Krisztián Manhercz, lateral derecho de Hungría, se disculpaba con la mano: el gesto de los tenistas cuando una bola toca la red y cae en la lado del rival. Acababa de marcar el gol de la victoria ante España (12-11) en las semifinales del Mundial, pero apenas lo celebraba. Seguía sorprendido por lo ocurrido, a la espera de la decisión de los árbitros ante la pantalla del VAR.
En el último segundo del partido, un lanzamiento suyo dificilísimo, desesperado, sin ángulo, se había colado por debajo del brazo derecho de Unai Aguirre y había decidido el encuentro. Fue un error del portero español. Fue mala suerte. En cualquier caso, fue la eliminación de la selección, que tendrá que buscar la clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024 en otras citas, en el próximo Europeo o el próximo Mundial.
“Lo más importante ha sido nuestra defensa en los últimos ataques. El lanzamiento no ha sido muy pensado, he visto que no quedaba tiempo, he tirado y ya está”, declaraba Manhercz al acabar el partido, ya clasificado para la final que jugará contra Grecia. El húngaro le restaba importancia a su gol por la participación del azar en el mismo, pero también tenía parte de razón.
España dejó que le arrebataran la victoria en el último cuarto. Hasta cinco tantos recibió en ese parcial final en el que pudo sentenciar una y otra vez y no lo hizo. Con goles de Sergi Cabanas (8-10) y Blai Mallarach (9-11) contó con una ventaja amplia durante varios minutos y no lo aprovechó.
Fue el mismo bloqueo que en cuartos de final ante Francia, el mismo que se había intuido en algunos instantes de la fase de grupos. Ante la importancia del 2024, el seleccionador, David Martin, deberá solventar ese problema, aunque también contará con muchos puntos a favor.
Pese al resbalón de este jueves, España ha demostrado en el Mundial de Fukuoka que sigue en las alturas después de ganar el anterior Mundial, de colgarse un bronce en el último Europeo y de dominar la más reciente Copa del Mundo.
El bicarbonato de sodio, ¿el último milagro? En los recientes Juegos de París, entre zapatillas mágicas y un tartán ultramoderno, varias estrellas proclamaron que habían corrido más rápido que nunca gracias al bicarbonato de sodio. El que se utiliza para hornear pasteles, el que sirve como limpiar el baño, el mismo bicarbonato de sodio. Atletas como Faith Kipyegon, Joshua Cheptegei, Keely Hodgkinson o Marco Arop abanderaron la campaña por el compuesto totalmente legal, aunque también participaron el ciclista Primoz Roglic o el triatleta Alex Yee. "Si todo el mundo lo está usando es porque funciona", comentó Arop en la zona mixta del Stade de France mientras 'Telegraph' aseguraba -a través de una fuente anónima- que "hoy en día el 80% de los corredores lo utilizan".
El suplemento de moda, todo un fenómeno. Medios de comunicación y revistas especializadas se llenaron de artículos sobre cómo tomarlo y cuándo tomarlo para mejorar el rendimiento. Según múltiples investigaciones, el bicarbonato de sodio frena el aumento de ácido láctico en los músculos y por lo tanto permite alargar el esfuerzo más intenso, pero... ¿Es realmente beneficioso?
Efectivo, pero indigerible
"Como taponador funciona, es decir, y simplificando mucho, permite acumular más ácido láctico porque ayuda al cuerpo a drenarlo. Es interesante, pero tiene demasiados inconvenientes", analiza Anna Grífols, nutricionista que ha ayudado a corredores de montaña como Pau Capell, ganador de la famosa UTMB, y que plantea la posición de la mayoría de expertas consultadas ante el bicarbonato: sí, pero no. A su favor, que es efectivo, como concluyó este año un estudio de la Universidad de Edge Hill en Gran Bretaña, que advirtió una mejora del 1,4% del grupo de ciclistas que usaron este compuesto en una contrarreloj de 40 kilómetros. Pero en su contra, sus exagerados efectos secundarios.
"Para que la dosis sea efectiva en el rendimiento, el deportista necesita como mínimo unos 0,2 gramos de bicarbonato por cada kilo de peso. Es decir, si pesa 70 kilos debe tomar 14 gramos de bicarbonato en la hora previa a su competición. Eso provoca que la mayoría sufran sensación de hinchazón, náuseas o diarrea", aporta la también Bárbara Sánchez que trabaja con el Alcorcón y la Federación Española de Natación. Saioa Segura, nutricionista del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat, también indica que "los problemas digestivos que ocasiona son mayores que la eficacia que podemos obtener" y así cuesta comprender su elevado uso. O no.
¿Marketing o revolución?
Por dos motivos. En primer lugar, que es habitual que ciertos remedios revuelvan la nutrición deportiva; lo hicieron recientemente las cetonas o el zumo de remolacha. Y en segundo lugar, que existe un interés comercial detrás. El bicarbonato de sodio es muy barato, por un euro se puede comprar un bote de 300 gramos en cualquier supermercado, pero hay empresas que ofrecen algo más. A finales de los años 80 y principios de los años 90 el compuesto ya fue utilizado en el atletismo y el ciclismo, cayó en desuso y si ahora ha vuelto es gracias a Maurten, una de las marcas de referencia en el mundo de la nutrición. Con Kilian Jornet como imagen y modelo, hace unos años lanzó su 'bicarb system', un producto que reviste el bicarbonato con un hidrogel y así supuestamente impide sus efectos secundarios. Según las expertas consultadas sigue siendo muy difícil de digerir, pero la empresa blande un estudio de investigadores financiados por la propia empresa que concluye que eso no es así.
"Yo no he conseguido que ninguno de mis atletas lo tolere, pero no sólo por eso me cuesta pensar en el bicarbonato como un suplemento habitual para el deportista amateur. El bicarbonato altera el ph de la sangre, alcaliniza la sangre, y si te pasas mucho puedes morirte. No sería la primera vez que vemos un susto en el deporte por un suplemento", advierte Grífols, que como el resto de sus colegas suele utilizar otro taponador igual de efectivo y menos lesivo para el estómago como es la beta alanina.
Por ello, la duda resiste. El bicarbonato de sodio es el suplemento de moda, todo un fenómeno, pero queda por ver si su uso entre las estrellas de los recientes Juegos Olímpicos de París era otra campaña de marketing o si realmente será una sustancia habitual en la dieta pre-competición de los corredores, los ciclistas y los triatletas aficionados. El bicarbonato de sodio, ¿el último milagro?
Mundial de atletismo
JAVIER SÁNCHEZ
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