El descubrimiento de los receptores de temperatura y tacto ha iniciado una carrera farmacéutica que ya llega a los deportistas. Los parches de capsaicina, la sustancia que se encuentra en los chiles, pueden disipar el calor y mejorar el rendimiento
El maratoniano Rachik, en el Mundial de Doha 2019.GETTY
¿Por qué siento calor al comer una guindilla? ¿Por qué una infusión de menta me refresca? ¿Por qué me duele si me pillo un dedo? ¿Por qué noto que el suelo está mojado? La respuesta a todas esas preguntas se encuentra en los receptores de potencial t
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Cuentan que el domingo, justo después de vencer en cinco sets a Lorenzo Musetti en tercera ronda de Roland Garros, Novak Djokovic salió de las instalaciones del bosque de Boulogne poco antes de las seis de la mañana y llegó a su hotel cuando ya había amanecido en París. El caos organizativo del Grand Slam parisino le había llevado a jugar de madrugada y, sin descanso, entre partidos de tanta exigencia, le había expuesto al riesgo. Este lunes, 'crac'.
En octavos de final ante el argentino Francisco Cerundolo, el serbio sólo aguantó sano un set, se rompió al empezar el segundo y tuvo que sobrevivir cojeando para vencer otra vez en cinco tiempos por 6-1, 5-7, 3-6, 7-5 y 6-3.
BERTRAND GUAYAFP
Durante más de tres horas, Djokovic ofreció muestras de dolor en la parte anterior de la rodilla derecha, pidió ayudó a los fisioterapeutas en repetidas ocasiones, renunció a devolver varias dejadas, pero finalmente venció. Con uñas y dientes salvó su trono como vigente campeón y, a la vez, el número uno del ranking ATP. Todavía sostiene ese honor ante el empuje de Jannik Sinner.
A veces, veloz; a veces, roto
Los gestos de Djokovic en la pista central, a ratos inmóvil, fueron la mayor denuncia hacia la dirección del torneo, aunque él se extendió en protestas hacia el juez de silla por motivos diversos. "Me habéis fastidiado la rodilla. La tierra no está bien. Estoy resbalando todo el rato. Te digo que tenéis que limpiar los fondos más a menudo", reclamó el serbio a la árbitra, Aurelie Tourte, que le replicó que la arcilla no se podía barrer más. Era el inicio del segundo set.
Hasta entonces Djokovic parecía lanzado hacia una victoria plácida, una jornada tranquila. A partir de entonces, fue un ejercicio de resistencia muy propio, tantas veces visto. Durante mucho rato, parecía una alma en pena. Al final del encuentro volaba por la pista. "Las luces están muy fuertes y todavía es de día", se quejaba también Djokovic a Tourte, que ya no sabía qué contestar.
Djokovic reclama a la juez de silla, este lunes.EMMANUEL DUNANDAFP
A mediados del cuarto set, con un break en contra, Djokovic pasó su peor momento, dominado, derrotado. Cerúndolo llegó a las puertas de la mayor victoria de su carrera, de alcanzar por primera vez los cuartos de final de un Grand Slam, pero entonces dudó. Un par de fallos dieron vida a Djokovic y ya no hubo perdón. El serbio se volvió a convertir en un tenista salvaje, en el mito que es, y se llevó el encuentro sin dudarlo.
Cuando acabó el encuentro, en la habitual ronda de preguntas sobre la pista, Djokovic no quiso hablar de su dolencia, agradeció su ayuda al público de la Philippe Chatrier y se marchó con su enfado. Si los tenistas normalmente permiten tres o cuatro preguntas, él se fue tras la primera. No quería extenderse en su denuncia. Cojeando, con dolores, había sobrevivido a otra odisea de cinco sets y, esta vez sí, esta vez a una hora lógica, podía marcharse a descansar.
"Había pensado en ello varias veces. En Cuba no tenía opciones de competir, tenía muchas dificultades para entrenar y sabía que ése era el momento. Del 6 de mayo al 26 de julio de este año estuve en París ayudando a las judocas de mi país clasificadas para los Juegos Olímpicos y el día de la inauguración, cuando llegué al aeropuerto para regresar a La Habana, me separé del grupo".
A los 31 años, a la judoca Dayle Ojeda se le escapaba la carrera, la vida. Nacida en La Habana en 1993, entre 2019 y 2020 ganó un Campeonato Nacional, compitió en los Grand Slam de París y Dusseldorf e imaginó un futuro mejor, distinto, próspero. Pero después todo se desvaneció. En su categoría, de más de 78 kilos, Cuba contaba con una leyenda algo mayor que ella, Idalys Ortiz, cuatro veces medallista olímpica, campeona en Londres 2012, y no había dinero para ambas. En cuanto las autoridades escogieron a Ortiz, acabaron los viajes para Ojeda y hasta se limitaron los entrenamientos.
"A los Juegos Olímpicos viajan más, pero al resto de competiciones sólo van las primeras figuras de Cuba, apenas tres o cuatro judocas. No había recursos para nada, no había manera de desarrollar una carrera deportiva y no tenía medios para vivir. Recibía un salario mínimo que no alcanzaba para las cosas fundamentales y me tenían que ayudar mis padres. Sólo había dos caminos: o salir de Cuba o dejar el deporte", comenta Ojeda a EL MUNDO desde Valencia, donde llegó después de todo un periplo. Porque viajar de La Habana a Valencia con escala en París es relativamente fácil, pero desertar de un país es otra cosa.
"No sabía qué pasaría, unas amistades me recogieron"
"Estaba nerviosa, miraba atrás por si me seguían, no sabía qué pasaría. Por suerte unas amistades me recogieron en el aeropuerto. Después cogí un autobús hasta Barcelona, me quedé allí unos días con una amiga y luego llegué a Valencia, donde me esperaba Ayumi".
Subcampeona en los dos últimos Abiertos Panamericanos de Varadero, Ojeda podía haberse marchado a Estados Unidos, a Miami, donde tiene familiares, o podía haberse quedado en Francia, una potencia mundial en judo, pero escogió España porque "nos parecemos en muchas cosas" y por Ayumi Leiva, compatriota suya nacionalizada el año pasado y aspirante a medalla en los Juegos Olímpicos de Los Angeles 2028. Ella le explicó las bondades del sistema español y le introdujo en el Centro Especializado de Alto Rendimiento (CEAR) de Benimaclet, donde entrenan los recientemente olímpicos Salva Cases y Tristani Mosakhlishvili 'Tato'.
"El judo es judo en todo el mundo, pero la preparación en España no tiene ni punto de comparación con la de Cuba por muchos motivos. En primer lugar porque aquí la preparación física es más profesional, está más estudiada, hay más recursos. Y en segundo porque aquí hay muchísima gente de nivel. Hay muy buenas judocas en España y, además, cada semana viene gente de nivel de otros países. Sólo llevo aquí dos meses, pero noto que he mejorado más que nunca en mi vida", reconoce Ojeda, a quien aún le queda un camino largo.
Dayle Ojeda.David GonzálezAraba
"En mi mente sé que es lo mejor, pero en mi corazón me cuesta porque voy a pasar tiempo sin ver a mi familia. En Cuba tengo a mi mamá y se me hace duro. Hablo todos los días con ella, también hablo con mi hermana, con mis sobrinos, pero no es lo mismo que verlos en persona. Eso es lo más difícil".
Con la añoranza a cuestas, Ojeda ahora intentará destacar en el Campeonato de España que se celebrará en diciembre -en su peso la selección no tiene representantes olímpicos o mundialistas- y poner en orden su situación. La Federación Valenciana de Judo le ha ofrecido una plaza en su residencia y le ayuda con la manutención y el material, pero necesita competir cuánto antes. El proceso de nacionalización es complicado y, más allá del apoyo institucional, los resultados ayudan.
Como demostraron los casos de compatriotas suyos como el saltador Jordan Díaz o el boxeador Enmanuel Reyes Pla, si Ojeda se confirma como una opción de medalla para los Juegos Olímpicos de Los Angeles 2028 el Consejo de Ministros no tardará en actuar. "Ahora mismo mi motivación es trabajar al máximo para estar preparada cuando llegue mi momento. Me encantaría poder ir a los próximos Juegos Olímpicos y devolver a España toda la ayuda que me está dando", finaliza Ojeda.
"¡Llévatela, llévatela!¡Llévatela ya!", gritaba la ex mediofondista Hassiba Boulmerka, mejor deportista de la historia de Argelia y ahora secretaria general del Comité Olímpico de su país, cuando la boxeadora Imane Khelif pasaba por la zona mixta del Arena París Nord y su entrenador la paraba para que hablase con algunos medios. Unos 200 periodistas de todo el mundo se agolpaban frente a ella y ella sólo lloraba y lloraba y lloraba. Desde que bajó del cuadrilátero, sólo lloró.
"Me siento bien. Es la primera medalla para una boxeadora de Argelia. Quiero dar las gracias a todo el mundo, especialmente a los árabes", proclamaba a la BBC, el único medio en inglés al que atendió, después de vencer a la húngara Anna Luca Hamori en cuartos de final de los Juegos de París en un combate que dominó de principio a fin. Como había hecho su anterior rival, la italiana Angela Carini, Hamori también criticó a Khelif en redes sociales durante la previa -"voy a competir contra un hombre"-, pero luego peleó contra ella los tres rounds completos. En el primero, de hecho, conectó varios buenos golpes, aunque los jueces le dieron el triunfo por unanimidad a la argelina.
"Es una mujer al 100%, está autorizada para competir, el deporte debe unir al pueblo y no dividirlo. Yo fui la primera campeona olímpica de la historia de Argelia [en los 1.500 metros de los Juegos de Barcelona 1992] y quiero que ella sea mi sucesora", proclamaba Boulmerka, un símbolo nacional, Premio Príncipe de Asturias de los Deportes de 1995, en breve conversación con EL MUNDO.
MOHD RASFANAFP
"Ha venido mucha gente hoy aquí, toda Argelia está con Imane", aseveraba sobre una realidad: el país se ha volcado con la boxeadora. Ante la polémica planetaria por su intersexualidad y las críticas recibidas desde medio mundo, toda la delegación de Argelia y parte de delegaciones de otros países, como Palestina, se volcaron para convertir el pabellón sede del boxeo en una caldera. Si hubo abucheos, se los llevó Hamori, su adversaria. Khelif sólo se llevó ovaciones, al entrar y al salir, y un cántico que la arropó durante todo su combate: "¡Imane, Imane, Imane!".
Su rival: "No puedo decir una mala palabra de ella"
"Nuestro trabajo es defenderla. Tiene que estar centrada en la competición. Por eso nos ha dejado su teléfono y está fuera de todo lo que estamos leyendo en las redes sociales", aseguraba a este periódico Bachir Mokhtari, jefe de prensa del Comité Olímpico de Argelia y profesor de castellano en sus ratos libres, que añadía: "Es una mujer y tiene que competir como mujer. Es víctima de una persecución de la Federación Internacional, la están utilizando en su lucha contra el Comité Olímpico Internacional, pero todo esto la está haciendo más fuerte".
Minutos después del torbellino mediático que arrastró a Khelif, su rival, Hamori, atendió a la prensa y, lejos de lo dicho en la previa, se mostró más comedida: "No puedo decir una mala palabra sobre ella. Los últimos días han sido difíciles para todos. La respeto. He tenido una opción de ganarla, lo he dado todo y el combate ha acabado así. La situación se volvió rara, espero que sea diferente en el futuro. Este combate no ha arruinado mis Juegos".