Europa League
Sevilla 2 Juventus 1
Vence a la Juventus con un gol de Lamela en la prórroga y tendrá como rival en Budapest a la Roma de Mourinho
El fútbol no tiene explicación. Es irracional. Qué tiene el Sevilla con la Europa League es un ejemplo de una conexión que no entiende de razones. Muertos durante muchos meses en la Liga y enterrados en Old Trafford, resucitaron sacudiéndose al United y alzándose de todos los golpes que le dio la Juventus. A aquel equipo que deambulaba en marzo por la Liga se le abrieron anoche las puertas del cielo de Budapest donde pealará contra la Roma de Mourinho por su séptima Europa League. Dejó fuera a la Vecchia Signora en la prórroga, con un cabezazo de Lamela para la historia de Nervión. [Narración y estadísticas]
La caldera del Sánchez Pizjuán se encendió para ayudar al Sevilla a encerrar a la Juventus como primer gesto de que iban a sufrir. No quería Mendilibar que el partido se alocara, pero tampoco apostó por conservar el exceso. Con cordura, su equipo fue creciendo ante el italiano, que pareció agazaparse como táctica de supervivencia y fiar su suerte a la eficacia. Fue así, con un saque de esquina, como obligó a hacer la primera gran parada de la noche a Bono salvando un cabezazo perfecto de Gatti que se había imaginado héroe de la eliminatoria.
En la primera parte, ese papel lo desempeñaron los guardametas en un toma y daca de paradas que mantuvieron el empate. Czczesny respondió al marroquí salvando en la mismísima línea de gol un testarazo a bocajarro de Ocampos a centro de Navas. Bono se agigantó en un mano a mano con Di María, a quien había encontrado entre líneas Rabiot, forzando a que el argentino, con la derecha, pifiara la vaselina. La respuesta en la otra área fue una mano del meta polaco para salvar un gran disparo lejano de Acuña.
En media hora, los porteros habían evitado que nadie pusiera el primer pie en Budapest. Kean se escapó en carrera y volvió a asustar con un disparo cruzado que, otra vez Bono, rozó para enviar al poste. El Sevilla, lejos de arrugarse, empezó a encontrar más a Rakitic y a un comprometido Óliver multiplicado en la medular. Ahora estorbando en los intentos de la Juve de correr, su mejor arma, ahora filtrando pases que trataba de aprovechar Ocampos. Estaban los sevillistas engrasándose, poniendo cada vez más fe en sus ataques, cuando la lesión de Fagioli provocó un parón que los adormeció.
No le iba mal a Allegri ese plan, que ya había dejado claro con la suplencia de Alex Sandro, que padeció en la idea, Miretti o la sorprendente de Vlahovic. No tenía prisa el preparador juventino. Incluso vio como no eran manos un control con las dos de Fagioli en el área y a Locatelli marcar en fuera de juego antes del descanso, que acabó retrasándose por la revisión de un posible penalti de Cuadrado a Oliver en la línea del área que el VAR tampoco vio.
Se notó enseguida por qué al regreso del vestuario. Acuña probó primero con un disparo lejano nada dañino y un doble remate manso a la salida de un córner de Badé y En-Nesyri. Demasiado tierno el Sevilla para herir a un rival al que Rabiot, en una veloz transición, pudo poner en ventaja con un latigazo que rozó el poste de Bono. Allegri miró el reloj. A edia hora del final había que sacar la artillera. Un minuto después de haber pisado el césped, un error de Badé le sirvió a Vlahovic el gol.
Lejos de salir noqueado, el Sevilla siguió creyendo y Suso fue el profeta que les llevó al empate con un disparo desde la frontal que colocó por la escuadra. Le tocaba a la Juve volver a retorcerse para aguantar el asedio sevillista, que estuvo cerca del segundo en otra falta directa de Suso y un cabezazo de En-Nesyri que salvó Czczesny.
En la prórroga ya no hubo auxilio posible. En medio del zafarrancho, la Juve se encontró con que a Cuadrado se le escapó Bryan Gil que sirvió el segundo gol a Lamela. Con el botín en el bolsillo, ni dolió la expulsión de Acuña en ese momento. Ese cabezazo garantiza al Sevilla poder escribir otra página de su idilio mágico.