Real Madrid 86 Barça 79
El francés se reivindica en el triunfo liguero blanco ante un nefasto Willy Hernangómez, silbado en su vuelta como azulgrana al WiZink.
“Si no está Papá Edy, estamos los demás”, dejó dicho Chus Mateo en la previa, como avisando de lo que estaba por ocurrir el domingo en el WiZink, un triunfo sin sudores ante el Barça pese a la no comparecencia de Tavares y Deck. Se reivindicó Vicent Poirier (22 puntos, siete rebotes), en contraste con un nefasto Willy Hernangómez, y se presentó al mundo un chico de 16 años empujado al escenario de todo un clásico por la valentía de su técnico. [86-79: Narración y estadísticas]
El segundo clásico de la temporada (sólo van tres jornadas) venía cargado de alicientes. La vuelta del Barça al Wizink tras alzar aquí la última Liga Endesa, la revancha de la Supercopa, la ausencia de Tavares, el retorno de Willy vestido de azulgrana (y abucheado donde fue su casa)… Y, de pronto, Chus Mateo se inventó el mejor de todos los reclamos: puso a un chaval de 16 años en el quinteto inicial. A los cinco minutos, el gigante senegalés Ismaila Diagne (2,14 metros), otra perla de la prolífica cantera blanca, había atrapado siete rebotes (cinco ofensivos) ante un Vesely que no sabía donde meterse.
Madrid y Barça tienen un punto de cocción más que en la reciente Supercopa de Murcia, pero aún andan en pañales en la temporada. Más todavía este nuevo grupo de Roger Grimau, pinceladas de lo que puede llegar a ser, como las que puso fugazmente Jabari Parker en el amanecer o Brizuela desde su habitual electricidad desde el banquillo, el mejor de largo de su equipo. Pero ante el cemento blanco, un colectivo que sólo es la prolongación del trabajo de años, tiene mucho que evolucionar todavía. Pese a la pésima puntería local en la primera parte (3 de 16 en triples) y las ausencias de Tavares y Deck, dos puntales, los azulgrana fueron siempre a remolque.
Porque Campazzo es dinamita y los pívots de Grimau andan en Babia. 11 rebotes ofensivos concedieron en la primera mitad, despistadísimo Willy, como superado por el ambiente en contra, por verse de azulgrana en semejante escenario: hasta tiros libres erraba. Poirier conectó con el Chacho y también dominó.
Pero eran más sensaciones que ventajas. Lo preocupante para el Barça llegó a la vuelta de vestuarios, cuando la distancia se empezó a estirar (48-36). Un Madrid más vivo, liderado por Campazzo y con Poirier empequeñeciendo a cada uno de los ‘cinco’ rivales, como si ante la ausencia de Edy no debieran mostrar el celo necesario para una cita así. Otro gran problema por resolver para Grimau es la ausencia de anotación exterior, especialmente cuando Laprovittola no aparece. Ahí estaba Cory Higgins, en primera fila del WiZink (con una camiseta de España que le regaló su amigo Sergio Rodríguez), como recordando lo insólito de su despido.
Mateo optó por no abusar del minutaje de sus jugadores fundamentales, consciente de imposible calendario que se le viene con el arranque de la Euroliga. Pero en el respiro a Campazzo y Poirier se le acercó un Barça en el que Laprovittola fabricaba imposibles. Le duró poco a los azulgrana, de nuevo superados en la recta de meta. Diagne y Willy se sentaron a la vez, el chaval con siete puntos y ocho rebotes y el ex NBA con 4 y 2. Un triple de Campazzo y un precioso 2+1 de Musa fueron el fin del Barça a falta de casi cuatro minutos. Satoransky estropeó con una técnica (que conllevó su expulsión) su increíble mate ante Poirier que hubiera podido espolear a un equipo demasiado gris.
Diagné cerró su gran noche con un mate final.