Carlos Alcaraz ha anunciado que no disputará el Masters 1000 de Roma que comienza la próxima semana en el Foro Itálico al resentirse de la lesión en el antebrazo derecho que le apartó del Masters 1000 de Montecarlo y del torneo de Barcelona.
El murciano ya indicó al término del encuentro ante el ruso Andry Rublev, de los octavos de final del Masters 1000 de Madrid, que jugó con el brazo protegido con un manguito, que no había tenido buenas sensaciones en la zona.
Tras someterse a unas pruebas médicas para conocer la situación del antebrazo, el número tres del mundo ha anunciado en redes sociales que no jugará el torneo de Roma.
“Sentí dolor después de jugar en Madrid, molestias en mi brazo. Hoy me hecho unas pruebas y tengo un edema muscular en pronador redondo, consecuencia de mi última lesión. Desgraciadamente no voy a poder jugar en Roma. Necesito descanso para recuperarme y poder jugar sin dolor al cien por cien”, apuntó Alcaraz.
Carlos Alcaraz, que iniciará ya la recuperación de la lesión, tenía intención de disputar el torneo de Roma, pero tras la dolencia su intención es llegar en perfectas condiciones a Roland Garros que comienza el 26 de junio.
Una sonrisa debe aparecer en el rostro de Carlos Alcaraz cuando se sortea el cuadro de un torneo, sea el que sea, sobre la superficie que sea, haya techo o se vea el cielo, y en su camino puede leer el nombre de un rival concreto: Stefanos Tsitsipas. El resto de estrellas de la ATP le han derrotado en alguna ocasión, saben cómo responderle -o al menos cómo intentarlo-, pero el griego no tiene ni la más mínima idea. En seis ocasiones se han enfrentado, en seis ocasiones no ha habido discusión. No sólo es que Alcaraz haya ganado siempre; Tsitsipas sólo le ha robado tres sets de 21.
Este martes, en el último episodio de tan descompensada rivalidad, el español venció en cuartos de final de Roland Garros por 6-3, 7-6(3) y 6-4 y se clasificó para las semifinales del viernes, donde le espera Jannik Sinner. El italiano, nuevo número 1 del ranking mundial, será el primer rival a la altura de Alcaraz, que vuela sobre la tierra batida de París rumbo a un posible título, a muy posible título.
Porque desde el año pasado en Wimbledon no se veía un Alcaraz tan agresivo, tan dominador, tan concentrado. Partido a partido ha ido elevando su tenis de manera evidente. Si empezó con miedo a golpear con su derecha, ahora noquea en cuanto puede. Si empezó afinando su nuevo saque, ahora todos van dentro, con un 73% de primeros que llegó a ser un 85%. Si empezó con algunos despistes, ahora está sumergido en el juego, ni un punto concede. Si empezó perdonando muchas opciones de break a su favor, ahora es letal, este martes cuatro rupturas de seis oportunidades. Y así todo.
Los ánimos a Tsitsipas
"Stefanos, Stefanos", gritaba una y otra vez el público francés y no era para alentar la victoria de Tsitsipas, era simplemente para que hubiera partido. El griego había saltado a la pista con la intención de recortar de los intercambios, de ser muy ofensivo, de evitar que Alcaraz le dominara con su derecha sobre su revés y su planteamiento no funcionaba. Su carácter, luchador como pocos, era la esperanza de los aficionados. Y en algún momento esos ánimos funcionaron. A mediados del segundo set Tsitsipas aprovechó sus primeras bolas de break contra Alcaraz para romperle el servicio, devolver la igualdad al marcador, forzar el tie-break y soñar con un partido largo. Pero Alcaraz también controló esa muerte súbita. Entre quejas a la jueza de silla porque el español gritaba demasiado, Tsitsipas se hundía, se hundía, se hundía.
En la previa el griego recordaba aquella tarde en la que Rafa Nadal le descubrió el miedo. Fue en la Laver Cup de 2019 y Alcaraz sólo tenía 16 años, y todavía no había jugado un partido en ATP, y tenía un cuerpo todavía por hacer. Pero Nadal avisó a Tsitsipas: 'Será muy bueno'. Y éste supo en aquel mismo instante que tenía un problema. "Pensé que Nadal seguramente tenía razón y que ese chaval sería uno de mis grandes rivales en el futuro. Mi predicción resultó ser correcta", comentaba entre la broma y el disgusto. Entre sus armas para derrotar a Alcaraz por primera vez en su vida estaban los precedentes. El griego pensaba que, con un balance tan desequilibrado entre ambos, asumidos los papeles de dominador y dominado, el español podía saltar a la Philippe Chatrier con un exceso de confianza.
El desgaste de Alcaraz
Su plan era lógico: arrebatarle el primer set con un juego muy directo y luego luchar, agarrar la victoria con las uñas y los dientes. Pero no fue así. En sus cuatro partidos anteriores en París, Alcaraz había empezado dormido y había entregado su primer saque al rival. De inicio, break. Pero esta vez pasó lo contrario. El número tres del mundo no sólo le arrebató a Tsitsipas su juego, también se llevó el suyo propio y, además, lo hizo en blanco.
Su excelente progresión en Roland Garros le permitirá ahora llegar a semifinales muy fresco, más teniendo en cuenta que contará con dos días de descanso hasta medirse a Sinner. El peor encuentro, ante el holandés Jesper de Jong, la única vez que cedió un set, se fue más allá de las tres horas: el resto han durado poco. Si ante un rival tan peleón como Tsitsipas venció en sólo dos horas y 14 minutos de juego, el cómputo total sólo puede ser muy favorable. En total suma poco más de 12 horas. Con esa ligera mochila, después de tumbar otra vez a su rival preferido, está preparado para enfrentarse al nuevo número 1, Jannik Sinner, el adversario más complicado posible.
Minutos después de su victoria, la vicepresidenta de Wimbledon, Debbie Jevans, enseñaba a Carlos Alcaraz la actualización del histórico cartelón con los 'Gentlemen's singles champions' del torneo. Arriba, "2023. Carlos Alcaraz". Y abajo ya se podía leer "2024. Carlos Alcaraz". "Espero salir también aquí", deseaba el español señalando el siguiente bloque que recogerá los campeones a partir de 2030. Ahora ya no hay dudas sobre si Alcaraz ganará más títulos sobre la hierba del All England Club, la única duda es cuántos.
El cielo está en los ocho trofeos de Roger Federer o incluso en los nueve de Martina Navratilova, pero paso a paso. "Aún no me siento un campeón", aseguraba en la ceremonia de entrega de trofeos y, luego, repreguntado, señalaba a su rival este domingo, Novak Djokovic, y añadía: "Me refiero a un campeón como él".
"De momento estoy construyendo mi camino, sólo eso. Para mí un campeón es alguien que ha ganado 14, 20, 24 Grand Slam. Esos son los tenistas que comen en la mesa presidencial. Yo he conseguido éxitos, pero quiero estar ahí algún día y para eso necesito seguir trabajando, seguir adelante", explicaba posteriormente en rueda de prensa, con un enorme respeto hacia el serbio, a quien halagó en múltiples ocasiones. Con la concentración de la final y el encorsetamiento de los actos posteriores -charla con la princesa Kate Middleton incluida-, le costó a Alcaraz dejarse ir, sólo lo hizo en el habitual abrazo conjunto con su equipo y ya fuera del club, en la casa que tiene alquilada cerca, cuando se puso a ver la final de la Eurocopa.
La Eurocopa y un baile
Ahí, en el sofá, rodeado de todos sus ayudantes, de su familia e incluso de varios amigos llegados desde El Palmar, soltó toda la tensión, aunque todavía le quedaba mucha noche. Por deferencia hacia él -y por interés de los propios organizadores, se supone-, la clásica Cena de los Campeones de Wimbledon se retrasó hasta el final del España-Inglaterra y sólo después, cuando ya se había resuelto el partido, empezó el convite. Fue entonces cuando a Alcaraz le tocó bailar con la campeona del torneo femenino, la checa Barbora Krejcikova.
"Me he sentido diferente que el año pasado. Antes del partido estaba mucho más calmado, he hecho un calentamiento realmente bueno y hasta una hora de empezar a jugar estaba realmente tranquilo. Eso me ha ido muy bien", aseguró Alcaraz que antes de la rueda de prensa se dio un baño de masas, con una enorme ovación en el balcón de la Central. Entre los líos de otros ídolos, como los que tuvo Novak Djokovic durante el torneo, el español, puro carisma, se ha ganado al público británico, que ya admira su figura histórica. No en vano, sólo otros dos tenistas, Björn Borg y Mats Wilander, tenían cuatro 'grandes' a los 21 años y 70 días como él. No en vano, sólo otros cinco jugadores, Rod Laver, el mismo Borg -tres veces seguidas-, Roger Federer, Djokovic y Rafa Nadal -dos veces-, encadenaron Roland Garros y Wimbledon en el mismo año.
"He visto o he leído todos esos récords, todas estadísticas, pero intento no pensar mucho en eso. Es un gran inicio en mi carrera, pero como decía quiero seguir creciendo. ¿Dónde está mi límite? No quiero pensarlo, la verdad", insistió Alcaraz que este lunes se hará la foto protocolaria con el trofeo a primera hora de la mañana y volverá rápido para España, primero a Madrid y luego a Murcia, a su casa, para tomarse unos días de descanso antes del siguiente reto. En menos de dos semanas en París disputará sus primeros Juegos Olímpicos, otra vez en tierra batida, en solitario y con una leyenda de las que "comen en la mesa grande", Rafa Nadal, al lado.
"Cada vez somos más peligrosos", proclama Carlos Alcaraz y habla de Novak Djokovic y Jannik Sinner, que van avanzando rondas, pero también habla de él mismo. Cada partido que juega, cada partido que gana, es más rápido, afina más sus golpes, en definitiva, es más Alcaraz. Ya es el mejor Alcaraz. Por culpa de su lesión en el antebrazo derecho, llegaba a Roland Garros con "bajas expectativas", pero con una semana de entrenamientos multiplicaba su confianza y después de su debut reconocía que el sol asomaba en el horizonte. Ahora no hay duda: el título en París es su único objetivo.
Después de vencer en octavos de final a Félix Auger-Aliassime por 6-3, 6-3 y 6-1 en dos horas y 20 minutos ya no puede evitar ser el favorito.
Los otros dos grandes aspirantes, Djokovic y Sinner, han mostrado más dudas, pero a Alcaraz nadie le discute. Sólo en segunda ronda, en aquella extraña desconexión ante Jesper de Jong, vivió una mínima sensación de peligro. Desde entonces, ante dos Top 30 de su generación como son Sebastian Korda y Aliassime, dos demostraciones de su excelso tenis. El próximo martes, en cuartos de final, se enfrentará ante Stefanos Tsitsipas, el primer tenista entre los 10 mejores de la lista contra el que se mide en Roland Garros.
Dos tareas pendientes de Alcaraz
Pese al balance contra el griego (cinco victorias, la última en Roland Garros 2023, y cero derrotas), encontrará seguro más competencia. Porque frente a este Alcaraz, ante el mejor Alcaraz, sólo se puede responder con mucho talento y mucha lucha y este domingo Aliassime sugirió lo primero, pero no lo segundo. Aquel jugador que deslumbró en 2021 ha ido desapareciendo por la falta de confianza y en la Philippe Chatrier apareció para aceptar la derrota.
Con ciertas molestias físicos -reclamó el fisioterapeuta en segundo set-, apenas peleó. Si lo hubiera hecho seguramente hubiera perdido contra la derecha ganadora del español, sus continuas dejadas, sus increíbles 'passing shots', pero el espectáculo hubiera sido otro. Al canadiense tampoco le ayudaron las continuas rachas de viento. En los primeros seis juegos, tiró 11 'drives' fuera, un desatino del que no se recuperó: al final, hizo 39 errores no forzados y 11 'winners'.
En la lista de posibles mejores de Alcaraz, ahora sólo quedan dos. La primera suele ser anecdótica, pero en un duelo ajustado podría no serlo. En sus cuatro partidos en Roland Garros ha perdido su primer servicio; de entrada, siempre, un break en contra. En todas las ocasiones ha recuperado pronto el empate, pero el peligro está ahí. Y su segunda tarea pendiente son las oportunidades de ruptura. Es un cometido en el que ya trabaja, pero este domingo ante Aliassime volvió a evidenciarse esa necesidad. De las siete primeras sólo convirtió una, luego todo fue más sencillo. "Cada vez somos más peligrosos", proclama Alcaraz y habla de los mejores, pero el más peligroso de todos es él.