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El inglés iguala el tanto de Arribas y amplía la ventaja antes del gol de Vinicius (1-3). Suma tres dianas en los dos primeros partidos
Bellingham no es un ‘nueve’. Tampoco un ‘falso ‘nueve’. Es un nueve y medio, sin comillas. De momento, es la puntuación para un futbolista que se ha presentado en la Liga con tres goles, dos en Almería, en los dos primeros partidos, que parte como un centrocampista pero pisa el área como un delantero centro, donde golpea por tierra, mar y aire. La ecuación adaptación-efectividad en un equipo como el Madrid, en el ‘Hall of fame’ del fútbol, es sorprendente para este jugador de 20 años, poderoso pero sutil, que avanza como un gigante líquido. Lo suyo acaba de empezar.
Todos los goles suman igual, pero no significan lo mismo. En Almería, Bellingham igualó el primer tanto local y deshizo el empate con el segundo, ambos en llegadas al área. Primero, incrustado en la línea de la defensa, después de controlar con el hombro no sin protestas locales. Después, al ir al encuentro de un centro trazado con la tinta china deKroos para adelantarse a Maximiano. Mientras el madridismo suspira por el ‘sí quiero’ de Mbappé, el debate del ‘nueve’ es menos debate con Bellingham en sus dominios.
EL MENSAJE DEL CANTERANO
Tampoco lo atiza el gol de Arribas con el que se adelantó el Almería. La cantera del Madrid produce. Lo ha hecho siempre. Otra cosa es que el Madrid crea en su cantera. Poco, también casi siempre. Arribas es uno de los últimos que se va y el último que deja su mensajito a la primera. Son goles que no alteran el orden ni el pulso de la autoridad. En Almería el Madrid contaba en su once con Carvajal y Fran García, formados en la casa, y es que para la promoción no es lo mismo ser lateral que delantero. Fran García necesitó hacer una mili fuera, en Vallecas, porque en el fútbol profesional no se hacen Erasmus. Para apostar más hay que tener mucha vocación, aunque conjugar victoria, identidad y sensibilidad no es fácil. Es cosa de valientes.
Si Arribas podía o no tener oportunidades en el terreno de ese ‘nueve’ que invade Bellingham como si fuera Atila y aguarda Joselu, es ya tarde para saberlo. Quizá en el futuro. Su gol en el primer ataque ante el equipo-padre sugiere que sí, pero es necesaria más perspectiva.
BUENAS MANOS DE LUNIN
Arribas fue el último vértice de una transición perfecta del Almería y de una mala presión del Madrid. Después de una acción a balón parado es necesaria. Si no, peligro. Lo hubo. La buena mano de Maximiano para iniciar la acción tuvo continuidad en la conducción y el centro de Luis Suárez. Kroos no era el hombre para anteponerse a Arribas en la carrera. El golpeo, hacia abajo, fue el adecuado. Pasó bajo Lunin, pero al portero ucraniano no se le podía presentar reclamación alguna. Después puso varias manos, todas buenas, ante Embarba, Robertone o Ramazani. Kepa lo observaba desde el banquillo. No hay duda de quién va a jugar. Lunin no va a tener tiempo para dar espacio a otro debate.
Salvo por la lesión de Militao y los problemas de Courtois, Ancelotti no movió más cosas en el Madrid con respecto a San Mamés. El mismo sistema que da mucha libertad a Bellingham pero, en cambio, aleja a Vinicius de la banda. Si juega hacia dentro es menos Vini que si cabalga la vertical. Cuanta más pradera por delante, más poderoso. El brasileño tuvo el premio del gol, tercero del Madrid, en un golpeo extraño, favorecido por el desvío de un defensa, pero no ha empezado el curso con un protagonismo tan decisivo.
La ventaja permitió a Ancelotti dar minutos a Modric, de nuevo inicialmente en el banquillo, Camavinga, Joselu y hasta Brahim, relevos que no tienen parangón prácticamente en ningún equipo. El de Vicente Moreno no es una excepción. El Almería supo recomponerse después del empate de Bellingham, incluso comprometer al Madrid, pero sin recursos para responder a la segunda aparición en su área de un jugador que ha empezado la Liga a bocados.