Otra historia
El español, historia de la gimnasia de trampolín por la complejidad de sus ejercicios, busca una plaza para los Juegos de París.
Sube tieso como un palo, tan sólo moviendo los brazos de abajo hacia arriba. Ahora dos metros, ahora cuatro, ahora cinco y así hasta que alcanza los siete u ocho metros. Entonces empieza el espectáculo. En un mismo vuelo, tres mortales. Al siguiente, dos más. Durante varios minutos Robert Vilarasau encadena piruetas y más piruetas con la única ayuda de una cama elástica. Un tejido de cuatro metros de largo por dos de ancho que, gracias a la fuerza de más de 100 muelles de acero, hace que vuele y vuele y vuelva a volar en el Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, donde vive y atiende a EL MUNDO.
Su especialidad, la gimnasia de trampolín, es una de las más espectaculares de los Juegos Olímpicos por las alturas que alcanzan los saltadores -hasta 10 metros-, aunque para el ojo inexperto es muy difícil el disfrute. De hecho, viéndole entrenar, hay una preocupación que se dispara cuando sus ejercicios van creciendo en complejidad.
- ¿Nunca aterriza fuera?
- Sí, sí, bastantes veces, pero siempre he sabido caer bien. Cuando veo que voy a salirme, que me estampo, me concentro en colocar bien el cuerpo, en proteger la espalda. Alguna vez he acabado con collarín, pero nada grave. ¿Te explico una cosa? En el último Mundial, en Birmingham, llegué al calentamiento y al segundo salto caí fuera de la cama. No me pasó nada porque todavía no había cogido altura, pero pasé una vergüenza… Se me quedó todo el mundo mirando, irte al suelo es de paquete. Por suerte luego me fue bien.
Y tan bien. Plata por equipos para España, el mejor resultado histórico de la selección. Un éxito para Vilarasau después de los meses más complicados de su vida. A principios de 2022 era el gimnasta del momento: encadenó tres cuádruples consecutivos, lo nunca visto, e incluso realizó uno de ellos en posición carpada. A sus 20 años -ahora tiene 22-, era la sensación, de quien todos hablaban. Y de repente… «Sufrí una lesión en el tendón rotuliano y me frenó. Probaba a saltar, me infiltraba y el dolor volvía a aparecer. Al final tuve que parar. Ahora he cambiado mi manera de saltar porque todo el peso iba a ese tendón rotuliano», explica con los Juegos de París 2024 como objetivo.
España nunca ha tenido un representante -hombre o mujer- en gimnasia de trampolín y para conseguir ser el primero Vilarasau necesita acabar entre los 10 mejores en las dos pruebas de la Copa del Mundo que quedan y que se celebrarán en marzo y julio en Alkmaar (Países Bajos) y Coimbra (Portugal).
- Brillarán esos cuádruples.
- ¡Me encantaría! Todos mis amigos me lo dicen, pero no los puedo hacer en competición. El reglamento actual premia más la ejecución que la dificultad y no me compensa hacer cuádruples. Consigo más puntos si hago perfecto movimientos fáciles que si cometo algún pequeño fallo en un cuádruple. Algún día los haré, me los regalaré, pero cuando ya haya conseguido mis objetivos.
Al contrario de lo que se pueda pensar, Vilarasau no empezó en una feria y acabó en un gimnasio. De hecho no sabía que existía la competición sobre cama elástica hasta que se lo enseñó su abuela. ¿Su abuela?
«Mi abuela siempre temía porque me pasaba el día haciendo acrobacias por la calle. Cuando venía a buscarme al colegio no paraba de gritar: ‘¡Para, para!’. Un día unos padres le recomendaron que me apuntara a gimnasia y nos apuntó a los dos, a ella y a mí, al Gimbe de Manresa. Le habían dicho que la gimnasia de trampolín era menos dura y nada, así empecé», recuerda Vilarasau, que ahora realiza preparación física todas las mañanas y dedica todas las tardes a las sesiones específicas de acrobacias sobre la cama.
- Y después de todos estos años… ¿Si pasa por una feria le apetece lucirse en las colchonetas?
- [Ríe] No, no. Ahora no me subo porque no, hombre, ya no me toca. Pero cuando era más pequeño, a los 12, 13 o 14 años, sí lo hacía. Iba con los amigos, empezaba normal y me iba calentando. Aquello se empezaba a llenar, la gente flipando… Era divertido. Igualmente, nuestra cama es muy diferente a las de las ferias. La lona es más elástica, los muelles son mucho más potentes, los elevadores hacen que no se frene… No es lo mismo, aunque para empezar no está mal.