Según su propio enunciado, los años preOLÍMPICOS forman parte, a modo de antesala, de los Juegos. A partir de este 26 de julio de 2023, a un año de encenderse el pebetero en la capital de Francia (y del mundo), el tiempo corre con mayor rapidez. Cuan
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La pugna entre el heroísmo y el sadismo se decantó por el heroísmo, personalizado por Romain Bardet (francés, 33 años) y Frank van den Broek (neerlandés, 23), ambos del equipo DSM-Firmenich. El sadismo lo representaba la ferocidad de un pelotón siempre al borde de atrapar a la pareja y convertirla en un común pingajo sudoroso, acuoso, licuado derretido por el esfuerzo, en la delgada frontera de la meta. En la mismísima orilla, donde caer derrotado penetra hasta el tuétano y duele infinitamente más.
Pero a Bardet, finalmente vencedor, y a su camarada, les sobraron cinco escuetos pero inmensos segundos. En su júbilo común, en la fraternidad de su compañerismo triunfal, quizás llegaron a escuchar a su espalda el rugido frustrado de la bestia impotente, encabezada por Van Aert, Pogacar, Van Gils, Aramburu, Pedersen, Evenepoel, Bilbao y Bettiol, en un rabioso sprint inútil.
Van den Broek, un coloso superviviente de la difuminada escapada del día (con Ion Izaguirre), cristalizada en el kilómetro 17, y Bardet, que dejó al pelotón para unirse a sus restos a falta de 50 kms. para la llegada, culminaron una gesta admirable. Casi conmovedora. Bardet, por añadidura, está corriendo su último Tour. Hoy es un líder recién nacido y, a la vez, póstumo. Agradeció a su joven compañero su ímprobo trabajo, sin el cual su victoria no se hubiera producido.
Etapa tremenda. Según Cecil B. DeMille, una película tenía que empezar por un terremoto y, a partir de ahí, ir creciendo. Algo parecido debieron de pensar los organizadores del "italiano" Tour2024 al colocar siete puertos en la primera etapa, entre Florencia y Rimini. Es verdad que ninguno de 1ª (tres de 2ª y cuatro de 3ª), pero con un recorrido de 206 kms. y 3.600 metros de desnivel acumulado. La etapa inicial más dura en la historia del Tour. Más que media montaña y menos que alta. Media y tres cuartos.
Difícil, incierta prueba para Jonas Vingegaard, que llega fresco, pero corto de forma. Presumiblemente, la irá cogiendo a medida que transcurran los días para estar a tope a la hora de la traca final. No hubiera deseado verse exigido tan pronto. Aguantó, no obstante, sin aparente erosión. Lo mismo que los demás máximos favoritos y el resto de nobleza de diferentes alcurnias, con sus distintas apetencias y posibilidades (excepto Van der Poel).
La dureza, la distancia y el calor hicieron estragos. Pero no entre los aristócratas, que no se atacaron, aunque en muchos momentos de la carrera, los equipos más fuertes parecieron anunciar un propósito en ese sentido de sus líderes. Quizás se iban tanteando como los boxeadores en el primer asalto. Pero nadie acusó debilidad ni nadie pretendió averiguar si las apariencias respondían a la realidad. Lo cierto es que algunos planos cercanos de Vingegaard, Pogacar, Evenepoel y Roglic mostraron unos rostros sin el menor signo de fatiga o tensión.
Estas etapas iniciales no son precisamente un prólogo. La segunda, también larga (199 kms.), volverá a encadenar unos cuantos puertos, media docena, no muy duros, pero sí paulatinamente desgastadores. ¿Los acusará alguno después de la paliza inaugural? El lunes, un reposo de dureza, pero de 230 kms. Y, el martes, el Galibier y un par de escoltas de 2º en un trayecto corto, 140 kms., pero concentrado.
El Tour rinde homenaje a Pantani. Ha recalado en Rimini, donde Marco fue encontrado muerto en la soledad de un hotel, y este domingo sale de Cesenatico, donde nació "El Pirata", último vencedor, en 1998, del Giro y el Tour en la misma temporada.
La carrera empezó y terminó a la vez. Mathieu van der Poel tomó la cabeza desde el primer metro y, al completar el último, lograba su séptimo título mundial de ciclocross. Igualaba así a Eric de Vlaeminck. Recién cumplidos el 19 de enero los 30 años, aún tiene tiempo de superar al belga y añadir algún color más a los siete del arcoíris.
Dominó desde lejos a Wout Van Aert, que salió desde la cuarta fila, y eso, en los estrechos trazados del ciclocross, es una gran desventaja a la hora de remontar. Wout perdió 46 segundos en la primera vuelta. En la tercera de las ocho, ya sólo tenía por delante al neerlandés. Y cruzó la línea 45 segundos más tarde. Todo concluyó, en el apartado cronométrico, igual que comenzó. El plato fuerte fue como los entrantes. Y, aunque sólo había ojos para la pareja estelar, hay que decir, para ser justos con el resto, que el bronce lo agarró el belga Thibau Nys, y que Felipe Orts acabó decimotercero.
Sol y frío en Liévin, al norte de Francia. Poco y duro barro. Los corredores terminaron más salpicados que rebozados. Wout van Aert, que cumplió esos mismos 30 años en septiembre, campeón en 2016, 2017 y 2018, se inclinó ante Van der Poel por tercera vez esta temporada en la, también, tercera coincidencia de ambos. Estaba en desventaja. Reapareció en diciembre tras un descanso forzoso desde que, el 3 de septiembre de 2024, camino de los Lagos de Covadonga, se cayese en la Vuelta, en la que ya había ganado tres etapas, y se dañase severamente la rodilla derecha. Y, aunque sin Van der Poel en liza, se apuntó un par de victorias en enero, no ha estado realmente en disposición de mirarle a los ojos al neerlandés a la hora de pelear por el título mundial.
Der Poel contra Van Aert
Pero el contencioso no ha caducado. Desde la edad juvenil, el dúo, casi una pareja en sus paralelismos y en la estrechez de su relación, ha protagonizado una de las mayores rivalidades en la historia del ciclismo. Quizás la mayor, dado que, en su compartida superioridad, y a diferencia de otras modalidades más repartidas jerárquicamente, han hecho del ciclocross un territorio propio y excluyente.
Cuando ambos están en liza, en forma y en plazo, los demás no existen, meras figuras de atrezzo. El de Liévin ha sido su enfrentamiento número 188, con ventaja estadística para Van der Poel. En la desigual, pero profusa colección común de victorias, semejante rivalidad ha desembocado en una forma de fraternidad y mutua dependencia. Los dos se miran en la única cara de un mismo común.
Su condición de estrellas absolutas del ciclismo en carretera ha ensanchado, después de romperlos, los horizontes del ciclocross y atraído a las frías campas nuevos y entusiastas feligreses. Aficionados a la bicicleta tradicional que, de otro modo, alejados de los circuitos belgas y neerlandeses, y de sus desconocidos especialistas puros, le hubieran dedicado a la "cabra" invernal muy poca o ninguna atención. En Liévin, el circuito, al que se accedía previo pago, estaba a reventar.
Terminados el barro, la hierba y la arena, Mathieu y Wout se reincorporan al asfalto. Les esperan, piafando, Pogacar, Vingegaard, Evenepoel y compañía. Aguardamos impacientes a todos.
Lester Lescay es uno de los genuinos representantes de algunas de las más notorias características del actual atletismo español. Joven (23 años), talentoso (8,35 en salto de longitud en 2024, sexta marca mundial del año) y no nacido aquí. Lo hizo en Cuba, en Santiago.
Recién nacionalizado, forma con Jordan Díaz -naturalizado en 2022, plusmarquista nacional y campeón olímpico de triple salto, también cubano, de La Habana, 24 años recién cumplidos el 23 de febrero-, la pareja más notoria por origen y similitud de especialidades atléticas, del espejo deportivo español. El deporte como visible reflejo del paisaje sociológico y ciudadano del país.
Lesionados, ninguno de los dos compitió en el recién finalizado Campeonato de España en Pista Corta (short track), la pista cubierta de siempre, celebrado en el pabellón madrileño Gallur. Pero sus figuras estuvieron latentes, mientras otras, numerosas, pintaban presencialmente el agradecido y agraciado lienzo étnico y generacional de nuestro atletismo. Multirracial en lo físico (pieles en distintos tonos oscuros, tostados, de Latinoamérica y África). Joven en lo cronológico (menos de 25 años).
Desplazados por razones políticas o económico-vitales, hay muchos, hombres y mujeres, de diferentes edades, nacidos o criados aquí, compitiendo en distintas modalidades, incrementando de continuo un fenómeno que empezó hace tiempo. Una característica global, pero más acusada, por razones culturales y geográficas, en España, que ha conducido momentáneamente a que, en pruebas olímpicas, siete récords de España masculinos y seis femeninos los ostenten atletas no nacidos entre nosotros.
Attaoui se proclama vencedor de la final masculina de 1.500 metros.EFE
Es el caso de los actuales plusmarquistas españoles de 800 metros, ambos, de 23 años. El monarca al aire libre, Mohamed Attaoui, quinto en los Juegos Olímpicos de París, nació en Marruecos. El recordman en sala, Elvin Josué Canales, en Honduras. Attaoui ganó en Gallur los 1.500. Canales fue tercero en los 800. Los dos exhibieron su clase en pruebas de gran nivel general.
Entre las mujeres, Tessy Ebosele, de 22 años, lesionada en la final de salto de longitud cuando iba segunda a cuatro centímetros del oro, subcampeona mundial sub-20 de triple salto, y bronce en longitud en el Europeo sub-23, nació en Marruecos, pero de familia procedente de Nigeria. Con año y medio de edad, llegó a España con su madre en una patera y obtuvo la nacionalidad española en 2021.
María Vicente (23 años, Hospitalet de Llobregat), llamada a ser una de las mejores atletas de pruebas combinadas del mundo, con un deslumbrante historial juvenil, vendría a establecer un puente unisex entre las cunas extranjeras y las nacionales. De madre conquense y padre cubano, convaleciente de una rotura en el tendón de Aquiles sufrida en marzo de 2024, tampoco compitió en Gallur. Pero, en la ilusionada impaciencia de volverla a ver en las pistas, su imagen sobrevoló toda la competición.
Ebosele, durante la final de salto de longitud en Gallur.EFE
Noveles atletas de pura cepa española destacaron en Gallur y se proyectan con fuerza hacia el atletismo a cielo abierto. Jaime Guerra (25 años) saltó 8, 14 en longitud. Adrià Alfonso (22) estableció, con 20.65, un nuevo récord de España de 200 metros. Los 200 no se programan en los grandes campeonatos en pista corta, pero el registro de Alfonso es una interesante referencia para la larga de los estadios.
Sin parangón en el pasado, una reciente y nutrida generación femenina de cuatrocentistas siembra esperanzas de éxitos en los relevos 4x 400. El nacional de Gallur fue el aperitivo del inminente Europeo de Apeldoorn (Países Bajos), del 6 al 9 de marzo, y de todo lo que venga después. Lideradas por la veterana Paula Sevilla (27 años), lucen Blanca Hervás (22), Carmen Avilés (22), Daniela Fra (24), Eva Santidrián (25) y la benjamina Berta Segura (21).
Se anuncia una época brillante en los 110 vallas con los consagrados Quique Llopis (24 años, cuarto en los Juegos de París, único europeo en la final) y Asier Martínez (misma edad, campeón de Europa y tercero en el Mundial en 2022, sexto en los Juegos de Tokio). Se les ha incorporado el recién llegado Abel Jordán, 21 años, campeón de España de 100 metros y, en Gallur, de 60. Quedó segundo, tras Llopis, en los 60 vallas, a los que no accedió Asier al tropezar con uno de los obstáculos.
Blanca Hervás.Europa Press Sports
He ahí un humano mosaico territorial. Un valenciano, un navarro y un gallego. Rica dispersión para una más rica unión. Jordán, además, estudia en California. Personaliza el moderno internacionalismo de una vieja nación que se abre al mundo y, al mismo tiempo, hacia él se expande.