Sevilla 2 PSV 3
Los holandeses remontaron un 2-0 tras la expulsión de Ocampos y les dejan fuera de la Champions. La directiva respalda al técnico uruguayo mientras en Liga espera la visita del Villarreal
Al agujero por el que se desliza el Sevilla no se le ve el final. Cae y vuelve a caer sin que nadie consiga frenar la descomposición de un equipo incapaz de reconstruirse en el campo y un club con grietas que ya son estructurales. El espejismo de la Europa League pareció un bálsamo para las heridas, pero no logró curarlas. El Sevilla se suicidó ante el PSV en un partido que tuvo en su mano con un 2-0 y que se le escapó tras el mazazo de la estúpida expulsión que Ocampos no supo evitar. De la redención a la condena en 30 minutos.[Narración y estadísticas]
No hay quien haga despertar a un equipo que se durmió en los laureles y que sólo ha ganado dos partidos de los últimos 19 que ha disputado en Champions. El varapalo del PSV es doble, porque les puede dejar fuera hasta de la Europa League. Con las familias sevillistas a la greña por la presidencia del club y bajo una fuerte crítica de la grada, en el césped se ven la vergüenzas. Sin la varita para encontrar joyas en el mercado, el equipo ha perdido calidad y la idea de fútbol. El banquillo se ha vuelto una silla eléctrica y la decisión ha sido cada vez más arriesgada y, a la vista de los resultados, equivocada.
Cuatro entrenadores en apenas un año y se apunta a un quinto, aunque en los despachos lo nieguen. Lopetegui, Sampaoli, Mendilibar y ahora un Diego Alonso incapaz de despojar a sus hombres de un nerviosismo que los atenaza, pero no los responsabiliza. El uruguayo sólo ha ganado un partido de los ocho que ha dirigido y fue al modesto Quintanar en Copa del Rey. A cuatro puntos del descenso, se le acaba el crédito con la visita del Villarreal en el horizonte.
El mal del sevillismo no es nuevo, sólo un paso más hacia un abismo por el que transitó ya la temporada pasada cuando arrancó con su peor racha de los últimos 41 años. El impulso de aquella remontada en Manchester (2-2) en su competición fetiche, la Europa League, fue el oxígeno que les libró de ahogarse en la Liga. Ahora no le queda ni eso.
El Sevilla se dejó caer justo cuando había logrado agarrarse a la última esperanza de sobrevivir en Champions. Sujetó los nervios con un gol con la espinilla de Sergio Ramos en un saque de falta al segundo palo de Rakitic. El hijo pródigo impulsaba la redención que a punto estuvieron de consumar Sow, con un gol anulado por mano, y En-Nesyri estrellando un testarazo en el travesaño. El PSV era una sombra que no hallaba la forma de dañar a un equipo que parecía quebrarse. Menos aún cuando la segunda parte arrancó con un balón de Acuña a la espalda de la defensa que el marroquí no desperdició. Un 2-0 y una vida extra.
Expulsión decisiva
Nadie contaba con que Ocampos viera dos estúpidas amarillas que dejaron al equipo en inferioridad con más de media hora de partido por delante. Y ahí tembló el Sevilla y todo Nervión. «Quedarnos con uno menos nos mató», admitía Ramos.
En dos minutos, de espaldas a la portería, Saibiri comenzó la remontada. Perdía Diego Alonso a En-Nesyri por lesión y sus movimientos de banquillo no evitaron el desastre. Un remate de Vertessen en el 81 lo empujó a la red Gudelj.
La tarea era amarrar ese empate que permitía mantener la esperanza. Ni eso supieron hacer. Con el tiempo cumplido, Nianzou se olvidó de hacer una falta táctica que frenara a Bakayoko y evitara que su centro lo rematara Pepi y consumara la tragedia.
El PSV no ganaba lejos de su estadio en Champions desde 2017 y lo hizo en el Pizjuán. Con la victoria prende la mecha de la dinamita que el Sevilla se puso en los cimientos.