegos, Alcaraz estuvo nervioso, muy nervioso, en la segunda ronda de este lunes contra los neerlandeses Tallon Griekspoor y Wesley Koolhof le encontró al punto a eso de jugar junto a su ídolo, con todo lo que implica. Tranquilo como en sus partidos de individuales y sin ninguna muestra de dolor en el muslo derecho, el más joven de la pareja tomó el control para cerrar la victoria por 6-4, 6-7(2) y 10-2 en el super tie-break en dos hora y 21 minutos.
El control de Nadal y los golpes de Alcaraz
En el día más caluroso de lo que va de año -o de siglo- en París, Alcaraz y Nadal lograron sufrir poco con su saque -tres bolas de break concedidas- y esperar pacientes a su mano para quebrar el servicio de los rivales una vez por periodo y llevarse el triunfo. Como ya demostró en el torneo individual ante Alcaraz, Griekspoor es buen pegador, bueno en el saque, bueno desde el fondo, y Koolhof es un experto en dobles así que el éxito no era sencillo. El encuentro se decidió en dos momentos y en éstos brilló Alcaraz. En el primer set, una derecha cruzadíma le entregó el periodo a la pareja española. Y en el super tiebreak, dos saques y dos remates que lo decidieron todo
Nadal, dispuesto, incluso veloz, recuperado de sus esfuerzos recientes, ponía control y experiencia en la red, pero Alcaraz era el que resolvía en la mayoría de casos. El vencedor de 22 Grand Slam, de hecho, es consciente de esa máxima y de ahí sus acciones: pese a la diferencia de edad, en los intercambios tácticas, el veterano suele escuchar al joven y no al revés. Cuando Nadal tomaba el mando era en los momentos delicados, como cuando Griekspoor y Koolhof forzaron el super tie-break, para impedir que el ánimo de Alcaraz decayera. “No pasa nada, va”, y todos arriba. De entrada, en esa muerta súbita, un 5-0, el dominio de la situación, y luego “¡Vamos!”, “¡Vamos!”, “¡Vamos!” y “¡Vamos!”, “¡Vamos!”, “¡Vamos!”.