El 13 de febrero de 2013, el atleta mató a su pareja, la modelo Reeva Steenkamp, de 29 años, disparando cuatro veces a través de la puerta del baño
Las autoridades penitenciarias de Sudáfrica concedieron este viernes la libertad condicional al famoso atleta sudafricano Oscar Pistorius, en prisión desde 2014 por haber matado un año antes a su novia, la modelo Reeva Steenkamp.
“El Departamento de Servicios Penitenciarios (DCS) confirma la libertad condicional para Oscar Leonard Carl Pistorius, efectiva a partir del 5 de enero de 2024”, señaló esa institución en un comunicado, después de que se celebrase una audiencia a puerta cerrada en la prisión de Atteridgeville, en Pretoria.
En la noche del 13 de febrero de 2013, el atleta mató a su pareja, la modelo Reeva Steenkamp, de 29 años, disparando cuatro veces a través de la puerta del baño de su habitación, en su residencia de Pretoria.
Detenido a primera hora de la mañana siguiente, negó haber matado a la joven en un ataque de rabia, y aseguró haberla confundido con un ladrón.
‘Blade Runner’, como se le conocía por sus prótesis de carbono, fue condenado a cinco años de cárcel por homicidio involuntario tras un primer juicio en 2014.
La fiscalía reclamó sin embargo la recalificación en asesinato y, en 2017, la Corte Suprema de Apelaciones, lo condenó a más de 13 años de reclusión.
Rayo - Barcelona (S/14:00)
AMADEU GARCÍA
@amd_garcia
Barcelona
Actualizado Viernes,
24
noviembre
2023
-
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Hagamos un ejercicio mental. Por un momento, pensemos en un piloto que ha sido capaz de lograr sus máximos hitos deportivos con un equipo caracterizado por el color rojo, afincado decididamente en Italia y cuya baza diferencial en la conducción es una capacidad abrumadora para mantener una regularidad prácticamente a prueba de errores.
Si hablamos de la Fórmula 1, quien nos viene a la mente de manera automática es todo un mito como Michael Schumacher. Si nos centramos en MotoGP, por lo menos en los dos últimos años de esta exigente disciplina, la figura que se hace con este podio virtual es Pecco Bagnaia.
El año pasado, sólo Jorge Martín pareció capaz de aguantarle el ritmo. De hecho, el piloto del Pramac, con un estilo de pilotaje diametralmente opuesto al del italiano, fue capaz de mantener el pulso con él hasta el último Gran Premio.
Tras imponerse en la Sprint Race del sábado, todo parecía sonreírle. El domingo, en cambio, la impulsividad, su peor enemigo, volvió a jugarle una mala pasada. Un espectacular choque con Marc Márquez acabó por sacarlo de la carrera en la quinta vuelta y su gran rival, tras contemporizar durante unos minutos, se hizo finalmente con el triunfo en la Comunidad Valencia para sumar su séptima victoria del curso.
Bagnaia sumó con el equipo oficial de Ducati un total de siete Grandes Premios el año pasado, a los que se les sumaron también cuatro Sprint Races. En este caso, con Portimao, Austin, Mugello y Spielberg como telones de fondo. No obstante, tampoco hay que olvidar que el italiano dio uno de los grandes sustos de la temporada. Fue en Montmeló, después de salir despedido de la moto al hacerle un extraño la rueda delantera y de que otra de las máquinas, en este caso la de Brad Binder, pasara por encima de sus piernas. Los médicos, finalmente, anunciaron que no había fracturas y una semana después ya firmó la vuelta rápida en San Marino, en una carrera en la que todos los laureles, no obstante, fueron para Jorge Martín.
En los primeros test de este 2024, el vigente campeón se ha mostrado como el gran dominador. Tanto Sepang como Lusail se le dieron realmente bien. Todo invita a pensar que, si le respetan las caídas, volverá a ser el gran rival a batir.
En su caso, se da la combinación perfecta de hombre y máquina. Su moto ya era de las mejores del paddock y este año ha dado incluso un paso más adelante. El propio Bagnaia no ha dudado a la hora de señalar que la considera mucho mejor que la que tuvo en sus manos el año pasado. Desde su punto de vista, es la combinación perfecta de los puntos fuertes de la que pilotó en 2022 con los de la que le permitió reeditar el título de campeón en la pasada temporada.
Principales competidores
Con esas premisas, la nueva Ducati parece, al menos sobre el papel, una máquina casi invencible. Pero eso no es óbice para que haya que tener siempre, por supuesto, y a pesar de que tendrán en sus manos la moto del año pasado, un ojo pegado tanto en lo que pueda hacer el audaz Jorge Martín como otro piloto al que le importa muy poco jugarse el todo por el todo en los circuitos: Marc Márquez.
Los tests oficiales del seis veces campeón del mundo en la máxima categoría del motociclismo han sido realmente prometedores, por mucho que haya tenido que adaptarse a las peculiaridades de su nueva montura, la del equipo Gresini Racing. A eso, y a compartir box con su hermano Álex, quien aspira a afianzarse por lo menos entre los cinco más rápidos del campeonato.
¿Poderío nipón?
Otro foco de interés, sin duda, serán también las motos japonesas. Hace mucho que las que fueron las grandes dominadoras de los circuitos no pasan precisamente por un buen momento. La gran prueba de ello, precisamente, fue el adiós del propio Marc a una marca, Honda, que tantas alegrías llegó a darle en el pasado y que lo llevó por el camino de la amargura en los últimos tiempos.
La marca alada, precisamente, presentó hace tan sólo unas semanas en Madrid la apuesta oficial con la que intentará recuperar sus mejores sensaciones en los circuitos, tratando de pasar página lo máximo posible de su tan reciente historia con Marc Márquez. Yamaha, mientras, tal vez tiene menos urgencias que su más directa competidora. Pero, sin lugar a dudas, también intentará que sus prestaciones le permitan volver a estar lo más cerca posible de unas motos italianas, Ducati y Aprilia, que llevan ya unos cuantos años marcando seriamente la pauta en los circuitos de MotoGP.
Un día, plena adolescencia, Lucía Martín-Portugués (Villanueva de la Cañada, Madrid, 1990) cruzaba la atestada calle Preciados y, de repente, todo se fundió a negro. "Cuando volví en mí estaba en medio, con los coches cruzándome por los lados y sin que nadie se parase a a ayudarme", recuerda. Uno de aquellos episodios que eran tortura sin explicación hasta que tiempo después descubrió, "tras muchos estudios y pruebas", que se trataba de epilepsia. Apenas un obstáculo superado: este verano, el culmen de una carrera, buscará una medalla en sus primeros Juegos Olímpicos.
Lucía, risueña, «dicharachera», «una ridícula profesional» como autodefinición, es una fiera sable en mano. A ella de pequeña, «como a todas las niñas de los 90», la apuntaron a ballet mientras que su hermano hacía esgrima. Y aquí, su frase de cabecera: «Lo mío era menos tutú y más tratrá». «Me va más lo de pegarme que lo de las poses y las danzas. Y me fue bien desde el principio», rememora esta odontóloga que en París alcanzará un hito: desde 2008, Araceli Navarro, no había una española olímpica en esgrima.
Y allí, en el Grand Palais, se acordará de su padre, fallecido hace 11 años de un cáncer de pulmón, del que no pudo despedirse porque, ya en sus últimos días, le dijo que se fuese a disputar el Europeo y ella le lloró a 2.000 kilómetros. Por eso, siempre en su cuello, las joyas de Miguel Ángel, las que en uno de los últimos torneos le salvaron. «Me dieron un golpe, pero le dieron un golpecito a uno de los collares y está marcado. Y gané. Es como si él hubiese parado un ataque», cuenta.
Pero para experiencia vital, el trance de superar lo desconocido, esas «crisis de ausencia» que no entendía. «Lo tengo supercontrolado, hace siete años que no me da una. Pero para llegar a este punto me ha costado. Muchos intentos de medicaciones, higiene de vida... Siempre digo que no hay que resignarse, que hay que seguir luchando», admite, antes de relatar el proceso. «Cuando murió Antonio Puerta yo me asusté muchísimo, porque leí que él también se mareaba. Me hicieron estudios, me vieron un montón de médicos en el CAR y me dijeron que no era nada del corazón. Me mandaron a un neurólogo, que rápidamente identificó una epilepsia, sólo había que ponerle nombres y apellidos: crisis de ausencias».
Lucía estaba pero no estaba. Se encontraba mal y de repente ya no se acordaba de lo que sucedía. «Le decía a la profesora: '¿Puedo ir al baño?' y lo siguiente que recordaba era estar sentada en la silla. La gente me contaba cosas, vives como en un metaverso», explica. «Me podían dar 12 o 14 crisis de epilepsia en un día y como tuviese una semana un poco estresante, estaba dos o tres días así. A veces era peligroso».
La madrileña, en plena batalla ahora por subir su ránking olímpico, es una apasionada de la música, del reguetón a Sabina pasando por el tecno si es necesario. Porque lo que más le sorprende de sí misma es su transformación sable en mano, el «modo supervivencia». «Cuando mis amigos vienen a verme competir siempre se quedan alucinados. Me dicen: 'Parece que les quieres matar'. Antes de salir a la pista, en el equipo chocamos y decimos: 'Matar o morir'. Tyson decía que no le gustaba mucho en lo que se convertía cuando se subía al ring. Sabes que uno de los dos va a perder, va a morir y tienes que hacer lo que sea dentro del deporte para no ser tú. Me gusta esa esa adrenalina. Pero no me gusta ese nivel de agresividad que saca esa Lucía deportista».