Vence en segundo ronda al francés Grégoire Barrère (6-2 y 7-5) con paciencia suficiente en el segundo set
Queda mucha temporada, casi una eternidad, y el desafío para Carlos Alcaraz es seguir. Seguir, seguir y seguir. A sus 20 años se le presupone un vigor inacabable, pero ya son 70 partidos este año, 12 torneos jugados casi al completo -hasta la final o las semifinales-, incluidos tres de los Grand Slam. Las piernas pesan. Más la exigencia.
Después de su derrota ante Jannik Sinner en semifinales del ATP 500 de Pekín, Alcaraz admitió que la cabeza le había traicionado y que, si quería mantenerse en la cima, tenía que ser más consistente, incluso cuando el cansancio acechara. Prometía trabajar en ello. Este sábado, en su estreno en el Masters 1000 de Shanghai, puso la primera piedra para esa mejora. En su victoria ante el francés Grégoire Barrère en segunda ronda (6-2 y 7-5, en 1:42), el español mantuvo la concentración en todo momento.
En las manos del rival no había un tenis excelso, capaz de llevar a Alcaraz a lugares incómodos, pero sí había golpes duros y un buen saque. Más allá de un inicio olvidable, nervioso, fallón, Barrère presentaba un reto valioso. Pasara lo que pasara, el español tenía que seguir a lo suyo. Si el francés empezaba a acertar, como ocurrió en el segundo set, Alcaraz tenía que seguir a lo suyo. Cuando cedió un break en ese parcial, el número dos mundial pudo precipitarse, lanzarse hacia la victoria con demasiado impulso, y no lo hizo. Para su victoria tuvo que esperar y lo hizo. Un buen ejercicio psicológico para lo que queda.
Porque vendrán tenistas con más recursos, desafíos superiores, y deberá superarlos si quiere elevarse sobre el cemento, una superficie tantas veces propicia para él. En los últimos tres torneos, el Masters 1000 de Cincinnati, el US Open y el ATP 500 de Pekín alcanzó los encuentros decisivos pero cayó en ellos con sus rivales por la cima del ranking ATP, Novak Djokovic, Daniil Medvedev y Sinner.
Con Djokovic ausente en China, si Alcaraz quiere auparse al número uno deberá volver a levantar títulos, sea este en Shanghai o los siguientes, el Masters 1000 de París-Bercy y la Copa de Maestros que se disputará en Turín. Queda mucha temporada, casi una eternidad, y el desafío para él es seguir. Seguir, seguir y seguir. Las piernas pesan. Más la exigencia.