Hace tres años a España le zarandeó una medalla de oro de un chico que escalaba felinamente. Se llamaba Alberto Ginés y parecía, efectivamente, un chico normal de 18 años. Lo que ocurre es que, de repente, era campeón olímpico. «Había cumplido ya el sueño de mi vida. ¿Y ahora qué hago?», cuenta a EL MUNDO sobre los peajes de un éxito tan inesperado y precoz en una disciplina que se estrenaba en los Juegos. En París, tras clasificarse en el último
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El mundo del baloncesto europeo no salía el viernes de su asombro. El 'tema Heurtel' era lo más comentado no sólo alrededor del universo Barça, también por rivales, domésticos y continentales, atónitos ante lo sucedido. Primero, ante el interés por un jugador con el que los azulgrana ya protagonizaron un episodio más que polémico allá por 2020, cuando le dejaron varado en el aeropuerto de Estambul en plena pandemia como represalia por sus conversaciones ocultas con el Real Madrid. Y, después, con la marcha atrás del fichaje una vez que el francés y su familia ya se habían trasladado desde China a Barcelona.
El argumento esgrimido por el Barça fue la "repercusión social" (negativa) de un refuerzo que ya estaba consensuado por todos los estamentos del club, desde la directiva hasta Joan Peñarroya, pasando, claro por la dirección técnica de Juan Carlos Navarro. Es decir, se toma la decisión (por la grave lesión de Laprovittola y el fiasco físico de Raulzinho Neto), se compra el billete al jugador, se le asigna número (3) y se le cita para el miércoles para pasar la revisión médica. Y, después, comprobado el revuelo mediático, se decide dar marcha atrás con Heurtel ya en España. Eso es lo que explicó David Carro, agente del francés, en la rueda de prensa del viernes por la tarde. En la misma en la que desveló otro de los aspectos insólitos de esta historia ya de por sí rocambolesca. "El martes se hace una llamada para explicar la situación a los Dracs (peña de animación azulgrana), para que fuese una situación normalizada. Ese mismo día, el Barcelona compra el vuelo para que venga", admitió.
Un hecho, el de consultar el fichaje con el grupo de aficionados (el más clásico desde hace años en el Palau), que después corroboró la misma agrupación mediante un comunicado que firma Toni Valle. "El martes 31 recibo la llamada de nuestro club para informar sobre la intención de fichar a un jugador. Desde el club me hacen una explicación de su decisión basada en las necesidades del equipo, en las características técnicas del jugador, en su situación deportiva y en la grave limitación económica que hay. Después de esta justificación de su decisión me dicen su nombre, Thomas Heurtel", expone. Y continúa: "No hay que decir la sorpresa al escuchar el nombre. Me preguntan mi opinión y mi respuesta es queno es una pregunta que se tenga que hacer a nuestro grupo, tan solo somos un grupo de animación y se trata de un jugador que salió muy mal del Palau tanto como jugador nuestro como visitante".
Tras esta conversación y según apunta Dracs en su comunicado, la propia peña "sugirió" al Barça "unos puntos que pueden ser importantes de hacer antes de tomar una decisión". El primero era "hablar con nuestros jugadores actuales, y sobre todo con los que coincidieron con él al equipo, para ver cómo sería el recibimiento y si se podría convertir en un foco de conflicto". El segundo, "unificar la decisión con entrenador, cuerpo técnico, dirección deportiva, presidente de la sección y resto de directiva porque todas las partes compartan objetivo y no dar la imagen de descontrol que últimamente se vive a la sección". Y el tercero y último que Heurtel "pida disculpas públicamente a la afición del Palau Blaugrana y al barcelonismo, en general, por su comportamiento y responda con sinceridad a todas las preguntas que le hagan llegar los abonados y abonadas".
Como si el Giro fuera una enorme partida de póquer que se disputa entre montañas, los protagonistas esconden en sus pedaladas lo que su físico y sus sensaciones afirman, para bien o para mal. Conscientes todos que todavía son balas de fogueo, que todo se va a decidir en el encadenado dolomita de la próxima semana, cinco etapas tan exigentes, tanto desnivel acumulado, que nadie podrá disimular nada ya. Tras la lluviosa contrarreloj de Pisa que poco aclaró, los Apeninos fueron de nuevo caldo de especulación. Y en esas aguas revueltas, poco ciclistas con más colmillo que el infatigable Richard Carapaz.
El ecuatoriano volvió a pescar, su octava victoria de etapa en una gran vuelta, la cuarta en el Giro que ya lograra conquistar en 2022, seis años después de la última en Courmayeur. Un palmarés que será legendario, incluido también el oro olímpico de Tokio. "Elegí el momento adecuado", explicó, como tantas veces hizo en su carrera, ese punch imbatible que puso entre la espada y la pared a los que pretenden ser triunfadores en Roma. Cuando atacó Carapaz, en la última subida del día, Pietra di Bismantova, todos se miraron y lucieron la mejor de sus caretas.
Carapaz, del Education First, en el podio.LUCA BETTINIAFP
Primoz Roglic pareció flaquear, como unos cuantos kilómetros antes, en el poderoso San Pellegrino, uno de los puertos más duros que va a subir esta Corsa Rosa (14 kilómetros casi al 9%), cuando probó Egan Bernal. Tampoco Juan Ayuso realizó ningún alarde. Fue su amenazante compañero, el líder Isaac del Toro, el que amagó con reaccionar al mazazo de Carapaz, pero al poco echó el freno. Después, Mauro Gianetti, el director del UAE Team Emirates, hablaba bajito con el mexicano. Todos son incógnitas y diferencias tan cortas todavía que el ecuatoriano, que aventajó finalmente en 10 segundos al primer grupo (encabezado por Del Toro, que rascó seis con una bonificación que no pelearon ni Roglic ni Ayuso), es ya sexto a no demasiado de los mejores.
"Tenemos las piernas, podemos seguir luchando, quiero intentarlo", pronunciaba el de Carchi, acordándose del cumpleaños de su hijo, una muesca más en su carrera camino de los 32 años, otro zarpazo del veterano entre los jóvenes osados que le rodean. En una jornada que avanzó con las piernas aún entumecidas por la crono del martes por las rampas de San Pellegrino, donde la escapada del día no pudo abrir el hueco. Y eran cinco corredores notables, con Pello Bilbao, Nairo Quintana, Plapp, Fortunato y Wout Poels. El Lidl, con el voraz Mads Pedersen tirando en primera persona, fue el más empeñado en que no hicieran camino.
Se valorará con el tiempo, cuando se mire a esta época de frotarse los ojos. De coleccionar títulos, tantos que las cuentas de Unicaja se pierden en su grandeza. En Atenas llegó el sexto en tres años, la segunda Champions League consecutiva, que sería la guinda del proyecto Ibon Navarro si no fuera porque este colectivo parece lejos de estar saciado.
Todo empezó en Badalona, aquella Copa del Rey contra pronóstico despedazando gigantes. Unos meses después, ganar empieza a ser casi una obligación para este Unicaja histórico, que acabó con el Galatasaray (67-83) en una final de pura experiencia, de equipo que compite como nadie, que dominó toda la tarde a un rival al que remató en la recta de meta sin siquiera pestañear. Fueron Kendrick Perry, Kalinoski y Tyson Pérez los héroes y Tyson Carter el MVP, un grupo salvaje en el que se turnan el protagonismo para bien común.
No fue tarea sencilla, pese a la clara condición de favorito de Unicaja, su sabiduría ganadora, eso tan difícil de adquirir. El Galatasaray, a la sombra de Fenerbahçe, Efes y Besiktas en Turquía, ya desplumó aLa Laguna Tenerife en semifinales, evitando la final española de este torneo de la FIBA con premio de un millón de euros para el ganador. Y no se arredró ante la habitual pujanza malagueña, que venía con el viento a favor tras el más difícil todavía de ganar dos días antes al anfitrión AEK.
Tyson Pérez culmina una jugada, ante el Galatasaray.GEORGIA PANAGOPOULOUEFE
Los de Ibon Navarro tardaron dos minutos en ponerse en órbita. Fue un arranque extraño, con dos faltas en menos de un minuto de Kravish. Esas dudas pronto las despejó Unicaja con su baloncesto coral y agresivo, haciendo cada intento turco una verdadera pesadilla. Nadie en eso como Alberto Díaz, que volvía locos a los rivales: forzó en un momento hasta tres faltas en ataque. Una pericia tan jugosa casi como la del que mete triples. Así llegaron las primeras ventajas considerables, un 13-24 tras triple de Kalinoski.
Tyson Pérez
Pero el rebote era un problema inesperado y Galatasaray se reencontró con un parcial de 13-2 que igualó el duelo. Fueron seis puntos seguidos de Tyson Pérez los que rompieron esa dinámica incómoda para Unicaja y Tyson Carter el que remató antes del descanso con tres tiros libres para sus 12 puntos en ese instante. Eso, puntos (y triples), era lo que le faltaba a los andaluces para ser más ellos.
A la vuelta continuó la tónica. Unicaja, al que el retorno al partido de Kravish le dio mucho, pretendiendo romper la tarde, y Galatasaray, que sólo presume de un título europeo en sus vitrinas (la Eurocup de 2016), agarrándose a ella con todo lo que tenía, soñando con la sorpresa los de Yakup Sekizkok -que fuera ayudante de Ataman (ahí estaba en primera fila del Sunel Arena junto a Juancho, Vildoza...)- en el Efes.
Le 'mataban' los fallos en los tiros libres y tener enfrente a un grupo tan poderoso mentalmente como Unicaja, conocedor de los terrenos. Fueron cinco puntos seguidos de Kalinoski los que empezaron a hacer acariciar el trofeo. Era un +12, la máxima (56-68), con menos de cinco minutos de juego. Un poco más adelante, Ejim estiraba un poco más. Y después, dos tripes más, Perry y de nuevo Kalinoski, fue la puntilla cuando ya sonaba de fondo en las tribunas el 'Tu bandera' el himno de una era. El que se ha escuchado en cada uno de los cuatro trofeos de esta temporada (Intercontinental, Supercopa, Copa y Champions) de 11 en toda su historia.