Finau, hizo cinco ‘birdies’ y concluyó con 260 golpes, tres de ventaja sobre Rahm, número uno del ránking mundial
El estadounidense Tony Finau firmó este domingo una tarjeta de 66 golpes para ganar el título en el México Open de la PGA, sexto de su carrera, delante del español Jon Rahm, reciente campeón del máster, en segundo lugar.
Finau, hizo cinco ‘birdies’ y concluyó con 260 golpes, tres de ventaja sobre Rahm, número uno del ránking mundial, quien este sábado entregó una espectacular tarjeta de 61, 10 bajo par, pero en la cuarta ronda no mostró el mismo rendimiento y no logró revalidar el título ganado en 2022.
“Rahm es el número uno del mundo y ganarle ha sido fabuloso; hasta el final no estuve seguro de la victoria”, dijo Finau, quien logró su segundo título de la temporada.
El argentino Emiliano Grillo tuvo una cuarta ronda de 65 golpes con la que saltó al quinto lugar y su compatriota Alejandro Tosti acabó décimo, luego de cumplir una buena jornada dominical, de 64 impactos.
El México Open se jugó de jueves a domingo con una bolsa de premios de 7,7 millones de dólares.
España destronó a Bélgica en París y volverá a una semifinal olímpica después de 16 años, tras ganar la plata en Pekín 2008, con una victoria histórica (2-3) en cuartos de final que rompe muchos pronósticos, tras los goles de Jordi Chefo Basterra, Marc Reyné y Marc Miralles, que forzaron dos veces a los belgas a remontar.
La resistencia de España aguantó hasta el final ante un equipo que intimida por físico, posesión y velocidad. Pero los favoritos se toparon esta vez con un grupo valiente y competitivo, capaz de quebrar la defensa belga para adelantarse dos veces y sentenciar con un golazo de penalti córner en el último cuarto. El partido mantuvo el misterio hasta el último suspiro por una controvertida decisión arbitral que dio a Bélgica una opción de jugada con el tiempo cumplido y 2-3 para los españoles, que jugaron sin complejos de principio a fin.
Al principio, belgas y españoles alternaron posesiones y llegadas al área rival, aunque en la primera parte solo Bélgica ganó penaltis córner, tres que Alexander Hendrickx no pudo transformar. Luis Calzado y la defensa lo impidieron y en la puerta de Bélgica, hoy con Vincent Vanash en lugar de Van Doren, hicieron lo propio con un golpeo diagonal de Marc Vizcaíno. José María 'Chefo' Basterra tuvo otras dos que se marcharon fuera por muy poco, igual que Rafa Vilallonga, volcado también en trabajo de recuperación.
Tom Boon mandó alta una bola tras la reanudación del partido, que dio a España su primer penalti córner, bien atajado por la defensa belga, aunque los de Max Caldas respondieron con una contra muy bien culminada por Jordi Bonastre hasta la línea de fondo y un envío para Basterra, que no perdonó y marcó su cuarto gol en París. Bélgica tardó un minuto en reaccionar y desde la banda izquierda Arthur de Sloover coló la bola entre las piernas de Luis Calzado.
DECISIONES ARBITRALES
Muy animados desde el público en la grada, Jordi Bonastre, Marc Recasens y Marc Reyné probaron suerte sin éxito, igual que los del neozelanés Shane McLeods en tiros de Tom Boon y Anoine Kina para llegar al vibrante cuarto final. El videoárbitro estimó dos reclamaciones de España contra dos penaltis córner para Bélgica; Basterra mandó una bola rozando el poste, pero Marc Reyné ajustó otra con toda el alma y Marc Miralles culminó un penalti córner de pizarra.
Hendricks, de penalti, aún pudo revivir a su equipo a dos minutos del final y la decisión arbitral con el tiempo cumplido todavía dio a los belgas una oportunidad de tiro que Luis Calzado desbarató para que España vuelva a una semifinal olímpica.
Cinco días después de ganar el Mundial de Fórmula 1, Nico Rosberg anunció que se retiraba con 31 años. «Ahora que lo he conseguido, que he escalado mi montaña, que estoy en la cima, me siento bien», explicó. El último partido que Pete Sampras disputó en su carrera profesional fue la final del US Open de 2002, en la que ganó su 14º Grand Slam. «Estoy en paz, he cumplido», aseguró el estadounidense, 32 años entonces. Diez más que Mark Spitz, quizá el ejemplo más extremo de retirada prematura del deporte: el legendario nadador dijo adiós nada más colgarse siete medallas de oro en los Juegos de Múnich de 1972.
En el arcano del deporte, otro episodio sin explicación: el retiro de Bobby Fischer del panorama ajedrecístico a los 29 años, en 1972, cuando se encontraba en la cúspide.
Cuando no hay lesión grave de por medio, el hastío suele ser la razón principal en la rareza de despedirse del deporte a edades tempranas, algo que los avances en preparación física, medicina y dieta han convertido en aún más puntual. El caso de Álvaro Martín, que lo deja nada más ganar dos medallas olímpicas en marcha (bronce individual y oro en el relevo mixto) para centrarse en sus estudios y su carrera de abogado, no tiene apenas precedentes.
En el exigente mundo del tenis, además de Sampras, se encuentran otros ejemplos. Uno de los más sonados fue el de Björn Borg. ¿Hasta dónde hubiera llegado de no haberse retirado con 26 años? Tras perder la final de Wimbledon de 1981 ante John McEnroe, con 11 Grand Slams en su palmarés, entró en un declive de desgana que le llevó a poner fin a una trayectoria que había empezado de adolescente.
Justine Henin era la número uno del mundo cuando anunció su retirada en mayo de 2008. Dos años después volvió al circuito, pero a los seis meses una lesión hizo que dejara definitivamente la raqueta con 29 años. Algo no muy diferente al caso de Ashleigh Barty, quien, en marzo de 2022, con 25 años, puso punto y final a su fulgurante trayectoria sólo semanas después de haber conquistado en Australia su tercer Grand Slam. «Sé cuánto trabajo se necesita para sacar lo mejor de nosotros mismos. Y dejé de tener eso en mí. No tengo la predisposición física y mental ni todo lo necesario para volver a desafiarme al más alto nivel. Estoy agotada», zanjó.
La lista no es extensa pero sí hay otros casos llamativos. En el motociclismo, ninguno como el de Casey Stoner, campeón de MotoGP en 2007 y 2011, y retirado en 2012 con 27 años. En su caso, la ansiedad fue el desencadenante del adiós: «Cuanto mejor iba el fin de semana, más quería morir».