Uno puede luchar por muchos nombres. Puede ser por el nombre del padre, de la patria o, como ayer pedía la grada del Allianz, de la ciudad. El Bayern tenía mucho por lo que hacerlo. Viene de ganar 11 ligas consecutivas, pero este año transita segundo a 10 puntos del líder. Lleva tres años cayendo en cuartos de la Champions y, desde hace un mes, no tiene entrenador para la temporada que viene. Pero hoy era el día para la resurrección y la Lazio era la víctima perfecta. [Narración y Estadísticas, 3-0]
Así, el orgullo, el honor y la dignidad estaban en juego en esta vuelta de octavos ante un conjunto italiano que sorprendió en la ida. No lo haría otra vez. No lo permitiría el Bayern que en una hora había liquidado la eliminatoria. Los alemanes aplicarían la táctica del rodillo. Esa con la que aterrorizaron Europa, pero que hoy está algo diluida quizás porque cuentan con más futbolistas estilistas que comprometidos.
Queda Müller de aquella época. Un león viejo, pero león. Pedía desde el primer minuto intensidad a sus compañeros y Sané y Musiala percutían por sus bandas más hacia delante que hacia atrás. Eso sí, sus carreras ofensivas eran una delicia para el espectador. El 10 del Bayern parecía que iba sobre patines por el césped cuando conducía la pelota, mientras que el joven extremo era más de fogonazos.
De ambos vinieron dos de las ocasiones más peligrosas para los alemanes en la primera parte, excluyendo los goles. Si uno culminó una gran jugada colectiva con un tiro cruzado que salió por poco, el otro aprovechó una jugada ensayada de córner, para recoger el pase de Kimmich y exigir a Provedel tras un gran latigazo.
La Lazio jugaba como su entrenador. El Zorro Sarri había planteado guardar a su equipo en la madriguera y esperar una vulnerabilidad de su presa. Fue el plan de la ida y salió bien. Además, los italianos contaban con un lanzador de contras privilegiado. Luis Alberto disponía de Anderson e Immobile para buscar la espalda de los centrales alemanes. Sólo Guendouzi encontró una grieta en la defensa alemana, muy pronto, pero su disparo se fue desviado.
Demasiadas líneas van sin haber nombrado a Kane, un jugador que fue al Bayern a ganar títulos y que, de momento, ha perdido dos y la Bundesliga se le ha complicado mucho. La Champions, entonces, es su gran baza. Algo desaparecido en la ida, mostró más actitud en la vuelta. Varios disparos suyos se fueron por poco. Y fue con la cabeza con lo que encontró el gol tras un disparo en semifallo de Guerreiro.
Apenas dos minutos antes la había tenido su homólogo italiano. Se acordará Immobile de esa ocasión. Tras ganar la espalda a la defensa, aprovechó una peinada involuntaria de un central para aparecer en el segundo palo, pero su cabezazo se fue desviado. Para una vez que el zorro se encontró a su presa indefensa, falló el mordisco.
León viejo
Encima, justo antes del descanso, pasó lo impensable. Un córner despejado por la defensa italiana cayó a las botas de Dier como llovido del cielo, éste empaló y Müller, que tendrá una edad pero sigue siendo el más listo, desvió a la red con la cabeza. El orden natural de las cosas se había restablecido en 45 minutos.
Bajó pulsaciones el Bayern y la Lazio fue incapaz de de aumentarlas para acercar la eliminatoria a sus intereses. De hecho, Musiala, Guerreiro, Sane... tanto iba el cántaro a la fuente, que Kane lo acabaría rompiendo. Segundo para el inglés que aprovechó un mal despeje de Provedel. Pudo acercar Luis Alberto a los italianos, pero no era el día.
Salva el Bayern así el envite en la competición que tiene más asequible si es que a la Champions se le puede otorgar ese calificativo. Salva Tuchel el pellejo y Múnich, el honor