El murciano suma 477.795 euros tras revalidar el título en el Barcelona Open Banc Sabadell-Trofeo Conde de Godó 2023
Carlos Alcarazha aumentado su cuenta corriente con 477.795 euros tras revalidar su título este domingo en el Barcelona Open-Trofeo Conde de Godó al arrollar en la cancha a Stefanos Tsitsipas que como finalista se conformará con 254.825 euros, según la web oficial de la ATP.
El triunfo, al revalidarlo por segundo año consecutivo, le supone al murciano 500 puntos para su ranking mientras que el griego se conforma con 300 puntos.
Para saber más
Tras este torneo, Alcaraz acecha al serbio Novak Djokovic por el número 1 mundial y esta semana le recorta 105 puntos en la clasificación.
Alcaraz no ha sumado puntos, al reeditar el Godó del año pasado, pero Djokovic ha perdido 105 tras caer en cuartos de final en el torneo de Banja Luka, cuando defendía los 205 puntos del torneo de Belgrado de 2022, informa Efe.
Así las cosas y dado que el serbio no participará en el Masters1000 de Madrid, si Alcaraz, que defiende título, volviera a ganar se quedaría a solo 5 puntos. Djokovic perderá los 360 puntos de las semifinales madrileñas de 2022.
En el siguiente torneo, en Roma, Alcaraz podría volver al número 1, puesto que el año pasado no participó y todo lo que gane serán puntos a sumar, mientras que Djokovic, que ganó en el último Foro Itálico, sólo los defiende.
Además de Carlos Alcaraz y Novak Djokovic, Alexander Zverev, Iga Swiatek y Arina Sabalenka son algunas de las mejores raquetas del mundo inscritas en la edición 2023 de los torneos ATP Masters 1000 y WTA 1000 que se disputarán, una vez más, en la Caja Mágica del 24 de abril al 7 de mayo en Madrid.
Alcaraz tras derrotar al griego Stefanos Tsitsipas (6-3 y 6-4), aseguró que no quiere “ser el relevo” de Rafa Nadal en la competición, sino “construir” su “propia historia”.
Ni una sola de las 15.000 personas que abarrotaron la Philippe Chatrier este lunes se atrevió a moverse de su silla antes de que Rafa Nadal entrara en el túnel de vestuarios y abandonara la pista central de Roland Garros quién sabe si para siempre. Un pleno de manos rompiendo en ruido para despedir al tenista más grande que ha visto el lugar. Casi ajeno a ello, sereno ante tantísima emoción, el 14 veces campeón se acercó al centro de la pista, saludó a todos y se marchó sin más. Unos pocos minutos antes, la directora del torneo, Amelie Mauresmo, le había pedido que se quedara a responder unas preguntas, un hecho fuera del protocolo, la única rareza en la jornada.
Unos pocos minutos antes más, Nadal había caído en primera ronda ante Alexander Zverev por 6-3, 7-6(5) y 6-3 en tres horas y cinco minutos de lucha. "No sé si será mi última vez, pero si lo es, he disfrutado. Hay un gran porcentaje de opciones de que no vuelva, pero no puedo decir que es un 100% porque me estoy divirtiendo", comentó con la intención de normalizar los sentimientos a su alrededor, la piel de gallina, las lágrimas de la gente, incluso de su gente. Seguramente Nadal se calmaba con la certeza de que habrá más días así, de que no es el final. Como había pedido, no hubo una despedida oficial, ni mucho menos un homenaje; hubo un partido de tenis, un muy buen partido de tenis, y eso ya es mucho.
Después de más lesiones de las que ha sufrido cualquier otro tenista, de dolores en decenas de músculos y más ligamentos, Nadal quiso ganar de nuevo y podría haberlo hecho. En otras condiciones y, sobre todo, ante otro rival, seguiría ante la posibilidad de levantar su decimoquinto título en París. Seguramente Alexander Zverev era el peor a quien enfrentarse en este momento y seguramente el día, muy frío, pesado, lluvioso, tampoco era el mejor.
Pero Nadal convirtió una ceremonia nostálgica en un duelo disputado, es decir, consiguió lo que buscaba. Como habían hecho antes los aficionados de Barcelona, Madrid y Roma, el público francés fue a verle para agradecer y recordar, pero acabó aplaudiéndole por su juego, ya está. El primer punto del español en el partido, un error no forzado de Zverev, fue celebrado por la Philippe Chatrier con la melancolía de los regresos a los escenarios de los grupos de música divorciados. Pero poco a poco volvieron los intercambios vencidos, los puños al aire, las celebraciones de verdad.
Especialmente apoteósico fue el segundo set, el mejor momento de Nadal. Con 2-1 en contra en el marcador y dos bolas de break para Zverev, el español desplegó los golpes prohibidos, un revés cruzado, un ace, una derecha paralela y se lanzó con todo a por el periodo. Llegó a romperle el servicio al alemán, pero éste se revolvió y llevó la resolución al tie-break.
La dureza de Zverev
En las semanas previas, dejó dicho Nadal que si tenía que morir lo haría aquí, en la pista central de Roland Garros, en los instantes decisivos, y entonces lo hizo. Con dos horas de meneos en las piernas seguía con respuestas para el bombardeo continuo de Zverev, sólo falló la estrategia. Para contrarrestar la potencia que le llegaba del otro lado de la pista, decidió probar con un par de dejadas y ambas fueron fallidas.
Luego, en el tercer set, empezó con un break a favor y tuvo opción de otro más, pero el saque de Zverev era incuestionable. Un argumento demasiado grande a favor de su victoria. Igualmente después, hasta el final, Nadal dejó toda gota de esfuerzo y momentos de antología, entre ellos passing shots muy propios que hicieron saltar al público francés. El que es, no el que fue. Porque nada tiene que ver cómo se marchó el español este lunes de la Philippe Chatrier a cómo llegó, casi dos décadas atrás.
El público francés, entregado
Los abucheos, por ejemplo, en su derrota ante Robin Soderling en 2009 se convirtieron en una exaltación de su figura, desde su enorme escultura que luce en la entrada del recinto a la expectación ante cualquiera de sus pasos. Ante Zverev quedó claro que, Roland Garros ha entendido que Nadal no es sólo el campeón de 14 ediciones, si no que es su imagen, su emblema, su mito. Que no sea francés ya no importa o importa poco: Roland Garros es Nadal, Nadal es Roland Garros.
En el boulevard d'Auteuil, entre el Parc des Princes y la Philippe-Chatrier, este lunes se agolpaban los reventas para hacer su primer agosto, pues luego vendrán los Juegos Olímpicos. "¿Cuánto?", preguntaba el periodista. "3.000", contestaba el más joven de ellos, aunque luego era capaz de bajar hasta los 2.000 euros. En todo caso, un precio que probablemente no alcanzará la final del torneo del próximo 9 de junio, la juegue quien la juegue.
"¡Allez, Rafa!", se escuchaba como nunca en la Philippe Chatrier, entre muchos '¡Vamos, Rafa!" con marcado acento galo y una banda de música con banderas tricolor que adaptaba todos sus cánticos al español. En la parte superior, lejos de los palcos donde estuvieron Novak Djokovic, Carlos Alcaraz o Iga Swiatek, se llegaron a lanzar olas de apoyo al ganador de 22 Grand Slam: "Raaaaaaafaaaaaa".
En ese ambiente, con tamaño palmarés, Nadal podía haber entendido de una vez que lo ha logrado todo y nadie le exige más, pero su manera de ver el deporte nada tiene que ver con la percepción de otros. Para poder dormir tranquilo en el futuro, cuando vengan los años, necesita saber que lo dejó todo sobre la pista, lo que tenía y lo que no. Ahora está más cerca de alcanzar esa paz. Este domingo, quiso ganar de nuevo y podría haberlo hecho. El tiempo casi cae derrotado por primera vez.
Eurocopa 2024
EDUARDO J. CASTELAO
Enviado especial
@EJCASTELAO
Oslo
Actualizado Sábado,
14
octubre
2023
-
19:00Ver 1 comentarioEl seleccionador fue a ver al Cristo del...
Al Barça, otra vez, le tocó sufrir. Pero, por lo menos, consiguió llevarse un trabajado triunfo ante la Real Sociedad, gracias a un tanto marcado por Lamine Yamal en las postrimerías de la primera parte y a un penalti transformado por Raphinha en el añadido de la segunda, señalado mucho después de que tuvieran lugar la mano al final sancionada a instancias del VAR de Odriozola, que le permite depender de sí mismo para acabar segundo en la Liga y meterse así en la próxima Supercopa de España. Ahora mismo, el único aliciente que le queda hasta el final del campeonato. [2-0: Narración y estadísticas]
Más allá de la honrilla de ser, por lo menos, subcampeón, el Barça se juega también una buena cantidad de dinero por quedar en el segundo puesto. No en vano, es la única opción que tiene de meterse en la próxima edición de la Supercopa. Esta misma temporada, la participación del conjunto azulgrana en este torneo le supuso unos ingresos de unos siete millones de euros: seis por participar y uno más por alcanzar la final. Los números del club siguen aún en la UVI y el presupuesto de la temporada que viene contempla que el equipo que dirige Xavi Hernández pueda, por lo menos, tener presencia en este torneo. Y, de hecho, su ausencia sería también a su vez un buen golpe para este propio evento, dado que, en caso de que los barcelonistas o el Real Madrid no tomen parte, la cantidad económica a repartir se reduce en cinco millones de euros.
Con esa premisa, fue un tanto extraño ver a Ronald Araujo de inicio en el banquillo. Justo, cuando el nombre del uruguayo vuelve a sonar con fuerza como el de un posible traspaso que, por doloroso que fuera, podría suponer una importantísima inyección para las arcas barcelonistas. Pedri, mientras, suplente ante el Girona, formó en el centro del campo al lado de Gündogan, con Christensen como medio defensivo. Por el hecho de que el joven mediocentro recupere sus mejores sensaciones pasan gran parte de las esperanzas azulgrana de acabar el campeonato de la forma más aseada posible. El alemán, no obstante, sería de nuevo el más en forma de la medular. Una internada suya, tras aprovechar una buena acción de Lewandowski, sería la antesala del 1-0 para los azulgrana, marcada por Lamine Yamal a cinco minutos de que se cumpliera el tiempo reglamentario de la primera parte.
Al Barça le costó lo suyo inaugurar el marcador. Hasta el tanto de Lamine Yamal, su mejor opción, de hecho, había sido fue un disparo al palo de Raphinha. Porque, sobre todo, aunque se las arreglaba para tener más el balón, pecaba de exceso de precipitación a la hora de buscar la finalización. La Real, mientras, tuvo alguna que otra opción de poner en serios aprietos a los locales, fiando gran parte de su suerte a un Becker que cuerpeaba una y otra vez para hacerse hueco con un Cubarsí que recuperó sus mejores sensaciones. El holandés, con todo, se las arregló para ganarle en alguna ocasión la partida. E, incluso, envió el balón al fondo de la red, en una acción finalmente invalidada por un fuera de juego casi al límite.
Los azulgrana saltaron al terreno de juego en la reanudación con mucho ímpetu. Tanto, que Raphinha buscó el 2-0 con un zapatazo desde la frontal casi nada más iniciarse la segunda parte y Gündogan, en un exceso de ganas, vio una amarilla en una arriesgada acción con Le Normand que le impedirá estar el jueves en Almería por acumulación de amonestaciones. Pero, pese a sus ganas, no encontraban la manera de abrir algo más de hueco en el marcador. Volvería a probarlo el brasileño, con otro remate lejano que obligó a Remiro a emplearse a fondo. También tendría casi acto seguido una gran ocasión Brais que no entró poco menos que de milagro. Y de un área, a la otra, con un disparo de Ferran, nada más reemplazar a Lewandowski, que hizo lucir de nuevo al meta rival y la que respondería también Ter Stegen tras tiro de falta de Zakharyan. Los goles, para unos y otros, se resistían. Hasta que Cuadra Fernández, muchísimo tiempo después y a instancias del VAR, dio un penalti que Raphinha convertiría en el definitivo 2-0.