Remonta el tanto de Larin a los cinco minutos tras un error de Diakhaby. El francés hizo el empate y Javi Guerra cierra la victoria en el 93
Los jugadores del Valencia abrazan al canterano Javi Guerra tras marcar el gol.EFE
Cuando la remontada se veía como un acto de fe, algo irracional, Mestalla la vivió. Como hace 22 años, el mismo día en el mismo escenario, Baraja cerró una remontada ante el Espanyol que acabó valiendo una Liga. El objetivo es bien distinto, pero las sensaciones parecidas. El Valencia resucitó ante el Valladolid para aliviar la carga que arrastra esta temporada justo en la semana en la que se juega la vida y abrazado por su afición. Purgó su error Diakhaby y emergió el jovencísimo canterano Javi Guerra para cerrar en el 93 la primera remontada en dos años, dejando en anécdota el gol de Larin a los cinco minutos de un partido de infarto. [Narración y estadísticas]
Parecía que los huesos de este Valencia no iban a ser capaces de aguantar este peso. Temblaba, dudaba y fallaba al más mínimo contratiempo. Como si cada paso que daba para alejarse del infierno lo deshiciera justo cuando menos se esperaba. Ni se había sentado el equipo ante el Valladolid cuando Diakhaby se atolondró y el fácil pase horizontal de Cenk lo dejó pasar para que Larin, pícaro, apareciera a su espalda y adelantara a un rival directo. El canadiense, que llegó en enero, suma ya más goles que el veterano Cavani, tan ausente en este duelo como lo estuvo Samu Lino. Ambos parecieron haberse quedado en Elche, cuando aquella victoria se vislumbra como un espejismo.
No podía el equipo de Baraja resistir la fuerza de una corriente que lo arrastraba. Al Valladolid le bastó con mantener un plan que apuntaló el gol: no arriesgar la pelota y esperar que la desesperación apareciera al tiempo que los nervios en una grada de 42.023 espectadores que ya no puede hacer más. Empuja, pero ni despeja ni remata. Lo haría si fuera posible consciente de que si su equipo no gana los duelos en el área, la propia y la del rival, no podrá sobrevivir en Primera. El bochorno de ver un Valencia incapaz en toda la primera parte no lo desalentó.
Javi Guerra.EFE
Sin que los pucelanos inquietaran mas que con un disparo lejanísimo de Escudero al filo de descanso, Baraja deshizo su esquema de cinco centrales y volcó al equipo a la banda para buscar centros de Gayà que no encontraban rematador. Sin chispa, estrellando sus tímidas llegadas a balón parado en las garras de Masip, Pezzolano vivía cómodo en la grada.
La segunda parte no fue muy diferente de inicio, con un Valencia volcado con más ansiedad que fútbol, con la pelea de Hugo Duro y la eterna presencia de Almeida buscando por dónde sorprender. Con Gayà poniendo centros como el que salvó Javi Sánchez. Tan poco había que perder que se ganó. Primero Masip eclipsó el error de Diakhaby dejando pasar un remate del francés en un saque de falta que fue el empate. Desde ahí el Valencia se envalentonó y el Valladolid estrelló en el larguero el tiro de Fresneda que hubiera cambiado el escenario.
El partido se quebró y a los locales andaban con la energía justa para remontar, por primera en dos años, y no errar. Miró Baraja al banquillo y encontró esa gasolina en la legión de canteranos. Tanto cree en ellos que Javi Guerra no dudó en buscar la portería con el alma y darle vida al Valencia.
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«Respeta al árbitro, respeta el fútbol». Ése fue el mensaje que la RFEF y LaLiga quisieron transmitir esta jornada para acabar con semanas de polémica y tensión antes de que el calendario se empine, pero no lo consiguieron. Las decisiones de los colegiados volvieron a estar en el punto de mira tanto en la disputa por el título como en la huída del descenso. Hubo aficiones que silbaron, como ocurrió en el Bernabéu al grito de «¡Corrupción en la Federación!», y los mismos clubes que pusieron a sus jugadores junto al trío arbitral detrás de la pancarta mostraron después su descontento con decisiones que o bien consideran que les perjudicaron o no entendieron cómo se gestionaron. Eso sí, ninguna cayó en contra de los intereses de quienes pelean el título y fueron especialmente relevantes en el caso de los duelos Valencia-Atlético de Madrid y Las Palmas-Barcelona, donde el descenso también estaba en juego.
Fue el Valencia el equipo que, con más contundencia, cuestionó el arbitraje de Busquets Ferrer con Iglesias Villanueva en el VAR. En el minuto 55, con el 0-2 en el marcador y el Valencia volcado en la portería del Atlético, un centro de Gayà lo cabeceó Sadiq y el balón impactó a bocajarro en el brazo de Javi Galán, abajo pero separado del cuerpo. Mestalla reclamó penalti, pero no lo pitó y el VAR ni siquiera intervino. Minutos después de finalizar el encuentro, el Valencia lanzó un mensaje en sus redes sociales con el vídeo de la jugada: «Nosotros respetamos a los árbitros, pero esto es penalti».
Nadie entendía que ni siquiera se hubiera avisado al colegiado para que peritara con las imágenes. Ni siquiera Simeone. «Me mostraron la imagen del penalti y es la misma jugada de la Eurocopa. Le pega en la mano; no entiendo nada. En la Eurocopa era penal de Cucurella. Dicen que la mano estaba muerta, pero le pega en la mano. Ojalá que sea más claro siempre para todos porque la situación es poco entendible, un día va a ser penal, otro no... Ojalá que se pudiera manejar la misma línea en todos los equipos», reconoció el argentino, que se llevó la victoria 0-3, pero pudo ver complicarse el duelo en esa jugada.
Eso es lo que pensó Corberán, que quiso ser más diplomático: «Prefiero pensar que no ha sido penalti, duele menos. Porque un gol creo que hubiera cambiado la dinámica del partido por completo». «Hay un VAR para corregir errores y creo que es más saludable pensar que no ha sido penalti que pensar que lo era y no ha sido señalado», añadió el técnico.
La duda, como evidenciaba Simeone, permanece. Para la mayoría de árbitros españoles no es penalti. El CTA afinó esta temporada los criterios para que la manos en posición natural no fueran falta. En este caso consideran que no es sancionable porque, pese a estar despegada del cuerpo, no ocupa una posición antinatural. El problema es que para la UEFA sí lo es o, al menos, así lo determinó en septiembre en una reunión del Comité de Árbitros con el ejemplo de aquella de Cucurella que, en los cuartos de final contra Alemania en la Eurocopa, no se pitó.
La mano de Cucurella en el España-Alemania de la Eurocopa.REUTERS
El criterio, que hizo público una filtración para enfado de la UEFA, es que los ingleses Anthony Taylor y Stuart Attwell (VAR) debieron pitar penalti. «El contacto mano con balón que detiene un tiro a puerta debería castigarse de forma más estricta, y en la mayoría de los casos debería concederse un tiro penal, a menos que el brazo del defensor esté muy cerca del cuerpo o sobre el cuerpo», recogieron en el documento de observaciones. «En este caso, el defensor detiene el tiro a puerta con el brazo, que no está muy cerca del cuerpo, haciéndose más grande, por lo que se debería haber concedido un tiro penal», zanjaron.
La única diferencia con la de Galán es que no interceptó un remate a diez metros como el de Musiala, sino el testarazo a bocajarro de Sadiq. Como Simeone, en el Valencia no entienden el criterio ni que el VAR no llamara a Busquets para que evaluara la jugada, por lo que no hay audio de la interpretación.
Revisión de un fuera de juego
Sí lo hay de la jugada polémica que encendió el partido en el estadio de Gran Canaria entre Las Palmas y el Barça. En el minuto 81, con los azulgranas ganando 0-1 pero con los insulares volcados, hay una mano de Eric García en el área, de espaldas y cayéndose, que ataja un disparo de Álex Suárez. Cordero Vega no señala el punto de penalti, pero Del Cerro Grande enseguida le llama desde el VAR. «El brazo, aunque va al apoyo, está extendido, ocupa un espacio, y es un disparo a portería, pero quiero que valores que también hay una posición de fuera de juego previa», le explicaba.
Le muestra primero la imagen de la mano y después varias tomas para verificar el fuera de juego que en LaLiga esta temporada ya es semiautomático. Sin embargo, el colegiado revisa hasta comprobar la posición adelantada del lateral Álex Muñoz en el centro del que nace toda la jugada y que la invalida. ¿Por qué entonces avisó el VAR? «Después de esta semana, es normal que todo se revise», comentó entre sonrisas Eric García. Las protestas del Real Madrid, la carta de queja por los arbitrajes y la reunión privada con el CTA es «la semana» a la que se refería el central azulgrana.
Cordero Vega revisa en Las Palmas la polémica jugada en el VAR.AFP
No quiso Diego Martínez buscar explicaciones sino que se las pidió al árbitro al final del partido. «¿Por qué paráis?», preguntó el entrenador en un diálogo que cazaron las cámaras de Movistar Plus. «No, pero está bien ejecutado, porque si no hubiera fuera de juego, hubiera sido falta...», decía el árbitro. «Ya pero es que... entonces, ¿por qué lo paráis?», reclamaba el técnico ante lo que se encontró esta respuesta: «Para que la gente lo sepa, para que no se piensen que no...». Y ahí quedó la conversación que luego Martínez resumió en sala de prensa. «Es un tema de interpretación y ojalá que a partir de ahora alguna de estas jugadas extrañas nos caiga de cara».
Tampoco se libró de la polémica el Rayo. Se quedó con diez ante el Villarreal por la roja que García Verdura mostró a De Frutos al filo del descanso por una entrada que el videoarbitraje. Eso provocó el enfado del presidente Martín Presa, que dejó el palco para bajar a los vestuarios. En el Bernabéu, el Real Madrid, después de las quejas, tuvo una tarde plácida con el Girona.
No es que no hubiera penaltis o expulsiones en el resto de la jornada, pero fueron jugadas claras en las que ni siquiera tuvo que mediar el VAR.
Sólo un árbitro 'Elite'
El comunicado de los árbitros pidiendo respeto y la campaña de la RFEF contrasta con que para esta jornada el CTA sólo haya designado a un colegiado 'Elite UEFA'. Fue Sánchez Martínez y arbitró el Celta-Osasuna, un duelo donde se esperaba menos tensión que en otros que marcaba el calendario. Hernández Hernández, que arbitró competición europea, y Gil Manzano descansaron.
Sánchez Martínez en el Celta-Osasuna.AFP
Sin embargo, a Cordero Vega, que ha vuelto a Primera esta temporada, se le asignó el partido Las Palmas-Barcelona, auxiliado por Del Cerro Grande.
Al frente de la Sala VOR en Vallecas y en Mestalla hubo dos colegiados descendidos a Segunda el pasado verano pero que siguen en el VAR de Primera: Figueroa Vázquez, que avisó de la expulsión que desde el Rayo ven muy rigurosa, e Iglesias Villanueva, que no consideró revisar la mano de Galán.
La razón de estas designaciones hay que situarla, según fuentes federativas, en que se realizan dos semanas antes, que los árbitros suelen pitar cada 15 días y que había que encajar esta jornada con la elección de los colegiados en la ida de las semifinales de la Copa del Rey con dos partidos tensos entre Barça y Atlético y Real Sociedad-Real Madrid.